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Cultura

17 de Agosto de 2019

El Rey Feliz, exinstitutano: “Tener esa impronta de ser el mejor de los mejores es enajenar a los cabros, es hacerles creer una hueá que no es”

A principios de agosto el bloguero gay por excelencia, lanzó su primer libro “Cola Mala”, donde aborda su adolescencia marcada por la violencia en el Instituto Nacional. En conversación con The Clinic habla acerca de cómo en internet adoptó una identidad que lo escondía del mundo y cómo la impronta de un colegio emblemático puede destrozar la cabeza de un joven vulnerable. 

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El Rey Feliz llega con jockey rosado a un café de Providencia. Por estos días está ansioso recibiendo el feedback de “Cola Mala”, su debut literario. Dice que ha sido “brígida” la recepción y que frente a los cientos de jóvenes gay que le cuentan sus historias, opta por funcionar como “médico de consultorio”: “Básicamente, soy el tipo que deriva. Porque igual, no sé si deba tomar esa responsabilidad, porque no me compete tampoco, es un problema de educación que está por sobre mí y que yo no voy a solucionarlo con un libro culiao”.

Con total conciencia de que su historia merece ser contada pero no utilizada como un relato ejemplificador, este hombre se reconoce como un hijo de internet. “Partí escribiendo cosas huecas. Como que yo necesitaba una vía de escape loca, para todas las emociones que estaba sintiendo en ese entonces. Me ponía a escribir poemas, cuentos, cualquier hueá”, dice.

Y agrega: “Me daba paja escribir en un cuaderno o en un word, porque esa hueá se te pierde. Decidí hacer blog, soy millenial. Escribía ahí. Harto tiempo después, como que empezó a correr de boca a boca y empezaron a llegar hueones a este blog ordinario que tenía”.

Con el tiempo y la masividad que alcanzaron sus incógnitos posteos adolescentes sobre experiencias sexuales inexpertas, un amigo le propuso la idea de escribir un libro. “Al principio para mí fue como ‘no, qué miedo, para qué. No, que paja. Si está bien ahí’. Él me convenció y me dijo que creía que era importante que este testimonio llegara a otras personas y saliera de internet”, recuerda.

Una vez que adquirió confianza con la idea de hacer un libro, inició un proceso que duró más de un año. Conoció a parte del equipo editorial de los Libros de la Mujer Rota y trabajó en un texto que tenía tintes de novela autobiográfica. “Si vamos hacer hueá, hagámosla bien, no hagamos una típica novela juvenil que sólo le interesa vender”, recuerda sobre ese momento. Pese a que el proyecto no salió de dicha casa editorial, la novela “Cola Mala” llegó a las librerías a fines de julio. Allí, a través de un relato honesto aborda su adolescencia gay en un colegio emblemático de Santiago, marcado por la violencia, la exploración, la muerte de su madre y  el amor, o lo que él entendía por eso. 

 

 

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🌸SORPRESA!!!💓 A partir del 1 de julio, mi libro #ColaMala estará disponible en todas las librerías del país!!! 🔥🔥🔥Esta es una versión diferente a lo que ya leyeron en internet… Aquí hablo de mi vida de cola chica, mi paso por el Instituto Nacional, mi relación con las droguitas y los hombres sin corazón 💔. Infinitas gracias a todos los que hicieron esto posible, en especial a los bbs de @editorialplanetachile (que se han portado bacanes conmigo) y al seco @oyemathias, que hizo la tremenda portada para la novela 💕. Y eso po… vayan a comprar esta guagua, porque mi familia claramente no lo hará 🤣🤣🤣 #pride #lgbt #reyfeliz

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¿Quién es el Rey Feliz? Explícame…

-Creo que es un símil entre Serena Tsukino y Sailor Moon. Serena es la hueona errática, la normal. El Rey Feliz igual apareció de un minuto a otro, igual que ella. Un día vino el gato culiao y me tiró el prisma, y yo, conchetumadre, como “oh, qué es esto”. Y ahora soy el Rey Feliz. Es una vía, un recurso que tengo que me permite decir un montón de cosas que quiero decir, que me permite ser de formas que quiero ser.

