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Entrevistas

25 de Junio de 2020

Isabel Behncke, antropóloga evolutiva: “Estamos sufriendo las consecuencias de nuestro propio éxito”

Dice que el coronavirus y el cambio climático son expresiones de un mismo problema: haber despedazado los ecosistemas. “Hemos tenido avances tecnológicos impresionantes, pero a un alto precio. Estamos cada vez más interconectados, tenemos menos buffers de ecosistemas sanos, seguimos consumiendo animales salvajes”, explica. Advierte de la necesidad de ponerle límites al pánico y a la desesperación.

Por

“Para enfrentar este momento, he tratado de ponerme en el mismo modo cognitivo que tengo cuando estoy en terreno: alerta, viviendo la incertidumbre, sabiendo que hay muchos peligros y no puedes controlar tu ambiente”, cuenta la primatóloga chilena que ha investigado el comportamiento social, especialmente de los bonobos, un tipo de monos con comportamientos sociales similares a los humanos, y que ha pasado largas temporadas en el Congo. 

La experiencia que relata no sólo dice relación con vivir a la intemperie y pasar horas y horas observando primates, leyendo sus conductas, descubriendo sus juegos. De lo que habla Isabel Behncke es de la humildad, de saber bajar el moño ante la fuerza de la naturaleza e intentar descifrar los por qué, de comprender el origen de las cosas. 

Isabel Behncke en el Congo – Registro personal

Isabel Behncke, 43 años, es antropóloga evolutiva, doctorada en la Universidad de Oxford. Mantiene un pie en Chile como parte del Centro de Investigación en Complejidad Social de la Universidad del Desarrollo. Ha dado charlas TED y ha sido invitada a Congreso del Futuro, Puerto Ideas, las Naciones Unidas. 

Isabel sostiene que el miedo al contagio, a los virus, son temores atávicos y que es esencial entender por qué nos está pasando esto ya que no es la primera vez ni será la última. Explica que, mirado desde un contexto biológico de nuestra evolución, la densidad de la población, la destrucción de la naturaleza y las características de transmisión del virus permiten explicar, en parte, la ferocidad del Covid-19.

Este virus ha venido a paralizar el planeta y abrir grietas enormes. ¿Qué se nos está poniendo en juego como especie?

-De partida el miedo profundo. Miedo a la muerte, a la locura de estar encerrados, a la pobreza, a perder el empleo, a enfermarse, pero también tenemos miedos más atávicos como es el contagio. Se instala un recelo profundo hacia el otro. Eso es muy antiguo y muchos de los comportamientos que estamos viendo tienen que ver con encontrar culpables, y explicaciones morales.

¿Cómo se administra ese miedo?

-Entendiendo las causas, poniéndole límites al miedo para no caer en la desesperación y el pánico. Muchas veces no comprendemos muy bien su origen. Hay que tratar de entender por qué pasa.

¿Y por qué pasó?

Lo que estamos viviendo es tan horrorosamente difícil que no hay remedios para resolverlo, pero sí sirve mirar el fenómeno a la cara. Este es un virus brillante, un estratega. No tiene moral, obviamente. Sólo quiere replicarse. Por lo tanto, nuestra conducta altamente social es perfecta para él. El virus necesita contacto para transmitirse. Y a nosotros nos cuenta mucho la distancia social. Si fuera un dibujo de comics, el virus nos miraría echado para atrás fumándose un cigarro y diciéndonos: gracias humanos por ser así. 

“Se instala un recelo profundo hacia el otro. Eso es muy antiguo y muchos de los comportamientos que estamos viendo tienen que ver con encontrar culpables, y explicaciones morales”.

LA GLOBALIZACION Y EL ÉXITO

No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una pandemia. Pero el hecho de que sea una situación global, ¿hace una diferencia?

