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Nacional

27 de Octubre de 2016

Miedo Maestro: Los cazafantasmas chilenos en acción

Dedicada al rubro paranormal, Miedo Maestro es una empresa familiar. Desde el 2012, madre, hija y yerno, investigan seres sobrenaturales –tales como duendes, fantasmas o seres de otro planeta- y además exorcizan distintos lugares. A pocos días de Halloween, quisimos verlos en terreno y los acompañamos en su visita a una histórica casona del siglo XIX, exsede de la municipalidad de Pedro Aguirre Cerda. Aquí, el trío asegura, detectaron los fantasmas de la familia Ochagavía y un “agresivo” demonio.

Por

MIEDO-MAESTRO

-¿Estás aquí…?- pregunta Fernando, acuclillado en el pasillo del segundo piso de la antigua casona.

Un aparato pequeño ubicado en el suelo, contra la pared, ilumina tres de sus cinco luces led. Se trata de un K2, un medidor de campos electromagnéticos del tamaño de un control remoto.

-¿Estás molesto con nuestra presencia?- insiste Fernando, y las luces verdes y amarillas pestañean dos veces.

Fernando asiente con la cabeza y explica que dos parpadeos significan que no y uno que sí. Una suerte de clave morse para contactarse con un universo extrasensorial.

-¿Te podrías manifestar?- vuelve a consultar. El aparato parpadea una vez.

-¿Podrías encender los led hasta el rojo?- agrega.

A estas alturas me pregunto si un fantasma sabe lo que es una luz led.

Aunque se trata de una casona abandonada sin electricidad, las luces brillan hasta el rojo indicando un “alto nivel de electromagnetismo en el ambiente”. La desconocida entidad, aparentemente, se ha manifestado.

-¿Estás molesto?- continúa Fernando. Las luces brillan dos veces como si se tratase de una tabla güija digital.

-¿Necesitas ayuda?- insiste. La respuesta es negativa.

Así termina la primera sicofonía de la jornada. Un contacto con “presencias” inmateriales, que bien pueden ser fantasmas, poltergeist o demonios.

Fernando Navarro (34), es historiador e investigador paranormal de Miedo Maestro, una empresa fundada en el año 2012 que se transformó –según ellos– en la primera en el mundo en comercializar la investigación paranormal. En la práctica, entregan una boleta por cada uno de sus trabajos, por los que pueden llegar a cobrar unos $150 mil por exorcismo, valor que varía según la intensidad de la “presencia”. El equipo también lo integra Valeska Riveros (27), esposa de Fernando, y Ana María Godoy (58), madre de Valeska. “Yo veo la parte técnica. Pero Ana María y Valeska me dicen quiénes son, qué tipo de entidad es, cosa que no nos dicen los equipos. Eso es lo que nos diferencia de otros grupos paranormales que hemos conocido, que sólo ocupan los medidores de energía. Nosotros también usamos la ciencia, pero complementamos con el trabajo de nuestras dos síquicas”, cuenta Fernando.

La casa de los espíritus

Miedo Maestro, una mezcla de Los Cazafantasmas y Los Expedientes Secretos X, dice haber visto a lo largo de sus trabajos un “popurrí de cosas”. Desde duendes hasta seres de otro planeta. Junto con investigar la presencia de seres sobrenaturales en distintos lugares, también se dedican a “exorcizar” dichos espacios.

En esta ocasión, acudieron a investigar la Casona Ochagavía. Construida a principios de 1800, la residencia es todo un emblema de la comuna Pedro Aguirre Cerda. Allí se acuartelaron las tropas del general San Martín poco antes de la Batalla de Maipú en 1818. Se cuenta que durante labores de restauración, se encontraron túneles donde se habrían escondido las tropas patriotas. Poco después, su dueño, Silvestre Ochagavía, convirtió la propiedad en un viñedo en 1850. Durante el siglo XX, la casona pasó por distintas manos hasta que fue convertida en sede de la municipalidad, la que fue abandonada hace cuatro meses por cambio de domicilio.

Sus distintos ocupantes relatan haber experimentado diversos sucesos inexplicables: desde ruidos y voces, a puertas que se cierran solas. Incluso hay quienes dicen haber visto una dama vestida de blanco caminar por los pasillos de noche. “Hubo un nochero que trabajó aquí y dejó la pega botada a los pocos meses porque alguien, que nunca vio, lo empujó por la escalera. Le pasó lo mismo a otro cuidador que subió al campanario y escuchó las campanas sonar (estas se retiraron hace años)”, cuenta José Molina (81), quien ha sido guardia nocturno en la casona desde hace ocho años y quien asegura ya no tiene miedo a esas cosas, aunque sí “las respeta”.