El Rey Feliz se permitió una búsqueda estética, artística incluso. ¿Cómo surge ese interés?

-Cuando chico yo era fanático de Sailor Moon y me encantaba jugar con muñecas. Para una navidad yo le pedí al viejito pascuero la barbie jinete, que era una barbie que venía con el caballo. Yo quería los dos monos para jugar, no me servía uno solo. Para la navidad el viejo pascuero me mandó la caja pero mis papás le sacaron la barbie a la caja y sólo venía el caballo. Me puse a llorar como chino. Yo decía: “pero hueón, ¿dónde está la barbie?, ¿se perdió en el camino?, ¿qué hueá?”. Entonces, de chico siempre me vi como negado a esa estética, a ese arte, a esos juguetes femeninos que siempre añoré. Siempre quise pintarme las uñas de chica, usar hueás de mina, hueás rosadas, la mochilita de barbie, la muñeca de Sailor Moon. Mi mamá me compraba esas cosas a escondidas, pero mi papá me las pillaba y me las botaba todas.

¿Cuándo empezaste a revertir todo eso?

-Una vez que empecé a vivir solo, a ganar mi plata y podía gastarla en lo que quería. Ahora puedo darme todos estos gustos que en verdad nunca pude desde chico. La primera hueá que empecé a hacer fue a comprar muñecas de Sailor Moon por Ebay. Todos los sueldos, el 80% me los gastaba en muñecas y me llegaban a la casa. Me empecé a comprar ropa, ropa más colorida, felpudo rosado, hueás como estrambóticas, ropa de mina, como que iba a Forever 21 y partía a la sección mujer al toque: chao, sin tapujos. Era como mi revancha con ese cabro chico que no dejaron ser.

Además supongo que no tenías tantos referentes de chico, quizás un poco en la televisión. Pero cuándo éramos chicos había una sensación de que todo lo cola era malo. 

-Mis referentes de chico eran Gonzalo Cáceres y Jordi Castell. Y cuando yo veía eso en la tele, mi papá me decía: “ah, el colipato, ojalá lo maten luego, ojalá se muera luego”. Y era como chucha, conchetumadre. Ves a Gonzalo Cáceres lleno de anillos, con el pelo teñido, tú decís: “¿cómo puta, si yo soy así, mi papá va a querer que me muera?” No podía ser así. Desde chico empezai a rechazar al estereotipo del cola femenino.

Claro, ellos eran los únicos que se atrevían a hacerlo en una época bastante más conservadora.

Sí, colas valientes. Yo tengo mucho respeto por Gonzalo Cáceres y por Jordi Castell. Yo me saco el sombrero. O sea, hace 15, 20 años la hueá no era como ahora. Era mucho más brígida. Entonces sí eran referentes en el sentido de que en verdad yo los veía y decía: “oh, qué bacán, yo también quiero tener el pelo como él”, “yo también quiero hacer hueveos como él lo hace en la tele”. Pero en verdad todo mi entorno decía que eso era malo, eso no se hace. Y  no sé po, yo intentaba hacer preguntas sobre el por qué y la respuesta es “no, porque es gay”. “Ya, pero ¿y eso qué tiene?”. “No, es que es gay, es que es colipato”. 

A la rápida uno podría decir que ahora hay muchos más referentes. No sé, está el Kevin Vásquez o Francesc Morales, por ejemplo. Ahora los cabros chicos ahora tienen muchos más lugares a los que mirar.

-Sí, partamos con que tienes Youtube. Los pendejos ahora no se ciñen como a la agenda Setting que te ponía la tele o a la agenda que te ponía la radio; ahora los pendejos no pescan esa hueá. Van y se meten directo a internet y buscan en google. El algoritmo se los tira al toque, porque los hueones no se andan con tapujos y así llegamos al kpop u otras hueás orientales. No sé, estoy muy agradecido de internet aunque igual trae cosas malas, caleta.

