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Entrevistas

21 de Abril de 2020

Karla Rubilar, vocera de gobierno: “Si me enfermara, me gustaría atenderme con el doctor Mañalich”

Pablo Sanhueza

No le preocupa su muerte. Ha estado dos veces a punto de perder la vida; la última vez la salvó el ministro de Salud. Sabe que vienen tiempos difíciles y si la crisis por el coronavirus se desbordara, no dudaría en dejar su cargo para ponerse el delantal blanco. Pero aún no se lo manifiesta al Presidente, porque dice que para eso primero tiene que contagiarse y quedar inmune. “Si me tuviera que enfermar, ojalá fuera pronto para poder estar en la etapa más dura” explica. Y agrega: “Me angustia si vamos a estar a la altura”.

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Termina el tercer viernes de abril y La Moneda está desierta. Detrás de las mascarillas cuesta reconocer los rostros de los pocos que todavía circulan por el Patio de Los Naranjos. La pandemia no sólo cambió los escenarios y la forma de relacionarnos, sino también cómo nos vemos. O cómo ya no nos vemos. Las distancias cobran un protagonismo poco propio de nuestra idiosincrasia. Incluso en los cumpleaños. Karla Rubilar, vocera de gobierno, cumple 43 años este viernes. Y la celebración ha sido inusual, sobre todo porque sus hijos -como una medida de seguridad sanitaria- se están quedando con su ex marido: “Me llamaron a las 12 de la noche para desearme feliz cumpleaños, pero no es lo mismo. Hay mucha gente que ha pasado sus fiestas especiales a distancia, pero con los hijos se resiente más… Tengo un sentimiento de culpa súper grande que no sé si se me va a pasar alguna vez”.   

Cuando se sienta en su sala de reuniones, la ministra reconoce que está cansada. Se le juntó la crisis social que comenzó en octubre con la pandemia que llegó a principios de marzo a Chile. Está consciente de que le queda un buen tiempo antes de poder bajar el ritmo de trabajo. El último mes confiesa que se le ha hecho eterno, sobre todo por la ausencia de sus hijos. Karla Rubilar habla con fuerza, pero su voz y su mirada bajan cuando toca los costos familiares de su carrera política. Pese a todo, está segura que llegó a hacer la vocería de La Moneda en el momento perfecto; “la vida me formó para este minuto”, dice.  Y aunque eso la alienta, la angustia la invade en lo profundo cuando mira hacia delante.

Karla Rubilar – Foto: Pablo Sanhueza

Entendiendo la tragedia de esta pandemia, ¿la ha visto como una posibilidad de posicionarse nuevamente como gobierno después de octubre?

-Hay varias cosas sobre esa reflexión. Nosotros nunca alcanzamos a salir de la crisis del 18 de octubre y entramos en el coronavirus. La crisis de octubre era muy profunda para el gobierno, con una muy mala evaluación y una crisis de desconfianza profunda; no solamente en nosotros, pero profundamente en nosotros porque estamos gobernando. Esa crisis justo llega cuando necesitamos enfrentar otra donde lo vital para salir adelante es la confianza. 

¿Y cree que la gente está confiando en las decisiones que están tomando?

-Es un desafío enorme que un gobierno con bajos niveles de confianza le diga a la gente qué tiene que hacer para enfrentar una crisis que se asocia a la muerte. No podemos tomar malas decisiones. No es lo mismo decir que como gobierno creemos que usted tiene que lavarse las manos, hacer aislamiento social, que si tomamos la decisión de no ir a cuarentena total es porque creemos que es lo que le va a salvar la vida; todo esto con un 40% de credibilidad. 

Cuesta confiar cuando hablamos de muerte.

-Estamos en una mejor posición porque hay más trabajo conjunto, pero también un tremendo desafío porque no alcanzamos a salir de esa crisis de desconfianza. 

A usted se le reconoció mucho políticamente haber estado en la calle para la crisis social. ¿Cree que buscaron su empatía para ser la voz de La Moneda? 

-Soy una convencida que cuando tienes emociones que rigen las crisis, no eres capaz de comunicar si no logras ponerte en los zapatos del otro. Puedes tener todos los conocimientos, la mayor capacidad técnica, pero si no eres capaz de ponerte un ratito en el lugar del que te está escuchando al otro lado, ese mensaje no va a llegar. Cuando le doy un consejo a alguien que va a comunicar, siempre les digo que piensen que le están hablando a alguien que quieren mucho y que quiere entender. 

“LA CRISIS DEL 18 DE OCTUBRE ES MÁS DURA”

¿Cuándo se planteó la idea de no seguir viviendo con sus hijos por la alta probabilidad de contagio que usted tiene? 

