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Opinión

30 de Mayo de 2019

Felipe Ruiz: “El modelo de desarrollo de Chile ha sido impuesto por las AFP”

El sociólogo estudió el poder político de las administradoras de fondos previsionales y escarbó en la cara oculta de esta “industria”: cómo y cuánto han influido en la forma en que Chile produce riqueza y también pobreza. En esta entrevista con The Clinic, el investigador de la Fundación Nodo XXI da cuenta de sus hallazgos.

Alejandra Matus
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Por Alejandra Matus

Felipe Ruiz, sociólogo e investigador de la Fundación Nodo XXI, tenía que encontrar un tema para realizar su tesis en el magíster de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Y se le ocurrió explorar el poder político de las AFP. Le costó encontrar referencias, cuenta, porque la sociología, que en los 60 y 70 había descrito el mapa de la extrema riqueza, en los 80 y 90 prácticamente había dejado de estudiar a los más ricos y había puesto su mirada en los pobres y clase media, básicamente como un aporte al diseño de políticas públicas.

La palabra “clase” fue reemplazada por “estrato”.

Me enfoqué en el proceso de configuración de una fracción de la clase empresarial alrededor del sistema previsional. Hasta entonces, en general, los estudios disponibles se enfocaban más en las pensiones, como resultado del sistema, y se había evadido, sistemáticamente, la pregunta sobre quiénes eran estos actores y el papel que jugaban en el modelo de desarrollo chileno”, explica Ruiz.

El investigador cree que el “silencio disciplinar” en estos temas está relacionado con el carácter de la transición chilena, pues tampoco ha estado presente en la discusión política y social la pregunta sobre “cuál es el modelo de desarrollo en Chile y cuáles son los actores que se van configurando como ganadores y perdedores de ese curso histórico”. E su análisis, han sido las manifestaciones sociales, que comenzaron en 2006 con la revolución de Los Pingûinos, las que paulatinamente han estimulado esa conversación.

¿Existe una limitación metodológica para hacer investigación científica sobre los grupos de mayor riqueza y poder político en Chile? Por lo general, no le abren la puerta a los encuestadores.

-Hay un desafío en mirar actores que uno podría considerar bastante recientes en la historia del capitalismo. Si bien siempre ha existido el ámbito financiero, su hegemonía reciente en direccionar procesos de aniquilación, de acumulación y de creación de riquezas, ha ido cobrando sostenida importancia, incluso, en detrimento, a veces, del impulso que pueden tener las actividades productivas clásicas. Ese es un desafío de análisis y de prisma que se hizo evidente después de la crisis financiera del 2007-2008, por lo determinante que fueron.

¿Y tú qué metodología usaste analizar a los actores de las AFP’s?

-Es importante dar cuenta de que hay dos caras en este debate. Una es que, en efecto, las AFP’s tienen un papel en administrar recursos previsionales y en entregar pensiones; eso ha sido bastante estudiado. Pero hay otra cara de la moneda, en torno a la cual, el debate, en general, no entra y que es el papel que han jugado en el modelo de crecimiento chileno en las últimas tres o cuatro décadas. Uno podría decir, incluso, abrir la pregunta más amplia sobre el rol que han tenido en el modelo de desarrollo local, porque, en definitiva, han sostenido un sistema de crecimiento en base a apuntalar las inversiones privadas, de grupos empresariales nacionales y extranjeros, pero generando, en la base, una profunda desigualdad y, también, incluso, produciendo pobreza en relación a los trabajadores que, finalmente, son los que aportaron esos fondos. En el sentido analítico y también de la la discusión pública hay que tomar en cuentra esas dos caras. O sea, qué vamos a discutir ¿solamente, el lado de cuánta pensión entregan y cómo se puede mejorar eso? ¿O vamos a encarar una discusión más grande sobre para qué y para quién son esos recursos, y que dependiendo de la respuesta, en forma legítima, Chile pueda decidir cómo ocuparlos?

