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Opinión

17 de Noviembre de 2016

Jorge Melo, ex guardaespaldas chileno del electo presidente: “Con Trump compartimos el mismo ojo de lince para los negocios”

Jorge Melo (46) trabajó dos años como guardaespaldas personal del ahora presidente electo de Estados Unidos. Durante la convivencia con Trump, en sus paseos en limosina y sus lujosos hoteles, Melo aprendió del empresario la habilidad para hacer crecer sus ganancias. Con estos conocimientos, llegó a Chile decidido a convertirse en el magnate de los moteles boutique. “Si eras trabajador y hacías lo que él quería, nunca ibas a tener un problema”, asegura.

Dominique Soriagalvarro Neira
Dominique Soriagalvarro Neira
Por

Jorge-Melo-foto-javier-alvarez

Donald Trump me enseñó todo lo que sé de hotelería. Aprendí todas sus técnicas, observándolo muy de cerca cuando era su guardaespalda en los 90. Yo creo que él no se debe imaginar lo que he logrado gracias a su experiencia. Abrí una cadena de moteles boutique y departamentos turísticos, solo motivado por sus consejos. Es que no es menor, o sea, es Donald Trump un capo de capos, el jefe de jefes, eso no se iguala ni a 20 años de universidad.

Lo conocí en Atlantic City, cuando era guardia de seguridad en uno de sus hoteles. En esa época las empresas de Trump estaban pasando por un mal momento y un grupo de gente se puso a protestar fuera de su hotel, lo querían linchar.

Estaba la tole tole cuando a lo lejos veo que se asoman seis tipos muy altos que venían acompañando a Trump. Ahí quedó la pelotera, entonces yo con mi metro noventa de estatura, conocimientos de artes marciales y la energía de mis 19 años , salté y lo agarré de un brazo, lo saqué por uno de los exit y nos subimos a un auto. Me sentía como en una película de acción.

Cuando me vio, me dio las gracias y me ofreció ser parte de su guardia personal. En ese momento era muy joven y la vida noctura y de lujo con Trump me parecía muy atractiva así que acepté inmediatamente. Ahí Donald me presentó el mundo de la excelencia en el servicio hotelero. Claro que yo no tengo hoteles boutique, tengo moteles boutique: El Marqués, El Duende y El Buda, en nuestra cadena ofrecemos más de doscientas fantasías a los clientes.

Me metí en los negocios motivado por Trump, trabajando con él ganaba buenas lucas y eso me permitía invitar a amigos a EEUU, yo les pagaba el pasaje y cuando ellos llegaban a trabajar me lo devolvían. Así me fui haciendo de una pequeña fortuna que me permitió volver a Chile y abrir uno de los primeros locales de sushi all you can eat, con mi mejor amigo que es chef maestro de sushi y ahora gerente general de mis moteles.

A los ocho años, el local de comida japonesa se quemó. Uno de los negocios de al lado se incendió y agarró el nuestro. Por suerte, paralelo al sushi abrí una cadena de veinte locales de empanadas, el Empanadium. Ahí me fue muy bien, pero estaba esclavizado. Donald siempre me dijo que para que funcionaran los negocios debías estar encima, controlando todo, que no haya pérdidas. Así que cansado de tener que dividirme entre los locales, decidí dedicarme a los moteles que era lo que realmente me gustaba y lo que mejor sé hacer.

Mientras era su guardaespalda, lo observé de cerca. Con Trump compartimos el mismo ojo de lince para los negocios, un instinto con el que naces, no se aprende en la universidad. Él es un genio de los negocios, a veces estábamos en una reunión y alguien daba una mala idea y Trump inmediatamente lo descartaba, no perdía el tiempo en malos consejos.

Con su gente jamás le vi mal trato, si eras trabajador y hacías lo que él quería, nunca ibas a tener un problema. A veces pasaba por el lado tuyo y no te saludaba pero eso sucedía porque es una persona muy ocupada, muy concentrada en sus asuntos.

