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Nacional

13 de Diciembre de 2016

La historia del lobo solitario que remece a Sanhattan

Dicen que Mauricio Peña Merino (43) es un ingeniero comercial con una mente maestra para el engaño. Durante cuatro años, logró burlar a la elite financiera, cometiendo los delitos de estafa, apropiación indebida, falsificación y uso malicioso de instrumento privado falso, mientras administraba los fondos Insignia y Global, ambos pertenecientes a la Administradora Aurus Capital S.A. Pero a pesar de ser acusado de robarse más de 300 millones de pesos y de generar un daño patrimonial valorado en 34,6 millones de dólares, Mauricio Peña Merino se quedó sin ni un peso en el bolsillo. Hoy, vive sus primeros días en prisión preventiva en el anexo penitenciario Capitán Yáber, su hogar durante los siguientes seis meses de investigación que está liderando el famoso Fiscal de Alta Complejidad, Carlos Gajardo. Acá, la historia del hombre que dejó al descubierto, una vez más, la fragilidad y falta de control de la que gozan los lobos de Wall Street de nuestro país.

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El-recorrido-de-Mauricio-Peña

Durante los dos días que duró la audiencia de formalización en el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago, Mauricio Peña Merino (43), ex gerente de Inversiones de la Administradora de Fondos, Aurus Capital S.A, mantuvo su mirada perdida. Nunca miró a los ojos a la jueza Carolina Mella ni a los fiscales del Ministerio Público. Tampoco lo hizo con los abogados querellantes, que durante horas, presentaron las pruebas que le imputaban delitos reiterados de estafa, apropiación indebida, falsificación y uso malicioso de instrumento privado falso.

Menos aún se le vio sonreír. Su rostro apagado revelaba el cansancio de haber vivido durante cuatro años una doble vida. “¿Cómo se viene la sentencia?”, le preguntó con voz baja a su abogado defensor Miguel Chaves, del estudio de abogados Chaves, Awad, Contreras y Schürmann, en el último receso de la audiencia de formalización el jueves 1 de diciembre a las seis de la tarde.

“Ya está todo dicho”, le respondió brevemente Chaves. Fumando cigarros Marlboro, Peña Merino vivió su última media hora en libertad. A las 18:30 horas, el tribunal le daría la prisión preventiva, solicitada por el Fiscal de Alta Complejidad Carlos Gajardo y por los abogados querellantes de Aurus S.A, Hingley Finance Limited e Inmobiliaria Terranova, dos de casi una docena de empresas inversionistas afectadas por el fraude.

En completo silencio y a paso lento, fue trasladado al anexo penitenciario Capitán Yáber. Realidad impensada hace un año por los socios de Aurus, quienes consideraban a Mauricio Peña como un prodigio de las inversiones con resultados demasiado increíbles para ser verdad: 154% de retornos en los fondos que manejaba desde su origen. Según fuentes ligadas a la investigación, nadie tenía razones para desconfiar. Peña Merino tenía un currículum irreprochable y contaba con la confianza de los fundadores de la empresa, a quienes conocía desde hace una década.

¿Quién es el hombre que logró burlar todos los controles de la elite financiera de Sanhattan? ¿Es posible engañar durante cuatro años al directorio que fundó una de las administradoras de fondos más exitosas de los últimos años en América Latina? Por estos días, las dudas están instaladas en el corazón de Sanhattan. El fraude golpeó el corazón de la elite financiera, con clientes de alto perfil como el Grupo Security, LarraínVial –una de las principales entidades financieras de Latinoamérica- y Euroamérica, una de las compañías de seguro más importantes del continente.

Ni Compass ni Ernst & Young, que realizaron auditorias y se encargaron de los controles de sus fondos, lograron descubrir a Mauricio Peña Merino. Su historia, de hombre intachable a villano de los mercados, es solo el inicio del escándalo que dejó al descubierto la fragilidad del mundo financiero.

EL GUATÓN

Mauricio Peña Merino (43) no es un hombre fácil de rastrear. A pesar de que logró codearse con los peces gordos de las finanzas como Juan Carlos Délano, hijo del ex ministro de Economía de Augusto Pinochet y uno de los fundadores, junto a Antonio Cruz Zabala, de una administradora de fondos exitosa en América Latina, Moneda Asset Management, son pocos los que conocían su nombre antes del fraude.

Nacido y criado en Concepción, su entrada a la elite santiaguina recién empezó en octavo básico, cuando ingresó al exclusivo colegio del sector oriente, Santiago College. Ahí le costó adaptarse, debido a su personalidad introvertida. “Era muy retraído y tímido. Recuerdo que había que buscarle la mirada, porque le incomodaba mirar a los ojos”, cuenta un ex compañero.