-Este virus se aprovechó de las consecuencias de nuestro éxito. Nos hemos reproducido a niveles increíbles. Somos 7,8 billones de personas en la Tierra. Hemos conquistado el planeta. Luego, gracias a la tecnología y a la riqueza relativa del mundo, tenemos aviones que nos permiten llegar a cualquier lado y en pocas horas. Eso hace que el virus se transmita muy rápido. 

Isabel Behncke – Registro personal

 ¿Y cómo fue que llegamos hasta aquí?

-Esto está directamente relacionado con el tamaño poblacional y con la sobre-explotación de la naturaleza y la vida salvaje (por los “wet markets”, donde se consumen animales salvajes). Estamos sufriendo las consecuencias de nuestro propio éxito. Hemos tenido avances tecnológicos impresionantes, pero lo hemos hecho a un alto precio. Estamos cada vez mas interconectados, tenemos menos buffers de ecosistemas sanos, y seguimos consumiendo animales salvajes. 

“Hemos conquistado el planeta. Luego, gracias a la tecnología y a la riqueza relativa del mundo, tenemos aviones que nos permiten llegar a cualquier lado y en pocas horas. Eso hace que el virus se transmita muy rápido”.

El cambio climático nos empezó a pasar facturas que no estaban consideradas…

Esta pandemia ha resaltado el orden y las interrelaciones que rigen nuestro mundo. Las economías, las sociedades, la salud de los seres humanos, existen en interdependencia ecológica. El cambio climático es solo una de las consecuencias de la destrucción de la naturaleza. Otra consecuencia es la zoonosis, que es cuando un virus salta de un animal no humano a un animal humano. Entonces, el coronavirus y el cambio climático son dos expresiones distintas de un mismo problema de fondo. Por eso lo esencial es cómo generar un cambio de paradigma para detener la destrucción de la naturaleza. Ojalá la pandemia nos dé una mirada más capaz de lidiar con la complejidad del mundo.

Y romper la dicotomía entre naturaleza versus el desarrollo… 

-Totalmente, el desarrollo económico y social también se inserta dentro de la naturaleza, vivimos todos en un mismo planeta. Vivimos en interdependencia. Somos un sistema complejo y estamos insertos dentro de otros sistemas complejos. Eso quiere decir que aquí nadie se salva solo. Estamos todos en el mismo bote. Y desde ya tenemos que saber que como está disminuyendo la biodiversidad, los hábitats naturales, vamos a tener más pandemias, porque aumentan las oportunidades para futuras zoonosis. Nos tenemos que preparar para eso.

¿Cómo te puedes preparar?

-Por ejemplo, para prevenir zoonosis, habría que partir por no consumir animales salvajes. Fomentar practicas que fortalezcan la resilencia de los ecosistemas, como proteger los hábitats y la biodiversidad. Todo esto tiene consecuencias que van desde mitigación del cambio climático hasta la salud de las personas.

“(…)desde ya tenemos que saber que como está disminuyendo la biodiversidad, los hábitats naturales, vamos a tener más pandemias, porque aumentan las oportunidades para futuras zoonosis. Nos tenemos que preparar para eso”.

Viene una crisis económica mundial, ¿crees que las grandes potencias van a respetar más la naturaleza? Tiendo a pensar que el lema será producir a cualquier costo.

-Lamentablemente estoy de acuerdo contigo. Lo he visto. He trabajado por muchos años en lugares donde hay mucha pobreza. Y seguramente ahora el aumento de la pobreza, del hambre, nos va a empujar a decisiones muy difíciles. Ya hay mas presión en los recursos naturales, y la caza y deforestación ilegal han aumentado.

Isabel Behncke en el Congo – Registro personal

¿Podrá salir algo bueno de esta pandemia?

-Estamos viviendo momentos de tremendo dolor y tragedia. Ojalá pudiéramos usar nuestra inteligencia para entender las interrelaciones entre los procesos ecológicos, sociales, económicos y personales. Por ejemplo, tenemos una oportunidad para mejorar nuestras ciudades y sistemas de trabajo. Tenemos una larga historia evolutiva que prueba que somos resilientes. Bien enfocados tenemos la posibilidad de cambiar, pero no lo doy por sentado.

