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Ciencia

8 de Septiembre de 2019

Médicos que operan sin especialidad: Cirugías de plástico

Pixabay

Necrosis, anemia, riesgo vital, trombosis y depresión. Estas son solo algunas de las secuelas que sufrieron cuatro mujeres luego de someterse a cirugías estéticas con un médico general.

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“Hola chiquillos. Quiero hacer algo, como el Chino Ríos, que dijo ‘ay, quiero un auto’ y se lo regalaron. ¿Quién me regala una lipo?”, dijo enérgicamente Belén Mora (36) en un video publicado en su cuenta de Twitter el 27 de abril del 2017. Elmer Terrazas (40) fue el primer médico en concederle la petición a la actriz de Morandé con Compañía, a cambio de publicidad en las redes sociales. “Me gustó mucho la propuesta que hizo ella y yo la acepté tranquilamente. Es una paciente que cumple con los requisitos de una lipoescultura, debido a que los índices de masa corporal están un poco elevados”, dijo Terrazas en una entrevista en el programa de televisión “Intrusos” unos días más tarde. Este fue el inicio de las pesadillas que vivieron algunas mujeres que, al igual que Mora, se operaron con este doctor.

Elmer Terrazas nació en Bolivia y, cuando tenía cinco años, se fue a vivir a Argentina con su familia. El 2008 se tituló como médico cirujano de la Universidad de Córdoba y, en mayo del 2015, el ministerio de Educación de Chile reconoció su título. En noviembre del mismo año, se inscribió para prestar servicios en la Superintendencia de Salud como médico general y no como cirujano plástico. El 13 de enero del 2017, Terrazas creó la empresa “Servicios Médicos Integrales Terrazas Elmer SPA” y arrendó la oficina 813 en Apoquindo 3990. Ahí, el doctor solo hace evaluaciones y controles. Para operar, arrienda pabellones en diversas clínicas de Santiago, como la Clínica Anastasia, Milano y París. 

El 13 de junio, días antes de operarse, Belén Mora publicó en Instagram: “Este lunes 19 me entrego a las manos expertas del Dr. Terrazas y su equipo! Ansiosa, pero no nerviosa ya que he visto los resultados y son MARAVILLOSOS!”. Esta publicación tuvo 11.129 “Me gusta”. Luego de la cirugía, Mora convenció a su mejor amiga, Paulina Hormazábal (35) —actriz de la UDD y psicóloga de la UNIACC— de que se operara con Terrazas. Hormazábal le dijo que no tenía plata y Mora insistió: “¿Y si te la regalo?”. La “Pauli” —como la apodan sus conocidos— accedió,  fue a la consulta de Elmer Terrazas y agendó un lifting de piernas, abdominoplastía y lipoescultura con transferencia a los glúteos para el 18 de octubre del 2017 en la Clínica París. Un día antes, la secretaria le preguntó si podían correr la cirugía para el 19 y si podía ser en la Clínica Milano, ubicada en Estoril 623.

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Un regalo fatal

En cuanto entró al pabellón, Hormazábal notó que “había manchas en la sábana de sangre anterior, se veía que no era una habitación para pernoctar”. “Me generó dudas, pero dije ‘ya estamos acá y es un regalo, un regalo que nunca esperé’, cuenta. La operación duró ocho horas y le administraron anestesia raquídea, por lo que ella “despertaba, recobraba la conciencia”, sentía cómo le tiraban la piel y mucho dolor. Doce horas más tarde, Terrazas le dio el alta. Tres días después, Hormazábal fue a la consulta del doctor para comenzar los drenajes linfáticos. Ahí, el kinesiólogo se percató de que tenía “como unas quemaduras en las incisiones de las piernas”, pero le dijeron que era “normal”. Sin embargo, cuando comenzó el drenaje, el paramédico le tomó fotos y llamó al doctor, ya que las heridas se estaban necrosando.

