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Opinión

25 de Septiembre de 2018

Miss Bolivia: “Aprendí a sacar la katana con una sola oración”

Es mujer, bonaerense, feminista y psicóloga. Alza la voz en cuanta discusión sobre la libertad de las mujeres exista en su país y en el mundo: se enoja, se moviliza y canta. A veces de locura, otras de relaciones fallidas, de rabia, de hombres sin valentía, de femicidios, de sororidad. Sobre todo eso y más, conversó The Clinic con María Paz Ferreyra, Miss Bolivia.

Valentina Collao López
Valentina Collao López
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Este año Miss Bolivia cumple diez años sobre el escenario. Desde su irrupción el año 2008 con distintos EP’s, la activista, cantante y artista ha destacado en la escena argentina con un discurso poderoso y principalmente feminista.

El 2017 sorprendió con “Pantera”, un disco lleno de rabia y en el que rinde un particular homenaje a jugador argentino, Lio Messi. Además bailables consignas como “Paren de matarnos”, “Wachas” y “Que la rabia nos valga”.

Aunque la fecha de su regreso a Chile aun no está fijada, reconoce que tiene planeado volver a fin de año. “Estamos organizándonos con la agenda pero seguramente pronto tendremos novedades”, dice.

Los ojos de las mujeres del mundo estuvieron puestos en Argentina gracias a la discusión del aborto. ¿Cómo viviste ese proceso?

-Viví y participé activamente el proceso de discusión sobre la legalización del aborto en Argentina. Si bien no se aprobó en la cámara de senadores, sí se aprobó en la cámara de diputados, y eso es un cambio enorme. Ya no se volverá atrás en el camino de esta lucha irreversible donde todas salimos a la calle y fuimos millones. Siento orgullo por el nivel de potencia y visibilidad que tomó la organización por la legalización, que atravesó cuestiones de clase, de edad, de territorio y hasta de credos. Además de participar en la audiencia pública con mi testimonio, tocar en la vigilia de la votación de la ley y firmar las cartas del proyecto, vengo militando en la música este derecho desde hace más de diez años.

 

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Es hoy. Es siempre. Pase lo que pase, ya nunca seremos las de antes. Somos muchas, miles, millones. 💪🏾💚 #abortolegalya

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¿Te enrabiaba ver la discusión de los sectores más conservadores? ¿cuál fue el argumento más ridículo que oíste?

-Realmente no me generó bronca la discusión. Me generó muchas sorpresas los niveles de bizarreo que se manejaron y los guiones de ciencia ficción que circularon en las argumentaciones “pro-aborto clandestino”. Bizarreadas que fueron desde la religión y las almitas de fetos y el pecado y el castigo divino, hasta la comparación de las mujeres con las perras a la hora de considerar un embarazo, y la propuesta de generar un cementerio de embriones, o que los embriones tengan documento nacional de identidad. Realmente épico y fantástico todo, de un nivel aparte del estilo Stranger Things.

¿Qué opinas de la resolución final del Senado?

-Opino que negar la legalización, gratuidad y seguridad de las prácticas de abortos es un indicador sintomatológico de lo que somos como sociedad y de las enfermedades comunitarias y culturales que tenemos, sobre todo el machismo. Los senadores que votaron la perpetuación de las prácticas de abortos clandestinos son esclavos y soldados del patriarcado. Y nos gobiernan. ¡Qué asco!

En medio de esta discusión relataste una experiencia de aborto. ¿De qué manera la discusión sobre este tema te resonó en lo personal?

-Tuve un aborto hace 22 años en mi temprana adultez. Me considero una sobreviviente de la clandestinidad. Lamentablemente si hoy me pasara lo mismo, gracias a quienes nos gobiernan, la escena no cambiaría en absoluto. El relato en primera persona es una herramienta importantísima para salir de las nubes fantasmáticas de tanta teoría y especulación, es ir a lo concreto y sobre todo, es infalible. La militancia mía actual en relación al aborto, es por las pibas, es un gesto sonoro de elevar todas al unísono el mismo grito plural que dice: “basta, nos siguen asesinando y el femicida es el Estado, ¡neardentales!”.

LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO SERÁ

¿Sientes que de algún modo tu música hace la revolución?

-La música, entre otras expresiones artísticas y culturales es una herramienta de transformación social y de resistencia y contracultura. Por otra parte, tiene el beneficio de la transmisión oral de contenidos de primera mano y sin filtros. Los contenidos emancipatorios junto con los ritmos y las notas que invitan al movimiento, al baile, son revolucionarios y empoderantes. Un pueblo que baila y que canta, se fortalece y es más difícil de dominar culturalmente.

¿Cuál fue el hecho que hizo que te convirtieras en una activista del feminismo y los derechos humanos y no fueras una mera espectadora?

-Desde que fui estudiante universitaria y luego docente, fui siempre una militante en las cuestiones de género y derechos humanos. Como psicóloga, como trabajadora, y luego llegó la música. Simplemente amplié mi circuito de militancia y poblé la música con las luchas que siempre me atravesaron.

¿Ha ido transformándose tu trabajo/arte/contenido con el paso de los años? ¿En qué ves esos cambios?