-El 16 de marzo, cuando tomamos la decisión de suspender clases porque íbamos a perder la trazabilidad; ahí dije: “Estamos hablando de palabras mayores”. Conversamos con mi ex marido y tomamos la determinación que se quedaran con él todo el tiempo que fuera necesario. Para ser bien honesta, yo pensaba que no iba a ser tan largo. Cumplí un mes sin ellos.

¿Y hay fecha para reencontrarse en medio de tanta incertidumbre?

-Esto lo representó bien el ministro Mañalich cuando dijo que él creía que se iba a contagiar. Él es una persona que no tiene bazo, su señora es trasplantada y obviamente está más expuesto que yo por su trabajo. Ahí uno se pregunta: cuánto se le quita a los hijos por las decisiones que uno toma. Post 18 de octubre tenía que ver con los ataques o críticas que me hacían y que podían repercutir sobre ellos. Hoy tiene que ver directamente con el riesgo que les puedo llevar si me contagio.  

¿Cuál sería su salida, entonces?

-Si uno pudiera asegurar que no le va a pasar nada más grave, algo que no se puede hacer, pensaría que ojalá me enfermara luego porque así tendría inmunidad y podría estar más cerca de mis hijos. Es duro porque, al final del día, la extensión del trabajo y el no poder verlos conjuga que uno sienta una carga mayor de la que ya tiene. 

Karla Rubilar – Foto: Pablo Sanhueza

¿La preparó la crisis social para enfrentar lo que estamos viviendo?

-Sigo pensando que la crisis del 18 de octubre es la más dura que me ha tocado enfrentar, más que esta. Porque fue una crisis que dividió Chile, quebró familias por diferentes miradas de lo que estábamos viviendo. 

“Sigo pensando que la crisis del 18 de octubre es la más dura que me ha tocado enfrentar, más que esta. Porque fue una crisis que dividió Chile, quebró familias por diferentes miradas de lo que estábamos viviendo”

¿Le pasó?

-No familiarmente, pero vi muchas peleas con amigos. Discusiones duras con amigos de toda la vida, mucha soberbia, totalitarismo con tener la razón y la verdad. Fue muy difícil porque fue una crisis que dividió el país. 

También era una oportunidad…

-Y siempre lo digo: era una oportunidad para construir un Chile mejor. Siempre lo creí, a pesar de los hechos de violencia, a pesar de la polarización, yo era una convencida que en algún minuto íbamos a salir fortalecidos de eso. Ahora esta crisis es súper dura, es mundial por lo que poca ayuda podemos pedirle al país de al lado. 

“Si uno pudiera asegurar que no le va a pasar nada más grave, algo que no se puede hacer, pensaría que ojalá me enfermara luego porque así tendría inmunidad y podría estar más cerca de mis hijos”

“MÁS IMPORTANTE QUE DÓNDE, ES CON QUIÉN”

¿Reconoce una tensión que no cede entre el gobierno y los alcaldes?

-Por supuesto que sí, qué duda cabe. Ellos representan la realidad en carne propia, lo viven todos los días. Cuando nosotros tomamos decisiones desde La Moneda que no necesariamente están tan bien explicadas en el por qué se toman, por ejemplo lo que ha pasado con las cuarentenas estratégicas, o con los números en los informes epidemiológicos que no tienen que ser entendidos por todos, claro que se genera una tensión. 

Y los alcaldes están presionados en la calle, todos los días. 

-Los alcaldes sienten la presión de sus vecinos y vecinas para protegerlos y hoy se asocia mucho más seguridad con la cuarentena total o con apagar comunas completas por protección. Si nosotros no somos capaces de explicar que tomamos medidas por ciertos motivos y que son para cuidarnos, por supuesto que se genera una tensión. 

Karla Rubilar – Foto: Pablo Sanhueza

El Presidente le pide a usted mediar con ellos…

-Yo le agradezco que me haya solicitado ayuda en ese aspecto, si bien ése no es mi trabajo propiamente tal, que está más asociado a otras autoridades. Es vital poder hacer un link con los alcaldes, es básico para enfrentar esta pandemia que nos coordinemos bien con ellos que están todos los días en los territorios y que además tienen un nivel de confianza que probablemente es mayor que el que nosotros tenemos. Reconocemos con humildad que ellos son grandes interlocutores. 

Usted es cercana al ministro Mañalich, ¿le ha pedido que sea más claro en la información con los alcaldes para bajar el fuego cruzado?

-El ministro tiene grandes virtudes: es muy capaz técnicamente, tiene una mente fría y unos pies de plomo para llevar esta pandemia que son vitales. No podemos salirnos del foco porque estamos hablando de la vida de la gente, hay que tener una suerte de claridad mental sin desviarse del camino, y eso puede interpretarse como falta de empatía, falta de tiempo de explicar; y yo creo que lo que ha ido pasando es que hemos ido supliendo esa parte del ministro, que puede faltarle, a través de la subsecretaria Daza que tiene habilidades blandas mayor que el ministro, sin lugar a dudas. 

