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29 de Septiembre de 2019

Ascensión Mendieta: una luchadora incansable

Fotos: Ignacio Izquierdo Patiño

Ascensión Mendieta luchó toda su vida por encontrar a su padre, Timoteo, sindicalista que fue ejecutado tras la Guerra Civil española en la localidad de Guadalajara. Lo encontró hace dos años, después de que su testimonio valiera para la “Querella argentina”, el proceso por el que se quiere condenar a los responsables de las represiones del franquismo, a través del principio de justicia universal. Esta semana Ascensión murió con 93 años. Los mismos que tenía nuestra Ana González.

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Son los últimos días del verano en Madrid. Hace mucho calor a las 4 y media de la tarde y casi nadie pasa por los alrededores del Cementerio de La Almudena. A la entrada, espera un grupo de gente que ha llegado de diversos sitios de España con banderas republicanas, claveles rojos, y coronas. Vienen a despedir a Ascensión Mendieta, una mujer que luchó durante toda su vida por encontrar a su padre, Timoteo Mendieta, fusilado el 15 de noviembre de 1939, siete meses después del término de la Guerra Civil Española. Para despedirla, una soprano rusa entona “Gracias a la vida” de Violeta Parra, como queriendo unir el dolor de los dos países, que han compartido los horrores de una dictadura.

¿Quién era Ascensión Mendieta?

Para conocer su vida, hay que remontarse a 2017 y trasladarse al Cementerio de Guadalajara, una ciudad española a 80 kilómetros de Madrid. ¿El escenario? una mañana soleada y muchos forenses, psicólogos, antropólogos y voluntarios que trabajan en torno a la exhumación de una fosa común.

De Timoteo Mendieta, nos han quedado los huesos, que permitieron armar su esqueleto destruido. Los huesos de Timoteo, lo único que los nietos y la hija pudieron recuperar de él, huesos callados, silenciosos, pero tan elocuentes que permitieron identificarlo, es decir, nombrarlo. Volver a reunir un cuerpo, o lo que queda de un cuerpo, y su nombre… Con todo lo que se cifra en un nombre. No hay nada tan material, tan físico, en un ser humano como los huesos. No hay nada tan abstracto, tan etéreo, en el derecho, como la justicia; incluso hablamos de la idea de justicia.

Quienes acarrean palas, carretillas y cepillan con la delicadeza de un joyero los restos encontrados, son voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ARMH. Entre ellos también hay cierta presión: es la segunda excavación que realizan con el mismo objetivo. La primera no tuvo resultado y dejó una gran decepción a la verdadera artífice de la búsqueda: la hija de Timoteo, Ascensión Mendieta, quien a sus –entonces-91 años aún no perdía la esperanza de encontrar los restos de su padre, a quien dejó de ver a los 13 años.

El hombre que se busca tras puñados y puñados de tierra áspera, dura y seca, no es cualquiera. Timoteo Mendieta era presidente del Sindicato de la Unión General de Trabajadores, UGT, de su pueblo, Sacedón, ejecutado tras un consejo sumarísimo y condenado a muerte por “auxilio a la rebelión”. Tenía 41 años cuando lo mataron y arrojaron su cuerpo a la fosa común que se abrió, 80 años después.

La exhumación de esta fosa, fue posible gracias a una querella presentada por organizaciones humanitarias de Argentina y España en 2010 en los tribunales de Buenos Aires, para investigar sobre el genocidio y los crímenes de lesa humanidad cometidos contra miles de personas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. La llamada “Querella Argentina” se abrió aludiendo al principio de jurisdicción universal y es la única abierta por las violaciones de derechos humanos cometidas durante en este oscuro periodo de la historia española.

La querella iluminó la esperanza de Ascensión de encontrar los restos de su padre, al punto de cruzar el Atlántico cinco años atrás para prestar declaraciones en el proceso que instruye la jueza María Servini de Cubría. La jueza ordenó buscar a Mendieta en enero de 2016 y debió enviar un nuevo exhorto en 2017 para seguir intentándolo.

La cara de satisfacción de la empecinada hija tras conocer que finalmente el estudio forense confirmaba la identidad de los restos, no aparece en este reportaje fotográfico. La dejamos a la imaginación y en memoria de tantos y tantos familiares de víctimas de violaciones de derechos humanos en el mundo, que murieron sin lograr este objetivo. 

El reportaje fotográfico que cubrió esta segunda exhumación, fue realizado por un chileno, Ignacio Izquierdo. Una foto de las muchas que tomó en la exhumación fue publicada por el diario El País, sin embargo el profesional usó las demás del reportaje, para enviarlas a un concurso internacional de fotografía. Cual fue su sorpresa, cuando hace un mes, recibió por el trabajo la medalla de oro en la bienal “A Photo Reporter”, bajo el título “Memoria histórica”. De esta manera se pudo visibilizar en el extranjero, que un caso como el de Timoteo Mendieta es sólo la punta del iceberg de un problema grave en este país sobre la gestión de su pasado.

Aún hay restos en las cunetas españolas

En España, hay 114.226 hombres y mujeres que todavía permanecen en fosas comunes, sin haber sido identificados y enterrados de manera digna por sus familiares. Cumple el triste récord de ser el segundo país en el mundo en número de desapariciones después de Camboya. 

Las pocas exhumaciones que se han podido realizar desde el año 2000 cuentan con apoyo de privados como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, donaciones de particulares nacionales y extranjeros, pero en ningún caso con apoyos estatales. La Ley de Memoria Histórica de 2007 fue insuficiente y aunque puso de manifiesto el problema en la opinión pública, no abordó el tema en toda su complejidad y extensión.  

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