-Mi trabajo fue transformándose con el correr de los años en la forma musical como también ha ido mutando un poco el contenido. Creo que al principio estaba probando, experimentando por ensayo y error y tratando de encontrar mi identidad artística tanto en lo musical como también en el relato y el texto. Si bien desde el principio las líricas fueron combativas, de protesta y trataron de generar conciencia y denuncia social, creo que al comienzo el espíritu era quizás era un poco más evangelizadora del estilo “Tienes que hacer esto para ser feliz y para emanciparte”, mientras que con el tiempo, fui corriéndome de ese lugar con la pregunta crítica de “¿Quién soy yo para decirle a los demás lo que tienen que hacer? Soy un ser imperfecto y desde mi propia neurosis puedo compartir mi experiencia de vida y desde ahí motivar la lucha”. En lo musical, fui incluyendo cada vez más estilos en la fusión y me hice cada vez más promiscua estilísticamente. Pero a la vez fui afilando los arreglos, el sonido y fui construyendo una estética particular y lo podrías llamar el “estilo Miss Bolivia”. Aprendí a decir más hablando menos, a ir a la médula y sacar la katana con solo una oración.

Venías de la academia, quizás desde una visión más estructurada. ¿Cuándo nace Miss Bolivia? ¿Fue una necesidad? ¿Qué te hizo dejar la psicología y comenzar a trabajar en la música?

-Siento que nunca dejé la psicología. La psicología como yo la considero, es una herramienta crítica y empoderante y tiene que ver con hacerse preguntas y sanar lo que nos hizo el sistema capitalista para poder construir en el relato la propia subjetividad. Y con la música y Miss Bolivia, siento eso pasa. Quizás el dispositivo es diferente. No tengo diván, ni consultorio ni hospital, ni historia clínica ni psicofármacos, pero tengo un micrófono, una pista de baile y la masa de la gente que se mueve y exorciza todo en un concierto o un disco.

Pero bueno, la práctica formal de la psicología coexistió los primeros años con Miss Bolivia, que comenzó como un hobbie y un proyecto super amateur. Llegó un momento en que la música empezó a profesionalizarse y en un momento me pidió exclusividad full time, y decidí hacerme a un lado, por lo menos por un tiempo. También Miss Bolivia comenzó a tomar bastante visibilidad y me pasó algunas veces que vinieran fans a la consulta o a las clases, en vez de pacientes o alumnos, y sentí que no era compatible por ese momento.

¿Has visto resistencia a tu trabajo o propuesta músical? ¿Incomoda a los más compuestos o conservadores?

-Sí, he sentido resistencia hacia mi música sobre todo al principio porque soy parte de una escena que vino a interpelar el purismo de los estilos, y le puse un güiro al rap y al reggae y me puse a rapear sobre cumbia, y no tuve ningún problema en hacer dialogar distintos estilos y elementos entre sí que supuestamente pertenecían a otro sarcófago, y eso incomodó al principio. Sentí una resistencia al cambio en lo que es la evolución del estilo. Pero como era de esperar, el oído colectivo se fue lubricando y se fue flexibilizando la rigidez original para darle lugar a la aceptación. Esta dinámica ocurre en casi todos los movimientos artísticos y la música no es la excepción. También había una territorialidad y posesividad por parte de ciertos sectores como si tuvieran la titularidad sobre algunos estilos. Creo yo que lo que hice fue desterritorializar y transformarme en okupa musical para llevar los ritmos populares al club.

Eres una referente a la hora de pensar sobre canciones que “empoderen” a las mujeres, ¿cómo se dio en tu carrera?

-La lucha por el empoderamiento de la mujer e identidades disidentes, junto con la desarticulación del patriarcado, insisten en cualquier tipo de producción que se vincule a mi creatividad. Si fuera pintora haría cuadros que desestabilicen el status quo de la misma manera que con las canciones busco interpelar los guiones naturalizados y opresores que se reproducen de manera automática en todo el abanico de nuestras vidas. Las canciones son armas para la revolución, que será feminista, o no será.

¿Qué otras voces femeninas te inspiran y gustan?

-Me inspiran mujeres y artistas trans de todos los tiempos y todos los estilos. Sería injusta si mencionara solo a una, pero para ser ilustrativa mencionaré algunas: Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Mala RodrÌguez, Nina Simone, Rosalía, Lila Downs, Lali Espósito, Amy Winehouse, Madonna, Mon Laferte, y así, podría seguir eternamente.

¿Ves cambios o avances en contra de la violencia de género en el mundo?

-Sí. Siento que estamos en un momento de plena efervescencia en la organización de la lucha contra la violencia de género. El ‘Ni Una Menos’, los paros internacionales de mujeres, las redes de socorristas, el #MeToo. Aunque el flagelo de la violencia machista azota cada vez más fuerte. Sabemos que no estamos solas, somos millones, y la sonoridad está cada vez más hecha carne. El umbral de tolerancia contra la violencia es cada vez más bajo y hay mayor conciencia y registro del machismo y las dinámicas que lo reproducen y fosilizan en el seno de nuestra cultura. Pero el patriarcado se va a caer, es solo cuestión de tiempo.

“Si tocan a una, nos tocan a todas,
el femicidio se puso de moda,
el juez de turno se fue a una boda,
la policía participa en la joda”.

Miss Bolivia – Paren de matarnos

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