Lo han tenido que complementar

-Estamos haciendo un equipo que en la suma logra, con algunas dificultades a ratos no lo puedo negar, suplir esta forma de ser del ministro. Pero, insisto, ninguno de nosotros tiene todas las habilidades. Él tiene habilidades para comandar esta emergencia como creo que ningún otro ministro habría tenido y eso puede transmitir certezas en que las decisiones que estamos tomando en materia sanitaria son las correctas.

“Hay que tener una suerte de claridad mental sin desviarse del camino, y eso puede interpretarse como falta de empatía, falta de tiempo de explicar; y creo que lo que ha ido pasando es que hemos ido supliendo esa parte del ministro (Mañalich), que puede faltarle, a través de la subsecretaria Daza que tiene habilidades blandas mayores que el ministro”

¿Ha pensado dónde se atendería usted si se enfermara?

-Más importante que dónde es con quién. Si me enfermara, me gustaría atenderme donde estuviera el doctor Mañalich, porque ya me salvó la vida una vez. 

¿Le tiene confianza a la salud pública con esta pandemia?

-Le tengo mucha confianza. Tenemos grandes profesionales, mi papá fue cirujano durante 45 años en el (hospital) San Borja Arriarán, en algún momento me hice una cirugía ahí y la verdad es que tengo la mejor impresión de los establecimientos públicos de salud. Me gusta más pensar que, como estamos en un sistema de salud integrado, una persona Fonasa A que requiera un ventilador de alta complejidad se va a poder atender en una clínica de ser necesario. 

Cuando la epidemia llegue a su peak, ¿se ha planteado dejar el cargo de vocera y pasar a la primera línea?

-Sí. Sin que se malinterprete, si me tuviera que enfermar ojalá fuera pronto para tener inmunidad y de ser necesario poder atender en la etapa más dura. Es cierto que no soy intensivista y me tendría que capacitar, pero hay un montón de cosas que puedo hacer: desde orientar, contestar el teléfono, separar una enfermedad que no tenga sintomatología de coronavirus, hacer triage, incluso organizar la logística. 

¿Lo ha conversado con el Presidente?

-No lo he hablado directamente con él, pero lo tengo desde el primer momento en mi cabeza y lo conversé con mi equipo. 

“ESTE ESCENARIO PARECE SER LA TORMENTA PERFECTA”

Esta crisis cambia todas las prioridades económicas ¿Cómo se puede materializar la Agenda Social?

-Estamos en crisis sobre crisis, que además es una crisis mundial. Y cuando es mundial ya no puedes pedirle ayuda a nadie, tienes que pararte solo. Se junta el miedo de la gente, legítimo, real, con una enfermedad que todavía no pasa su peak y que todavía no sabemos cómo se va a comportar. Además, se viene el invierno con sus enfermedades respiratorias, hay una enorme cantidad de cartas de despido que han sido informadas, muchas empresas que se están acogiendo a la Ley de Protección del Empleo. Y a todo eso súmele el miedo a la muerte. Este escenario parece ser la tormenta perfecta y si hacemos las cosas mal, esto se puede transformar en algo permanente y eso no resiste. 

Bajar las expectativas con la Agenda Social ya se asoma en el discurso.  

-Esa población objetivo que teníamos en la primera Agenda Social hoy se nos multiplicó inciertamente por una cantidad mucho mayor. ¿Cómo hacemos para que alcance para todo el mundo? ¿Cómo priorizamos? ¿Por quiénes empezamos? Esa es la discusión que vamos a tener. 

¿Cuál es la estrategia para que no se sume un segundo estallido social?

-Ese es el riesgo más grande. Tenemos que tomar las medidas para proteger la salud y, a la vez, permitir que no caigamos en una profunda recesión por tomar malas decisiones. Por eso el Presidente está haciendo estos esfuerzos del primer, segundo y tercer paquete económico para que resistamos lo más posible y no tengamos un segundo estallido social. 

“Esa población objetivo que teníamos en la primera Agenda Social hoy se nos multiplicó inciertamente por una cantidad mucho mayor. ¿Cómo hacemos para que alcance para todo el mundo? ¿Cómo priorizamos? ¿Por quiénes empezamos? Esa es la discusión que vamos a tener”

Un segundo estallido parece algo latente, pero incierto por la pandemia.

-Caer en un segundo estallido social podría ser un golpe fatal para el país completo, sobre todo para quienes están intentando pararse del suelo de estos momentos duros, como los pequeños emprendedores. Un ejemplo es lo que pasa con la Fuente Alemana que se vio muy afectada con lo de octubre y ahora con la pandemia.

Si se quiere evitar un segundo estallido, la foto del Presidente en la Plaza Italia no suma para bajar la tensión.