Terrazas la derivó a Ozono Care —un centro de medicina integrativa ubicado en Pérez Valenzuela 1098— donde, supuestamente, la estaría esperando una doctora experta en heridas complejas. Al llegar, Hormazábal supo que, en realidad, era una enfermera, pero como la situación era crítica, decidió confiar en ella. “La piel estaba como cartón, negra, y ella me empezó a hacer un procedimiento que se llama desbridaje, que consta en que, con un bisturí, te sacan la piel muerta. Es un procedimiento quirúrgico que se tiene que hacer en un pabellón y con anestesia”, relata la paciente. Según cuenta, la enfermera le sacó piel y grasa sin anestesia y explicó que tenía que ser así para saber cuándo le dolía y cuándo había tejido vivo.  Luego de la quinta sesión, Hormazábal se sentía mal, decaída, y se fue a su casa: “No podía moverme, no quería comer, tenía 39° de fiebre. Mi prima Fernanda me vino a buscar y me llevaron a la Clínica Indisa. Llegué con una infección purulenta, anemia, las heridas abiertas, la grasa colgando y me internaron inmediatamente en la UTI. Pasé 45 días ahí y 9 en la sala común”. Durante todo el tiempo que estuvo en la Indisa, la operaron cinco veces para “poder salvar las piernas porque la necrosis estaba llegando casi al hueso”. Además, le operaron el abdomen, porque tenía necrosado hasta el pecho, y le sacaron piel del muslo izquierdo para injertar en su entrepierna. 

Su prima, Fernanda Díaz, médico de la Universidad Andrés Bello, cuenta que “estuvo al borde de un shock séptico, fue una infección de heridas operatorias. Los médicos que la vieron le preguntaron a qué carnicería había ido. No tuvieron filtro para expresar lo complejo de las lesiones que tenía”. Además, afirma que estuvo en riesgo vital y que todavía “quedan muchas secuelas psicológicas”. Hormazábal admite lo mismo: “Estoy con un síndrome postraumático severo, me tienen altamente medicada porque tengo pesadillas. Al principio no quería salir de la casa, sentía que se me iba a abrir algo. Ahora ya sé que los injertos están bien sujetos, pero sigo soñando con que se me abren las heridas y me salen gusanos”. 

En 45 minutos, Hormazábal se fuma ocho cigarros. Dice que, en realidad, no debería, ya que el tabaco dificulta la cicatrización, pero, como está tan estresada, su doctora la dejó hacer una excepción. La cuenta médica le salió 62 millones de pesos y la isapre cubrió tan solo 18, porque su plan no tenía convenio con la Indisa. “Pero ahí estaba el doctor Villegas, que me estaba salvando la vida”, justifica la paciente. Adicionalmente, gasta $450.000 mensuales en terapias kinesiológicas, psiquiátricas y psicológicas. Actualmente, está demandando al doctor Terrazas, a la enfermera y al anestesista. 

La vida de Hormazábal cambió drásticamente. Tuvo que renunciar a su trabajo, ya que estuvo durante un año yendo a terapia y rehabilitación y por eso no podía cumplir con horario de oficina. Además, estaba irritable y deprimida, y eso inevitablemente le trajo problemas. Aunque esta pesadilla comenzó hace casi dos años, fue hace apenas unas semanas que su doctor le dio el alta del síndrome de estrés post traumático. 

