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Cultura

21 de Noviembre de 2019

La rebelión de la memoria fotográfica

Margarita Cea

El libro de Ocho Libros Editores de Kena Lorenzini y Cynthia Shuffer, destacada reportera gráfica y activista y de la investigadora y doctora en Estudios Americanos de la Universidad de Santiago, respectivamente, logra realizar un relato político, histórico y social de los primeros años de la transición a la democracia a través de la recuperación de un archivo de fotografías que estuvo guardado en sobres por más de 27 años.

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Para hablar del proceso del libro nos juntamos con Kena y Cynthia en un café de Ñuñoa, recién pasado el aniversario 31 del triunfo del No del  plebiscito del 5 de octubre en el que se votaba la continuidad de la dictadura, lo que fue el preámbulo de la transición a la democracia a la chilena. 

“Dedicamos este libro a quienes realmente derrocaron a la dictadura cívico-militar”, dice la dedicatoria de las autoras al resultado de este trabajo en conjunto. En esta entrevista cuentan cómo fue el proceso para llegar al libro  y lo que se fue develando en el tiempo hasta su publicación, lo que hace sentido en estos días en que el negacionismo a la violación de derechos humanos durante la dictadura se ha hecho más visible.  

El prólogo del libro de  Diamela Eltit, Premio Nacional de Literatura 2018, da cuenta también del ensamblaje ocurrido a principios de los 90 cuando señala:”Pero ¿cuál es la transición que ordena el relato visual de Kena Lorenzini? Existen espacios marcados por ceremonias oficiales, eventos, centrales, desfiles, rostros de poder en el poder. Y allí, de modo rotundo, el despliegue (y el corte  recorte) de los uniformes muestra cómo protagoniza la escena el traje ostentoso que nombra el poder de todos los poderes: el ejército”.  

Lorenzini y Shuffer señalan que el primer año se juntaron con un scanner para ver mejor los negativos,  donde se podían mirar más claramente las imágenes. El archivo tenía muy pocas fotos copiadas en papel y a medida que iban escaneando las fotos Kena iba recordando el contexto en que habían sido tomadas ya que los sobres sólo  tenían información del año y una referencia básica. 

Cynthia, qué fue lo que te llamó la atención de las fotos de Kena cuando las empezaste a revisar?

– Para mí fue todo un descubrimiento, no sólo por lo especial que es empezar a abrir una bolsa llena de sobres con negativos sino  porque yo tenía una idea pre hecha del significado de los 90 por mis estudios de doctorado, pero cuando empecé a ver y observar los negativos me dí cuenta del valor histórico y relevante que tenían estas fotos y la importancia de darlas a conocer y publicarlas, no sólo por la admiración que le tenía al trabajo de la Kena como fotógrafa sino que también  por el contenido de las imágenes y la calidad de las fotos. A medida que las íbamos mirando, nos dábamos cuenta de los conflictos irresueltos que representaban durante el proceso de transición y fuimos dimensionando el valor de las fotografías guardadas.

Kena,  también fue una revelación para tí mirar las imágenes que no habías visto hace tiempo?

-Si. Habían pasado más de 25 años y al mirar los negativos después de tanto tiempo me iba acordando de lo que se vivía y cuándo y en qué contexto las había tomado. Para mí también fue una sorpresa porque no las había vuelto a ver. Fue un reencuentro conmigo como fotógrafa y de la experiencia vivida.   

Chynthia, y cómo fue para ti ver estas fotos guardadas?

-Además de un descubrimiento y de ir escuchando  a la Kena recordar, me pareció un material invaluable en la medida que iban apareciendo las imágenes.  Fueron tardes eternas sentadas mirando fotos e ir armando el relato político de ella que fue naciendo al calor de la conversación y de una mirada de ella muy personal. En la medida que íbamos avanzando el contenido se iba enriqueciendo. 

Pero mirar negativos no es lo mismo que ver las fotografías  impresas.