¿Qué cosas malas te ha traído a ti, por ejemplo?

Drogas. Y era malo porque yo partí como a los 16 años, más o menos. Me sentía tan solo en esa época, no tenía amigos.

Qué difícil el mundo sin amigos a esa edad.

-Y al mismo tiempo sentía que mis papás me odiaban, me sentía súper solo, súper vacío. ¿Y qué hice yo? Me metí a internet, después a un chat gay. Ahí empecé a conocer gente. No había muchos filtros tampoco, así que te podía llegar cualquier hueá. Entonces lo que a mí me empezó a pasar fue que rellené todos estos vacíos a través del internet. Conocí caleta de gente que en verdad me metió a cosas que para un pendejo de 16 años no eran las más apropiadas. Mi cerebro todavía no estaba formado.

Y vulnerable además.

-En el colegio no me enseñaban todavía el pentagrama de las drogas. Entonces, claro, un hueón me invita a culiar, me dice: ”oye, mira, pero te voy a poner cocaína en el potito, te hará súper bien”. Ya, bueno ya po, voy a confiar en él, porque en verdad no voy a confiar en mis papás, porque ya me odian, no tengo amigos, ¿qué tengo que perder? Y ahí empiezas: se vuelve un círculo vicioso. Y como pruebas hueás que te dan felicidad y alivio por un rato, después llegas a tu casa, te vuelves a sentir deprimido, te vuelves a sentir solo y na’ po dices: “Ya, me voy a meter de nuevo al chat gay”.

¿Te da lata haber conocido ese mundo?

-No digo que no tengas que conocerlo, está bacán, conócelo, experimenta, infórmate, pero a esa edad, siento tan ignorante, tan inmaduro, tan ingenuo, no era lo más adecuado. Mira lo que me pasó a mí, terminé siendo un pendejo de enseñanza media drogadicto, que trataba de evadir todos sus problemas con las drogas y culiando con hueones desconocidos, no siempre cuidándome, porque tampoco sabía que me podía pegar el virus del papiloma humano en el recto, que me puede dar cáncer de recto, que el VIH igual se puede pegar si lo sacai justo antes de que tu pareja eyacule, entonces… es lo que me tocó po. 

INSTITUTANO

Entiendo que vienes de un emblemático en crisis: el Instituto Nacional. ¿Qué opinas del semestre que vivieron con la violencia al interior del establecimiento? Incluso Alessandri habló de cerrarlo…

No, no tiene que cerrarlo pero, siento que el Instituto Nacional tiene muchas fallas. Comparto totalmente las demandas de los hueones, la educación está en crisis, nadie lo puede negar. La forma no la comparto. Es peligrosa para ellos y para el resto. O sea, ¿cuántos pendejos se han quemado con molotov? Y obvio po, si los hueones ven por Youtube cómo hacer bombas molotov.  Entonces los hueones la van a tirar y se les prende la hueá. Es totalmente ahueonao. Yo sé que el Nacional ha estado haciendo cambios, me consta, me han avisado los mismos hueones del colegio. Pero siempre ha partido del estudiantado, nunca de la autoridad. Bueno sí, dicen: “Vamos a dedicar una hora de orientación al mes al menos a hablar de temas LGBT+”. 

Hace unas semanas Rodrigo Pérez, el Presidente del Centro de Alumnos del Instituto Nacional apuntaba también a la salud mental de los estudiantes y los docentes.