EL SENTIDO DE LAS COSAS

Todos se preguntan: ¿hasta cuándo?, ¿cómo será después? Mientras tanto hay que lidiar con la incertidumbre…

-El miedo a no saber qué pasará mañana, es parte de la vida, pero efectivamente aquí toma otra forma. Algunos creyeron que la incertidumbre la teníamos resuelta, lo que es de gran soberbia. Ya vemos que está aquí para quedarse. 

Además está la amenaza de la muerte y de cómo procesarla… 

-Claro, y en Occidente hablamos poco de ella y tratamos de tener un mundo higienizado. Pero en verdad la muerte está siempre presente. Y ahora la hueles, la respiras, la ves, le temes porque está aquí. Y se suma el hecho que los rituales de la muerte están suspendidos. Es tremendo. La incertidumbre permanente, los miedos, la aislación, el morirse solo… todo eso socava.

¿No tener el control también angustia y socava? 

-Teníamos esta idea de ser como los semidioses que mediante la modernidad, la tecnología, la innovación, lo controlábamos todo. Y es cierto que logramos cosas impresionantes como especie. Pero no es posible divorciarse de la tierra ni de nuestros orígenes. En lo personal, creo que la muerte ordena. Es terrible decirlo así, pero estar confrontados a la muerte es una lección de humildad también. Por lo menos, para mí es un ejercicio ordenador. 

Y las preguntas sobre cuál es sentido de esto, ¿calman?

-La búsqueda de sentido es inevitable y es muy humana. Somos animales humanos que necesitamos hacer sentido de la realidad. Por eso tenemos cultura, historia, mitología, religión. Y como esto nos ha pegado tan fuerte, aún estamos tratando de darle un sentido. Pero cuidado porque también es un arma de doble filo.

“En lo personal, creo que la muerte ordena. Es terrible decirlo así, pero estar confrontados a la muerte es una lección de humildad también. Por lo menos, para mí es un ejercicio ordenador”.

¿Cuáles son esos filos?

– En nuestra búsqueda por tranquilizarnos muchas veces adscribimos a significados de manera exacerbada. Le damos un sentido moral a las cosas. Y más que pensar que el virus es malo y nosotros somos buenos, uno tiene que saber que el virus no tiene moralidad, le da lo mismo lo que tú crees. Entonces, tenemos que ser mas cautos en inscribirnos a cualquier significado o explicación (como por ejemplo, las teorías conspirativas).

¿Conectarse más con la razón que con tanta emoción?

– La emoción y la razón tienen ambas una razón de ser, y se retroalimentan entre sí. En una situación de crisis larga y compleja como ésta, necesitamos más cabeza y menos pánico. Afortunadamente hoy la ciencia está mucho mas avanzada que en pandemias anteriores. Tenemos más herramientas para enfrentarla.

“En nuestra búsqueda por tranquilizarnos muchas veces adscribimos a significados de manera exacerbada. Le damos un sentido moral a las cosas. Y más que pensar que el virus es malo y nosotros somos buenos, uno tiene que saber que el virus no tiene moralidad, le da lo mismo lo que tú crees”.

Desde un punto de vista evolutivo, ¿qué deberíamos extraer de esta experiencia?

-Que la humanidad es una misma especie. Y que estamos interconectados como especie, y también con el resto del planeta. Lo que sucede en los ecosistemas está directamente relacionado con la salud humana. También recordar: ¿cuál es tu mejor arma para enfrentar un virus? Tu sistema inmunológico y tus redes sociales. Estas son las mismas herramientas que te han permitido llegar hasta aquí, y que tus ancestros hayan sobrevivido a enfermedades y situaciones terribles. 