Tras conseguir el permiso de la municipalidad, el trío de Miedo Maestro se apersonó a eso de las 19:30 en la antigua casona. Los tres visten de negro, dicen que así pueden mimetizarse entre los espíritus. Ya desde el primer momento en que pone un pie en la casona, Ana María Godoy, la médium del grupo, dice sentir la presencia de “un hombre grande de sombrero, bigote, que es como el dueño de esta casa”. A lo que su hija agrega: “¿Sabes qué me llamó la atención del caballero de bigotes? sus zapatos, están muy lustrados. Era como muy pudiente el señor”. Dicho esto, su madre la felicita. Valeska es radiestesista, lo que significa que ella puede sentir las energías de las entidades, pero sólo su madre puede contactarlas. “A ella le falta poco para iniciarse como médium”, afirma Ana María.

Ana María cuenta que lleva cincuenta años dedicándose al universo paranormal. Dice ser la primera exorcista mujer del mundo, y que ha realizado siete exorcismos, además de haber curado exitosamente el cáncer. Homeópata y también tarotista, se reconoce como bruja, pero de magia blanca. “Hay entidades que no me gustan mucho de este lugar. Hay uno que es un poco agresivo. Así que tendremos que irnos con cuidado”, agrega la investigadora.

-Se escuchó un portazo arriba- dice Fernando.

-¿Subamos?- pregunta Ana María, a lo que Fernando contesta:

-Esperemos un poquito a que se oscurezca.

Antes de partir, y como si se tratara de un reality show, Fernando graba las expectativas de cada miembro del grupo con su cámara. También me hace un par de preguntas, me presento, aprovecho de hacerle propaganda al The Clinic, y comenzamos el recorrido en la excapilla.

Ubicada a un costado del patio, la capilla está, al igual que el resto de la casona, completamente vacía. Allí el grupo hace la segunda sicofonía de la noche. Los equipos reaccionan un poco, pero la señal rápidamente se va. “La investigación paranormal no es como te lo pintan en la tele. No es que se muevan las cosas. Que se activen los equipos ya es bastante”, afirma Fernando.

Ana María se siente agotada. No le gusta ese lugar, le ha chupado mucha energía. Está segura de que en la capilla velaban muertos. También dice haberse contactado con una mujer de vestido blanco, con un cinto rosado, y de piel muy blanca. “La señora me habló que en este lugar vivió mucho sufrimiento. Porque el señor era muy severo con ella. En este lugar venía a encontrar la paz. Ella es muy acogedora. Nos está observando ahora”.

En el patio, dominado por la maleza, y por dos perros labradores que juguetean de un lado a otro, encontramos un agujero enorme. “Quizás conduce a los túneles antiguos”, sugiero. Curiosamente, es Ana María quien aboga por una explicación sensata: “No, fíjate en la forma del hoyo. Deben haber guarenes ahí, por eso el perro anda pendiente de él”.

Tras recorrer la capilla y el patio, entramos a la casona. Recorrimos el primer y el segundo piso, grabando todo con una cámara y el celular de Fernando. Constantemente les pregunta a los miembros del grupo cómo se sienten. Declaraciones de cada investigador, y distintas sicofonías, algunas más exitosas que otras, se van alternando. Grabar todo es la gran obsesión del historiador, al día siguiente revisará los registros y buscará detalles que se nos hayan escapado. A mitad de la expedición, revisa una de ellas. Me dice que escuche con atención, y la reproduce tres veces. Fernando está seguro de haber escuchado las espectrales palabras “por favor”. Yo comienzo a sospechar que, o él tiene muy buen oído, o uno de los dos tiene que ir al otorrino.

La escalera por la que subimos se enrosca en torno a una lámpara candelabro de color negro, que cuelga a más seis metros del suelo. En el segundo piso, mientras los grabo con la cámara, tropiezo con unas tablas sueltas en el piso. Hay varios cristales rotos y en ciertos sectores todavía se puede encontrar el sello de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda. Ana María dice sentir voces de niños. Una de las sicofonías nos confirma que están jugando. Al entrar a la siguiente habitación, la médium nos dice que tengamos cuidado. No de un fantasma o de tablas rotas, sino del excremento de los perros.

En otra de las sicofonías, Fernando me dice que pongamos atención al Mel Meter, un aparato similar a un celular antiguo que mide campos electromagnéticos. “Esa marca no es normal”, dice. El medidor marca 1,0 miligaus, lo usual es que esté en 0. “Ahí ya tenemos una activación del campo magnético -el máximo que hemos registrado ha sido de 4-5-. Eso quiere decir que ahora podríamos tener algún tipo de contacto”. Instantes después, Ana María, grita: “¡Cresta, me tocaron! Ya poh, no se vengan a hacer los chistositos”, y asegura que alguien le tiró el pelo.

MIEDO-MAESTRO2
Esta imagen es el mayor orgullo de Miedo Maestro: una foto del macho cabrío única en el mundo. La consiguieron en un encargo que aún no ha terminado, el dueño de una antigua casona de Santiago dice que “penan” y les pidió exorcizar el lugar.

