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Entrevistas

8 de Julio de 2019

Fernando Alarcón, abuelo y rostro kitsch: “Es un tremendo error despreciar a la tercera edad”

Alejado de las luces, de la televisión y los escenarios, el hombre que encarnara a Pepito TV en la pantalla chica analiza la actualidad nacional reconvertido en embajador de un restaurante de comida chilena: una especie de influencer 1.0. "Tengo un temor enorme por mis nietos porque hay una cierta anarquía política, entre comillas... No hay acuerdos, no se toman decisiones. Chile es un país de reacción, no de acción. Siempre ha sido así y lo sigue siendo. Estamos esperando que pasen las cosas para recién hacerlas o arreglarlas", dice en entrevista con The Clinic.

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“Me buscaron para darle un carácter de seriedad al asunto y además porque está de moda… Dino Gordillo, por ejemplo, es embajador de los vinos de Quellón. El Compadre Moncho también está haciendo cosas con su nombre. ‘Las Moncho Fest’, creo que se llaman. Y ahora yo”, dice de entrada Fernando Alarcón (78), actor, periodista y comediante, con 50 años en la televisión, sobre su nueva faceta como “embajador” del restaurante “El Chancho mío”, en la que debutó a comienzos de junio.

Dice que lo motivó que el llamado fuera de jóvenes emprendedores y se le diera un espacio al arte. “Aparte de la comida, se incentiva el arte. Y el restaurante está en un lugar geográficamente muy novedoso, impactante y de mucho turismo, como el Cajón del Maipo. “Son jóvenes emprendedores los que están a cargo de esto y porque es comida chilena, fomentando la cocina chilena y además prestando el lugar para artistas que quieran presentar sus obras”, recalca.

“CREO EN LA IGUALDAD DE GÉNERO”

– ¿Cómo es tu relación con la juventud de hoy?
El mundo cambia, pues. En mi época también nosotros protestábamos y luchábamos por otras cosas. Algunas se lograron y otras no… el mundo va evolucionando. Yo respeto sus peticiones, lo que sí es que le pongo un obstáculo a la violencia, a destruir cosas. No tiene por qué uno protestar destruyendo, para eso están las comunicaciones. Y hoy más que nunca están abiertas las comunicaciones para establecer pensamientos. Muchas cosas por las que ellos protestan las desconozco, la verdad, no sé qué es lo que quieren.

– ¿Sientes que falta información?
Sí, que sean más claros. Sentarse en una mesa, dar una conferencia de prensa, esto es lo que queremos y por esto luchamos. Hoy hay un desconocimiento. Si tú le preguntas a la gente qué es lo que quieren los niños que, por ejemplo, se ponen overoles blancos seguramente no sabrán. Eso es lo que queremos saber.

– ¿Lo de los overoles lo dices por los encapuchados del Instituto Nacional?
No, es porque me preocupa un poco la manera de protestar y la forma violenta en que se manifiestan. Ahora, habría otra manera de manifestarse y decir qué es lo que quieren, qué es lo que pretenden…

– ¿Qué te ha parecido la agitación social de distintos sectores, como el de los estudiantes? Reivindicaciones como el movimiento feminista, por ejemplo.
Bueno, tú sabes que el mundo femenino está exigiendo cada vez más cosas para igualar al hombre en derechos, lo que me parece justo. Y me parece buena idea también que los colegios sean mixtos. Habrá mayor contacto y comprensión de género, aparte de la capacidad que tenga cada alumno de convertirse en profesional. A mí me parece justo eso.

– ¿Y el fin del piropo?
Es un mundo cultural que ha ido evolucionando. Antiguamente no era pecado decirle un piropo a una mujer… es más, a una mujer le gustaba que la piropearan porque era el resultado de haberse maquillado y arreglado para verse linda. Si a ellas les molesta, yo creo que también hay que respetar esa decisión. De repente se exageran algunas cosas…

– ¿Cómo cuáles?
Es que nosotros venimos de una generación machista, incluso hay mujeres machistas. Mi suegra, por ejemplo, no me dejaba entrar a la cocina. Me decía eso es tarea para mujeres, usted no puede, pero voy a prepararme un té, le decía yo. Pero no había caso. Lavar también. Mira, te cuento una historia. Yo pertenezco a una generación anterior, pero cuando era dirigente de la federación de estudiantes de la Universidad de Chile era servicio social hacer un catastro para las elecciones de la Fech y eran solo mujeres las que hacían eso. Había un solo varón ahí, y se escondía para que el resto no nos diéramos cuenta que era visitador social. Imagínate. Si tú querías ser peluquero o modisto, lo mismo.