Como una memoria celular…

-Tenemos mecanismos de adaptación para pelearle a todo tipo de patógenos. Pero no le damos suficiente crédito a nuestro sistema inmunológico.  

Hoy tenemos encendida la luz de alerta y eso genera alto estrés. O sea, estamos en el peor de los mundos para pensar en el sistema inmunológico…

-Es verdad. Nuestros cerebros perciben el peligro y que estamos en modo de urgencia. Entonces se priorizan otras cosas. Pero, ojo, este “modo de urgencia” está durando mucho tiempo. Por lo tanto, es muy desgastador. El estrés, los problemas de salud mental y la incertidumbre económica tendrán efectos gigantescos en nosotros.

¿Y qué marcas quedan cuando el ser humano atraviesa momentos así?

-Hay traumas personales y hay traumas colectivos. Y en ambos casos hay que recordar que somos seres resilientes y que hemos sobrevivido a muchas situaciones dramáticas. Sin embargo, para los chilenos esto es nuevo y tal vez más difícil. Como país hemos vivido situaciones traumáticas de diverso tipo. Pero muchos de nuestros traumas colectivos provienen de experiencias de corta duración como terremotos, tsunamis, erupciones volcanicas. Como país no tenemos la experiencia de pasar por fenómenos de impacto tan profundo como las guerras mundiales en Europa. No tenemos esa memoria cultural.  

Isabel Behncke en el Congo – Registro personal

¿A qué le echamos mano entonces?

Necesitamos echarle mano a todos los recursos de resiliencia emocional y cognitivas que tengamos. Hay que acudir a la inteligencia porque es fácil verse sobrepasado por la emocionalidad y el miedo. Eso pasa por comprender bien lo que nos pasa y no quedar prisioneros de la incertidumbre y la desesperación. Las condiciones de la economía y de salud mental harán que esto sea muy difícil. 

“Como país hemos vivido situaciones traumáticas de diverso tipo. Pero muchos de nuestros traumas colectivos provienen de experiencias de corta duración como terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas. Como país no tenemos la experiencia de pasar por fenómenos de impacto tan profundo como las guerras mundiales en Europa. No tenemos esa memoria cultural”.

Te preocupa la salud mental.

-Mucho. Ha aumentado la angustia, ansiedad, depresión, abuso psicológico y violencia intrafamiliar. ¿Qué pasará con los suicidios? Me preocupa también la necesaria colaboración entre individuos necesaria para convivir. Lo digo porque la polarización que estamos viviendo es peligrosa. Nos estamos fragmentando en tribus de identidad cada vez más pequeñas. Y, una vez más, la interdependencia es clave para animales sociales como nosotros. 

Están clausuradas las relaciones sociales, el juego con el otro, la empatía. ¿Cómo será volver a la vida social después de esto? 

-Los seres humanos somos resilientes, pero sí creo que tenemos que tomar en serio la recuperación de la salud mental. Somos primates sociales. Buena parte de nuestra salud depende del estar con otros. Es lo que se llama el “hambre de piel”. El no poder tocar a otro. No poder abrazarse. No poder mirar y reírse con otra persona tiene un efecto profundo en la salud. 

Imagínate los niños…

– Ojala los niños pudieran salir. Hay que pensar cuidadosamente el tema. En inglés hay un concepto que se llama “trade-off”, y es sopesar los costos y beneficios de manera dinámica. ¿Qué tiene más costo? Yo creo que el costo de tener a seres humanos que están hechos para moverse, interactuar, y pasar tiempo al aire libre es un asunto bastante serio. Igual, para no ser alarmista, una de nuestras gracias es que somos sumamente plásticos y tenemos una capacidad de adaptación increíble. Es cosa de mirar nuestra historia.

“Somos primates sociales. Buena parte de nuestra salud depende del estar con otros. Es lo que se llama el “hambre de piel”. El no poder tocar a otro. No poder abrazarse. No poder mirar y reírse con otra persona tiene un efecto profundo en la salud”.

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