En tu tesis, tú sostienes que los jerarcas de las AFP no son los grupos oligárquicos tradicionales en Chile, sino que, más bien, nuevos ricos del área financiera

-Las dos primeras décadas del sistema, entre el ’80 y del ’90, son de ajustes fuertes: en los primeros años hubo como 24 administradoras y, en un principio, algunas, aunque pocas, partieron ligadas a gremios o al capitalismo popular que, básicamente, eran Cuprum y Magíster, vinculadas a la gente del cobre y a los profesores, pero rápidamente esa propiedad empieza a transformarse y se produce un primer recambio: entran capitales extranjeros a compartir la propiedad de la administración y durante todos los ’90 hay como proceso muy acelerado de fusiones. Hacia finales de la década, ya tenemos entre 6 y 7 actores que, en definitiva, culminan hacia el comiezo del siglo XXI en los 6 actores que existen hasta hoy y que varios vienen desde inicios del sistema. Hoy en día, las AFP’s más grandes son controladas por capitales extranjeros: estadounidenses, colombianos.

¿Cuáles son las grandes?

-Hábitat, Provida y Cuprum, que concentran un poco más del 60% de los fondos previsionales. Hábitat tiene una alianza compartida entre la Cámara Chilena de la Construcción y Prudencial Financial Group, estadounidense. Provida, después de varias transformaciones, termina ahora en manos de MetLife, estadounidense. Cuprum también es controlada por capitales estadounidenses y Capital, que tiene casi un 20% del fondo, es del Grupo Sura, colombiano. Solamente Modelo, que es del grupo Navarro, sería propiamente chilena y Capital, tiene una alianza medio oscura, con gente relacionada con el grupo Inverlink y una aseguradora italiana. Pero, en la actualidad, prácticamente no tenemos Fondos Previsionales administrados con capitales chilenos.

BOCA BIEN CERRADA

¿Cómo influye el traspaso de propiedad a compañías extranjeras en el poder político de las AFP que, inicialmente, estuvieron en manos de grupos económicos chilenos?

-Hay que reconocer que, en el último tiempo, ha sido la sociedad, en particular el movimiento social No Más AFP, los que han logrado interpelar, abrir el debate de si podemos o no, como país, preguntarnos si este sistema de pensiones es el que queremos. Si uno mira hacia atrás, ese debate no existía. Gran parte de las transformaciones que fue sufriendo el sistema se resolvía en espacios muy cerrados, tecnocráticos. Por ejemplo, recordemos la imagen de la aprobación de la Ley de multifondos, en 2001, cuando se genera este esquema de varios fondos de inversión, en los que los trabajadores supuestamente podían elegir y que fue una respuesta a la crisis asiática en el ’96-’97. La foto de esa promulgación fue Ricardo Lagos flanqueado por el Presidente de ese entonces, de la Asociación de AFP’s, en La Moneda. No había otro actor.

¿El tema se amplió en el primer gobierno de Michelle Bachelet?

-Ahí se creó la comisión Marcel, que fundamentó la reforma previsional que creó el pilar solidario. Se buscaba paliar insuficiencias del sistema de administración privatizada, pero sin tocar esos intereses y sin que se abriera, tampoco, una discusión sobre el carácter general de la seguridad social en Chile. Las AFP han servido de puerta giratoria a personeros de distintos partidos políticos, de todo el espectro y, a la vez, han jugado un papel muy relevante en el impacto que tienen estos recursos, vía inversiones, en el modelo de crecimiento chileno. Esos dos factores hacen que ese debate haya estado clausurado.

¿Por puerta giratoria, te refieres a los funcionarios públicos y políticos que se integran a los directorios de las AFP’s?

-Sí. Hubo una estrategia bien sistemática de ir captando funcionarios del Estado de segunda línea: subsecretarios, funcionarios de la Alta Dirección Pública, de ministerios, subsecretarías, que van y vienen de las AFP’s

¿Había gente que entraba al directorio y, después, volvía al Estado?

-Claro, sí.

¿Te recuerdas de alguien en particular?

-René Cortázar, por ejemplo. Estas personas no solo han ocupado cargos como directores en la misma AFP’s, sino que como sus representantes en las empresas donde las AFP’s son accionistas. René Cortázar (ex ministro del Trabajo de Patricio Aylwin, de Obras Públicas con Michelle Bachelet y ex presidente ejecutivo de TVN) fue miembro designado por la AFP en la junta directiva de La Polar y todos sabemos qué fue La Polar. La lista es larga: Osvaldo Puccio (PS), Hugo Lavados (DC), Guillermo Arthur (UDI), por citar algunos. Pero hay varios otros nombres de más bajo perfil, que también han cumplido estos roles de pasar del servicio púbico a las AFP y viceversa. Creo que hay una construcción de ese poder que irradia hacia el campo de la política y la otra cara, que irradia al poder económico también.

