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Coronavirus

23 de Junio de 2020

Dr. Yuc Ramón Kong: “Lo más duro de la pandemia es que una persona termina muriendo sola y se pudo haber evitado”

Foto: Instagram

El dr. Yuc Ramón Kong es parte de ese ramillete de médicos que se ha posicionado en los matinales para explicar los complejos conceptos de la pandemia. Sin embargo, en una de sus últimas apariciones no tuvo problemas en encarar a los políticos que se pasean por televisión. En diálogo con The Clinic, este emergenciólogo profundiza sobre las desigualdades en el sistema de salud, cuestiona el papel que han cumplido las autoridades para controlar el virus y reflexiona sobre el constante contacto del personal de salud con la muerte y el sufrimiento humano.

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Incomodidad se puede leer en el rostro de Julio César Rodríguez, cuando el médico que había sido invitado al matinal le pide “un minuto para analizar lo que pasó hoy día en tu programa”. Sin perder la calma en ningún instante, el dr. Yuc Ramón Kong, emergenciólogo de la U. de Chile, cuestionó sin tapujos a los políticos que lo antecedieron en el programa.

Esa mañana, Chile se instalaba entre los 10 países con más casos confirmados de coronavirus en el mundo. Se había planteado la idea de decretar una hibernación en Santiago y se allanaba el camino para que el Ministerio de Salud expusiera nuevas cifras en el conteo de fallecidos asociados al Covid-19, las que, por muy duras que fueran, iban a permitir medir la verdadera magnitud de la pandemia.

Los días del dr. Kong giran entre reuniones, entrevistas y turnos en el Hospital Clínico de la U. de Chile. En su cuenta de Twitter, asegura que está “en la lona”. Le tocó turno de noche, en la mañana protagonizó un live por la página de Facebook de su casa de estudios y tiene que ir a comprar parafina para su estufa. Aún así se da el tiempo para conversar con The Clinic sobre el actual momento de la crisis sanitaria.

Una de las cifras más crudas que ha dejado esta pandemia es que las muertes se concentran en las comunas de menores ingresos. ¿Esto es algo que se podía prever en Chile?

– Esto era algo que se preveía. Tuvimos la ventaja de comenzar esta pandemia semanas después de lo que estaba sucediendo en Europa y en China. Entendiendo nuestra estructura social y de qué manera habitamos las ciudades, sabíamos que los lugares con mayor hacinamiento, donde hay menor capacidad de distanciamiento, y entendiendo la realidad de que hay dos, tres o cuatro familias viviendo de allegados en una casa, en el momento en que el virus llegara a estas poblaciones íbamos a tener muchos infectados. Hemos visto que se han presentado familias completas enfermas a nuestros hospitales. Hemos tenido papás, mamás, hijos fallecidos. Es muy difícil decir que esto no lo sabíamos, porque sí lo sabíamos.

Lo otro son los factores de enfermedades previas. La obesidad, los hábitos sedentarios, las enfermedades cardiovasculares de base, la hipertensión y la diabetes. Son factores que llevan a tener un desenlace peor de la enfermedad, por lo tanto, se sabía que iba a ser una catástrofe. Se vivió en Perú y en Ecuador. Lamentablemente, esta enfermedad no respeta ninguna diferencia social en términos de contagio, pero hay un ensañamiento y afecta más gravemente a las personas de menores recursos.

“Uno estudia para ser médico, no para ser un verdugo” fue una de las frases que dijo el dr. Kong en otro matinal. Foto: Mega

El ministro Paris hablaba de la morbilidad de los pacientes como uno de los factores más determinantes, pero casualmente coincide con las comunas más pobres. También dijo que no hay diferencias entre el sistema público y privado ¿Crees que la morbilidad en algunos sectores de la población es producto de la desigualdad en salud, que es algo que se va acumulando con los años?

– Efectivamente. Hay determinantes sociales que son inequívocos que, cuando se conocen, se puede tener una perspectiva más amplia en el tiempo. Si nos situamos hoy en la pandemia, y decimos que tenemos un sistema integrado público-privado, que da atención a pacientes de Fonasa e Isapres, podemos decir ‘mira, hay igualdad de condiciones’. Pero resulta que cuando iniciaste el punto de partida, el paciente que viene de lugares con recursos más escasos viene mucho más atrás. Ha tenido una mala alimentación y una mayor sumatoria de patologías prevenibles, como la hipertensión, la diabetes, el sedentarismo, la obesidad. A todo eso no se le ha hecho frente.