Desde chico fue amante del fútbol, pero en el Santiago College, el deporte de rigor era el rugby. Atraído por la estrategia, decidió meterse al equipo y probar suerte. “Era un talento innato”, cuenta uno de sus entrenadores. Su habilidad lo llevó al equipo titular como jugador Wing Forward, posición de gran resistencia física. Ahí conoció a uno de sus mejores amigos, “el gringo Mike”, Michael Colli Jarpa.

– El gringo fue la amistad que lo ayudó a salir del cascarón. Ahí el Guatón se hizo popular entre los compañeros y también entre las niñas. Sus ojos azules y buen físico no pasaban desapercibidos- asegura una ex compañera.

Los compañeros de curso de Mauricio Peña eran de alto perfil. El nieto de Augusto Pinochet fue uno de ellos y en su misma generación, compartió con el nieto del exjefe de gabinete de Sergio Onofre Jarpa y del líder histórico de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic. “El Peñita venía de buena familia, diría clase media alta. Usaba chalecos tipo chilote y zapatillas viejas, para diferenciarse del resto. Quería a su curso, pero se sentía fuera de lugar. Siempre destacaba sus diferencias y no sus similitudes con el resto”, afirma uno de sus profesores de la época.

Académicamente, Mauricio era del montón. Con un promedio que jamás superó 6.0, dedicaba la mayoría de su tiempo libre a entrenar y a prepararse para distintos campeonatos de rugby, junto a los equipos del Santiago College y la Universidad Católica. “Ha sido difícil conocerte, pero hemos encontrado en ti una excelente persona siempre dispuesta a ayudar”, le escribieron sus compañeros en el anuario.

Nunca se metió en problemas y sus profesores lo recuerdan como un “chico tranquilo”, aunque con problemas de impulsividad. “Era muy competitivo y también impulsivo. En un par de ocasiones lo vi perder el temperamento después de un partido o discutiendo con compañeros. Era raro, porque el resto del tiempo parecía ser muy tímido”, agrega uno de sus profesores.

Apenas salió del colegio, Mauricio siguió jugando para el equipo de exalumnos del Santiago College. Tiempo después, tomó la decisión de irse a estudiar a Canadá ingeniería comercial, a la Universidad de Bishop. Por esos años también, vivió una de sus primeras grandes penas. El “gringo Mike”, uno de los más populares del colegio y capitán del equipo de rugby, se suicida junto a su polola en 1995. “Fue un funeral muy triste, impactante. No vi a Mauricio Peña, pero todos andaban tratando de ubicarlo, porque eran muy cercanos. Su muerte lo debió haber golpeado fuerte”, recuerda un exentrenador.

De vuelta en Chile, el 2003 entró como analista de riesgos del Banco Central y luego fue elegido como portafolio manager, cargo de confianza que manejaba varias carteras de inversiones. Ahí trabajó hasta el 2007, año en que llegó a trabajar a Moneda Asset Management, donde conoció a Juan Carlos Délano, Antonio Cruz y José Musalem, quienes en el 2008, junto con Roberto Koifman y Alejandro y Sergio Furman, excontroladores del Banco Internacional, formaron la administradora de Fondos, Aurus Capital S.A.

En Aurus ingresó como gerente de Inversiones manejando los fondos Insignia y Global, ambos regulados por la Superintendencia de Valores. Ambos “vehículos”, como se denominan en jerga financiera, manejaban patrimonio de importantes corredoras de bolsa, compañías de seguros y sociedades familiares de alto patrimonio.

Hasta que el año 2010, esta historia perfecta de meritocracia tomó un giro inesperado. La buena racha de Mauricio Peña había terminado.

EL PARIA FINANCIERO

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En Aurus, Peña Merino trabajaba 14 horas diarias, incluyendo fines de semana y feriados. Tampoco le gustaba tomar vacaciones. “No hablaba mucho, era de los primeros en llegar y de los últimos en irse. Se la pasaba concentrado en su oficina”, afirman fuentes ligadas a la empresa.

Mauricio estuvo desde el inicio en Aurus, lo que según algunos cercanos, siempre le hizo sentir una gran presión. “Tenía que demostrarle a estos millonarios que se la podía. Ellos nunca fueron sus amigos, Peña siempre sintió que solo eran sus jefes”, cuentan. Esto a pesar de que era socio de la administradora de fondos con 4,6% de las acciones y también formaba parte del directorio.