¿Tú no crees en la ingenuidad de estas incorporaciones, que esos políticos una vez que pasan por las AFP salen con la camiseta puesta?

-Me imagino que tiene que tener un impacto en esa línea de poder, de establecer los términos del debate. Si uno revisa la literatura sobre las Administradoras de Pensiones, durante mucho tiempo se planteaba que no era posible criticar al sistema. Además, recién ahora estamos observando un sistema en su plena madurez, porque están jubilando las primeras generaciones que cotizaron toda su vida solo en las AFP.

¿Los que no vienen con bono de reconocimiento del antiguo sistema?

-Exacto. Recién, tras un ciclo largo de movilizaciones se empiezan a cuestionar estos pilares, más bien estructurales de la política y economía chilenas y que explican que, por mucho tiempo, el debate haya estado muy cerrado.

CREACIÓN DE POBREZA

-Sobre la acumulación del capital. El propio José Piñera admite en su libro “El cascabel al gato” que entre los objetivos explícitos del nuevo sistema era crear capital financiero, porquedespués, de la crisis de los ’80 y con embargo internacional, en Chile no había mucha plata. Y que gracias a estos capitales fue posible, por ejemplo, privatizar empresas estatales.

-Desde las ciencias sociales, pero, también en el debate público, creo que hay que preguntarse: ¿Cuál ha sido el papel de la AFP en el modelo de crecimiento de las últimas tres o cuatro décadas? Y lo que señalas es completamente cierto: antes del sistema privatizado de pensiones, en Chile no existía, formalmente, un mercado financiero. Hay hartos diagnósticos donde se señala que era una cuestión bastante menor y con escasa capacidad de ir inyectando recursos para la acumulación a gran escala. En esa línea, constatar cómo el fondo previsional va aumentando, por un lado, al punto que hoy representa tres cuartas partes del PIB y, por otra parte, cómo se fueron, progresivamente, reduciendo las limitaciones sobre en qué se podía invertir este dinero, es muy revelador. Por ejemplo, una parte se ocupa para financiar empresas recién creadas, que incluyen a las empresas privatizadas, pero, a largo plazo, es posible sostener que el boom del Chile de los ’90, del crecimiento económico y de la expansión internacional de los grupos económicos locales, se explica en gran parte por este puntal que significan los fondos previsionales.

Por ejemplo, acaba de salir un estudio de la Fundación Sol que revela que el grupo Luksic capta aproximadamente el 5% de los recursos totales que hay en el mercado previsional. Uno deduce que las posibilidades de que actores como los Luksic, los Matte, los Angelini figuren en los ranking de riquezas Forbe, parece estar explicado también por esta fuerte inyección de recursos. Si la contracara del sistema son pensiones bajas, es legítimo cuestionar el papel que realmente están jugando las AFP, si tenemos un sistema de seguridad social, cuyo foco es entregar pensiones, o más bien su objetivo principal es alimentar inversiones privadas, como lo reflejan esos ranking internacionales de riqueza.

¿Dónde más se invierten los ahorros de los trabajadores chilenos?

-Así como estamos con administradoras bien extranjerizadas, las inversiones, casi el 47% están afuera. Ahí uno empieza a ver nombres que son las puntas de lanzas del capitalismo a escala global: JP Morgan; Deutsche Bank; Black Rock; Itaú, Santander, BBVA, que van captando grandes inversiones desde acá.

¿Qué relación establecen las AFP’s con estos grupos? ¿Solo les prestan plata o se hacen parte de la propiedad?

-Ahí se expresa una dinámica más bien de alianza. Las AFP’s no buscan ser accionistas mayoritarios y, en general, siempre tienen una inversión bastante ramificada, aunque concentradas en actores económicamente dominantes. No invierten en las Pymes, sino en grandes grupos económicos. Pero, los porcentajes son engañosos. Un 5% no parece mucho, pero si se considera que los fondos representan casi el total del PIB, ese porcentaje representa una cantidad enorme de recursos. Si un actor económico capta aunque sea el 1% del fondo previsional, es mucho dinero.