No se puede optimizar una vida saludable cuando no se tienen los recursos necesarios para comer bien, para vivir bien, cuando no se tiene tiempo para hacer deporte, tiempo para el autocuidado. Hay vecinas que se gastan todo el día en trabajar para poder parar la olla. Tenemos jóvenes tienen que abandonar los estudios superiores para ayudar a parar la olla. Entonces, si ese es el escenario, donde todos tus esfuerzos personales tienen como fin un ingreso mínimo, eso es sobrevivir, no es vivir saludablemente. Si sumamos eso en el tiempo y llegamos a esta pandemia, esa persona, comparada con otra que ha tenido tiempo, dinero, espacio y recursos, no va a enfrentar de la misma manera la enfermedad.

“Esta enfermedad no respeta ninguna diferencia social en términos de contagio, pero hay un ensañamiento y afecta más gravemente a las personas de menos recursos”.

Se ha repetido mucho la frase de que ningún país estaba preparado para una pandemia de esta magnitud. Pero en el caso particular de Chile hemos visto que se repiten situaciones de otros inviernos: la inundación del Félix Bulnes, el anegamiento de las carpas del San José, etc. Si hubiera que encontrar algún concepto para definir qué tan preparados estábamos ¿Cuál sería ese concepto?

– Cuando uno llega a una respuesta binaria y se dice que ningún país estaba preparado, es limitar la respuesta. La diferencia está en cuán preparados estábamos. Nosotros somos un país que enfrenta catástrofes naturales y crisis de manera periódica. Por lo tanto, de alguna manera u otra, sabíamos montar hospitales de campaña, aumentar dotaciones, son cosas que veníamos desarrollando hace varios años. En términos de preparación logística, se pudo haber tenido y utilizado. El hecho es que no se plasmó desde el primer minuto porque no hubo la sensación de urgencia que necesitábamos.

Si me preguntas si el sistema sanitario público estaba preparado, absolutamente no. Porque venía con déficit de años y décadas. Si vamos solamente al año pasado, en septiembre muchos hospitales ya no tenían recursos. La asignación anual ya se había acabado. En la Región Metropolitana, los hospitales bases le pedían al ministro que inyectara más recursos para comprar insumos básicos. Si vemos eso en el tiempo, tienes todas estas falencias que se han arrastrado por años y décadas. Finalmente tienes un sistema sanitario público que está muy desprotegido, que no es robusto, y cuando echaste mano a las clínicas pudiste hacer un frente mayor, porque ahí están todos los recursos.

Recordemos que el 80% de la población es Fonasa y se atiende en hospitales públicos. Por lo tanto, ese porcentaje tenía un escenario lejano a ser óptimo. Esto es como partir el mes teniendo deuda. Partimos en déficit. Si ya tenías una deuda gigantesca para satisfacer a los usuarios, le sumaste la pandemia, y todo se fue a pique. Esa es la realidad. No así con los profesionales, que por suerte, con capital personal y esfuerzo de cada uno, tenemos especialistas médicos de alto nivel. Como bien sabemos, la educación pública aquí no es gratuita ni de pago indirecto. Tener una alta medicina en los distintos estamentos es una gran ventaja, pero el sistema como tal, no estaba como se necesitaba.

“No se puede optimizar una vida saludable cuando no se tienen los recursos necesarios para comer bien, para vivir bien, cuando no se tiene tiempo para hacer deporte, tiempo para el autocuidado. Hay vecinas que se gastan todo el día en trabajar para poder parar la olla. Si ese es el escenario, eso es sobrevivir, no es vivir saludablemente”.

LAS AUTORIDADES VS LOS IRRESPONSABLES

El ministro Paris señaló que la principal falla de la estrategia sanitaria es la “disciplina social”. Sin embargo, el informe de Espacio Público dice textualmente que “la gente irresponsable” no es el motivo de los altos niveles de movilidad, al menos en la RM. ¿Cuál crees tú que es la principal falla?