Hoy no. Hoy están abiertas esas tareas como profesionales para hombres. Hoy los mejores cocineros son hombres… y antes eso era impensado. Como también la despedida de soltero para los varones. Y las mujeres que se casaban sabían que eso terminaba en casa de remolienda. Hoy día no es así. Las mujeres también hacen despedidas de solteras, lo que no habría sido bien visto en esa época. Hoy contratan a un modelo que les baile y eso planteado en mi juventud habría sido un pecado mortal.

– Otra época.
Soy de la época que había una senadora en el congreso. María de La Cruz, a la que la destituyeron a los seis meses. Hoy eso ha cambiado. Tenemos una mujer que ha sido presidenta dos veces. En Argentina dos presidentas, en Brasil una presidenta, en Perú la Fujimori estuvo a punto, en Estados Unidos Hillary Clinton, en Alemania ni hablar y así… la mujer ha evolucionado. En deporte lo mismo. Poco a poco la mujer ha ido igualando todas las posibilidades físicas y humanas del hombre.

– ¿Qué opinas que en muchas pegas todavía hayan diferencias importantes de remuneraciones entre mujeres y hombres?
Me da rabia. No es posible que una estrella del teatro gane menos que una estrella varón del teatro, si son iguales. Las dos personas atraen público, las dos personas generan alineación y así… Yo creo en la igualdad de género.

– ¿En época del Jappening también habían diferencias de lucas entre ustedes y las mujeres del elenco?
Nosotros éramos una productora, Jorge Pedrero, Eduardo Ravanni y yo, era Par Producciones y contratamos a Maitén (Montenegro) y a Gloria (Benavides). Pero si tú les preguntas a ellas, siempre fueron bien pagadas, porque se lo merecían, si eran estrellas.

“HOY CON OCHO PUNTOS DE RATING UN CANAL HACE UN CHAMPAÑAZO”

– ¿Ves tele o no te interesa?
Veo películas. Me encantan las películas de suspenso en Netflix y también veo las noticias nacionales. Y algunos programas de televisión que sigo, pero está muy cambiada la televisión.

– ¿Qué programas?
Pasapalabra, por ejemplo. Los reportajes y entrevistas de Moschiatti. Y veo algunas teleseries turcas porque a mi mujer le gustan. Algunas son súper interesantes.

– ¿En qué está tan cambiada la TV a lo que fue en la época donde triunfaste?
Hoy te lo puedo demostrar con el rating. En la época mía nosotros llegamos a lograr 85 puntos de rating. Hoy con ocho puntos un canal hace champañazo. El público ha dejado de ver la televisión. ¿Por qué razón? La tecnología también ha influido. Apareció el celular y están los tablets por donde tú accedes al contenido, además de los sistemas donde tú programas las preferencias de la televisión. Y puedes ver un programa o, por ejemplo un partido, que se jugó hace tres días completo y desde cualquier parte. Hay otro sistema de medir la audiencia. Además hoy todos los canales están cambiando su sistema de empresa, están comprando servicios.

– ¿Externalizando?
Exacto. Las productoras están ofreciendo posibilidades nuevas y al final el canal es el que compra y se va a transformar en una broadcasting. Una manera de mostrar programas no más.

– ¿Qué crees que pasó? ¿Los rostros dejaron de conectar con la audiencia?
Hay una diferencia notable que no habla de calidad, sino cómo llegas tú a un público. Hay rostros que son famosísimos, pero cuya labor artística no va junto con la popularidad que tienen. Antiguamente había que ganarse los cargos, había que pelearla para ser animador… Piensa cuántos animadores, que podrían haber sido muy buenos, quedaron en el camino porque había gente de mucho peso en las pantallas. Desde Mario Kreutzberger, Raúl Matas, Sergio Silva, Javier Miranda, Antonio Vodanovic, César Antonio Santis y así. Varios inamovibles. Hoy eso ha cambiado.