El demonio

Si al principio de la aventura elucubrábamos sobre la posibilidad de que los espíritus del general San Martín o de algún otro patriota fueran los habitantes de esta casona, las síquicas ya están seguras de que se trata de Silvestre Ochagavía y su mujer. No obstante, hay una presencia más. Una que no flota como los fantasmas, sino que toca tierra, según Ana María.

Junto con su cámara y la linterna, Fernando carga tres instrumentos: Un K2, un Mel Meter, y un Ghost Pro (similar a un walkie talkie, pero con una flecha que indica la presencia de fantasmas). Para la séptima sicofonía, Fernando consulta si se trata del hombre de los zapatos lustrados o de los niños que escucharon jugar. La respuesta a ambas preguntas es no. “¿Te quieres manifestar físicamente ahora?”, pregunta, y la flecha del Ghost Pro golpea dos veces. Más allá de las preguntas del historiador, reina el silencio en la casa, interrumpido a veces por las notificaciones de su celular o el ladrido de los perros.

Valeska se siente mal y quiere salir. Su madre también tiene dolor de cabeza, además dice percibir olores extraños, y que su temperatura corporal disminuyó inexplicablemente. “Me está robando demasiada energía”, afirma la médium. A mí, en cambio, sólo me duelen los pies, llevamos caminando un buen rato. Llegamos a la última habitación, ubicada en la esquina nororiente del segundo piso. Un “punto caliente” de la casona, según las síquicas. Y es que para la octava sicofonía, los equipos se vuelven locos. Las luces del K2 y del Mel Meter brillan, y la flecha del Ghost Pro marca distintas cifras. Los “bip” se suceden cada vez más rápido. Es un momento único para los cazafantasmas.

-¿Puedes detenerte, por favor?- pregunta Valeska, pero aumentan los “bips”.

-Tranquilízate, por favor.-dice Ana María, y los sonidos se detienen- Gracias.

-¿Te podrías manifestar ahora? ¿Podrías activarlo una vez?- consulta Fernando, y se escucha un bip-. Dos veces- dice, y se escuchan dos “bips”- ¿Podrías activarlo tres veces?

Dicho esto, los equipos nuevamente se vuelven locos, pero Ana María logra calmarlos. No están asustadas, pero sí muy cansadas, así que las síquicas bajan al patio. Mientras, Fernando y yo nos quedamos solos para una última sicofonía. “Ten cuidado, está súper brígida la energía aquí”, le advierte su esposa. Apagamos las linternas, Fernando hace más preguntas y los equipos enloquecen nuevamente. El investigador se ve preocupado. Los equipos parecen una bomba a punto de estallar.

Luego de un rato, los aparatos no responden sus preguntas, y al poco tiempo estos se apagan. El trío ha concluido que la casa está poseída por un demonio. “Nunca había visto algo tan espectacular como hoy día, cómo se disparan los meter. Pero hay algo que me preocupa. Por qué está enojado conmigo si yo no le vine a hacer daño”, cuenta Ana María.

No es la primera vez que el equipo dice haber contactado un demonio. Actualmente se encuentran en proceso de exorcizar una antigua casa del centro de Santiago cuyo dueño, contrató a Miedo Maestro para acabar con los seres que “penan” el lugar. De dicho proceso obtuvieron lo que exhiben como su mayor orgullo: una foto del macho cabrío única en el mundo. “¿Cómo llega el demonio a posesionarse de un lugar? Es porque abren portales. Están los portales naturales, que pueden abrirse en cualquier parte, y están los otros, que son provocados por gente que se dedica a la magia negra”, cuenta la joven síquica, y pone como ejemplo la casa en la que todavía están trabajando, cuyos demonios fueron invocados allá por el 1870 por unos brujos haitianos, quienes les tiraron un maleficio a los dueños del lugar que perdura hasta el día de hoy.

Ana María agrega que del 6 al 18 de septiembre hubo un portal abierto, a lo largo del mundo, por el que ingresaron muchos demonios “así que vamos a empezar a sentir y ver más cosas, por si acaso”, nos advierte.

Cerca de las diez de la noche termina la investigación de Miedo Maestro en la Casona Ochagavía. Antes de partir, Ana María nos somete a un breve ritual de “limpieza” para que no nos llevemos ninguna entidad a la casa. Nos rocía con su “agüita mágica” (un agua especial que sólo ella hace, con un aroma muy parecido al de una colonia), y recita: “En nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, amén”.

Nos subimos a la camioneta de Miedo Maestro, cuyo vidrio delantero está recargado de amuletos como la figura de San Expedito o la medalla de San Benito, especial para los exorcismos. Ana María conduce y antes de irnos le pregunta al guardia qué camino nos conviene tomar. Ahora el equipo sí está asustado, pero no de un fantasma. “Tengan cuidado, que por aquí es peludo”, nos advierte don José por la ventana del chofer. Aquí, durante la noche, asustan más los vivos que los muertos.

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