“El nombre del niño era Ingmar. El de la joven promesa, Ingmar Bergman. Más tarde pasó a ser solo Bergman. Nadie es tan Bergman como Bergman”. Así comienza un enorme y cuidado volumen sobre el cineasta sueco que la editorial Taschen ha reeditado con motivo del centenario de su nacimiento. “The Ingmar Bergman Archives”, que […]
Compartir
“El nombre del niño era Ingmar. El de la joven promesa, Ingmar Bergman. Más tarde pasó a ser solo Bergman. Nadie es tan Bergman como Bergman”. Así comienza un enorme y cuidado volumen sobre el cineasta sueco que la editorial Taschen ha reeditado con motivo del centenario de su nacimiento.
“The Ingmar Bergman Archives”, que fue publicado originalmente en 2007 en una edición de lujo, se reedita ahora en inglés, alemán y francés y con un precio sensiblemente menor, de 60 euros (70 dólares), para poner al alcance de los fans del cineasta este profundo análisis de los fondos de la Fundación Bergman.
Poco antes de su fallecimiento, en julio de 2007, Bergman dio permiso a la editorial para tener acceso total a los archivos de la fundación y poder publicar sus entrevistas y escritos, muchos de ellos inéditos fuera de Suecia.
El editor de Taschen Paul Duncan y el investigador de cine Bengt Wanselius, que fue el fotógrafo de Bergman durante 20 años, se lanzaron a bucear en ese ingente material, con el que crearon un volumen que analiza con atención cada una de las películas del maestro sueco.
Desde el primer guion cinematográfico que escribió para “Torment” (1944), de Alf Sjöberg, hasta su último proyecto, “Saraband”, una película para televisión, el libro analiza uno por uno cada uno de los trabajos audiovisuales de Bergman.
Para ello divide los trabajos en ocho capítulos -“The apprentice”, “A double life”, “The magician”, “The doubter”, “Mysteries”, “Bergmanstrasse” y “Ghost, devils & demons”- que permiten un recorrido ordenado por toda la filmografía de uno de los cineastas esenciales del siglo XX.
Con títulos como “The Seventh Seal”, “Wild Strawberries”, “Fanny and Alexander”, “Autmn Sonata”, “Persona” y “Cries and Whispers”, o series como “Scenes from a Marriage”, Bergman cultivó una temática profunda y dramática con un estilo narrativo lento no apto para todos los públicos.
Una particular sensibilidad que el libro recorre con descripciones de cada película y con extensos comentarios sacados de las notas que Bergman tomaba durante sus rodajes.
Lo que permite comprender mejor la compleja personalidad de un director que a lo largo de su carrera amagó con retirarse en varias ocasiones, como cuando tras terminar “Fanny and Alexander” -por la que ganó su tercer Óscar al mejor filme en lengua no inglesa-.
“Después de ‘Fanny and Alexander’ no haré más largometrajes. Nunca me he divertido tanto y nunca he trabajado tan duro. ‘Fanny and Alexander’ es la suma total de mi vida como director de cine. Los largometrajes son para los jóvenes, física y mentalmente”, afirmó entonces.
Aún dirigiría una docena de películas, aunque todas para televisión.
Porque pese a sus ganas de retirarse, “su apetito por experiencias es insaciable”, como señala en el texto que abre el libro el escritor dramaturgo, actor y director Erland Josephson, que trabajó con Ingmar Bergman durante setenta años.
Un delicado perfil sobre su amigo, que escribe en presente y en el que asegura que Bergman es “el maestro de los juegos”, de los que se servía para forzar los límites y para entrar en la intimidad de los actores. Porque “Bergman ofende, consuela, rechaza y alienta”.
Tan intensa era su presencia para sus colaboradores, que Josephson llegó a pensar que, a veces, se había inventado momentos vividos por él. Así que, tras el fallecimiento de Bergman, hizo una búsqueda en internet para asegurarse de que el cineasta realmente existió.
“Le venero y siento que he recibido mucho de él: su clara visión dramática, sus imaginativas producciones teatrales y su fidelidad a los textos (…) Era agresivo, tierno de corazón, incisivo. Era un hombre para el que el poder era importante. Es aún una persona poderosa, incluso muerto”.