Opinión
20 de Julio de 2019Columna de Constanza Schönhaut y Javier Velasco: Un partido para el Chile que emerge
Como frenteamplistas debemos aprender con humildad y transformarnos con nuestro contexto, debemos trabajar colectivamente y cuidarnos en este proceso de consolidación. No cedamos ante los monstruos que aparecen antes del amanecer del nuevo mundo: Construir una alternativa a la derecha autoritaria y al conformismo neoliberal, es posible.
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Chile está cambiando. Nos lo dice el feminismo, desde las calles hasta las canchas; nos lo dice la ciudadanía, exigiendo cada día con más fuerza sus derechos, comunicándose y organizándose creativamente a través de internet. Nos lo dice la emergencia del Frente Amplio, y nos lo dice también, querámoslo o no, el regreso de la derecha autoritaria. Hace cinco años atrás no teníamos el 20% de Beatriz Sánchez, ni la alcaldía de Valparaiso; nadie habría creído que tendríamos 21 parlamentarios, y habría parecido inverosímil que los movimientos sociales incidirían nuevamente con tanta fuerza en la política institucional. Tampoco sentíamos como hoy, la inminencia de la crisis medioambiental y la automatización del trabajo. Se aceleran las transformaciones y en el Frente Amplio sabemos que debemos actualizarnos a esos desafíos.
En esa línea, contamos ya con cuatro presidentas de partidos: Javiera Toro, Catalina Valenzuela, Gael Yeomans y Catalina Pérez, todas firmantes del compromiso feminista #MujeresAlPoder, para promover la paridad de género al interior de sus organizaciones y en la próxima disputa municipal. No solamente contamos con un liderazgo presidenciable como Beatriz Sánchez, sino también con diversas dirigencias que desde el parlamento, los municipios, los consejos regionales y las organizaciones sociales, canalizan las demandas y las luchas que surgen desde nuestros territorios y conflictos. Asimismo, desde las organizaciones de vecinos y pobladores que hoy pueden incidir con sus demandas en la comisión de vivienda, hasta las y los trabajadores precarizados de Punta Arenas que por fin pueden acceder a licencias médicas, surgen nuevas relaciones de trabajo que empoderan a las comunidades y demuestran que realmente importa que el Frente Amplio ocupe las posiciones que antaño eran exclusivas del duopolio.
Para nosotros, alcanzar un espacio en el poder institucional, nacional o local, no es un fin en sí mismo. La relevancia de nuestra labor en el parlamento y en los gobiernos locales se mide en su contribución al objetivo transversal que nos guía: desconcentrar el poder institucional en la ciudadanía, para producir en conjunto las respuestas efectivas a los problemas que aquejan a nuestra sociedad en el presente. Y hoy, cada uno de los representantes de Convergencia Social contribuye a la formación de comunidades con capacidad de proponer soluciones desde su propia experiencia y sin recetas de expertos.
Para avanzar en esta dirección, las y los militantes de Convergencia Social tenemos como primera tarea la legalización de nuestro partido, con el desafío de hacer surgir en el proceso, una herramienta política acorde a las necesidades de este nuevo Chile que emerge demandando más democracia, mayores libertades y derechos colectivos, y sobre todo más certezas sobre nuestro futuro común. Debemos aspirar a ser mayoría, y a tensionar el desarrollo del Frente Amplio hacia conquistas que pavimenten hoy, el camino hacia los objetivos del mañana. Para esto nos corresponde convocar creativamente a esa diversidad que vive la incertidumbre de un modelo en crisis, y transformar la desesperanza que explota la derecha, en la energía para rebelarnos contra las fuerzas que perpetúan este modelo injusto.
En este nuevo partido somos diversos. Aquí dialogan pensionadas y estudiantes, individuos y comunidades, diferentes procedencias, oficios y trayectorias políticas; habitantes de la urbe y del mundo rural, en Chile y en el extranjero. Esta es nuestra fortaleza, porque somos como ese Chile vivo que se transforma y que es más fuerte cuando trabaja unido. A todas y todos los militantes de Convergencia Social nos convoca una misma voluntad transformadora, y sabemos que para convertirla en cambios concretos, no bastan los discursos radicales, las reivindicaciones históricas, ni poner el énfasis en nuestras diferencias. El presente requiere de una nueva izquierda generosa, permeable a los cambios y que ofrezca formas nuevas y flexibles de participación. Chile no nos pide pureza ni nostalgia, nos pide humanidad, audacia, humildad y creatividad, desde las bases hasta sus dirigencias públicas.
Los próximos años serán claves para construir nuestra alternativa de superación a este régimen injusto, y tanto nuestra apuesta electoral como nuestra política de alianzas debe responder a ese objetivo. Cuando decimos que el Frente Amplio debe sumar sin ser sumado, hablamos de poner el énfasis en la construcción de un proyecto propio, en común con los sectores del país que fueron excluidos durante la transición, y hablamos también de definirnos propositivamente, no sólo en contradicción con nuestros adversarios. Eso implica reafirmar nuestro compromiso con la transparencia, con la democracia y con esta nueva política de cara a la ciudadanía, defendiendo un diálogo político amplio, pero que no arriesgue la unidad y la proyección de nuestra alianza, poniendo relevancia en la construcción con las organizaciones y movimientos sociales que hoy dinamizan la política nacional.
En esa línea, nuestros esfuerzos en estas municipales deben estar puestos en hacer madurar nuestro proyecto, en ampliar y actualizar las alcaldías ciudadanas, levantando programas feministas, diseñados con una perspectiva nacional flexible a las realidades locales. En el marco de una estrategia de unidad y crecimiento del Frente Amplio y sus partidos, debemos desplegar nuestras candidaturas en todos los territorios donde sea posible hacerle frente a quienes gobiernan por medio de la corrupción y el clientelismo, naturalizando la desigualdad y perpetuando la mala gestión, independiente de los domicilios políticos formales. En ese marco, y sobre la base de acuerdos específicos, nos corresponde sin duda apoyar a quienes ya están avanzando en la recuperación ciudadana de los municipios.
El Frente Amplio es joven, pero tiene raíces profundas; proviene de una larga trayectoria de luchas y está dispuesto a hacerse cargo de los desafíos del futuro. Eso necesariamente debe incomodar a quienes se niegan a enfrentar los cambios que vive nuestro país, no a nuestros dirigentes. Como frenteamplistas debemos aprender con humildad y transformarnos con nuestro contexto, debemos trabajar colectivamente y cuidarnos en este proceso de consolidación. No cedamos ante los monstruos que aparecen antes del amanecer del nuevo mundo: Construir una alternativa a la derecha autoritaria y al conformismo neoliberal, es posible.