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Entrevista Canalla

11 de Septiembre de 2020

El Palta se va de Chile: “Aquí todo es tan caro, por la chucha”

Crédito foto: Agencia Uno. Montaje: Marcelo Calquín

Juan Carlos Meléndez, el experimentado humorista, habla de su último show -donde imita a Allende y a Pinochet-, de política y de cómo sobrevivió tenazmente a la pandemia sin hacer humor: “Estoy vendiendo fierro a un amigo reciclador”. Y avisa que en unos meses más dejará el país para siempre. Se radicará junto a su familia en España.

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Juan Carlos Meléndez, alias el Palta, un juvenil cómico que hace una semana cumplió 61 años, informa, con un matiz de melancolía, una decisión contundente: se va de Chile. Su rostro está de lleno en Zoom, masticando una naranja, y ahí lo anuncia con énfasis.

-A fin de año me radico en España.

-¿Qué pasó?

-Puta, me voy. Y me complica el tema.

-¿Qué le complica, Palta?

-El desarraigo, huevón. Dejar cosas. Vender los muebles que eran de mi mamá. Dejar amigos, lugares, el barrio, todo.

El Palta deja su país porque se instalará en el país de su mujer, Sandra Bermúdez, una nativa de Málaga, una chef y gestora comercial de la tortilla de papas, y la madre de sus dos hijos menores: Javier, de 4 años; y Pedro, de 9. El 2018 Sandra le dijo a Juan Carlos, secamente: “Yo me voy a Málaga. Quiero vivir cerca de mis padres, de mi gente”. El Palta, si bien esbozó un atisbo de nacionalismo, una blanda lucha por el terruño, consideró la idea muy justificada. Desliza, además, que Sandra es una magnífica esposa.

-Sí, es cierto, sí- revela con impotencia y el lenguaje impreciso.

Y ese 2018 Sandra entonces le dijo:

-Te doy dos años para que te prepares. Y nos vayamos.

Y eso, como vimos, ocurrió hace dos años.

De modo que el Palta se tiene que ir. Le señalamos, con sutileza, que es una decisión muy relevante, que tal vez podría alternar entre las dos naciones, así como hacen las celebridades. Una parte del año bajo el sol mediterráneo de Málaga; la otra parte del año bajo el smog tórrido de Santiago. Una parte del año adscrito a la vida familiar de los Bermúdez, llevando una vida costera, aferrado a cualquier trabajo que se le cruce por delante. La otra parte del año, en Chile, llevando a cabo el estrellato, la famosa y humorística vida del Palta.

-Sí, vendría dos veces al año, para hacer algunos shows- afirma, ido, pensando en la tristeza por subastar sus objetos materiales. Los objetos con que tiene un sentimiento. Uno o dos muebles que heredó de su mamá. Artefactos con valor sentimental, simples, habituales. 

-¿Y qué haría allá?

-Me las voy a ingeniar.

-¿Trabajaría, por ejemplo, en una oficina de propiedades?

-Aprendería ese oficio.

-¿Trabajaría, por ejemplo, en cualquier oficina?

-Apechugo. 

-¿Está completamente seguro de la decisión?

-O sea, para mí es complicado.

Y el Palta, un alegre famoso, se queda serio. 

-Mira- aclara- la Sandra, mi mujer, ya lleva aquí conmigo veintitrés años. Es el momento de ella ahora. En su país. Con sus papás. Y yo, puta, con los años, he aprendido algo…

-Sí, vendría dos veces al año, para hacer algunos shows- afirma, ido, pensando en la tristeza por subastar sus objetos materiales. Los objetos con que tiene un sentimiento

-¿A qué se refiere?

-Lo más importante en la vida, estés donde estés, siempre es la familia.

A los 61 años, el comediante expande el horizonte. Se interna en un costado de Europa y empieza otra vez. “No dejaré de volver”, señala, nostálgico. “Vendré a hacer mis show, vendré, por ejemplo, durante el mes de agosto del 2022, porque es el Mes del Minero y abundan los shows”, advierte el Palta.