-Es que ahí decidimos hacer una selección e imprimir las fotos con las que se fue armando  un relato. Decidimos postular a un Fondart de investigación, que ganamos y sentamos con más  tiempo a planificar cómo trabajar el material para finalmente decidirnos a publicar un libro.  La construcción del libro la hicimos por etapas. Fueron muchas tardes de conversar las fotos y fuimos levantando contenido desde la construcción de las imágenes  y desde una óptica política. Un trabajo que realizamos entre las dos y con largas entrevistas que pautié con lo visto.  

Mi trabajo se facilitó porque la Kena tiene muy estructurado el discurso de reportera gráfica en dictadura y trasladamos esa vivencia a los que fueron estas fotos de los primeros años de la transición. Como tiene muy buena memoria facilitó mucho lo que ella vivió en su tiempo de reportera gráfica en dictadura para mi trabajo como investigadora y para traducir lo que ella me transmitía. Así nos fuimos trasladando a estos primeros años de los 90. Habían cosas que eran de la dictadura que se arrastraban hacia el discurso de la democracia.

Kena, cómo experimentaste el tránsito de ser reportera gráfica de medios contra la dictadura y trabajar desde lo oficial en el Ministerio Secretaría General de Gobierno?

-Por una parte sentí ese cambio pero por otra, no. De partida yo no me inscribí en los registros electorales. No voté por Aylwin y tenía algo de esa rabia que no me gustaba Aylwin. No estaba convencida que esa era la mejor alternativa. Tenía 30 años, no me gustaban los demócratas cristianos y no me convencía el pacto de la transición. 

Pero por qué decidiste entrar a trabajar al Gobierno si no votaste?

-Bueno me echaron también. Incluso le agradecí a Bernardita Aguirre, que era mi jefa cuando me llamó para informarme, porque yo ya sabía que iba a pasar. En realidad lo agradecí porque para mi era un problema, no quería estar ahí, estaba aburrida y angustiada. De hecho cuando me llamaron para trabajar en la Segegob tenía todo listo para  irme a Italia. Me había ganado una beca para un curso de especialidad en fotografía por tres meses. Decidí quedarme porque sentí en ese momento que quería estar en la reconstrucción del país. Además que por primera vez nos pagaban como a los periodistas. Era un trato más igualitario, porque hay una deuda con cómo se les paga a los fotógrafos que éramos los que sostenemos la información. 

Qué te pasaba cuando tenías que ir a cubrir a las autoridades en  los actos oficiales y te encontrabas con Pinochet?

-Primero empiezo a ver que se repiten las mismos personajes  y/o caras o personas que para mi eran totalmente desconocidos como Eugenio Tironi, a quienes jamás los vi durante la dictadura en la calle, que  era el jefe de la Secretaría de Comunicación y Cultura, donde yo trabajaba, debajo del Ministro Correa. 

Aylwin era un  presidentes con cierta sencillez, como la mayoría que asumió después. Ver a Pinochet sentado en el Senado y que algunos de los parlamentarios se le tiraran al cuello a saludarlo, fue muy violento, el contraste era muy fuerte. O cuando llegaba  con esos trajes llenos de charreteras, insignias y capas rodeado de siete guardias de civil y detrás de ellos una veintena de hombres con caras terroríficas. Lo violento era compartir con esas personas y lo extraño es que nunca en nuestro país hablamos de democracia tutelada y fueron 10 años hasta que se acabaron los senadores designados. Es lo que me pasa cuando hoy día el ex alcalde Labbé que fue elegido democráticamente o Jaime Guzmán, te cuestionas si ese tiempo fue una  democracia. Me pasa cuando dicen que fue un asesinato en democracia, me pregunto, era democracia? Y a pesar de todo esto pienso que este país es muy sano y poco vengativo. Piensa que sólo ha habido dos asesinatos de este tipo en democracia. Guzmán y otro militar que en este momento no me acuerdo. En otros países ha habido venganza después de períodos en el que han ocurrido asesinatos de lesa humanidad. Es más encuentro que los familiares de las víctimas ha habido mucha generosidad, como el caso de Parada, Guerrero y Nattino, en que en el juicio a los que participaron en este feroz crimen, los familiares no pidieron la pena de muerte para ellos. A mi me parece incluso que en este gobierno de Piñera se ha destapado y aumentado el pinochetismo y el negacionismo mientras la memoria ha disminuido.

