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Opinión

10 de Diciembre de 2019

Columna de Diego Morata: El derecho a respirar aire puro

Agencia Uno

"Como país aún estamos muy lejos de poder ver en Temuco, o en Coyhaique, días despejados en invierno con un cielo azul y un aire puro. Debemos prepararnos para un futuro mejor y es eso lo que los centros de investigación financiados por el Estado, como lo es el CEGA, debiesen potenciar", escribe Diego Morata.

Diego Morata
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Diego Morata, director Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes- CEGA- Universidad de Chile y académico Departamento de Geología.

La justicia está en el aire. O más bien, debería. Pese a que el derecho a un aire limpio ya es una garantía constitucional, es poco lo que hace el Estado para tutelar dicho derecho. Lo cierto es que mientras no existan políticas efectivas para disminuir el arraigado uso de la leña en nuestras ciudades del centro y sur del país, seguiremos respirando un aire contaminado que, día a día, nos va horadando la salud y calidad de vida. Soluciones limpias e innovadoras existen, pero necesitan del apoyo y planificación estatal para materializarse.

La Universidad, en su rol social, ya ha implementado algunas experiencias piloto para demostrar que en Chile es posible subir el estándar de vida con energía limpia y local.  Un estudio preliminar que estamos realizando desde el CEGA de la Universidad de Chile en la Región de La Araucanía, arroja resultados alarmantes: el aire de una sala de clases de una escuela en Curacautín, calefaccionada con leña, tiene concentraciones de material particulado con parámetros de emergencia ambiental. Esta situación es grave ya que la exposición durante un día completo a estos niveles es como si los estudiantes aspiraran una cajetilla de cigarros al mes. ¿Es justa esta situación? Debemos exigir una calidad ambiental que nos permita llevar una vida más saludable. Hasta ahora, la respuesta del Estado es cambiar las estufas de leña por otras de combustión lenta, gastar millones de pesos en dolencias de salud respiratoria y perder otros cuantos por ausentismo laboral asociado a enfermedades. Pero hay excepciones – como un proyecto financiado por el Ministerio de Energía para cambiar leña por calor de la Tierra en Curacautín –  y a la luz del nuevo país que aspiramos a construir, quisiéramos que se convirtieran en regla.  

Un nuevo sistema de calefacción en base al calor interno de la Tierra, la geotermia, será instalado en dicha escuela del sur que actualmente tiene pésimos índices de contaminación dentro del aula. La comunidad escolar va a experimentar un cambio mayor en sus vidas, al eliminar las estufas de calefacción a leña de las salas de clase, para que docentes y estudiantes gocen de aire limpio y una apropiada temperatura de confort. 

Pero este colegio es sólo un pequeño ejemplo de lo que la geotermia puede hacer para conseguir ese añorado derecho al aire limpio. Varias ciudades del mundo están cambiando sus sistemas de calefacción hacia lo que se conoce como calefacción distrital con geotermia. No lo voy a negar, son inversiones mayores que las que implican calefaccionar un colegio. Pero son soluciones definitivas para reducir las emisiones de CO2 relacionadas con la calefacción doméstica. La calefacción distrital es una solución sustentable a la que ya se han apuntado grandes ciudades de Europa, China o EEUU. Son proyectos en donde el Estado se hace parte y la ciudadanía y el medioambiente son los principales beneficiarios.

Como país aún estamos muy lejos de poder ver en Temuco, o en Coyhaique, días despejados en invierno con un cielo azul y un aire puro. Debemos prepararnos para un futuro mejor y es eso lo que los centros de investigación financiados por el Estado, como lo es el CEGA, debiesen potenciar. La calefacción mediante geotermia es una realidad que, con experiencias aún de pequeña envergadura, se va instalando en nuestro país. Un Estado que proteja y cuide de sus ciudadanos/as debiese apuntar hacia sistemas de calefacción distrital que mejoren la calidad de vida de los que habitamos en este país y nos garantice el derecho a vivir en paz y respirar aire puro.

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