-Anímese, Palta. Quizás allá las cosas están más fáciles que aquí…- lo estimulamos apelando a la estabilidad.

El Palta se enciende.

-¡Mi señora piensa eso! 

-¿Qué dice ella?

-Que acá todos están chatos.

-¿Usted está chato?

-Claaro. Las cosas no están buenas. Imagínate, yo pago todos los meses 700 lucas entre el jardín y el colegio de mis hijos. Pago 600 lucas de dividendo. 200 lucas de gastos comunes.

Respira y le brota un reclamo desde el alma:

-¡Aquí todo es tan caro, por la chucha!

-¿Chile colapsó?

-Chile es un país de mierda, lleno de culeados… pero también lleno de gente que quiero… 

Todo indica que, más allá de someras visitas laborales, una presentación concreta a puertas cerradas, una aparición sugestiva en televisión, Juan Carlos Meléndez, el Palta, no volverá. Proyecta comprarse una casa en Málaga, que sus dos hijos sean malagueños, se eduquen completamente en España y de forma gratuita, vivir tostados por el sol europeo.

Tal vez, por todo lo anterior, por el radical cambio de residencia de este humorista mitológico del Chile contemporáneo, su último proyecto cobra importancia emocional.  

-Hoy, 11 de septiembre, presento mi show llamado “Las Dos Caras de La Moneda” vía streaming…

Justo este día en que Chile históricamente amanece partido en dos bandos, unos enrabiados y otros afligidos, el Palta dividirá su escenario: será, como es su tónica, un rato Allende y otro rato Pinochet. 

NO QUIERO SER POLÍTICO

Opina Palta que la izquierda chilena tiene más humor que la derecha. Opina, además, que Allende fue picarón y Pinochet fue ladino. Opina que Pinochet genera el discurso socarrón y, a su vez, afirma, Allende es proclive al dogma, al pensamiento majestuoso y la pompa oral. Y desempolva, al instante, las voces. Y expresa un fragmento de Pinochet, con la ronquera que pone los pelos de punta. La orden tajante, la risa raspada.  

-¿Qué personaje saca más risas?

-Pinochet. O, en realidad, lo podría decir así: Allende genera sonrisas y Pinochet genera carcajadas.

-¿Lo pifean los pinochetistas?

-No. No. Toda la gente es respetuosa en el show.  

-¿Lo vitorean los de izquierda?

-La verdad es que la gente me agradece que haga cosas con Allende. Creo que Allende era muy querido. 

-Y usted, Palta, ¿dónde cree que hoy está Pinochet? ¿En el cielo?

-Nooo…

-¿Dónde estará?

-Las cosas están claras: Pinochet está en el infierno. Debe estar pagando.

-¿Y Allende?

-Él está en el cielo, aunque haya sido másón. Él no mató a nadie.

Allende era vivo y Pinochet vivaracho. Allende, dice el Palta, aportando con un chiste, “anda con un alcohol gel de 12 años. No cura el virus, pero igual cura”. Allende fue un gran político con un gobierno complicado. Pinochet, a punta de fusil, dice el Palta, ordenó la economía. Allende, un orador exagerado; Pinochet, “un chucheta”. 

-¿Usted no se aburre de hacer estos personajes? Hay quienes afirman que ya están gastados…

-Yo siempre he tenido alma de rocanrolero. Así es que no me afecta si alguien me dice que soy fome u otra cosa. Y, bueno, a lo mejor, no sé, un día me pegan una patada en la raja ahí en Apoquindo, como le pegaron a Cavada.

Y luego el Palta se larga a hablar de política sin sarcasmos. Lo que ocurre es que el Palta es un político entre paréntesis. Fue un candidato a diputado por el Partido Radical y perdió. Pero dejó sentada la base electoral para un próximo proyecto parlamentario.