El caso de Claudia Droguett (47) —pedagoga de la UTEM— es similar. Luego de ver Intrusos, tomó la decisión de operarse con Terrazas. Se contactó con el doctor y agendó una liposucción, pexia mamaria y abdominoplastia con transferencia a los glúteos para el 21 de julio del 2017.  Droguett, al igual que las demás pacientes, admite que sintió mucho dolor durante la cirugía y que, cuando le dijo al doctor, él ordenó que le pusieran más anestesia raquídea. Después de la operación, Droguett no vio más a Terrazas. El doctor le dio el alta por WhatsApp y le dijo que ya podía irse a su casa en Rancagua. La paciente insistió y le dijo que se sentía muy mal, a lo que Terrazas respondió que “es normal; tome harta agua y siga las indicaciones que le di”. Droguett acudió a los enfermeros de la Clínica París, pero ellos se limitaron a intentar contactar al doctor, sin obtener respuesta. Los enfermeros le reiteraron que debía irse a su casa y que sus síntomas eran esperables. Tres días después, un helicóptero fue a buscarla a Rancagua para llevarla a Urgencias de la Clínica Alemana, donde estuvo en riesgo vital e internada en la UCI por nueve días. Ahí, le  diagnosticaron “anemia aguda, trombosis y embolia pulmonar”. Producto de esto, Droguett enfrentó diversos tratamientos, entre ellos psiquiátricos y psicológicos, ya que está muy deprimida y “viviendo un proceso desadaptativo”, según afirma. Cuando cayó en riesgo vital, su hija se contactó con su abogado, Cristián Guzmán, quien comenzó el proceso judicial en contra de Terrazas y la Clínica París, acusándolos de negligencia médica. “Nuestra pretensión es que se repare económicamente todo el daño, el que todavía no hemos cuantificado cuánto es”, afirma Guzmán. 

Claudia Droguett
Claudia Droguett

Ante esta situación, Terrazas le ofreció cinco millones a Claudia, a cambio de que ella eliminara las publicaciones que había hecho en Internet. “Yo respondí que no, que no iba a borrar nada aunque me ofreciera diez millones, porque considero que vale más la advertencia para otras personas que la plata”. En agosto del año pasado la mediación —proceso judicial previo a una demanda cuando se trata de profesionales de la salud— de Claudia se declaró frustrada, por lo que no hubo ningún acuerdo entre ambas partes. Después de eso, le diagnosticaron cáncer a su hija menor, así que decidió poner en pausa toda esta lucha contra Terrazas, pero espera retomarla a la brevedad.

Médicos sin límites

Estos no son casos aislados. Según la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, “en el país estas cirugías están creciendo a un ritmo acelerado, que significa alrededor de un 20% anual” . Además, indican que cinco de cada seis médicos que hacen estas operaciones no cuentan con la especialidad necesaria, porque en Chile no hay una ley que lo exija. Para operar, simplemente se debe contar con el título de médico cirujano, el que se obtiene luego de siete años de estudiar Medicina. Eduardo Costa, médico de la Universidad de Chile acreditado como cirujano en la Superintendencia de Salud, afirma que estas “son cirugías que el paciente puede no necesitar para vivir. Por lo tanto, el paciente no puede salir peor que como entró. Eso es básico”. Asimismo, el doctor afirma que el paciente debe ser consciente de qué tipo de anestesia se le va a administrar y debe decidir si quiere estar despierto o dormido. En medio de la operación, “el paciente no debe sentir nunca dolor. Nunca”, destaca Costa. Además, indica que “lo que no puede pasar es que uno subestime una queja o una molestia del paciente” y, por tanto, hace énfasis en lo importante que es que el doctor haga visitas post operatorias.

El 2017, Terrazas fue acusado ante el Tribunal de Ética del Colegio Médico. No se puede saber la información exacta sobre quién lo acusó ni por qué, pero sí se puede saber el fallo del Tribunal: “Suspensión de su calidad de asociado por un año, debiendo seguir pagando las cuotas sociales sin derecho a ejercer ninguna de las facultades ni gozar de los beneficios que la calidad de asociado al Colegio Médico le confiere”. Esto, porque en la Superintendencia de Salud “aparece registrado el Dr. Terrazas Ríos como médico cirujano, indicando específicamente que no registra especialidad alguna. El Tribunal estimó que la conducta desplegada por el denunciado ha de ser considerada temeraria”. Según la presidenta del Consejo Regional del Colegio Médico, Natalia Henríquez, “la sentencia hace referencia a que (Terrazas) actuó con impericias, es decir, desarrolló actividades médicas para las que no puede certificar que tenga la experiencia o destreza suficiente”. Además, aclaró que la sentencia hace alusión a que Terrazas “no puede gozar de beneficios, pero nosotros no le podemos quitar su título” y, por tanto, no se puede impedir que siga operando, pues desde 1980 que el Colegio Médico no tiene potestad sobre los títulos profesionales.

