Nube Ediciones lanza libro sobre la artista visual Claudia Peña

El libro sobre la artista visual Claudia Peña hace un recorrido por toda su obra y exposiciones: por su estética fragmentaria y por su poética de objetos rotos. Todo acompañado por textos de Justo Pastor Mellado, Christian Viveros-Fauné y Rocío Aranda. El lanzamiento de “Pinturas” se realizará el viernes 21 de junio a las 19.30 horas en galería AFA, ubicada en Avenida Providencia 1614, piso 2.

Esta publicación da inicio a la editorial “Nube Ediciones”, proyecto liderado por la actriz y gestora cultural Javiera Parada.

Javiera Parada, editora de Nube Ediciones señaló lo siguiente: “La editorial nace con vocación de publicar a artistas nacionales e internacionales, así como también publicar teoría e historia cultural. El libro ‘Pinturas’, primera publicación de Nube Ediciones, es un recorrido por la obra de la artista visual Claudia Peña. Desde que conocí el trabajo de Peña, me sentí atraída por él. Ella conversa desde lo íntimo con un sinnúmero de referencias culturales universales y latinoamericanas. Este libro viene a apoyar su internacionalización. Es por esto que es un libro bilingüe y en él escriben tres curadores internacionales sobre su obra”.

El libro fue diseñado por Carolina Zañartu y será presentado el 21 de junio por Andrea Palet, editora de Laurel y periodista de la Universidad Autónoma de Barcelona; Christian Viveros-Fauné, curador en jefe, y Kennedy Family Visiting Scholar de University of South Florida Contemporary Art Museum.

Claudia Peña

La artista visual Claudia Peña nace en Santiago de Chile en 1970. En 1990 ingresa a la facultad de Artes Plásticas de la Universidad de Chile a estudiar pintura hasta 1994. En el 2001 se gana la Beca Amigos del Arte. Ha participado en numerosas exposiciones en Chile, Argentina, Perú, México y Estados Unidos.

La obra de Claudia es declaradamente autobiográfica, “un relato emocional” según palabra propia. Los yoes de la artista se desdoblan en yogui, jardinera, cocinera y mujer ánima que vela a la niña que fue. Ahí están sus vestidos colgados, los espectros han entrado en la casa, la intimidad y sus fetiches envuelven a la que recuerda.

El realismo de la artista es inconfundiblemente intenso y personal. Su dominio del oficio se complace en el detalle y al valor de saber pintar y dibujar se añade en ella una consistente asimilación de los lenguajes contemporáneos. En particular la estética del fragmento opuesta al relato lineal. Para la composición de las escenas la autobiógrafa recurre a menudo a una simetría que se parece a la de las estampas religiosas, al calculado equilibrio de pesos que caracteriza a las naturalezas muertas.

En su taller acumula un considerable cachureo con el que alimenta sus representaciones. Chucherías provenientes de ferias callejeras, fotografías tomadas por ella misma a su fox terrier, tarjetas postales, pedazos de porcelana, retazos de género. Su manía recolectora podría compararse a la excitación de un detective en busca de evidencias, a la pasión de una arqueóloga imaginando los tesoros que esconde un basural.