-Las cosas no están buenas. Imagínate, yo pago todos los meses 700 lucas entre el jardín y el colegio de mis hijos. Pago 600 lucas de dividendo. 200 lucas de gastos comunes

-¿Quién la está llevando en materia política?- preguntamos.

-Heraldo Muñoz. Tiene una vasta experiencia. Y es consecuente con su oficio de político.

-¿Quién no la está llevando?

-La lista es larga. Pero todos esos políticos que son el brazo extendido de los negocios.

-¿Usted sigue siendo de izquierda?

-O sea, yo no soy de izquierda. Soy izquierdoso.

-¿Cómo está el Partido Radical?

-Sí, bueno- la voz es grave-, yo me salí del Partido.

-¿Qué?

-Hace dos años.

-¿Qué pasó?

-Tuve más rollos que la chucha. Y me fui decepcionando.

-¿Lo ofendieron?

-No, no. Hay mucha pelea al interior de los partidos, los antagonismos son bravos. Y así, de a poco, te van anulando. Hay gente muy fría metida en política.

-Yo siempre he tenido alma de rocanrolero. Así es que no me afecta si alguien me dice que soy fome u otra cosa. Y, bueno, a lo mejor, no sé, un día me pegan una patada en la raja ahí en Apoquindo, como le pegaron a Cavada.

-¿Cómo tomaron su renuncia en el Partido Radical?

-Mira, yo creo que recién ahora, que lo estoy diciendo aquí, se van a enterar.

Y ríe con alivio. Y ahora, teatralmente, dice que agradece a Dios no haber salido elegido diputado. Habría sido un impopular, odiado por la población, como todos los congresistas. Pero, admite, que, si el 2019 hubiese tenido 20 años, no habría lanzado piedras. Habría marchado cantando con rabia.

-¿Y el Partido Radical tiene muchos masones?

-Muchos. Yo no soy masón, pero vengo de una familia de masones. Mi tatarabuelo, un escocés, fue Gran Maestro de una Logia en su país. De hecho…

 O, en realidad, lo podría decir así: Allende genera sonrisas y Pinochet genera carcajadas.

Hace una pausa, orgulloso.

-Yo fui postulado para ser masón…  

-¡Lo felicito, Palta!

-Sí, alguien presentó la solicitud para que me incorporaran en la Masonería.

-¡Muy bien, Palta!

-Sí, bueno, pero la solicitud fue rechazada.

-¿Cómo?

-Eso. Rechazada. Fui vetado.

-¿Pero… por qué?

-Vaya uno a saber… No tengo la menor idea.

Y ríe. Pero su risa parece originada en los nervios. Quería ser masón y no pudo. Quería ser diputado y no alcanzó. Quería ser radical y mejor huyó. Aún así, Juan Carlos es un político enmascarado en el chiste. Quiere cambios, dice. Quiere cambios sórdidos. 

-¿Qué vota?

-Apruebo.

Foto Agencia Uno

-¿Qué le carga de la actual Constitución?

-La base- responde a toda prisa.

-¿Qué sería la base?

-… ¿ah?…. eeeeh

-La base, Juan Carlos, ¿qué contiene?

-O sea, no soy tan entendido, pero hay que cambiar muchas cosas. El tema de la salud. El cómo se hacen ciertas cosas. Todos esos beneficios a los que importan productos. En Chile hay mucha rabia, compadre.

Y en ese momento el Palta eleva la voz, la mueca se le deforma: “¡Somos esclavos del sistema!”. Y declara que hay que construir un nuevo Chile. Dejar un Chile mejorado para el futuro. Porque, insiste, compadre, “hay mucha rabia, mucha rabia, mucha rabia”. Y se transforma en un indignado, en un humorista serio. Es ahora el cómico endeudado, el pandémico acogotado. 