DEBATE PATAS PA’ RRIBA

El fondo previsional canadiense también tiene que seleccionar las inversiones más seguras para pagar buenas pensiones. Aquí las AFP te dicen que de tu fondo solo un tercio lo has aportado tú y que el resto te lo han conseguido ellos invirtiendo bien tu dinero.

-Yo creo que esa idea choca con los límites que ha tenido el debate público respecto a estos temas. Hay dos ideas fuerzas que se repiten constantemente: que cualquier lógica de reparto está fracasada, que el mundo viene de vuelta de eso, pero si uno mira los informes de la OCDE, que no son precisamente redactados por izquierdistas, los países que se toman en serio la seguridad social han constuido un piso en base a financiamiento público, preferentemente, de reparto y, en la medida en que, es cierto que hay algunas dinámicas de envejecimiento, sobre todo en países de Europa, se empieza a discutir la inclusión, como complemento, de mecanismos de capitalización privada. El punto es que acá en Chile, pareciera que la discusión es al revés, como si fuera gracias al sistema previsional privatizado que hay pensiones magníficas. Eso lleva al segundo mito: la idea de que el sistema chileno es privado o al menos mixto, que hay dos pilares, uno privado y otro público. La verdad, si uno se fija en el gasto previsional, o sea, lo que la sociedad chilena destina mes a mes a pagar pensiones, la mayor responsabilidad de ese gasto lo asume el Estado vía impuestos.

¿Sin contar a las Fuerzas Armadas?

-En ambos escenarios. Si uno mira solo las pensiones de civiles, el aporte del sistema de AFP es, aproximadamente, entre un 35 y un 37 por ciento. El restante 63 a 65 por ciento lo paga el Estado vía pensión solidaria o los aportes de subsidio que se hacen. Incluso, si uno suma todo, incluyendo a las Fuerzas Armadas, las AFP’s aportan solamente apenas entre un 21 o un 23%. Cuatro partes de cinco de las que se gastan mensualmente en que haya pensiones, las paga el Estado. Entonces, esta idea de que lo que tenemos está sostenido en la posibilidad de que esos fondos sean administrados por entidades privadas, es bien inconsistente. Por ejemplo, en los últimos años de lo que reciben las AFP’s como ahorro de los cotizantes, un tercio lo usan para pagar pensiones. Es decir, si reciben 100, devuelven 30 en pensiones. Hay un 70% de los recursos que se están inyectando y se quedan en el mercado financiero. Por eso vuelvo a la pregunta: ¿Como sociedad chilena,encontramos que eso es válido o que está ayudando a resolver las necesidades concretas que existen, respecto a seguridad social?

Hay una inquietud que reflejan las encuestas y es el temor de la gente a la palabra “reparto “, pues podría significar repartir mi pensión con otros.

-Sí. A mí me parece que es una preocupación legítima. Si uno está pensando en que va a aportar a un sistema, cómo tener las garantías de que eso, al final de tu vida, te va a dar seguridad. Pongo la pregunta al revés: el sistema lleva tres o cuatro décadas y no ha logrado otorgar pensiones satisfactorias. Las ideas prefijadas hacen que terminemos teniendo un debate irracional porque, en definitiva, el modelo que ya existe no ha resuelto el problema de la seguridad en la vejez y lo que se observa es el que coto de caza acá, en verdad, son los fondos previsionales de los trabajadores. Tras la discusión que sobre la idea de legislar el proyecto de reforma que panteó el gobierno, Andrés Santa Cruz, actual presidente de la Asociación de AFP, salió, rápidamente, a decir: “Nosotros, que lo hemos hecho tan bien, déjennos al menos competir” por administrar ese 4% de cotización adicional. En un sistema público, uno puede reconocer los aportes individuales. El tema acá, es que, nuevamente, terminamos conversando solo de una cara de la moneda y quedan fuera los intereses que están ahí y que, realmente, es la discusión de grueso calibre y que tendría que social y política muy amplia, de mucha profundidad y a largo plazo, que podamos decidir como sociedad democrática qué vamos a hacer con esto.

¿La solución no será la que plantea el Movimiento No+AFP?