-Uno ve al Presidente haciendo un esfuerzo tremendo en el 18 de octubre, que quizás no fue reconocido por la ciudadanía. Es un Presidente muy de crisis, muy de comandar estas situaciones y finalmente enfrentarlo a lo que pasa en la Plaza Italia es hacerlo enfrentarse a sí mismo. Él reconoce que se equivocó. Muchos toman a la ligera lo que dijo, pero no sé cuántos líderes serían capaces de decir: si pudiera volver el tiempo atrás, no lo haría. 

“Caer en un segundo estallido social podría ser un golpe fatal para el país completo, sobre todo para quienes están intentando pararse del suelo de estos momentos duros, como los pequeños emprendedores”

¿Qué lo lleva cometer un error así?

-Lo he conversado con él. Me dijo: me pasó algo, me bajé, quise estar ahí, pero también reconozco que lo que se generó no era lo que quería. Asume que cuando se desvía el foco, finalmente uno no lo hizo tan bien. Quiero rescatar de su frase “si pudiera volver atrás no lo volvería a hacer” una humildad que no se ve en líderes de otros países. Mucha gente no se lo valora pero yo sí, porque sé que no es fácil reconocerlo. No es el mismo Presidente desde el 18 de octubre. 

¿En qué lo nota?

-Uno no cambia su esencia, pero él escucha más, entiende más, puede reconocer cuando cometió un error y lo expresa. Ojalá algún día cuando pase esto, cuando estemos menos polarizados, se le reconozca. Creo que el paso del tiempo va a ser más benevolente con él. 

“Uno no cambia su esencia, pero (el Presidente) escucha más, entiende más, puede reconocer cuando cometió un error y lo expresa. Ojalá algún día cuando pase esto, cuando estemos menos polarizados, se le reconozca. Creo que el paso del tiempo va a ser más benevolente con él”

“ME ANGUSTIA SI VAMOS A ESTAR A LA ALTURA”

¿Por dónde la ataca la incertidumbre?

-Estar en el gobierno es un privilegio, porque es un lugar donde se puede mover un poquito la aguja. Eso me genera una angustia grande de si vamos a estar a la altura de las circunstancias. No sabemos lo que viene, no sabemos qué capacidad vamos a tener de responder a las expectativas ciudadanas. Y hay que entender que a veces uno no está a la altura no porque no quiera, sino que la ola es superior a las capacidades. Vamos a estar en un límite tal que a mí me angustia.

Lo vamos a pasar mal

-Yo creo que lo vamos a pasar mal, hay gente que lo va a pasar muy mal y me angustia no saber si vamos a tener mucha burocracia para poder responderles, si vamos a llegar a tiempo, si vamos a tener las herramientas, si van a estar los recursos, si vamos a dar abasto o no. Y yo voy a estar ahí, no lo voy a estar viendo por televisión. 

¿Esa angustia es mayor que la de pensar en su propia muerte?

-No quiero ser indolente o soberbia, porque entiendo a los que pueden tener mucho miedo a enfermar y morir, pero hoy no es mi preocupación. Quizás porque he tenido experiencias cercanas a la muerte anteriores y entiendo que cuando me tenga que llegar el minuto, me va a llegar. 

En estos días, ¿dónde encuentras espacios de felicidad?

-Cuesta mucho encontrar esos espacios. Me hace feliz llegar a mi casa, sentarme a conversar con Christian (Pino, su pareja), a los niños no los he visto y no quiero ni pensar en el día que los vuelva a ver porque va a ser similar a cuando los volví a ver después de haber estado grave. Hoy me hacen feliz cosas muy simples, sentarme, conversar, reírnos de tonteras, ver una película. Cosas que antes daban lo mismo, hoy son súper valoradas. Ansío con ganas volver a ver a mi mamá de nuevo, que me abrace. Extraño correr, una cuestión súper sencilla. 

“Estar en el gobierno es un privilegio, porque es un lugar donde se puede mover un poquito la aguja. Eso me genera una angustia grande de si vamos a estar a la altura de las circunstancias”

¿Ha llorado estas semanas?

-Sí, por los niños. Hay noches que voy a la pieza, miro sus cosas y se me caen las lágrimas. Ayer me llamaron a las 12 de la noche para saludarme por el cumpleaños y cuando corté… lágrimas. 

¿Hubiera aceptado el cargo de vocera si hubiera sabido de esta segunda crisis?

-Cuando llegué el 28 de octubre sabía a lo que venía y me dijeron que era un suicidio político. Ser vocera médico en la pandemia más grande de los últimos cien años no parece casualidad. Cuando uno piensa que va a morir no escucha mucho, lo único que quieres es estar con los que quieres, no perder tiempo en tonteras, te cambia la vida. Hubiera aceptado el cargo igual; y si hubiera sabido lo del coronavirus lo habría hecho con más convicción porque la vida me formó para este minuto. 

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