– Basta con escuchar a las propias autoridades de Gobierno. El ministro de Economía planteó que los 2.3 millones de personas que siguen trabajando en la región no debían detenerse y que tiene relación con 170 mil empresas que tienen que seguir funcionando. Si me dices que hay 50 o 100 personas que actúan de manera irresponsable y salen en los medios de comunicación, y lo comparas con 2.3 millones de personas que tienen que salir a trabajar, obviamente no hay punto de comparación en términos de magnitud. Atribuir toda la responsabilidad a los irresponsables no es un acto justo ni correcto para poder dimensionar el problema.

Sí tenemos irresponsables, los tenemos. Pero tampoco tenemos una estructura que permita quedarte en tu casa. Para cumplir una cuarentena efectiva, es necesario pagarle a las personas, que puedan solventar sus costos fijos mensuales para que no tenga que salir a buscar el dinero a la calle. Esto no sólo es alimentación, techo y cama. Una familia de clase trabajadora o de clase media tiene que pagar un arriendo, si viven en departamento pagan gastos comunes, si se estudió pagan un crédito universitario, probablemente para solventar todo esto pidieron un crédito de consumo. Todo esto es mucha plata. Si te aplicaron la Ley de Protección al Empleo, que protege fundamentalmente al empleador y te deja sin ingresos, tampoco cae el Ingreso Familiar de Emergencia. Ese tremendo estrato está sumamente desprotegido y tiene que, de alguna manera u otra, subsistir.

Por lo tanto, si no puedes sacar ese estrato de la ecuación para dejar sólo el foco en los irresponsables, no puedes hacer un juicio de esa naturaleza. Lo que Argentina hizo fue sacar todo de la ecuación y mantener a toda la población tranquila con lo necesario en sus casas, y ahí hubo una fuerte recriminación a los irresponsables. Pero esa no es la situación de Chile. No hemos logrado dar abasto ni solucionar el problema de mantener a la gente en sus casas, y ese es fundamentalmente la razón por la que nos ha ido tan mal en esta pandemia.

En un contacto en vivo con CHV, el dr. Kong encaró duramente a quienes no respetan la cuarentena “porque se aburren”. “¡Abúrrete cuando no te entre el aire! Ahí te vas a acordar lo que es respirar libremente. Nosotros tenemos pacientes que se están ahogando”, dijo.

¿Te parece suficiente el monto del Ingreso Familiar de Emergencia?

Hay que partir señalando que el IFE en un comienzo era de 65 mil pesos. Hoy día se ha argumentado, en un acto legislativo que ha tomado muchísimas semanas, no con la urgencia que necesitamos, que sean 100 mil pesos por persona y se incluyó a otros tramos. Si dices que esto es para el estrato más vulnerable, pudiese ser suficiente para subsistir, aún cuando no se supera la línea de la pobreza. Pudiésemos salir adelante no bajo condiciones óptimas. Pero podríamos salir adelante. Ahora bien, qué pasa con todo el estrato que tiene costos fijos mayores porque se ha endeudado más, no reciben el IFE y no existe una ayuda formal. Claramente es insuficiente y no dará abasto a todas las personas.

“Si me dices que hay 50 o 100 personas que actúan de manera irresponsable y salen en los medios de comunicación, y lo comparas con 2.3 millones de personas que tienen que salir a trabajar, obviamente no hay punto de comparación en términos de magnitud. Atribuir toda la responsabilidad a los irresponsables no es un acto justo ni correcto”

Volviendo al tema de la responsabilidad, el fin de semana vimos al Presidente Piñera en el funeral de su tío Bernardino, en una ceremonia muy cuestionada que estuvo al filo de los protocolos. ¿Qué te pasó particularmente a ti al ver ese video?

– Me pasó lo mismo que le tiene que haber pasado a todos los chilenos. ¿Por qué se nos da un mensaje que todos tenemos que cumplir y, en primera instancia, no se están cumpliendo en el funeral de un familiar del Presidente? Hay cuestiones objetivas que son innegables. En base a las declaraciones del propio primo del mandatario, él planteó que habían 20 invitados. Pero si sumábamos al resto de las personas, los músicos, en fin, sumaban 31 personas. ¿Por qué la familia de la autoridad máxima de este país vulnera el protocolo y hace lo que estima conveniente? Esto genera indignación en la población. Si se multiplica esa sensación en una situación tan sensible como una pandemia, en cualquier minuto la gente va a tener la misma reacción que tuvo en el estallido social.