Siempre trato de imitarlo en la manera que él hacía las cosas. Si Trump iba a supervisar un hotel se fijaba en todo, en la forma en que te abrían la puerta, si había una servilleta mal puesta, si te ponían alguna mala cara, cualquier imperfección, él la notaba. No podías entrar a una pieza y que no estuviera el típico cisne, armado de toalla, mirando la puerta, rodeado de pétalos de rosa. Una vez pilló a una camarera que había dejado una toalla en el suelo, entonces Donald la llamó y le preguntó “¿Acaso usted en su casa deja las toallas en el suelo?”.
Esto es lo mismo que nosotros hacemos con nuestros moteles: todo debe estar impecable. Yo mismo entro a todas las piezas y llamo por radio si no están las luces prendidas o la música indicada. Si yo te digo cómo debes hacerlo, no me inventes cosas.

Lo único que quiero es que Trump venga a Chile para poder ir a verlo con mi familia, que lo conozcan y aprovechar de traerlo a mis instalaciones para que las pruebe. De todas mis habitaciones, lo invitaría a la Tantra Spa, que tiene cama colgante y una gram ducha con forma de mandalas.

Durante el tiempo que convivimos me contó cómo había sido su infancia y me contaba que cuando era chico su padre lo llevaba a las construcciones, a los casinos y a los condominios. En esas visitas, él le decía que recogiera los clavos del suelo, porque nada se podía perder. Desde chiquitito le enseñaron que las cosas hay que cuidarlas. A mi hijo de ocho años lo llevo a los moteles, saluda a todo el mundo, ayuda a los maestros, martilla y está aprendiendo, observando, al igual como lo hizo Trump a esa edad con su papá.

Me marcó mucho una vez que me dijo que no existía nada en la vida que uno no pudiera lograr, que no existía techo si eras trabajador y haces las cosas bien. Se empeñaba en conseguir lo que quería. Desde los 90 que ya tenía ganas de ser presidente de Estados Unidos: en una reunión con magnates lo dijo y nadie lo tomó en serio. Quisiera saber qué opinan ellos ahora de Trump.

Lo pasé muy bien trabajando con él. Una noche se le ocurrió comer langostas y las mandó a buscar desde Atlantic City hasta Rhode Island. En estas fiestas nunca vi a otro chileno además de mí. Pero estaba rodeado de chicas guapas siempre. Si entraba una mujer atractiva él siempre la piropeaba, pero todo con respeto. No iba a decir nada que la incomodara, porque él es un galán. Esas cosas que han dicho los medios, catalogándolo de sexista es una mentira, sus audios eran conversaciones de camarín, como todos hacemos entre amigos, pero no le vas a decir eso a la mujer, eso sería faltarle el respeto.

Como persona es excelente, muy bueno para la talla. Ahora va a aprender el cuento político. Hay una persona que le va a decir el protocolo, la diplomacia y todo eso. Pero la inteligencia no se adquiere, la tienes o no. Trump quiere ordenar la casa. No puede ser que estés en tu casa y entren un montón de NN a asaltarte, que no tienen rut y están indocumentados. Si tienes un cajón con diez manzanas y tres están podridas, las tomas y las sacas. Eso es lo que Trump hará. Y a eso se refiere él con el tema de los latinos, que los ilegales estén legales. Porque yo nunca le escuché comentarios racistas.

Mi papá y yo votamos por Trump, mi hija que es americana y mi hermana, no querían votar por él, así que fuimos calladitos a la embajada. Siempre tuvimos fe que iba a ganar, desde que lo vi en la tele de candidato y toda la guerra que le hicieron. Es un gallo tan especial que las cosas se dieron como tenían que darse. Es un tipo que rompe esquemas, de la misma manera que lo hace la buena publicidad: dices algo fuerte para generar un impacto. Así es Trump, mi mentor.

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