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LA CALLE

26 de Septiembre de 2019

“Cambiarte el apellido de alguien que vulneró tus derechos es muy sanador”

Lo dice Carlos Muñiz, abogado y asesor jurídico de Súmate, fundación que se preocupa por traer de vuelta al colegio a niños, niñas y jóvenes excluidos del sistema escolar. Aquí, Muñiz y el jefe del programa socioeducativo que recibió a Luis, -un chico que fue adoptado por un hombre maltratador-, nos cuentan mucho más que la historia de un cambio de nombre.

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Oriundo de Santiago, Luis llegó a vivir a Tierras Blancas -al sur de La Serena- de la mano de su abuela materna, quien lo rescató desnutrido y con evidentes señales de maltrato físico y sicológico del inhóspito lugar en que se encontraba. El niño nunca conoció a su padre biológico y su joven madre -que lo tuvo a los 16 años-, se emparejó con un hombre que decidió adoptarlo legalmente. Problemas de violencia intrafamiliar y consumo de pasta base de cocaína, llevaron a la mamá a abandonar la casa, dejando al pequeño al cuidado del padre adoptivo. Así empezó el calvario de Luis, el que se prolongó por cuatro años hasta que su abuela acudió a buscarlo.

“Lo tuvieron viviendo como un animalito”, contó su abuela al equipo del programa socioeducativo “La Esquina”, de Súmate, que lo acogió y que lidera el sicólogo Kevin Castillo en el sector de Las Compañías, en La Serena. “Con mucha crueldad lo hacían dormir afuera con los perros y se alimentaba de la basura, de hecho, contrajo enfermedades por esto y, cuando lo llevaron a control hospitalario, el médico les dijo que el niño, de entonces apenas 5 o 6 años, presentaba notable maltrato y falta de desarrollo”, señala Kevin.

Y si bien logró progresar viviendo con sus abuelos maternos y reencontrarse con su madre recuperada, le costó adaptarse al sistema escolar. Prefería jugar con los perros que con sus compañeros de clase en los recreos y más de una vez lo sorprendieron buscando alimentos en la basura.

Escuela Padre Alberto Hurtado de Fundación Súmate. Fotografías para el libro “Del dicho al derecho: Modelo de calidad para escuelas de reingreso”. Agencia Blackout

“Nosotros lo conocimos cuando ya tenía 15 años y lógicamente había superado esa etapa, pero tenía problemas con la autoridad y con la ley. Recuerdo que lo encontramos en la Escuela Técnica Juan Bautista de La Salle y me dijo: ‘Tío, me acaban de echar de la escuela’. Ahí comenzó el vínculo, porque tenía un amigo que estaba en nuestro programa. Lo ayudamos a cambiarse al Liceo Ignacio Carrera Pinto, donde tampoco duró mucho. Junto con él y su familia, optamos porque entrara a la modalidad educativa 2 por 1, en la Escuela San Martín de Porres. Pero lo transversal y de fondo, le costaba mucho adaptarse, a causa de las enormes carencias que tuvo en su primera infancia”, explica el psicólogo de Súmate.

El programa socioeducativo “La Esquina” es el único que tiene esta fundación en la Región de Coquimbo y está ubicado en un complejo sector que alberga al 41% de la población de La Serena, en su mayoría vulnerable. Actualmente trabaja con 47 niños y jóvenes, hombres y mujeres, de entre 11 y 18 años, quienes son derivados de organismos externos como el Sename, de consultorios y de otros establecimientos educativos, pero su participación es voluntaria. “Luis, al igual que otros casos que hemos tenido, ingresó espontáneamente, porque supo del programa a través de amigos suyos. Nosotros somos un equipo multidisciplinario, integrado por sicólogos, un trabajador social, una sicopedagoga y tutores- y usamos el Programa de Tratamiento Individualizado (PTI), cuyos objetivos son construidos con los mismos jóvenes de acuerdo a sus necesidades. Por ejemplo, pueden incluir aspectos de salud mental, como control de la ira, o de apoyo sicológico. Tenemos un taller de producción musical, con un enfoque educativo y no solo recreativo, esto porque la metodología nuestra aplica el Aprendizaje Basado en Proyecto (ABP). Ellos componen sus canciones con temas propios, las producen y las graban. También tenemos un taller de fútbol”.

Sin embargo, la gran mayoría de los beneficiarios se inclina por recuperar su trayectoria escolar truncada. En Chile existen 222 mil niños, niñas y jóvenes excluidos del sistema escolar, básicamente por razones ligadas a su extrema pobreza y vulnerabilidad. Luis era uno de ellos. Tenía rezago educativo, debido a su rebeldía. Usaba nombres distintos y así se descubrió que lo que le más le molestaba era llevar el apellido de alguien que sólo le traía pésimos recuerdos: su padre adoptivo y abusador. Una cuestión sutil, difícil de detectar, que sólo es posible pesquisar, cuando hay tutores, profesores, sicólogos capacitados y dedicados de manera personalizada a estos niños que difícilmente pueden lograr progresar en el sistema educativo tradicional y estandarizado, para el que ellos son una molestia, una anomalía. 

Así, el abogado Carlos Muñiz, que entonces vivía en La Serena y estaba en el programa, le ofreció a Luis ayuda en el proceso de cambio legal de apellido. “Su cara se iluminó y se puso muy contento. El trámite en sí es muy simple, su nombre técnico es ´rectificación de partida de nacimiento´, pero debe ser patrocinado por un abogado. Lo que se hizo fue invertir el orden de los apellidos y ahora él lleva primero el de su madre. Su cambio de actitud ha sido notable; ese simple proceso ha sido una herramienta muy poderosa de sanación”, explicó Muñiz.

Este año, el joven entró a hacer el servicio militar en el Regimiento de Coquimbo y paralelamente cursa primero y segundo medio mediante el aludido sistema 2 por 1. El sicólogo Kevin Castillo cuenta que cada 15 días va a visitarlos al programa luciendo muy orgulloso el uniforme en el que destaca en la pasadera el apellido de su madre. “Con sus ingresos del servicio militar financió el trámite, porque su familia no tiene recursos para ayudarle. Y ahora veo que se proyecta a futuro en una carrera militar. Creo que finalmente él se siente parte de algo”, concluye el jefe del programa de Súmate.

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