– ¿Te gustan los rostros de hoy?
Sí, hay excelentes profesionales. Sobre todo periodistas muy buenos.

– ¿A qué atribuyes que la gente haya dejado de serle fiel a la pantalla chica?
Se va cambiando un poco el esquema de elección de los ejecutivos respecto a qué vende y qué no. Por ejemplo, creo que hay un tremendo error en despreciar a la tercera edad. La tercera edad es la más fiel como televidente. Por eso el éxito de las telenovelas turcas, porque la gente de edad es la que ve televisión. Entonces yo veo que de repente hay una ansiedad por enfocarse en la juventud y la juventud es infiel.

Tú puedes seguir un capítulo, pero te sale un carrete y te vas al carrete. Ahí se acabó la fidelidad a la telenovela o al programa, en cambio la tercera edad es la persona que permanece en su casa y la única entretención que tiene es ver televisión. Ahí no están enfocados. Además hay un aspecto importante: el económico. Todas las tiendas tienen modelos jóvenes y al final los que tienen el poder económico son los más grandes. A la juventud le cuesta tener plata para comprarse zapatillas o sus cosas. En cambio el anciano al menos tiene jubilación para comprar. Muchas cosas están mal enfocadas. La gente joven está por y para las cosas novedosas, más impactantes.

– ¿Cómo funciona este nuevo sistema de TV que mencionas?
Aterrizaron empresas particulares, que son los que contrataron el personal, lo sacaron del canal y ahora este personal depende de las productoras. Y las productoras dicen: señores del canal este es el programa que tenemos, ¿lo compran? Tenemos 20 capítulos. Y así va a ser.

– ¿Se perderá la calidad de los contenidos con este sistema?
Depende, porque puede ser muy exitoso este sistema también. Porque las productoras van a luchar por el talento y tendrán que mostrar cosas de calidad para ganarle a la otra productora. Puede ser un gran avance.

– ¿Te gustaría estar en algún lugar dentro de la tele?
Por supuesto. Podría aportar con mi experiencia de lo que he vivido durante tanto tiempo en la televisión, que es lo mismo que ha vivido todo el mundo del Jappening. Pero como un aporte de asesoría, porque yo creo que el mundo está cambiando y a la gente le interesa otro tipo de cosas. Imagínate que cuando se tiraron las bombas atómicas en Japón la noticia llegó a Chile tres días después. Hoy la guerra la vemos en vivo y en directo, vimos cómo cayeron las torres gemelas. Vimos como en Iraq la cosa parecía una película.

“LOS JÓVENES DE LA POLÍTICA DEBERÍAN OLVIDAR UN POCO EL MATONAJE INTELECTUAL”

– ¿Es buena la relación con tus nietos? ¿Cómo lidias con el acceso que tienen a todo tipo de cosas desde temprana edad?
Los veo poco por razones geográficas, pero eso ha variado también. Hay hijos que están volviendo a la casa de los padres a vivir. Antes había un deseo de independizarse, de que el papá no influyera más en sus decisiones y la mamá tampoco, entonces la salida era arrendar una pieza o ir a un departamento. Hoy se produce el fenómeno al revés, están volviendo a la casa de los papás. Hay un problema laboral fuerte, hay mucha competencia, tú antes lo único por lo que luchabas era por tu cartón universitario pero hoy de repente el cartón no sirve para ninguna cuestión. He visto ingenieros comerciales de cajeros. He visto profesionales haciendo otras labores porque no tienen cupo en el campo profesional donde se recibieron.

– ¿Te da susto que tus nietos pasen por eso?
Van a vivirlo. Es el problema del futuro, yo lo sé. Yo no voy a estar en ese momento pero me gustaría que quedaran bien posicionados. Bien abrigaditos, como se dice en el fútbol, hay que abrigar la defensa. Pero sí, tengo un temor enorme porque hay una cierta anarquía política, entre comillas… No hay acuerdos, no se toman decisiones. Chile es un país de reacción, no de acción. Siempre ha sido así y lo sigue siendo… Estamos esperando que pasen las cosas para recién hacerlas o arreglarlas.