Al igual que Droguett, Esperanza —nombre ficticio—, una estudiante de 22 años, también está demandando a Terrazas y a la Clínica París. Luego de que las amigas de su madre le recomendaran al doctor Terrazas, Esperanza decidió ir a su consulta y agendar una operación. Ella quería ponerse implantes mamarios, pero el doctor le recomendó que, además, se hiciera una liposucción. En plena cirugía, Terrazas decidió, sin preguntarle, disminuir el tamaño de sus implantes. Salió de la sala de operación a buscarlos al auto e, incluso, pidió ceviche cuando la estaba operando. Esperanza escuchó cómo los asistentes se quejaban de la demora del pedido, pues ella también estuvo despierta durante la cirugía. La operación estaba tardando más de lo normal y la madre de Esperanza se dio cuenta de que había pasado algo grave, pero el anestesista le dijo que todo iba bien. Una vez que terminó la operación, la joven comenzó a sentir dificultades respiratorias, por lo que fue trasladada, en el auto de su madre, a la Clínica Alemana. Terrazas las siguió en su auto, para ver qué era lo que había sucedido, porque, según él, la paciente había sangrado más de la cuenta, pero no era grave. En la Alemana, los médicos dijeron que “llegaron justos, no había un minuto más” y decidieron internar a Esperanza en la UCI, donde estuvo tres días. Además, le hicieron diversos exámenes que determinaron que Terrazas le había perforado ambos pulmones. “No puedo volver a fumar nunca más. Me habían invitado a San Pedro de Atacama y no pude ir por la altura. Soy chica y tengo muchos riesgos”, afirma Esperanza. Además, dijo que estuvo deprimida y que le “costaba mucho dormir pensando en que se me iba a perforar el pulmón. Iba por unas pechugas y estuve dos meses sin poder salir de mi casa, fue estresante”. A pesar de que Terrazas fue a su casa y le ofreció tres millones si es que no lo denunciaban, Esperanza y su madre decidieron demandarlo a él, al anestesista y a la Clínica París por más de $300.000.000.

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Renen Pereira Macaya es el director de la otrora Clínica París, actual Clínika Clásika, ubicada en Hernando de Magallanes 142, Las Condes. El 10 de mayo cambiaron el nombre del lugar y, según la secretaria, fue para que no los vincularan con Sorangel Álvarez, una venezolana de 35 años que murió el 15 de diciembre de 2017 en medio de una cirugía estética. Pereira afirma que Terrazas “no arrienda más pabellones aquí desde que tuvo problemas con unas pacientes en octubre del año pasado”. El doctor explica que, para que un médico opere ahí, solo debe contar con un equipo clínico y estar autorizado por la Superintendencia de Salud, pues “las especialidades en Chile no existen, no hay una ley, entonces los médicos están autorizados a ejercer en tanto tengan la aprobación de la Superintendencia”. Además, afirma que los aranceles nocturnos son un “diez o 20% más baratos que los diurnos”, pero que no se autoriza a un médico operar más de 12 horas seguidas. Pereira dice haber estudiado Cirugía plástica en Francia, pero tampoco está acreditado por la Superintendencia de Salud como cirujano plástico, a pesar de que lo afirme y esté escrito en su delantal. 

Tal como lo explicita la abogada Roxana Muñoz, especialista en temas de Salud, “tenemos que primero señalar que el arrendar pabellones es mucho más común de lo que la gente piensa. Los doctores tienen esta nueva dinámica en la cual el doctor de cabecera contrata al anestesista, al equipo que va a operar y arrienda a estas clínicas pabellones.”. 