Mira, yo no sé cómo se vive actualmente la hueá adentro, porque no estoy ahí. Yo te puedo hablar de lo que a mí me pasó. Lo que yo viví es que las autoridades del Instituto Nacional siempre han querido hacer vista gorda de los problemas que tienen hasta que las hueás, literalmente, les explotan en la cara. Como una molotov. A mí me pasaba que yo muchas veces acusaba, les decía: “puta, inspector, ¿sabe qué?, pasa esta hueá”. Todos sabían que esto era una jungla. Una vez peleé con un hueón, le rajuñé la cara y la profe me dijo “es que usted tiene que pelear como hombre. ¿Cómo se le ocurre rasguñarle la cara a su compañero?”. Cuando al hueón que dejaron lleno de cototos en la cabeza de tanto combo que me pegaron fue a mí. Y me castigaron y cambiaron de curso, porque yo era “la manzana podrida”.

¿Nunca hubo voluntad de solucionarlo?

-Siempre la actitud fue esa: tapar las cosas, echemos todo bajo la alfombra porque este es el primer foco de la nación. Y el primer foco de la nación no puede estar teniendo los problemas que estamos teniendo ahora. Pero oye, el Instituto Nacional está en crisis hace mucho rato. 

Con tu experiencia como ex alumno, ¿qué solución le ves a este problema?

Faltan políticas desde las autoridades, desde el municipio, para decir: “mira, sabís qué, estas son todas las hueás que están funcionando mal. ¿Sabís qué? tenemos que hacer esto y esto. Se está haciendo bullying en el colegio: ok, ¿qué programas de bullying tenemos? Consejo de curso: Chiquillos, ¿de qué temas quieren hablar ustedes, cómo hacemos?. Una cosa sin tapujos. Si quieren hablar de sexo, perfecto, hablemos de sexo. ¿Quieren hablar de VIH? Ya, hablemos de VIH”. Pero claro, hay que hacer una hueá mancomunada, no puede ser sólo de boca; tiene que venir de una motivación de querer solucionar efectivamente la hueá.

Y donde participen todos los miembros de la comunidad.

-Claro, son todos. O sea, es inaudita esa hueá de que hayan tres centros de padres: ni siquiera los papás se pueden poner de acuerdo. Entonces, yo creo que la crisis que hay en el Instituto Nacional no es solamente una hueá de los estudiantes, aquí está en crisis el sistema completo de colegio emblemático. El asunto hoy en día ya no se sostiene por sí solo. Decir solamente que este producto es “un emblema”, ya no funciona, o sea, la gente te está pidiendo pruebas. Tráeme las boletas. Muéstrame que este colegio va a hacer que mi hijo efectivamente sea un hombre de bien, que le va a ir bien en la PSU, que va a ser un hombre con valores. Decir que este colegio es emblemático -y que de por sí eso tenga un valor- ya no sirve, no funciona.

Quizás fue la impronta del colegio emblemático lo que hizo que la trizadura fuera más evidente que la del resto.

-Es que se confiaron caleta: Cuando yo entré en séptimo básico, todos los profes me decían que en este colegio salieron 19 Presidentes de la República. Ustedes son lo mejor de lo mejor de Chile, son el hoyo del queque, nadie va a ser mejor que ustedes y el gran fin de este colegio es brindar a la patria ciudadanos de bien, que le den honor. Ese discurso culiao de mierda. Y tantas veces te lo repiten, desde séptimo básico a cuarto medio, que a ti se te graba, se te mete en la cabeza, y como erís un pendejo en desarrollo, te vai comprando la hueá de que tú eres el mejor, que nadie es mejor que tú, que tú los vai a pisotear a todos, que tú vas a ser gerente de una gran compañía, que vas a estar casado con una mujer, que la vas a mantener, que vas a tener hijos.

Con el paso del tiempo, cuando empezai a cachar que tú en verdad no quieres eso, que lo que te estaban prometiendo no es tan así, que no va a funcionar así tal como ellos te están prometiendo, tú decís: “chuta, ¿qué pasó?”.

Claro, te decepcionas. 