-Lo que hace No Más AFP es interpelar políticamente a un aspecto de la sociedad chilena. Ahí hay un desafío muy importante para lo que es hoy día la oposición que va desde el Frente Amplio hasta los partidos de la ex Nueva Mayoría. El principal dilema que se enfrenta actualmente y que se vio bien claro en la discusión inicial es que la oposición no ha logrado construir una mirada propia y compartida. Mientras no exista ese acuerdo sustantivo, va a ser imposible empujar medidas concretas o serán insuficientes. Por ejemplo, se podrá aumentar el gasto hacia el pilar solidario, que es la discusión sobre un aspecto específico, pero que no toca el diseño general del sistema de pensiones. En Nodo XXI pensamos que se puede resolver acordando una agenda corta y una larga. En el horizonte largo, lo importante es que el debate estructural no se clausure. Pero en el camino hacia construir un sistema de seguridad social en Chile, se pueden tomar ciertas medidas de más corto plazo, que vayan permitiendo mejoras concretas, pero que no se agoten con una AFP estatal o un poquito más para el pilar solidario.

ZARES ANÓNIMOS

¿Llegaste a establecer quienes son los zares de la administración de los fondos previsionales?

-Mi impresión es que, dada esta extranjerización de la administración, los zares hoy son más bien nebulosos, los dueños anónimos de Prudencial Financial Group o MetLife.

¿La transferencia del poder a actores que, en sus países de origen, tienen mucha más regulación, no crea un ambiente más propicio a cambios sustantivos? De algún modo, esas compañías saben que los límites tendrán que llegar si pretenden mantenerse en el negocio.

-No me atrevería a hablar por ellos. Imagino que tiene lógica lo que planteas, pero me parece que, más allá de quiénes sean, uno podría decir: si no somos capaces de abrir los términos tan cerrados del debate que tenemos, se crea una distancia insalvable. En efecto, en otros países, las regulaciones son mucho más estrechas. Hay diseños de seguridad social un poco más serios que deberían tenerle menos miedo a fijar ciertos límites, más aún con los paupérrimos resultados del sistema de pensiones en Chile. Por ejemplo, en una agenda corta se puede avanzar en algunas medidas que permitan aumentar dos cosas: la responsabilidad social que tienen estos actores sobre la administración de los fondos , que se haga cargo de las pérdidas y también de redistribuir ganancias muy elevadas. Las y los trabajadores deberían poder beneficiarse de que sus dineros estén produciendo esas ganancias como, también, pensar en algunas medidas que en otros países existen, de control más democrático por parte de ellos en la administración de los fondos. Por eso creo que el piso mínimo es: ¿Vamos o no a debatir sobre seguridad social?

¿Y qué vamos a hacer con los fondos?

-Puede que en ese debate no se considere válido que sigan administrados por las AFP y que haya entes públicos que lo hagan; o que se mantengan, pero a cargo de una parte limitada, como en otros países. Las alternativas son variadas.

¿Lo importante es que se produzca el debate?

-Claro. Y, en eso, creemos que la actual oposición puede ir jugando un rol en esos debates porque, además, son cuestiones muy sensibles para la ciudadanía, del día a día. Un espacio de izquierda y progresista podría ofrecer algo realmente claro a Chile, si pretende ser una alternativa de gobierno que va a aportar con transformaciones que mejoren la calidad de vida de sus habitantes, si va a tomar el guante de esta discusión. Por eso, nos parece tan central la posibilidad que ese debate se siga dando, se profundice y se lleguen a acuerdos políticos sustantivos.

¿Dónde crees que se puede producir ese debate?

-Debe ser una discusión bastante transversal. Mientras los partidos políticos no se sumen a la discusión y haya esta especie de cortocircuito entre política y sociedad, vamos a seguir con transformaciones parche. Ir construyendo esos acuerdos políticos sustantivos tiene que ser una prioridad.

Y, pensando en el adversario a estos cambios, si se llega a un consenso del tipo de seguridad que queremos ¿quién va a oponer? ¿Las actuales AFP o los grupos económicos que se benefician de sus inversiones?

-Seguramente, van a ser ambos. Apenas se habla dealgún resquicio de discusión, uno ve a Luksic y a otros que empiezan a opinar del asunto; como, también, lo hace el gremio de las pensiones. Yo creo que no es casualidad la entrada de Andrés Santa Cruz a la presidencia de la Asociación de AFP, pues tiene una capacidad aglutinadora fuerte entre las administradoras, el mundo financiero y otros sectores del empresariado, porque, definitivamente, tienen un interés compartido.

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