Mientras Aurus S.A. estuvo en Las Condes, Mauricio iba a la oficina en bicicleta. Decía que no necesitaba auto y disfrutaba del ejercicio. Ganaba siete millones mensuales y no recibía bonos, excepto en las festividades. Tampoco tenía casa propia ni inversiones. Solo se compró un auto cuando la oficina se trasladó a La Dehesa, un Audi A3 usado. Los fondos que manejaba, si bien no eran los más preciados de la empresa, el patrimonio no era menor. El fondo Insignia se valoraba en 64.978 millones de dólares y el Fondo Global, en 11.236 millones de dólares.

Los aportantes de sus fondos son de alto perfil. Entre ellos está la familia Chadwick -con la sociedad Hingley Finance Limited, de María Soledad Chadwick-, el presidente de Cruz Blanca, el Director del grupo empresarial Sigdo Koppers, Inmobiliaria Terranova, Inversiones Santa Isabel ligada a la familia Cruz Vial y diversas corredoras de bolsa.

En el 2010, Mauricio Peña hizo varias inversiones arriesgadas que se vieron golpeadas por la crisis del euro, que desplomó mercados en España y Grecia. Su apuesta de 3 millones de dólares se convertiría tres años después, en pérdidas de 13 millones de dólares en la cartera del fondo Insignia.

Desesperado por recuperar las pérdidas, Mauricio Peña decidió ocultar esta realidad a sus jefes, convencido que iba a poder revertir la situación. Para esto, hacía dos operaciones fraudulentas paralelas. La primera consistía en sacar dineros del patrimonio de la empresa sin autorización del directorio para poder realizar otras operaciones financieras y la segunda era modificar los valores de las cuotas de las inversiones, para así simular utilidades que desviaran la atención. “Todo eso lo hice pensando que recuperaría finalmente el dinero”, cuenta Peña Merino en su declaración.

Así empezó a hacerse un especialista en diversos programas de edición de archivos. Los números altísimos de sus utilidades le valieron felicitaciones y también la motivación de inversionistas para confiar en un prodigio de los negocios. “Asombra que nadie en la compañía se haya dado cuenta. ¿Cómo alguien no se hizo la pregunta de dónde estaban viniendo las utilidades? ¿Es acaso el mundo financiero chipe libre para que cualquiera invente lo que quiera?”, reflexiona una fuente ligada a la investigación.

El engaño parecía dar resultado y Peña fue complejizando el modus operandi. No sólo infló los precios de cuotas sino que comenzó a solicitar dineros a LarraínVial, corredora que manejaba las platas de Aurus, a su cuenta personal. Como necesitaba las firmas de Juan Carlos Délano o Antonio Cruz para realizar las transacciones, las falsificaba, extrayéndolas de otros documentos.

En el 2013, según relató, Peña cayó en una depresión. Decidió sacar parte del patrimonio de Aurus para apostarlo en el casino y así recuperar los dineros perdidos. Una o dos veces por semana, asistía a los casinos Enjoy y Monticello, y jugaba “Punta y banca” apostando cifras millonarias. El juego fue su ilusión constante para salir del fraude en el que estaba metido.

Las salidas y el constante consumo de alcohol, le hicieron tener problemas familiares, especialmente con su polola y hoy esposa, Catalina Bustos Aravena. Es por eso que el 2013 le envía un correo personal pidiéndole disculpas por su comportamiento y por “un evento que va a suceder y que me va a marcar para muy mal, aún cuando no quiera”. Entre 2014 al 2016, Mauricio Peña había hecho 39 transferencias por un total de 218 millones de pesos a su esposa, con la excusa de que esos dineros correspondían a bonos.

En el Monticello, Mauricio Peña conoció a Omar Sanzana, luego de perder casi 20 millones jugando a altas horas de la madrugada. A él le pidió un préstamo de 24 millones, para recuperar lo perdido. Con él, se coordinó en varias ocasiones en el Casino, sin embargo jamás hablaban de sus vidas privadas. “Era un forma de evadirme”, aclaró Mauricio Peña en su declaración.

Entre 2014 y 2015, Aurus Capital contrata a Compass, para cumplir con la obligación normativa de contar con las carteras de inversiones financieras de sus fondos valorizadas a precios de mercado. Este trabajo se le llama “back office”, que significa chequear la información entregada por Mauricio Peña al mercado: llevar registro de las transacciones, contabilidad de los fondos y determinar el valor de la cuota. Todos los controles de esta empresa, según la investigación, también habrían sido burlados por Peña.