Te decepcionai de ti mismo, no te decepcionas del colegio. Te empiezas a estresar solo y te deprimes. Te cuestionas el hecho de que quizás ya no eres lo mejor de lo mejor. Después sales de esta burbuja y cachai que, puta, no vas a ser Presidente de Chile.  Entonces esa hueá, del discurso del emblemático, de que erís lo mejor de lo mejor ya no sirve, ya no funciona. Yo no sé si esa hueá se la seguirán diciendo a los pendejos, ojalá que no, pero yo creo que sí, porque está en el himno del Instituto, tienen que cantarlo en cada formación. Seguir con esa impronta es enajenar a los cabros, hacerles creer una hueá que no es y qué hace finalmente que todos los que han estado en ese lugar se enojen. Y se enojen consigo mismos, con el sistema, con todo.

Y se enojen con lo que es distinto a ellos. 

-Con lo que no va con los cánones patriarcales que impone ese colegio culiao. 

¿A ti qué te dejó tu paso por el Instituto Nacional?

Un hermoso libro que puedes comprar en todas las librerías. 

Reformulo: ¿Qué vicio te dejo?

Uff, que soy muy competitivo. La hueá era ser el mejor siempre. Tenías que ser el primero, tenís que sacar 850 en la PSU y los que no nos sacamos 850 nos deprimimos caleta. A regañadientes le decíamos a nuestro compañero que sacó ese puntaje, “felicidades, hueón”. “¿Y a tí cómo te fue?”, “Puta, me fue mal, saqué 790”. Que no era una hueá mala, pero no fueron 850, que era la hueá que te estaban pidiendo todos estos años. Es una paja tremenda, porque en mi vida, en mi día a día, hueás en las que no me doy cuenta, incluso con mi pololo, de repente empiezo a competir por hueás. Y yo: “chucha, perdón”. 

Un aprendizaje súper tóxico.

-Es que son hueás súper oscuras que se te quedan como internalizadas. De repente empezai a criticar a todo el resto y sin querer te pones en esa de “soy el mejor”. Pero son hueás que se te quedaron dentro, que uno trata de combatirlas día a día. Pero oye, estuviste seis años de tu vida con la misma idea metida en la cabeza. Eso me ha traído caleta de problemas. Una tensión totalmente innecesaria. Te genera vacíos, te genera problemas y evades de la forma que sea. Entonces, si me preguntas qué me dejó el Nacional, puta, te respondo que me dejó problemas personales, me dejó estrés, me dejó bipolaridad, me dejó valores súper negativos que tengo que cargar y que estoy tratando de combatir día a día.

En el libro cuentas experiencias bien duras de violencia, de soledad e incluso adicciones, además de la muerte de tu vieja. Entendiendo que las cifras de suicidio adolescente son bien altas, ¿qué crees que fue lo que te permitió seguir con tu vida?

-Todo el mundo me decía que era malo, mi familia me decís que era malo, el colegio me decía que era malo, la sociedad me decía que yo estaba mal, que estaba errado. Tenía dos opciones: someterme y decir puta, sabís que ya, reniego de mi individualidad. Reniego de mí como sujeto que merece derechos, libertades, deberes y responsabilidades, y filo, sigo con el sistema. O en verdad asumo, y asumo que la gente me dice que soy malo y decir “sabís que sí, soy malo”. O sea, podía vivir una vida como un hueón que solamente cumple con el día a día para cumplir con lo que te exige el sistema o en verdad empezar a vivir mi vida. Y si mi vida es ser malo, ya filo, voy a ser malo. 

¿Y qué significaba ser malo?

-Es que reflexioné que en verdad lo primero no iba a ser una vida para mí. Si el día de mañana me moría por, no sé, sobredosis o VIH, o me mataban unos nazis en la calle, puta, ¿sabís qué?, por lo menos iba a morir libre: libre del sistema, de toda esta hueá que me ha estado oprimiendo por años. Lo estaba pasando como el hoyo. Salía a las dos de la tarde y caminaba todo el día por el centro de Santiago para no llegar a mi casa. ¿Y qué hacía todo ese rato? Buscaba hueveo, me iba al cerro. Entonces no sé si en verdad me salvé, porque igual tomé una pésima decisión.

¿Te acuerdas del momento exacto en que decidiste “ser malo”?

