Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

21 de Septiembre de 2018

Angustia: El pánico puesto en el cuerpo

Cómo afecta el neoliberalismo a la gente de Chile, es una de las preguntas de Renata Salecl. La filósofa y socióloga eslovena estuvo de paso en nuestro país por el proyecto europeo “Transmaking”, que reúne a académicos y artistas del mundo a pensar acerca del espacio público.

Constanza Michelson
Constanza Michelson
Por

En los años ochenta, Renata Salecl se asoció al círculo intelectual de la escuela de psicoanálisis de Ljubjana, del que también forma parte el popular filósofo Slavoj Zizek. En esos años estuvo en la oposición al régimen comunista en Eslovenia, por el lado de la izquierda liberal. Autora de “(Per)versiones del amor y el odio”, “Angustia” y “La tiranía de la elección”, su trabajo es conectar los cambios sociales con las consecuencias en la subjetividad: “Encontré en el psicoanálisis herramientas para comprender cómo las personas se identifican con una determinada ideología o no, cómo siguen a ciertos líderes o no, cómo una ideología cambia la subjetividad. Estudio cómo de los cambios sociales surgen tipos de traumas personales y síntomas, como la ansiedad y la sensación de inadecuación”, dice.

¿Vivimos tiempos de pánico?

-He estado investigando los sentimientos de angustia. Desde el psicoanálisis se distingue angustia del mied. No son lo mismo ¿Cómo corresponde esta ansiedad a los cambios ideológicos en la sociedad? Diría que después del 11-S en los Estados Unidos entramos en un llamado capitalismo de vigilancia. Aparece un discurso completo acerca de dónde viene el peligro.

Hay quienes sostienen que desde ahí se instala una especie de ideología de la víctima, que en el caso de Estados Unidos permite a su gobierno atacar.

-Sí, definitivamente. Es una ideología que ha ido de la mano de los medios dominantes, televisión, diarios y también de las nuevas redes sociales. Comienza una percepción respecto de un peligro cada vez mayor y relacionado con algo que puede afectar al cuerpo. Aparece la idea de que los terroristas pueden poner veneno en los sistemas de ventilación o en la comida. Muy a menudo estas fantasías circulan en torno al peligro para los niños, que los ataquen en las escuelas, por ejemplo. La idea de los múltiples virus que amenazan, hacen que la ansiedad esté muy puesta en el riesgo para el cuerpo. Asimismo, hay una idea de que el cuerpo social también puede ser afectado por células terroristas. Terroristas organizados en células, que se infiltran como los virus.

La amenaza hoy, como casi todo, se ha vuelto también líquida.

-Sí, están en todas partes y en ninguna parte. No puedes verlos, como el virus en el cuerpo.

¿Podría ser que la obsesión con el wellness tenga algo de esta paranoia?

-Absolutamente. Muchos de nuestros síntomas ahora están relacionados con nuestro cuerpo. Muchas personas sufren diversas enfermedades psicosomáticas, síntomas de la relación con el propio cuerpo: síndrome de dismorfia corporal, anorexia, bulimia, diversas formas de autolesionarse y la ortorexia

-¿Ortorexia?

Es la obsesión con la comida saludable.

¡Eso tiene un nombre! Como en esta cafetería (donde se realiza la entrevista), donde todo es rotulado como orgánico, vegano, saludable.

-Sin gluten, etc. Conozco personas que planean obsesivamente cada comida. Toda la ocupación del día está relacionada con ello, tienen todo tipo de prohibiciones con la comida. Parece como si en esta sociedad neoliberal, altamente individualizada, el cuerpo fuera el único objeto que podemos, de algún modo, controlar. Y esto va de la mano con la ideología del selfmaking: la idea de que somos seres capaces de cambiar el cuerpo de acuerdo con los propios ideales y deseos. Como si pudieras ser un maestro de tu cuerpo. He analizado esto en mi último libro: Tyrany of choice (La tiranía de la elección). La ideología neoliberal hace pensar que todo en nuestras vidas es una cuestión de elección racional, la ideología lo hace parecer fácil. Si hacemos la elección correcta, llegaremos al éxito y a la felicidad. Esto ha creado una prevalencia de la ansiedad, del sentimiento de culpa, la autocrítica y los sentimientos de inadecuación. Trabajar constantemente en uno mismo, nos torna pasivos políticamente. Dejamos de organizarnos colectivamente para presionar el cambio social.

Sin embargo, hace ya algunos años hemos visto alrededor del mundo distintas sublevaciones y revueltas, la primavera árabe, las sentadas en Wall Street; en Chile, el movimiento estudiantil, el feminismo.

