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Opinión

7 de Febrero de 2020

La dictadura silenciosa

Agencia UNO

"La atomización del campo político de la izquierda deja libre al oficialismo, que se vuelca a reorganizar sus filas para construir el relato del nuevo NO; mientras tanto, lo hermanos Larraín se frotan las manos para hacer de este momento una película de multisala".

Manuel Labra y Javier Velasco
Manuel Labra y Javier Velasco
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Nuestro país transita un laberinto político que parece interminable. La reacción autoritaria del Gobierno ante el Estallido Social, sumado a las tensiones entre los actores político-sociales de la oposición, abren espacio a la subrepticia agenda dictatorial del Gobierno, mientras las demandas de la ciudadanía parecen enredarse entre el populismo penal del oficialismo y la radicalización de quienes se oponen, desde la extrema derecha y la izquierda, al plebiscito que pretende erradicar el legado institucional del régimen cívico-militar.

Al igual que en diversos rincones de Latinoamérica y el mundo, nuevas formas de autoritarismo despliegan una combinación de reformas que afectan la autodeterminación y los derechos fundamentales, instalando así, lentamente y por la vía legal, medidas de fuerza funcionales a la mantención del neoliberalismo, replicando un mecanismo que parece consolidarse en todo el planeta.

Créditos: Manuel Labra

La contingencia chilena, pone nuevamente en evidencia que en momentos de transformación política que ponen en riesgo las condiciones de reproducción del capitalismo, la elite multinacional redobla la apuesta autoritaria para garantizar y profundizar el alicaído régimen. Cuando creemos que el modelo muestra síntomas de desgaste y comienza a emerger el malestar organizado como antagonista, los defensores del sistema recurren una vez más a la violencia para asegurar la supervivencia del mismo, esta vez dentro de la estructura democrática -fallida, según nosotros, llevándonos lentamente hacia una post dictadura neoliberal.

En Chile, luego de más de 100 días de manifestaciones, con miles de detenidos y mutilados, el oficialismo se ha entregado al deseo libidinal del autoritarismo, avalando la brutalidad policial como principal herramienta para poner en jaque toda alternativa de salida de conflicto. Mientras se desestiman con indolencia los informes nacionales e internacionales que denuncian las reiteradas violaciones a los derechos humanos, el Gobierno anuncia proyectos destinados a contener por la violencia la manifestación legítima, como las leyes “anti saqueos” y “anti encapuchados”, y sobre todo, la de protección de “instalaciones estratégicas”, que permitirá, sin necesidad de la declaración del Estado de Excepción y bajo un régimen especial de responsabilidad, la salida de militares a las calles, institucionalizando su impunidad.

A la par, se profundiza la apuesta por modelar el futuro de la mano de la vuelta a la impunidad y la sumisión de las mayorías. El Intendente Guevara se defiende de su acusación acusando que la policía no depende del poder civil, del mismo modo que Marcela Cubillos insiste en no tener ningún rol en la PSU, usando al DEMRE como escudo, tal como Guevara lo hace con Carabineros. Insistiendo en esa línea, el MINEDUC anunció un proyecto para “evitar el adoctrinamiento en los colegios”, que se funda precisamente en asegurar que la disidencia política a la ideología y las prácticas del Gobierno sea erradicada de nuestras comunidades educativas. De esta forma, y viendo que la ciudadanía ha roto los márgenes del pacto transicional, el despliegue de herramientas de control comienza a poner el énfasis en asegurar condiciones para que el porvenir de la elite sea más normal que la vieja normalidad perdida.

Créditos: Manuel Labra

En medio de este escenario, actores históricos del pinochetismo y articuladores de la transición, como Andrés Allamand, tensionan el Acuerdo Constitucional lo suficiente como para poner en jaque la posibilidad de una nueva Constitución, realmente democrática, participativa y representativa de la diversidad de actores que se ha expresado en las movilizaciones. El pasado vuelve así para defender sus enclaves, avivando a las nuevas derechas, para subir la apuesta de rechazo a la nueva constitución, iniciando nuevamente una campaña del terror.

La atomización del campo político de la izquierda deja libre al oficialismo, que se vuelca a reorganizar sus filas para construir el relato del nuevo NO; mientras tanto, lo hermanos Larraín se frotan las manos para hacer de este momento una película de multisala.

¿En qué están las izquierdas? De un lado, las ansias devoradoras de quienes
pretenden obtener réditos individuales y eludir todos los costos, impide una articulación de todos los actores contrahegemónicos, mientras que del otro lado, la trayectoria de los operadores principales del pacto de la transición impide toda construcción de confianzas u horizonte común.

Experimentamos perplejos la instalación de una post dictadura silenciosa, bajo una democracia capturada, cuyos denominadores comunes con las dictaduras golpistas setenteras son la impunidad para quienes concentran el uso de la fuerza y la nula responsabilidad política de quienes la hacen ejercer. Al amparo de una parte de la clase política, servil a los intereses de la elite dominante, el neoliberalismo nuevamente reina donde impone la incertidumbre, y los actores políticos de oposición resultan incapaces de
resolverse a sí mismos, desperdigándose en coordinadoras y comandos con relatos peligrosamente similares, poniendo en riesgo un resultado que se auguraba histórico y sin capacidad de proponer una alternativa de conducción que detenga la caída del plebiscito en las encuestas pagadas por el empresariado.

Manuel Labra

Tenemos como desafío construir contenidos convocantes para la nueva constitución, y condiciones de legitimidad para el Nuevo Chile. Eso implica por cierto, superar los márgenes del acuerdo que tanto ha costado defender, y proponer formas de participación ciudadana que insumen a la asamblea constituyente, pero que sobre todo, permanezca más allá de esta coyuntura, siendo el corazón de una nueva sociedad altamente involucrada en sus procesos políticos, y una nueva izquierda a la altura del futuro que soñamos. Salir del laberinto requiere claridades políticas y sociales, ofreciendo con unidad una alternativa antineoliberal, comunitaria y democrática a esta post dictadura silenciosa, que asuma los costos de proponerse una victoria incómoda.

*Autores:

Manuel Labra, Cineasta, Director creativo de la fundación Saber Futuro
Javier Velasco, Abogado y Magíster en Derecho de la Universidad de Berkeley

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