– Buen punto.
Veo, en el caso de las contribuciones, por ejemplo, que subieron una cantidad enorme. El sueño de la casa propia se vuelve una ilusión, porque si yo tengo mi casa, la compré, pagué el impuesto por ese terreno, pagué las imposiciones de los maestros que construyeron la casa, pagué impuesto por el cemento, por los ladrillos, por los clavos, por todo, y además tengo que pagar contribuciones cuatro veces en el año… se hace el doble de complicado. Si tú la divides por 12 quiere decir que estoy arrendando mi propia casa. ¿Y qué ocurre cuando avanza la edad? No te dan pega, la jubilación es pequeña, no alcanza y va a llegar un momento que no podrás pagar las contribuciones porque vas a preferir la comida y la salud. Entonces si no pagas las contribuciones te van a quitar la casa y va a salir a remate.

Tú, que te has sacado la mugre toda la vida por tener una casa, al final terminas entregándola y viviendo de allegado en otro lugar, si es que te reciben. Entonces eso yo lo encuentro injusto. Yo tengo como idea que la gente debería pagar contribuciones hasta los 70 años. Todo el mundo. Y de ahí no se paga más. Los que vienen de atrás pagan por ti. Eso debería ser lo más justo.

– ¿Por quién votaste en las últimas elecciones? ¿Por Sebastián Piñera?
No. Voté por Claudio Orrego, en primera instancia.

– ¿Cómo ves a la oposición?
La oposición de hoy cumplió una labor fundamental y muy importante en el país. Lo que pasa es que, como te decía, las inquietudes juveniles vienen por otro lado. Con más fuerza y exigen más cosas. Y más decisiones rápidas. Y la política en este país, hasta esa época, siempre ha sido de ponerse de acuerdo, tomar las decisiones, no todo es blanco ni todo es negro, hay cosas intermedias que hay que asumir. No siempre hay que oponerse a todo. Yo no voté porque se opongan a todo. Voté porque mejoren el país.

– Claro, hay que ordenar la cosa primero.
Hay mucho desorden. Mucho desorden ideológico, además. De repente hay grupos que no les entiendo lo que pretenden. En cambio los partidos tradicionales por lo menos tienen una línea de acción que tú la conoces y tienen la experiencia, por los años, de llegar a transar, a conversar. El parlamento es para discutir. Y discutir en buenos términos. Pero a veces veo mucho ímpetu y más rápido de lo que se puede. Además de una preocupación por cosas que no tienen tanta importancia para la gente, como sí lo tienen temas como la educación, las contribuciones, los impuestos, una serie de factores que debieran preocupar pero andan preocupados de quién sacó los pasajes, que el pasaje lo sacó por otro lado y varios problemas caseros que son importantes, pero no más de lo que quiere la gente. La gente quiere menos pelea política y quiere ver más acción. Quiere ver que haya agua, que las empresas no se apoderen del agua, que las empresas echen a perder la ecología, eso.

– ¿Qué te pasa con los nuevos rostros de la política?
Siempre han habido jóvenes que han emergido. Y que han sido brillantes. Lo importante es que ordenen sus ideas respecto a lo que quieren realmente, pero que se olviden un poco de ese matonaje intelectual del cual pretenden hacer uso. Y que se dediquen más a los acuerdos.

– ¿Matonaje intelectual?
Claro, todos con muchas ideas, pero lo importante son las soluciones. Hay mucho de tratar de poner el pie con ese tema. Eso no me gusta. A mí me gustan las acciones, las soluciones y creo que en eso estamos fallando.

– ¿Algún rostro nuevo de la política que te seduzca?
En este momento no hay nadie de la política que pueda rescatar. Fíjate que en la universidad me tocó liderar un foro donde estaba Radomiro Tomic, Raúl Rettig, Volodia Teitelboim, Francisco “El Marqués” Bulnes, Raúl Ampuero… Figuras brillantes. Políticos de peso, tú los escuchabas hablar y era una maravilla. Echo de menos ese nivel de parlamentarios.

– ¿Una reflexión final?
Que se preocupen de la tercera edad. Que ya son cinco millones en Chile y que si se pusieran de acuerdo los viejitos elegirían una Presidenta de la República. Cuidado con ellos, hay que preocuparse por ellos. Ahora si sale un viejito de presidente, no se pagarían contribuciones y el viagra estaría por el suelo.

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