-Esos tipos de movimientos son un momento optimista. La primavera árabe terminó muy mal. Pero mira en Estados Unidos hay candidatos que se autodenominan socialistas demócratas. Y la palabra socialismo era algo que estaba completamente fuera del discurso democrático durante tantos años. Creo que la palabra socialismo está volviendo como una reacción al poder del régimen neoliberal y a su creencia acérrima en el mercado. Pero mi análisis tiene que ver con que la ideología neoliberal ha puesto la responsabilidad personal en el éxito y la felicidad. Es decir, creó un tipo de síntomas psicológicos que la ayudan a seguir creciendo. Y aunque veo con optimismo el surgimiento de los movimientos sociales, es aún algo muy pequeño.

¿Por qué son pequeños? Y, por el contrario, Estados Unidos elige a un Presidente como Donald Trump ¿Qué te parece que ocurre con la representación de los movimientos de izquierda hoy?

-Creo que lo poderoso del populismo de extrema derecha en los Estados Unidos y en Europa, es construir sobre la idea de tener enemigos. A la vez, creó la posibilidad de encontrar un goce en un discurso muy agresivo, en un discurso abiertamente racista, misógino. Eso funciona en algunas personas, la satisfacción de un discurso que permite la agresión.

Diversos autores sostienen que el exceso de la llamada corrección política, es lo que ha llevado al fracaso a la izquierda liberal.

P-ienso que la corrección política como una idea de aspirar a una mayor igualdad entre las personas, tiene sentido. Pero las batallas políticas y sociales por mayor igualdad, desafortunadamente, muchas veces encontraron un goce consigo mismas en el discurso de rectitud y en la obsesión con los asuntos culturales. Esto ha apartado a mucha gente que, de otra manera, apoyaría las ideas de mayor igualdad. Debemos tener cuidado en no convertirnos en unos policías del lenguaje, al mismo tiempo que abandonamos las luchas de poder y las desigualdades sociales.

Sin desconocer los logros de estos movimientos ¿Habrá quizás en ellos la infiltración de la ideología del ego? Pienso en sus nombres: “Je suis”, “metoo”, “yo te creo”, todos se sostienen en el “yo”.

-Exactamente. Muchos de estos movimientos usan de cierta manera los medios, como una especie de batalla privada. Como si las corporaciones fueran las que deberían lidiar con las quejas. Y no se da la batalla con las estructuras de poder que permiten los abusos y la desigualdad. Creo que se está convirtiendo en un problema global que el “metoo” se vuelva demasiado políticamente correcto. Ha develado muchas cosas importantes acerca del desequilibrio de poder, sobre el problema de la desigualdad, etc. Pero debería moverse hacia el análisis real de la estructura. De las causas de esta desigualdad. No fijarse en casos mediáticos particulares, donde hay una fijación en la satisfacción en lo que pasa con los medios. Los medios se han convertido en un arma. Estoy en contra de la violencia contra las mujeres y contra cualquier persona. Los abusos sexuales existen, pero también debemos cuestionar los abusos económicos, las manipulaciones financieras, la corrupción y la violencia. Cuántas personas perdieron sus trabajos después de 2008 y ya casi lo hemos olvidado.

¿Por qué crees que se nos olvida?

-Eso es interesante. No estamos hablando de este tipo de violencia, porque hay una satisfacción en hablar de sexo. Las personas disfrutan de ser voyeurs de alguna manera. Voyeurs en el discurso público.

Saber cómo folla el poder.

-Esto es ofuscante, porque de alguna manera extraña, somos nosotros los que somos follados por el poder de las corporaciones. Hay que pensar en las luchas con las estructuras de poder.

Me parece que el aborto es una de las luchas contra esas estructuras de poder. En Chile aún no tenemos aborto libre.

-Mientras hablamos, hay más y más escándalos sexuales destapándose en la Iglesia. Pero por desgracia, creo que aquí y en Argentina el poder de la Iglesia todavía es fuerte y está detrás del movimiento antiabortista. Estuve en Argentina esos días, y fue un momento histórico para millones de personas. Está la sensación de que el movimiento feminista ha cambiado la discusión. Se espera que sea cuestión de tiempo, un año o dos, para que finalmente cambie la legislación allá. Yo vengo de Eslovenia donde el aborto es permitido a partir de mediados de los 70. Allá el régimen comunista apoyó muchas leyes a favor de la igualdad de género. Tenemos un Estado organizado, hay licencia parental de un año, que la puede tomar el padre o la madre.

