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Mundo

12 de Junio de 2018

La historia de los padres israelíes que luchan contra las detenciones de menores palestinos

En Cisjordania no rige la ley israelí sino la ley militar que "no contempla a los menores de igual modo, los padres carecen del derecho a estar en el interrogatorio; en la mayoría de los casos ni siquiera son informados y eso que están obligados", dice Ben Horin, madre y asistente social.

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Las cárceles israelíes encierran una media de 359 menores palestinos al mes a los que no se les aplica la ley de protección al menor, algo contra lo que lucha la organización israelí Padres Contra la Detención de Menores Palestinos que lo considera “irregular, cruel y contrario a la ley internacional”.

“La ley israelí pone un gran énfasis en todo lo relativo a la protección al menor”, explica a Efe Nirith Ben Horin, fundadora de esta asociación de madres y padres que creen que su país debe y puede cambiar el modo de proceder con los menores palestinos.

“Esa protección al menor no existe cuando se trata de niños palestinos”, lamenta.

Si un menor israelí es detenido, los padres forman parte del proceso, reciben información, tienen derecho a estar en el interrogatorio y, mientras el menor espera el veredicto, lo hace en su casa y no en la cárcel. Precisamente lo contrario de lo que pasa en los territorios ocupados y Jerusalén Oriental.

En Cisjordania no rige la ley israelí sino la ley militar que “no contempla a los menores de igual modo, los padres carecen del derecho a estar en el interrogatorio; en la mayoría de los casos ni siquiera son informados y eso que están obligados”, dice Ben Horin, madre y asistente social.

El abogado de la asociación HaMoked, Centro para la Defensa del Individuo, Daniel Shenhar, explica que tampoco en Jerusalén Este, donde rige la ley israelí, los menores reciben un trato como en el resto del país: “Es innecesariamente violento, aunque sí que respetan los tiempos y nos los retienen más de 48 horas sin vista”.

Entre los miembros de la organización de Padres Contra la Detención de Menores Palestinos hay contables, terapeutas de pareja, masajistas, programadores… convencidos de que su mensaje es lo suficientemente poderoso y la causa justa “como para que también gente de derechas y hasta gente que está a favor de la ocupación se una, porque estamos hablando de niños”, estima la fundadora.

“La situación es como sigue”, expone Lesley Benedict, terapeuta de pareja y miembro de la organización: “Los soldados llegan en mitad de la noche y arrestan a menores de manera violenta, los esposan, tapan los ojos y se los llevan sin permitirles despedirse de sus padres”.

“Se sabe que los niños experimentan las cosas de manera diferente a como lo hacen los adultos, de modo más intenso e inexplicable. Y está comprobado que entrar en las casas y quitarle autoridad a los padres, por ejemplo, es muy negativo para el menor”, describe la psicóloga Lilaj Moran.

Los miembros de la organización comparten la creencia de que este comportamiento sucede de manera premeditada, para dañar a ese sector de la población palestina a través de los niños.

“En algunos casos los detienen porque tiraron piedras y en muchos otros sin pruebas”, explica Ben Horin.

“Un caso común es que detengan a un menor y por las condiciones en las que lo retienen, con violencia, física, psicológica o ambas, si le presentan la posibilidad de soltarle a cambio de una lista de nombres, lo normal es que la entregue: de amigos, conocidos, algunos puede ser que tiraran piedras, otros no, quién sabe… y entonces van y los detienen también porque tienen pruebas”, critica.

La mayoría de detenciones suceden por la noche, pero también son detenidos a veces en el colegio: “Van al colegio por la mañana y simplemente no vuelven”, relata Nirith.

Lo que la organización busca es que los menores palestinos sospechosos de algo sean citados para un interrogatorio, como lo son los niños israelíes, “lo normal”, indica Benedict, “y que no se pasen en la cárcel un año y medio por tirar piedras, como no sucede con los menores israelíes”.

“Y hablamos de cientos de niños que todos los días están en la cárcel, miles en un año, estamos creando una generación entera. ¿Qué va a pasar con ellos?, ¿y con nosotros?”, se pregunta, pensando en las consecuencias, Ben Horin.

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