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29 de Marzo de 2021

El club de las 5 AM: “Ahora tenemos el derecho a descansar y no sentirnos culpables por eso”

Ilustración de Patricio Vera

Despertarse antes del amanecer es solo el principio para quienes son parte del Club de las 5 AM, un grupo de personas en todo el mundo que sigue el estilo de vida basado en el libro del mismo nombre. A través de diferentes prácticas que cambian sus hábitos, como ejercitarse, meditar, y leer antes de las 6 de la madrugada, tres chilenos cuentan cómo se ha transformado su vida desde entonces.

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La tarde del miércoles 2 de julio de 2020 Nicolás Fuentes (21) miraba videos aleatorios de Youtube, junto a su papá, cuando de pronto llegaron a uno en el que diferentes youtubers cumplían el desafío de levantarse a las cinco de la mañana durante siete días. Les pareció entretenido y se quedaron mirando, pero a medida que el clip avanzaba más interés le producía a Nicolás, ya que no se trataba de un challenge al azar, sino que estaba basando en el libro El Club de las 5 am (2018) del escritor Robin Sharma, el que inspira a miles de personas a despertarse a esa hora para “mejorar la productividad, la prosperidad y la serenidad en esta época de distracciones digitales y de abrumadora complejidad”, según explica la contratapa.

Nicolás se sintió tan motivado por el video, que esa misma noche acordó levantarse a las cinco, y además, le pidió a su hermano que le comprara dicho libro. Con esos planes en mente, le costó dormirse y no descansó lo suficiente, aunque sí logró madrugar. “Antes de dormir hay que tener un ritual de tres horas, por ejemplo desconectarse de cualquier pantalla, de la televisión, celulares y computadores. Además, hay que tener la última comida del día, caminar, conversar, meditar y cosas más relajantes, pero yo no tenía idea de eso porque todavía no lo había leído”, cuenta el estudiante de Filosofía.

Cuando le comunicó a su familia sus ganas por iniciar este nuevo estilo de vida, tampoco la comprendieron. “Al principio nadie me creía. Para ellos era la loca que se levantaba a las 5 de la mañana. «¿Pa’ qué vas a levantarte a las 5 de la mañana?¿Qué vas a hacer?», me decían”, relata la fotógrafa.

Esa tarde le llegó el libro y comenzó a implementar ciertas prácticas a medida que leía. Estaba determinado a seguir este estilo de vida por varios días, no solo por una semana, aún cuando sus padres le decían que no estaba bien, que era mucho tiempo y que qué iba a hacer despierto desde tan temprano. Quienes pertenecen al Club, suelen experimentar este tipo de cuestionamiento por parte de su entorno. Lo mismo le ocurrió a Ingrid Díaz (45) quien se unió en abril de 2020, también gracias a un video de Youtube al que llegó cuando estaba en busca de una solución para su falta de tiempo, aunque al comienzo fue escéptica. “Lo primero que uno piensa es que te van a embaucar, te van a sacar plata, te van a pintar la maravilla, pero en verdad nunca fue así”, relata.

“Todo el día corría, trabajaba, y hacía muchas cosas, pero el tiempo se me hacía poco, no tenía tiempo para nada, y sobre todo: tiempo para mí”, explica Ingrid, que en esa época era supervisora en un supermercado, y por la noche se quedaba hasta la madrugada editando fotos. Cuando le comunicó a su familia sus ganas por iniciar este nuevo estilo de vida, tampoco la comprendieron. “Al principio nadie me creía. Para ellos era la loca que se levantaba a las 5 de la mañana. «¿Pa’ qué vas a levantarte a las 5 de la mañana?¿Qué vas a hacer?», me decían”, relata la fotógrafa.

LA HORA DE LA VICTORIA

Cada noche alistan su ropa deportiva, los implementos y el video con el que se ejercitarán, mientras programan el despertador a las 4:40 para asegurarse de estar a las 5 en punto realizando su ritual mañanero: La Fórmula 20/20/20, o también llamada La Hora de la Victoria, con la que buscan trabajar en su desarrollo personal, ya sea en lo físico, como en lo emocional y espiritual, según explica el libro.

Esa hora está dividida en 3 segmentos de 20 minutos, en los que primero se realizan ejercicios que hagan sudar. Luego, viene la meditación, donde está permitido realizar diferentes actividades. Por ejemplo Nicolás e Ingrid rezan y de vez en cuando, la fotógrafa le pide a sus amigos que le entreguen nombres de personas por las cuales orar.

Ramón Cornejo (37), quien comenzó este método en diciembre, durante la meditación opta por organizar su día, lo que asegura, le ha cambiado la vida: “Antes estaba todo el día trabajando, tenía pega acumulada que cada vez era mayor, y además, tenía que solucionar los incendios que surgían durante el día”. La mayoría del tiempo, su horario laboral se extendía hasta completar las 12 horas, y hoy solo lo hace hasta las 5 de la tarde.

La agenda donde Ramón Cornejo planifica su día.

Los últimos 20 minutos están destinados a aprender: Ingrid lee un libro mientras toma su primer desayuno del día: unas tostadas con café, para no quedarse dormida. En el caso de Nicolás, él escucha un podcast sobre psicología, porque luego suele leer cerca de una hora, al igual que Ramón, quien sostiene que el método es flexible, por lo que realiza cursos online relacionados con su profesión y también pasión, la ingeniería. Y es que hace varios meses soñaba con especializarse en diferentes áreas, pero por la falta de tiempo no había podido llevarlo a cabo.