Es por esto que al concretarse el arriendo, se define un contrato civil que exime de toda responsabilidad a la clínica ante negligencias ocurridas en sus dependencias. “Cuando existe un contrato de arrendamiento, la clínica se limpiaría, entre comillas, de toda responsabilidad civil frente a algún tipo de indemnización de perjuicio que algún familiar o el mismo afectado, en este caso el paciente, pudiese existir”, explicó. 

Sin embargo, es importante destacar que cuando los doctores pertenecen al equipo de la clínica “el responsable es la clínica, porque existe un vínculo de dependencia y ahí la responsabilidad es por la persona que tú tienes contratada. Pero cuando el médico en sí, solamente arrienda el pabellón y tú quieres demandar al médico, tienes una alta posibilidad de poder demandarlo, pero siempre y cuando los medios probatorios sean contundentes. Es decir, a través de otros exámenes, a través de otras opiniones médicas, poder generar el conocimiento al juez de que durante el actuar, la expertise de este doctor fue alterada.

Paola Bobadilla (38) —ingeniera en prevención de riesgos del Inacap— también fue seducida por la publicidad de Belén Mora. Por eso, decidió reunirse con Terrazas y agendar una abdominoplastía y pexia mamaria. El 12 de julio del 2017, fue ingresada a pabellón y, durante la operación, Terrazas le preguntó si estaba de acuerdo con cambiar el tamaño de sus implantes. Su cuerpo estaba abierto y listo para ser intervenido, por lo que Bobadilla no tuvo más opción que aceptar. La anestesia raquídea que le habían administrado no detenía su dolor y ella sintió cómo su cuerpo era cortado y estirado. Al primer mes, cuando por fin pudo quitarse las fajas y ver sus resultados, notó la mala aplicación de los puntos, lo que terminó en una grave infección en su ombligo. Sus pezones terminaron deformados, sus mamas caídas y perdió sensibilidad en gran parte de su abdomen. “Mi sueño para este verano era volver a ponerme un bikini y no pude, porque tuve que comprarme algo hasta el ombligo porque tengo una cicatriz horrible”, afirma entre lágrimas. La relación con su marido se tornó distante, se avergüenza de mostrar su cuerpo frente a él e incluso frente a ella misma.  Al enfrentar a Terrazas, él la amenazó y le aseguró que la demandaría y por eso Bobadilla no quiso poner una denuncia en su contra. Además, cayó en una fuerte depresión y para superarla decidió enfocarse en un nuevo emprendimiento y adentrarse en una demanda hubiese sido muy desgastante para ella y su familia. “Hemos tenido discusiones con mi marido porque yo sigo con el tema y él me dice ‘ya, Paola, suficiente, ya te dejó la cagá, ya se pagó, olvídate, da vuelta la página y sigue’. Pero es súper difícil seguir mirándote al espejo, viendo las cicatrices, viendo que más encima te amenaza, diciéndote que tiene las lucas, que tiene los abogados y que tú soi una simple mujer, profesional, mamá, que junté plata por un montón de años para conseguir esto, trabajando para conseguir plata por este sueño, que terminó siendo una pesadilla.”

Al enterarse de este reportaje, Elmer Terrazas afirma que lo “perjudica bastante, porque yo no he hecho nada, son demandas que están en curso, pero no hay nada probado”. Admitió conocer los casos de estas mujeres, pero dijo que ningún juzgado ha determinado que es culpa suya. Sin embargo, el director de la Clínika Clásika reconoce la “mala praxis” de Terrazas y dice que por eso ya no puede ingresar ni arrendar pabellones. Mas esto no impide que Terrazas y su equipo continúen operando, ya sea en la Clínica Anastasia, Milano u otra. Claudia Droguett es consciente de esto y por eso cree que es urgente contar su historia: “Me importa que las personas conozcan la historia de este doctor y las prácticas que él ha realizado, cosa que si le sirve a otra para tomar una buena decisión, que así sea, porque yo hubiese dado mi vida porque alguien me dijera a mí el riesgo que estaba corriendo al operarme con él”.

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