¿Por qué crees que ha crecido el negacionismo y la falta de memoria respecto de los derechos humanos?

-Puede ser por muchas razones pero es nuestra responsabilidad mantenerla.  Por eso siento que tenemos que hacer estos libros y ser guardianas de la memoria para que las generaciones que vienen o, como la de la Cynthia,  tienen que seguir trabajando en estos temas. Hoy veo que a nadie le impacta que Patricio Melero, el senador que lleva 29 años en el Congreso, haya sido un delator, por ejemplo. O como el ex ministro de Pinochet, Cardemil, que es parte de este gobierno con un cargo inventado como seremi de haciendo en el Maule. Qué  decir de que Piñera este año haya relativizado el 11 de septiembre diciendo que cada uno puede tener su visión de ese día. Es que no hay dos visiones. Una puede tener sus valores y ética sobre las ideas pero no se pueden relativizar los derechos humanos. Pienso que nuestra democracia se parece más a la de los griegos en la cual era la élite era la que accedía a ella. Hoy cada vez vota menos gente y un grupo más pequeño tiene el poder en el mundo. 

Cynthia, tú perteneces a  una generación que nació en los últimos años de la dictadura, ¿cómo llegaste a esta investigación con las fotos recuperadas de Kena?

-Al menos mi generación en las clases de historia en el colegio sólo nos enseñaron hasta el gobierno de Jorge Alessandri. La dictadura no se estudiaba, por lo que  me formando una mirada positiva de la transición. En la medida que me fui informando me fue cambiando la mirada hacia el primer período de la democracia. Hoy tengo una perspectiva  más crítica. Pienso que ahora puedo visualizar mejor y ver que los 90 fueron aplastantes. Que en vez de que los ciudadanos empezaran a florecer y salir a ocupar lugares más públicos, a desarrollar su vida y retomar lo que había quedado coartado esto no pasó, además de que hubo un gran apagón cultural en ese período.  Eso no lo veía así, pero también porque creo nos vendieron pomadas como cuando apareció el canal Rock & Pop o los Carnavales Culturales, que los veo como una falsa participación y promesa de que nosotros éramos protagonistas de algo. 

Incluso pienso que durante la dictadura hubo mucha creación cultural, a pesar de las limitaciones y la censura. Hubo mucha creación artística y colectivos culturales organizados. Nos decían que no había pasado nada y que no había nada de qué hablar durante ese período. En estos primeros años de transición creo que se generó un gran vacío en el relato de lo ocurrido culturalmente en dictadura, incluso en términos académicos, los 90 fue una década bien muerta, de una participación cautelosa, de mucho miedo, incluso con la publicación del Informe Rettig no se vio mucha participación. Diría que en el 2000 con el informe Valech, aparecen más relatos como la película La ciudad de los fotógrafos.

¿En qué momento del contacto con las fotos de Kena y la investigación haces ese contrapunto?

-El contrapunto lo empecé a hacer desde antes ya que hace años que participo   en varias organizaciones de derechos humanos y en talleres de memoria. Esto me permitió  hacer una construcción política, pero creo que cuando se conmemoraron los 40 años del Golpe de Estado, empecé a tener una construcción académica. Con esa perspectiva crítica empecé a trabajar con la fotografía que me permitió cristalizar  un relato respecto al pasado reciente. La fotografía permite llegar de una forma cercana y certera a los relatos de memoria, además de cómo la fotografía levanta relatos y construye. 

Kena, ¿cómo dirías que fue haber sido reportera gráfica en los 80 y después en los  90?

-Lo puedo decir en una palabra: decepción total. Y aunque no tenía muchas expectativas porque no confiaba en las personas que lideraban, en términos personales fue  peor de lo que yo pensaba. Me hace acordar una frase que nos decía la Tati Penna que “siempre podía ser peor”. 

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