También, se unió a un desafío de lectura semanal, un hábito que le encanta y que por fin pudo retomar: “Vamos en la semana 12 y ya llevo 13 libros leídos”, dice con orgullo. Los tres madrugadores coinciden en que gracias al Club han podido mejorar sus hábitos de lectura y es incluso, dentro del grupo de WhatsApp se facilitan diferentes textos en PDF, sobre diversas temáticas.

LOS CAMBIOS

Desde que sigue este nuevo modo de vida, Ingrid Díaz cae rendida ante el sueño a las nueve de la noche, mientras que su marido, que trabaja como TENS en un consultorio de la capital, suele llegar a casa cerca de la una de la mañana. La diferencia de horarios comenzó a ser un problema, porque a veces a él le gustaba ver televisión, mirar videos en el celular o incluso hablar por teléfono. Ruidos que a su esposa la hacían despertar de su sueño profundo y comenzar una discusión.

El registro de la rutina de Ingrid Díaz

A las 5:00 am, la situación invertía: “Tenía que salir gateando, despacito. Me ponía audífonos para escuchar música o para hablar con la gente del WhatsApp y cuando metía algún ruido «shhhh, shhhhh ya pero silencio», me decía, por eso me iba a la terraza”, cuenta Ingrid. Sin embargo, con la llegada del invierno, ejercitarse dentro de la casa fue inevitable. Ponía música bajito y trataba de que las zapatillas no sonaran tan fuerte, “no lo hacía tranquila, porque obviamente no me desenvolvía como yo quería hacerlo”, expresa.

Bajo ese escenario optó por cambiarse a la expieza de su hija. No solo para ejercitarse, sino también para dormir, no quería interrumpir el sueño de su esposo, ni tampoco que él la despertara. Al poco tiempo, empezaron las discusiones con su marido, porque ya casi no se veían. Cada uno tenía su propio horario y espacio, no coinicidan ni siquiera para tener sexo. Así que Ingrid planteó esta problemática en el grupo de Whatsapp, pero nadie había pasado por algo similar, según cuenta, la mayoría de las parejas se unía a este estilo de vida o no tenía problemas con que el otro lo hiciera.

Luego de largas conversaciones, el matrimonio llegó a un consenso: Ingrid volvía al dormitorio principal, pero su marido iba a tener más consciencia con el volumen de la televisión y del teléfono, mientras ella usaba antifaz. Respecto a su vida sexual, Ingrid dice: “Él me dio la idea de que yo lo usara como el cardio de la mañana (…) Entonces lo tengo como mi gimnasio personal y así nos arreglamos”. La mujer comentó la solución en el chat y se convirtió en un ejemplo para los miembros del Club, incluso organizaron un Live en Facebook para que contara su experiencia.

Cada noche alistan su ropa deportiva, los implementos y el video con el que se ejercitarán, mientras programan el despertador a las 4:40 para asegurarse de estar a las 5 en punto realizando su ritual mañanero: La Fórmula 20/20/20, o también llamada La Hora de la Victoria.

Para Nicolás y Ramón sus nuevos horarios influyeron principalmente en su vida social. Si salían, por ejemplo, era por muy poco tiempo, porque al igual que Ingrid comenzaban a quedarse dormidos cerca de las 9. “A las siete dejaba el celular, y en la universidad a esa hora empiezan a hacer todos los trabajos mis compañeros. Entonces, yo al otro día, veía todos los WhatsApps de mis compañeros y les respondía a las 6 de la mañana y todos me decían «¿qué hacís tan temprano conectado?»”, relata el estudiante. Y, tanto Nicolás como Ramón señalan que les dio más tiempo para estar con sus familias.

MERECIDO DESCANSO

Antes de optar por esta forma de vida, a Ingrid, Nicolás y Ramón les preocupaba no estar siendo productivos. Solían pensar en la cantidad de trabajo o de estudio que tenían acumulados, y al mismo tiempo se sentían culpables cuando descansaban. De hecho, la fotógrafa consideraba que procrastinaba en exceso, pero hoy dice ya no usar esa expresión: “Lo que pasa es que ahora tenemos el derecho a descansar y no sentirnos culpables por eso. El cuerpo lo necesita, entonces ahora me programo para ver una película y veo una a la semana, antes me sentaba a veces tardes completas a ver Netflix, entonces a veces me regalo una tarde”, dice satisfecha, y agrega que se levanta a las 5 de la mañana fin de semana por medio.

Nicolás tampoco lo hace todos los fines de semana, o ciertos días en los que alguna clase termine más tarde, pero aún en vacaciones de invierno y verano, el estudiante continuó implementándolo en su rutina.

Mientras que Ramón es el único que se ha despertado cada día a las 5 am, desde que comenzó con este método, incluyendo los fines de semana. Esto, porque teme que al darse un día, pierda la constancia, “prefiero no arriesgarme, pero eso no significa que no descanse. Me despierto y planifico no hacer nada, especialmente los días domingos”, explica.

Título: El club de las 5 de la mañana
400 páginas
Autor: Robin Sharma
Editorial: GRIJALBO

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