Acá cuando se habla de alargar el postnatal, aparece el temor de que las mujeres dejen de ser contratadas ¿Cómo se las arreglan con eso?

-Esto ya es parte de como funciona la sociedad allá. Las empresas están bastante acostumbradas a que sea el hombre o la mujer quien se tome ese tiempo. Casi todos los trabajos pueden esperar. No es un gran problema.

¿Cuáles te parecen que son las batallas más importantes del feminismo?

-Definitivamente el aborto, lo percibo como un derecho humano. Es el derecho a tomar una decisión sobre tu cuerpo y tu destino. La prohibición del aborto es usada como una especie de herramienta para disciplinar a la mujer, controlarla, empujarla a la desigualdad. Existen abortos ilegales y son las mujeres pobres las que ponen en riesgo su vida.

¿Podría ser también una forma de disciplinamiento de la sexualidad de las mujeres? Porque en la discusión suele aparecer en el imaginario, la sanción a una supuesta sexualidad excesiva de las jóvenes.

-Desde la perspectiva feminista hemos discutido este mito: que el aborto es realizado por mujeres jóvenes, quienes gozarían irresponsablemente de la sexualidad. Pero la mayoría de los abortos en nuestro país son de las mujeres mayores casadas, que ya tienen los hijos que querían o pensaban que a su edad ya no podían quedar embarazadas. Para nosotros, ese es el caso habitual de aborto.

¿Qué otra batalla te parece central del feminismo?

-La de los derechos políticos y la igualdad de salario. Diría que vivimos aún cierta división del trabajo cuando se trata de cuidar. El cuidado de los niños, de los padres, el trabajo doméstico. Cuestiones que bloquean el tiempo disponible para la educación de las mujeres. Aquí hay algunos cambios que observo, como en mi país, en la generación más joven. Veo hombres que pasan mucho más tiempo en el cuidado de los niños.

Acá sí está ocurriendo. Pero por otro lado hay mucha ansiedad en general respecto de la crianza. Estamos llenos de manuales.

-Sí, allá es similar. Creo que la ansiedad tiene que ver con la idea de ser responsable de lo que se le da al hijo. Incluso hay ansiedad antes de concebir ¿Estoy comiendo bien antes de embarazarme? Esto está creando problemas para las familias, no se confía en que otros ayuden a cuidar a los hijos, a veces ni siquiera se confía en los abuelos. Esperamos que los niños sean felices, que no se aburran y ¡Tienen que aburrirse para encontrar algo de creatividad! Creo que la ideología de la felicidad ha creado una enorme infelicidad. Cuando la gente analiza si es feliz, eso es abrir las puertas a la miseria.

La deconstrucción ha sido una herramienta política ¿Podría ser usada también como otra fantasía de control sobre el cuerpo, las emociones y la felicidad? ¿Cuál es la posición desde el psicoanálisis frente a la perspectiva de género?

-El psicoanálisis percibe la sexualidad vinculada a un impasse esencial: hay una imposibilidad, una falta constitutiva en la subjetividad, por eso la identidad sexual es algo con lo que nunca podemos estar completamente satisfechos. Siempre estamos lidiando con un cierto tipo de falta, y hombre y mujer son sólo dos respuestas posibles a ese impasse esencial. Hoy esa falta estructural se presenta en una variedad de formas. Pero el psicoanálisis no supone que lo sexual sea algo que simplemente se pueda deconstruir racionalmente. Siempre estará este impasse esencial en la relación con lo sexual.

¿Y el amor romántico, te parece que se puede deconstruir?

-Los encuentros románticos son siempre complicados, hoy lo son en una forma diferente. Hoy hay nuevos medios para conocer a alguien, las aplicaciones de citas, y para muchos son formas de conectarse, porque no tienen tiempo después del trabajo o tienen círculos muy pequeños. Pero al mismo tiempo han creado nuevas formas de ansiedad. Porque Tinder es como salir de compras, como si se tratara de consumidores. Estas plataformas en línea se basan en la idea de que las personas saben lo que quieren, pero lo que sabemos desde el psicoanálisis, es precisamente que no tenemos una percepción consciente de lo que queremos y deseamos. No siempre coinciden el amor, el deseo y la pulsión en la misma persona. Podemos amar y no desear a una persona, o gozar con alguien con quien no queremos ser vistos. También está la complicación del altísimo ideal de felicidad .

¿Qué destino tiene el sujeto reducido al consumidor?