Y ríe. Pero su risa parece originada en los nervios. Quería ser masón y no pudo. Quería ser diputado y no alcanzó. Quería ser radical y mejor huyó. Aún así, Juan Carlos es un político enmascarado en el chiste.

LA PANDEMIA ES LA PAPA

“Yo, viejo, antes del 18 de octubre del 2019 estaba bien, venía en una buena racha”, sostiene. Pero luego todo sucumbió. 

-Se me cortó todo.

-¿Y luego con la pandemia?

-Ahí ya no tenía nada que hacer.

Recibió una ayuda de Chile Actores, “300 lucas que agradezco”, revela con sinceridad. Recibió, incluso, hasta la caja del Gobierno. “Yo no lo podía creer y bienvenida sea”, afirma agradecido. 

-¿Y qué hizo para sobrevivir, Palta?

-Estoy vendiendo fierro.

Junta fierros, chatarras, por donde sea que se puedan encontrar. Se basa en datos que recibe. Le informan de un auto tirado y él de inmediato rescata los fierros más rentables. Materiales de construcción. Datos de maestranza. Y los traslada en un camión hasta su amigo, el reciclador.

-¿Qué hace en concreto?

-Busco fierro en todas partes y se lo vendo a un amigo que es reciclador de fierro.

Junta fierros, chatarras, por donde sea que se puedan encontrar. Se basa en datos que recibe. Le informan de un auto tirado y él de inmediato rescata los fierros más rentables. Materiales de construcción. Datos de maestranza. Y los traslada en un camión hasta su amigo, el reciclador.

-Mañana, compadre, tengo que ir a buscar 18 toneladas de fierro.

-¿Está formando una empresa?

-Naa, qué empresa. Es un ingreso extra que me ha salvado en estos meses. Una vez me ofrecieron hasta un barco para ir a sacarle el fierro. Era una chatarra inmensa. Pero no salía rentable. 

Y agrega con fuerza:

-La plata está en la calle, compadre. Hay que salir a buscarla.

-¿Ha hecho otras cosas?

-Bueno, soy pelador de papas profesional.

Se refiere a que, en efecto, todos los días pela kilos de papas para colaborar con su señora: ella vende tortillas de papas. Las vende en su edificio y a un local de Vitacura. Es una pyme llamada Delicias Málaga, con tortillas de papas a cuatro mil pesos. Este 11 de septiembre, por ejemplo, el Palta Meléndez debía pelar 30 kilos de papas. Y así, dice, sobrevive a la pandemia.

-Me las ingenio- y el Palta recobra la fe.

Mastica otra naranja. La exprime. Ajusta los detalles de su show, del espectáculo del 11 de septiembre, para generar risas en el día de la división.

Y, unos meses después, Juan Carlos Meléndez, se irá. El nacido en Copiapó, el humorista que imita a políticos chilenos, abandonará Chile para siempre.

Se refiere a que, en efecto, todos los días pela kilos de papas para colaborar con su señora: ella vende tortillas de papas. Las vende en su edificio y a un local de Vitacura.

-Igual estaré volviendo cada cierto tiempo a trabajar- especifica.

-Pero su residencia será en Málaga.

-Sí.

-Perdone lo trágico, Palta, pero… ¿dónde cree que morirá?

-O sea, viejo, tengo 61 años. Mis hijos chicos se tienen que educar en España. Ya no queremos vivir apretados para que ellos vayan a un buen colegio…

-Entonces…

-Voy a morir en España…

-Así parece…

-Pero traerán mis cenizas a Chile y me harán una misa en la Iglesia de la Divina Providencia…

-Le irá bien…- apoya el reportero.

-Uf… es complicado… ¿y te digo qué cosa me da pena dejar en Chile?

-¿Qué?

-Mi colección de todos los The Clinic. Tengo desde el número 1… – y el comediante, Juan Carlos Meléndez, el futuro español, sonríe a la cámara, a Zoom, a Chile, y se apaga bruscamente. Y nadie sabe con certeza cuándo se le volverá a ver.

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