Sí, me había arrancado de mi casa. Me había arrancado como a una parcela de unos tíos en el campo. Había acompañado a los cuidadores a hacer catequesis a la gente del sector. Y me acuerdo que estaban todos los pendejos cantando una y otra vez. Me acuerdo que me había quedado pegado en un crucifijo, con un Jesucristo terrible feo, que parecía como que estuviera derretido en pasti -éxtasis-.Y nada, ahí me empecé a atrapar con el rezo “abre tu jardín, abre tu jardín”. Y dije: “hueón, ¿sabís qué? me arranqué de mi casa, no soporto a mis papás, mis papás me odian por como soy, mi colegio me odia por ser como soy, nadie me quiere. ¿Quién soy yo? Yo soy precisamente lo que todo el resto dice que soy: Soy un maricón, me gusta la pichula, me drogo, hago estas hueás, me gusta Sailor Moon. Y si eso es ser malo, puta, soy malo, soy una cola mala. Pensé que estaba puro dando jugo. Para qué seguir sufriendo si yo en verdad no había hecho nada terrible, solo soy así no más. No le he hecho daño a nadie, por qué tengo que seguir sometiéndome a este dolor, a este sufrimiento. No, no quería. De ahí viene una de las frases de mi libro, te la quiero mostrar… 

A ver, página cuánto… 

-(Toma el libro y busca la página) Es una frase de Apocalymon, un Digimon de la primera temporada. Me encanta el animé, no sé si cachaste. Cuando los niños elegidos se tienen que enfrentar, este hueón, el más malo de todos, les dice esta frase: “¿Por qué debemos sufrir cuando ustedes sólo ríen? Nuestros ojos también pueden llorar y nuestros corazones también pueden sentir”. Era un personaje que se vio sometido a las tinieblas todo el rato, por el mismo digimundo, porque el digimundo dijo: “¿sabís qué? estamos evolucionando y como tú eres un ser medio primitivo y ya no calzai con la data actual, tenemos que remitirte al infierno”. Y cagó po: Lo remitieron al infierno del digimundo sólo por eso. En volá su único pecado era ser él.

Últimas preguntas: ¿Qué importancia tiene Sailor Moon en tu vida?

-Caleta, lo es todo. O sea, Sailor Moon creo que fue uno de los personajes referentes en mi vida. Me empezó a enseñar muchas hueás que en ninguna otra parte del mundo habría aprendido.

Toda la generación de los noventa se educó con la tele.

-Puta, me enseñó que las mujeres tienen derechos igual que los hombres. Que los hombres no son mejores que las mujeres, que Tuxedo Mask hacía como que salvaba a Sailor Moon, pero nunca la salvaba. Era la hueona la que hacía todo. Igual eran los noventa, tenía hueás súper machistas. En la praxis, la hueona era la que salvaba el mundo. La hueona te decía hueón, si quiero andar vestida así porque es mi transformación, bacán. Si me quiero transvestir de hombre lo puedo hacer. Ese programa tenía caleta de personajes que se travestían y que en el doblaje latino como que los censuraban. Me enseñó todas estas pildoritas que dicen esto no está mal, está bien y es porque Sailor Moon lo hace. Sailor Moon es una heroína y si Sailor Moon lo hace es como hueón, está bien. Entonces igual derribaba ciertos estereotipos.

Claro, te mostraba una ventanita. 

-Era una ventana al mundo, al mundo de afuera que en verdad mi burbuja no me permitía ver. Yo salía a la calle a jugar que era Sailor Moon. Me importaba una raja que todos los pendejos me molestaran. Yo vivía feliz en mi fantasía. Entonces yo le agradezco caleta a Sailor Moon haber aparecido en mi vida.

 

SOBRE EL LIBRO:

Libro: Cola Mala

Autor: El Rey Feliz

Editorial Planeta

224 páginas

*Participa por un ejemplar de “Cola Mala” en el Instagram de The Clinic: @theclinic_cl

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