-Que en los debates políticos hablamos menos de ideas como los derechos humanos, que suponen la igualdad para todos, cualquiera sea su clase, género, nación. Porque un sujeto tratado como consumidor hace que los temas sean reinterpretados, ya no como iguales. La del consumidor es una queja que no tiene tratamiento político, sino que hace que el asunto sea abordado como alguien que está insatisfecho. La queja es una cuestión privada. El consumidor es alguien que se supone hace elecciones en cada dimensión de su vida, y olvidamos que entonces está determinado por la situación económica en la que ha nacido y en la que vive ¿Qué tipo de elecciones puede tomar sobre el aborto, las opciones sobre sus hijos o su vida, su cuerpo, educación? Como consumidores no somos percibidos como iguales en los derechos. Todos deberían tener la posibilidad de que el Estado proporcione lo que son derechos, como la educación. El socialismo apoya firmemente que la sociedad se organice en un estado benefactor.

¿Cuál es tu posición sobre el socialismo?

-Estamos viendo en Estados Unidos y en otros lugares, bajo el paraguas del socialismo democrático, la idea de que existe la posibilidad de que exista mayor control social sobre la provisión de cuestiones esenciales como educación, salud, infraestructura. Porque hoy las corporaciones se están volviendo mucho más fuertes que los Estados-Nación. Hace unas décadas ha habido un aumento enorme del poder económico del uno por ciento más rico. El socialismo democrático está luchando contra esto. No es el regreso del tipo de socialismo que existió en la Unión Soviética o incluso en Yugoslavia, o el tipo de socialismo que existe en Venezuela.

¿Te refieres al Estado benefactor europeo?

-El welfare europeo es un punto de batalla. En muchos países todavía existe, pero otros están camino a la privatización. Y esto será la única forma, el welfare, porque los cambios sociales que se observan en el futuro apuntan a una mayor desigualdad económica. Habrá un cambio en las organizaciones de trabajo, la inteligencia artificial, la robotización, la exportación de empleos de otros países, habrá entonces más personas desempleadas. Entonces, incluso para tener a esas personas como consumidores, la sociedad tendrá que encontrar, de una forma u otra, algo para mantener las relaciones sociales y el trabajo, quizás una forma como el ingreso universal o algo así. Si habrá más personas desempleadas, tiene que haber una intervención estatal para resolver eso. Además, está el problema del calentamiento global que creará una migración masiva alrededor del mundo.

Decías que estamos además en tiempos de un capitalismo de vigilancia

-Sí, observamos también que estamos permitiendo más control sobre las personas. Cada vez más se observa que el modelo chino se está volviendo prevaleciente: por un lado, control social vinculado a un régimen autoritario, y por el otro, capitalismo. Hay más control sobre las opiniones con la ayuda de las nuevas tecnologías. El Big data es otro miedo: ¿Quién está usando nuestros datos? ¿Las corporaciones, el Estado? Necesitamos controlar a los controladores, pero, por ahora, sabemos muy poco sobre esto. Creo en un Estado benefactor, pero en un sistema democrático, no como en China.

LA PASIÓN POR LA IGNORANCIA

¿Estamos en una nueva situación antropológica?

-No abrazo por completo la idea de la posthumanidad, pero sí que algo está cambiando. Tenemos más posibilidades de intervenir genéticamente el cuerpo. Estamos aprendiendo más y más sobre la neurociencia. Nuevas formas de controlar a las personas. Creo que estamos en tiempos en que la manipulación de las personas, tanto los cambios biológicos como psicológicos, afectarán la forma en que puedes funcionar. La nueva tecnología a la vez va cambiando el tipo de conocimiento. La estructura simbólica social es bombardeada con información, por lo que cada vez más personas prefieren cerrar los ojos e ignorar. Ese es el tema de mi último libro: La pasión por la ignorancia.

¿A veces es mejor no saber?

-Frente a lo sofocante de la información, la ignorancia puede ser útil. Cuando estamos lidiando con algo que podría ser, a veces mejor no saber. O el mismo amor, también es ciego, eso ayuda a enamorarse, mientras que el elemento del ego complica las relaciones.

¿Frente a la ideología del control, podría ser que el error, cierta ignorancia, sean una resistencia al ego?

-Un psicoanalista chileno me comentaba sobre personas que se controlan obsesivamente a sí mismos durante el día, la dieta, el ejercicio, y luego de noche salen a beber y drogarse. Por la noche ignoran todo lo que han hecho en el día, como si un lado no tocara al otro. La gente encuentra sus maneras para no saber.

Notas relacionadas