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17 de Junio de 2020

Juan Carlos Lagos, tens Hospital El Carmen: “Necesitamos más consciencia y menos aplausos”

Dice que estos meses han sido los más extremos en sus años de carrera. “Es agotador física y mentalmente”, comenta. Explica que han tenido capacitaciones en uso de ventiladores mecánicos y que se está contratando personal nuevo. “Nunca fue que estuviéramos preparados desde enero”.

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Juan Carlos Lagos Luna está por cumplir 44 años y se desempeña como asistente de pabellón en el Hospital El Carmen de Maipú. Con más de dos décadas trabajando en la salud, este último trimestre ha vivido la parte más extrema de su carrera: “Lo más difícil es ver sufrir a los pacientes Covid, explicarles que los vas a intubar, ver que les está costado respirar”, cuenta desde su hogar en San Bernardo.

“Lo más difícil es ver sufrir a los pacientes Covid, explicarles que los vas a intubar, ver que les está costado respirar”

“Ha sido un giro en 180 grados. Siempre hacemos en pabellón cirugías de alta complejidad, pero después se vuelve una rutina. Con la pandemia es algo que nadie había vivido”. Dice que cada noche le cuesta dormir. Termina cerrando los ojos a las dos de la madrugada, preocupado porque sus tres hijos estén bien. Las aprehensiones en tiempos de Coronavirus se expanden tanto como el número de enfermos. 

Juan Carlos trabaja hace un año en este hospital de Maipú en jornadas de 24 horas, a las que siguen tres días libres. “Es agotador física y mentalmente”, confiesa. “Nos hicieron capacitaciones en el uso de los respiradores, pero no creo que hayan sido tan efectivas porque están contratando personal nuevo y tirarlos a la rápida a los leones no creo que sea muy efectivo. Nunca fue que estuviéramos preparados desde enero”. 

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Al hablar de su trabajo como tens –técnico de enfermería de nivel superior-, Juan Carlos repite una palabra: pasión. Sin embargo, a sus 14 años, odiaba los hospitales: “Mi mamá falleció en uno siendo yo joven y la vi sufrir tres meses. Todos los días después del colegio nos íbamos con mi hermano a verla al hospital, viajábamos en micro una hora desde Lota hasta Concepción. Los hospitales no eran una cosa agradable para mí”.

“Nos hicieron capacitaciones en el uso de los respiradores, pero no creo que hayan sido tan efectivas porque están contratando personal nuevo y tirarlos a la rápida a los leones no creo que sea muy efectivo. Nunca fue que estuviéramos preparados desde enero”

No cuenta cómo fue que volvió a un hospital, esta vez para ser parte de su personal. Son las cosas del destino, dice. “Me enamoré de la profesión y de poder ayudar a salvar la vida de una persona. Eso es gratificante. Es como una especie de reconciliación con los recuerdos de mi madre, puede ser eso”. 

Juan Carlos habla que los sueldos de los técnicos son muy bajos, alrededor de los 400 mil pesos, y que las clínicas privadas pagan un poco más. Dice que deben hacer horas extras para elevar la plata mensual. Es un esfuerzo que se compensa con la vocación. “Ayer mis compañeras decían que podrían pedir licencia, pero no lo hacen porque se sienten parte importante del equipo. Si yo fallo, voy hacer que otro compañero que esté descansando tenga que cubrir. Es una cosa de responsabilidad”, sentencia.

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“Yo creo que no le tomamos el peso realmente a la pandemia. Vemos la cantidad de muertos que hay y se van a seguir sumando. Le tomamos ahora más el peso, por lo menos en el área de salud, pero la gente todavía no ve lo que está sucediendo. Uno siempre tiene que aprender, pero de esta pandemia no conocemos nada, el desconocimiento es lo que te lleva a los errores”, cuenta. 

“Ayer mis compañeras decían que podrían pedir licencia, pero no lo hacen porque se sienten parte importante del equipo. Si yo fallo, voy hacer que otro compañero que esté descansando tenga que cubrir. Es una cosa de responsabilidad”

El miedo a contagiarse es evidente entre los colegas de hospital y esa necesidad de estar sanos y operativos los ha motivado a comprar elementos adicionales de seguridad a los que ya otorga el recinto de salud. Juan Carlos adquirió una máscara extra, una full face, que “da mayor protección de la vía aérea y la mucosa ocular, es una pantalla entera que te protege de la boca a la frente. Me costó 120 mil pesos. Hay gente que lucra con esto”.

Bajo dicha contingencia, a Juan Carlos le toca trabajar en dos pabellones con cuatro pacientes contagiados, que están siempre intubados. Hay once pabellones en total en el hospital El Carmen, y el profesional cree que los terminarán usando todos con enfermos de Covid. “Quedará alguno para emergencias y todas las máquinas de anestesia serán usadas para pacientes intubados. Esa es nuestra realidad y pienso que va a seguir aumentando, esto está recién partiendo”. 

Siente que el coronavirus llegó a develar profundas falencias que el sistema de salud ha tenido por años. “Las autoridades no le tomaron el peso a la pandemia, creyendo que no nos iba a afectar tanto, dijeron que íbamos a estar preparados para todo y no era tan así”. 

“Las autoridades no le tomaron el peso a la pandemia, creyendo que no nos iba a afectar tanto, dijeron que íbamos a estar preparados para todo y no era tan así”

Creyente en un Dios poderoso y cristiano al que pide ayuda y misericordia, Juan Carlos cuenta que nunca vivió una situación así. Ni para los terremotos o con el H1N1. Sus palabras son elocuentes. “Es algo que no se puede imaginar. Yo creo que la cantidad de fallecidos será bastante y la gente no le está tomando el peso hasta que te toca… Necesitamos más consciencia y menos aplausos”.

Este texto es parte de la serie “Invisibles, pero fundamentales”. Puedes revisar el resto de los capítulos AQUÍ.

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