En lugar de prevenir, de colocar paños fríos para que no ocurra un segundo estallido, para que la gente no salga de sus casas indignada o desesperada, teníamos que tener mensajes claros. Aquí somos todos ciudadanos de un mismo país y tenemos todos que respetar las mismas normas que están impuestas. Cuando esto no sucede, indiferente de los pormenores, genera una reacción en la población. Que si el cajón estaba bien sellado o no, se entra en un juego de pormenores donde no debieran existir pormenores. Los actos hablan por sí mismos.

EL AGOTAMIENTO

¿Cómo es la situación de los trabajadores de la salud a estas alturas de la pandemia? ¿Hay esperanza aún?

– Existe un agotamiento importantísimo. Esta sensación de estar tres meses bajo una pandemia a una capacidad máxima, donde todo el personal de salud ha debido multiplicar los turnos, hacer coberturas de emergencia por colegas que han caído, es una situación que te mantiene en una constante alerta. Es un desgaste físico y mental continuo. Estamos viendo licencias y colegas que se transforman en pacientes. Si esto lo mantenemos en el tiempo, va a costar mucho mantener el espíritu arriba. Independiente de esto, los que trabajamos en salud, sabemos que no importa cuánto tiempo sea, cómo sea, lo vamos a hacer igual. Nosotros no somos de las personas que bajan los brazos. Para eso trabajamos, nos formamos y vivimos. Sabemos que los deterioros los vamos a ver después. Muchos colegas están con ayuda psiquiátrica, algunos tratando de separarse de sus casas para no contagiar a sus familias. Entre todos estamos dándonos una mano, ha sido muy difícil. Pero vamos a seguir ahí, vamos a seguir colocando el hombro.

Se habla incluso de una segunda pandemia de salud mental que afectaría al personal médico, se corre el riesgo de sufrir estrés postraumático, depresión, etc. ¿Cuál sería el impacto que tendría esto en el sistema de salud?

– Es evidente que toda esta situación de pandemia, cuarentena, enclaustramiento, estrés continuo y nuevo orden social, va a afectar a toda la población. Nosotros, como personal de salud, obviamente vamos a tener otras afectaciones. Pero habrá una oleada de pacientes que también van a ver descompensadas sus patologías psiquiátricas. Entendamos que estas están por sobre las patologías globales. La patología mental está por sobre el 50%, me refiero a trastornos del ánimo, trastornos alimenticios, adicciones. Se nos olvida que está toda esta esfera de enfermedades que tienen tratamientos y que no se han podido hacer del todo.

Si sumamos a esto nuevos estresores, una vez que superemos la pandemia, vamos a tener muchos más pacientes con requerimientos de manejo psicológico y psiquiátrico. Y lo vamos a ver reflejado en ausencias laborales, en problemas a nivel familiar, el aumento del alcoholismo, de la violencia intrafamiliar, que no será exclusivo de un sector, sino transversal en toda la población.

Pero los trabajadores de la salud en estos días han tenido un contacto sostenido con la muerte y el sufrimiento humano, sobre todo hoy cuando un paciente de Covid-19 se debe mantener aislado de sus familiares. ¿Cómo se maneja eso?

– Nosotros, que somos profesionales y técnicos de la salud, lidiamos con la muerte de manera periódica. Es el hospital donde muchas veces las personas llegan en sus últimos días de vida, o se agudiza la enfermedad y finalmente fallecen. Existen protocolos, estrategias, todo un sistema integrado de cómo manejar a un paciente que fallece.

Sin embargo, desde el punto de vista emocional, lógicamente ver a gente que no debiera haber fallecido, y que uno estima que se pudo haber prevenido y que este fallecimiento se hubiera evitado, es algo que te afecta muchísimo como ser humano. Nosotros primero somos personas, somos vecinos, hijos, nietos, y es súper duro entender que se pudo haber evitado una muerte. Tú estás al medio de una familia que sufre y esta enfermedad es muy solitaria. Eso es lo más duro que ha tenido la pandemia, que una persona termina falleciendo sola. Es lo que más afecta emocionalmente, porque sabemos que se pudo haber evitado.

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