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LA CARNE

24 de Agosto de 2016

La colombiana Esperanza Gómez cuenta cómo es la vida matrimonial de una actriz porno

"No soy egoísta: así como mi marido me permite tener sexo con alguien más, él también puede tener sexo con otras mujeres. Este tipo de relaciones abiertas deben ser equitativas para que funcionen bien, y nuestra relación está basada en la confianza y el respeto".

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EsperanzaGomez

En la columna “La vida matrimonial de una actriz porno”, la colombiana Esperanza Gómez cuenta a Vice cómo funciona eso de estar comprometido y trabajar en la industria XXX.

“Somos una pareja feliz: salimos mucho, vamos a cine, a comer, a rumbear, como cualquier pareja”, dice.

Gómez también habla de los celos y de las posibilidades mutuas de estar con otras personas.

“Creo que los celos son inseguridad, y mi marido es el hombre más seguro que he conocido, en todos los aspectos de su vida. Nunca lo he sentido celoso por que yo tenga sexo con hombres más guapos, con mejor cuerpo y penes más grandes. El sexo sin involucrar sentimientos o sin amor solo genera placer a la carne, y una vez finaliza el acto sexual, no se siente deseo de besar o de quedarse dormidos con los cuerpos entrelazados. El amor es mucho más que buen sexo. Hacer el amor con corazón es intenso, se siente la entrega no solo del cuerpo sino del alma. Se disfruta cada detalle, las caricias son mejores, los besos son más dulces, el olor y el sabor del sudor son la gloria. Simplemente hay una entrega total sin que sea necesario o más importante tener un orgasmo para sentirse feliz”.

“No soy egoísta: así como mi marido me permite tener sexo con alguien más, él también puede tener sexo con otras mujeres. Este tipo de relaciones abiertas deben ser equitativas para que funcionen bien, y nuestra relación está basada en la confianza y el respeto (…) Nosotros tenemos algunas reglas y en caso de algún inconveniente que nos esté afectando lo discutimos y llegamos a una conciliación. El día que nos enamoremos de alguien más, nada que hacer. Siempre se corre el riesgo de perder a la pareja, ya sea porque se comparte consciente de esto o porque se es infiel”, agrega.

Afirma que su “marido no se molesta con la gente que me aborda en la calle. A pesar de tener una profesión en la que se puede confundir fácilmente pornografía con prostitución, mis fanáticos se portan muy bien, son respetuosos a la hora de acercase a tomar una foto conmigo o simplemente para pedir un autógrafo, aunque no falta la persona que cree que se puede sobrepasar y que me gusta que en todo momento me estén manoseando y haciéndome insinuaciones morbosas. Sin embargo, eso ya no me molesta; aprendí a manejarlo y la gente sabe que lo permito solo cuando estoy en mis presentaciones en público; de lo contrario, me hago respetar y me gusta mucho cuando es una mujer la que se acerca y pide que me tome la foto con su novio o esposo. Me parece bonito que no se sientan celosas de mí, sino que sean inteligentes y compartan estas cosas en pareja”.

¿Qué pasa después de grabar?

Cuenta que “después de grabar, la verdad no tengo sexo con mi esposo, porque cuando estoy trabajando en Estados Unidos, él se queda en Colombia. Pero al terminar cada video, lo primero que hago es llamarlo para contarle cómo me fue, le describo la escena y en ocasiones me masturbo frente al computador para complacerlo cuando él así lo desea. Lo que sí hacemos juntos es intercambio de parejas: o él me consigue un hombre para que yo tenga sexo con los dos o simplemente me complace cuando yo quiero ver cómo se come a otra vieja. Es una relación abierta, en la cual lo único que no compartimos es el amor del uno por el otro. Y así ha sido desde que estamos juntos, hace seis años”.

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