Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

5 de Junio de 2020

Columna de Cristian Arcos: Éramos tan felices y lo sabíamos

Cristián Arcos
Cristián Arcos
Por

Teníamos 10 años menos en el 2010. El año del terremoto y el tsunami. El año en que comenzó el primer Gobierno de Sebastián Piñera. El año del Bicentenario. El año del rescate de los 33 mineros, sepultados vivos, tras el derrumbe de la mina San José.

El 2010 fue, también, el año del Mundial de Sudáfrica. El año de Marcelo Bielsa.

El paso del tiempo calibra las acciones y los hechos. Los instala en su sitio justo en la historia. Sin exclamaciones desmedidas ni profundas depresiones. La recompensa suele estar en el camino, mucho más que en la meta final. A una década de esa Copa del Mundo podríamos decir que el tránsito de Marcelo Bielsa al frente de la Roja fue más importante que los resultados. El cambio se dio en la actitud, en la cultura, en la confianza y en la autoestima, más que en la estadística. A la distancia podemos apreciar que fue un período en que empezamos a ver en la cancha lo que queríamos ser. Cambiamos todos. Cambiaron los jugadores, los hinchas, los medios. Cambió el discurso. Tuvimos menos miedo. O quizás lo escondimos mejor.

“A la distancia podemos apreciar que fue un período en que empezamos a ver en la cancha lo que queríamos ser. Cambiamos todos. Cambiaron los jugadores, los hinchas, los medios. Cambió el discurso. Tuvimos menos miedo. O quizás lo escondimos mejor”.

Para el 2010 jugar un Mundial seguía siendo una excepción. Chile no clasificaba a una cita planetaria desde 1998, el equipo de Iván Zamorano y Marcelo Salas. Vimos pasar Japón-Corea el 2002 y Alemania 2006 sin estar ni cerca de clasificar. La primera brisa de frescura fue el Mundial Juvenil del 2007. El equipo de José Sulantay terminó tercero en Canadá, jugando realmente bien, con nombres que postulaban a ser la generación de recambio que tanto estábamos esperando: Sánchez, Vidal, Medel, Isla. Ese es un factor clave. Para dar el salto, se necesitaban buenos futbolistas y Chile los tenía. Había que saber guiarlos.

Ahí está el gran aporte de Marcelo Bielsa, quien asumió la dirección técnica de Chile en agosto del 2007. Entender que podía extraer el mejor desempeño posible a un grupo de jugadores con capacidades sobresalientes. Lo de Bielsa no es sólo un método, fue también el momento oportuno. Toma el control del equipo cuando la carrera de estos jugadores se está construyendo. El rosarino fue esencial para dar ese salto de calidad que se percibió en sus carreras particulares. Porque Alexis fue estrella de Italia, jugó en el Barcelona y fue ídolo en la Premier League. Porque Vidal jugó en los mejores equipos del mundo. Porque Medel fue titular en Italia por casi una década. Porque Isla nunca ha jugado en Chile, toda su carrera la hizo en el exterior.

Bielsa supo sumar a los que ya estaban asomando. Bravo, Suazo, Beasejour, González, Valdivia, Fernández, Jara. Y agregó actores de reparto, no menos importantes, que lucían como obreros en un equipo de estrellas: Ponce, Carmona, Fuentes, Orellana.

La estadística indica que en el Mundial de Sudáfrica la selección chilena accedió a los octavos de final, perdiendo ampliamente con Brasil. La misma fase a la que llegamos desde 1962 a la fecha. No se avanzó más en cuanto a las cifras. Pero, evidentemente, fue piedra angular en los éxitos que se consiguieron después. No se comprende las dos Copa América ganadas sin la previa participación del entrenador argentino.

En este recorrido pretendemos mostrar las luces y sombras de un proceso que nos tuvo, hace diez años, pendientes de un equipo que jugaba un Mundial al otro lado del mundo. Los referentes conocidos y desconocidos de esa plantilla. La dimensión ajena al campo de juego. Lo que se vio y lo que no se vio de un plantel que el tiempo supo ubicar en un sitio destacado y de permanente referencia. 

Bielsa pierde a menudo. Él mismo se considera un especialista en fracasos.  Ha perdido mucho más de lo que ha ganado. Sin embargo, es un técnico referencial, seguido por otros entrenadores a lo largo del planeta. ¿Por qué? Porque su fútbol hechiza, su método asombra, distingue el potencial, sigue tratando con respeto a la pelota. En estos tiempos ser consecuente es señal de rebeldía. Y el rosarino lo es, aunque esa consecuencia le cueste una derrota, un título o una corona. Un Loco. Un Quijote. 

Marcelo Bielsa no ganó nada en Chile, pero ganamos todos. Incluso él. 


Notas relacionadas

Deja tu comentario