En abril 2016, el fraude de Mauricio Peña empezaría a salir a la luz, luego que Aurus contratara a Ximena Hernández como asesora de riesgo para el directorio. Luego de meses constatando irregularidades, el 6 de septiembre, ella informó al directorio que había detectado precios abultados en el fondo Global e Insignia. El directorio citó a reunión a Peña Merino, pero debido a otros documentos adulterados, le creyeron. Mauricio Peña supo en ese momento, que su caída era inminente.

EL IMPUTADO EJEMPLAR

El 4 de octubre pasado, el directorio de Aurus Capital S.A., conformado por Antonio Cruz, José Miguel Musalem, Alejandro Furman, Raimundo Cera, Alejando Seelenberger y Juan Carlos Délano, llamó a Mauricio Peña a una reunión extraordinaria. Las sospechas estaban sobre la mesa. “Le consultamos a Peña Merino y éste reconoció la adulteración de la información entregada respecto a los precios de las cuotas y ofreció total colaboración en la investigación”, contó Juan Carlos Délano en su declaración ante la Fiscalía.

La reunión duró hasta las 21:00 horas. Mauricio confesó el fraude que había llevado a cabo por cuatro años. “Aseguró que todo lo que hizo no fue para enriquecerse, si no en un intento desesperado de recuperar las pérdidas. Parecía aliviado”, aseguran fuentes cercanas a la empresa.

Esa noche, Aurus a través de un hecho esencial, le comunicó a la SVS el daño patrimonial de los fondos Insignia y Global. “Nuestro compromiso, desde el primer día, ha sido actuar con la mayor diligencia y transparencia”, aclara Délano en su declaración.

– Aurus asegura que se informó de todo lo que ocurría ese día, pero hay antecedentes de que ellos se enteraron meses antes de lo que estaba pasando- afirma una fuente ligada a la investigación.
Dos días después, Mauricio Peña fue acompañado de su abogado defensor, Alejandro Awad, a la brigada de delitos económicos de la PDI. Paralelamente, la Fiscalía de Alta Complejidad, comandada por el fiscal Carlos Gajardo, iniciaba sus primeras indagatorias.

Con el propósito de colaborar con la investigación, Mauricio Peña entregó su notebook, teléfono, autorizó levantar el secreto bancario y declaró durante cinco horas. Además, con el fin de reparar el mal causado, entregó el finiquito completo de Aurus, 27 millones de pesos, vendió el auto de su esposa y el suyo, Audi A3, en seis millones, llegando a la suma de 46 millones de pesos que hoy están a disposición del tribunal. “El mercado se lo comió, lo dejó sin nada. Él no tiene cuentas en ninguna parte, su patrimonio quedó en negativo luego de años de angustia”, afirma un cercano a Peña Merino.

Según la defensa de Mauricio Peña, la apropiación indebida de dineros alcanza los 365 millones de pesos, los cuales perdió jugando en el casino o invirtiendo de forma arriesgada. Deloitte, empresa encargada de cuantificar el daño patrimonial a Aurus Capital S.A. lo estimó en 34,6 millones de dólares. Cifra exagerada según la defensa de Peña Merino.

El fiscal Carlos Gajardo ya advirtió que investigará presuntas responsabilidades dentro de la Administradora de Fondos y la SVS, paralelamente, empezó a investigar las posibles negligencias de parte del directorio. Por falsear información al mercado sobre el modelo de control y supervisión interno, las multas podrían ascender a las 15 mil UF -580 mil dólares- por cada director o ejecutivo.

Con la prisión preventiva de Mauricio Peña, parte de los inversionistas se quedaron tranquilos. Catherine Lathrop, abogada querellante que representa a la Inmobiliaria Terranova que invirtió cerca de 150 millones de pesos en fondos Insignia, asegura que también presentará una querella contra el directorio. “Creemos que esto es parte de un engranaje mayor, porque no es posible sostener que en todo este tiempo o al menos desde que Compass conoce la información, nadie haya visto nada”, afirmó Lathrop.

Hoy, Mauricio Peña está a la espera de los antecedentes que durante los próximos seis meses, el Ministerio Público acumule sobre su caso. Por el momento, su defensa está siendo financiada por su madre. En el mejor de los casos, el gerente de Aurus estaría arriesgando por el delito de estafa 3 años y un día, por apropiación indebida 5 años y un día y por Ley de Mercado de Valores, 3 años y un día. Con el futuro de Mauricio Peña, las cartas ya están echadas. En cambio sobre la fragilidad y falta de control en la que hoy está trabajando Sanhattan, solo hay incertidumbre.

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