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El diagnóstico de la CEPAL: “La recuperación de América Latina y el Caribe pospandemia ha de ser feminista”

Luego de que se informara que la pandemia ha provocado un retroceso de más de 18 años en la participación laboral de las mujeres en la región, la directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal, Ana Güezmes comenta sobre cómo paliar esa situación y advierte: "si no actuamos ahora, la recuperación para las mujeres será mucho más lenta".

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La imagen muestra a una madre joven cuidando a su hija
La imagen muestra a una madre joven cuidando a su hija
Agencia Uno
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A casi dos años de su irrupción, la pandemia del Covid-19 ha desencadenado la crisis económica y social más grave de la historia reciente, profundizando, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “los nudos estructurales de la desigualdad de género y limitando la autonomía económica, física y en la toma de decisiones de las mujeres”.

Recientemente, durante el “Women Economic Forum”, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, aseguró que la pandemia ha provocado un retroceso de más de 18 años en la participación laboral de la mujer en América Latina y el Caribe. Esto, porque en 2020 la tasa de participación de las mujeres en la fuerza laboral en la región fue de 46,9% y para encontrar cifras similares hay que remontarse 18 años atrás: al año 2001, esta era de 46,3%.

Pero, ¿por qué las mujeres se han visto tan afectadas durante la pandemia? Ana Güezmes, directora de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, explica que un 56,9% de mujeres en América Latina y 54,3% del Caribe se emplean en sectores con mayor riesgo en términos de pérdida del empleo y caída de los ingresos tales como el comercio, el turismo, la manufactura y el trabajo doméstico remunerado, “lo cual ha supuesto una estrepitosa caída del empleo y los ingresos de las mujeres, situación que a la vez está provocando un incremento de la informalidad y la pobreza”.

Ana Güezmes. Crédito: Cepal.

Asimismo, explica que en el caso de las mujeres, “si bien su participación laboral en la región había crecido hasta 2019, el cambio era lento e insuficiente y esta era significativamente inferior a la de los hombres y aún persistían brechas significativas en lo referente a la calidad de su inserción laboral, pues presentaban mayores niveles de desempleo e informalidad, percibían salarios menores por ejercer las mismas labores y su acceso a puestos jerárquicos era escaso”.

Al mismo tiempo, detalla la experta, “podemos comprobar cómo la pandemia ha evidenciado la centralidad que los cuidados tienen en el funcionamiento de las economías y las sociedades, a la vez que ha puesto de manera aún más evidente lo insostenible e injusto de su actual organización”. “La creciente demanda de cuidados está acentuando las ya existentes desigualdades en la división sexual del trabajo y poniendo una carga desproporcionada en mujeres y niñas con implicaciones potenciales para su salud, bienestar y autonomía económica”, algo que ha sido evidenciado también por otras organizaciones, como Comunidad Mujer y su icónica campaña “Dedus Crespus”.  

Ana Güezmes explica que para las mujeres, la salida de la fuerza laboral durante la pandemia fue mayor que el desempleo, “ya que muchas de ellas aun pretendiendo trabajar de forma remunerada, no han podido hacerlo y han desistido de la búsqueda debido a la sobrecarga de tareas domésticas y de cuidados que se multiplicaron en el contexto del Covid-19”.

La pandemia ha evidenciado la centralidad que los cuidados tienen en el funcionamiento de las economías y las sociedades, a la vez que ha puesto de manera aún más evidente lo insostenible e injusto de su actual organización.

“La caída en la tasa de participación laboral es un dato muy elocuente porque muestra el vínculo entre trabajo remunerado y no remunerado y pone de manifiesto cómo los estereotipos de género que ubican a las mujeres como las principales responsables de las tareas domésticas y de cuidados tienen consecuencias en la autonomía económica, en su posibilidad de participar en el mercado laboral”, sostiene la experta, quien advierte que la recuperación postpandemia debe ser feminista.

-Con estos nuevos datos, ¿cuánto tiempo se estima que llevará que se alcance la igualdad laboral entre hombres y mujeres?

-Para 2021, se estima que la tasa de participación laboral de las mujeres se incrementará a un 49.1% (cifra similar a la que se alcanzó en 2008), mientras que la de los hombres recuperarían niveles de participación similares a los que registraban antes de la crisis (73,9%).  Esto significa que, además de la profundización de las desigualdades por la pandemia, si no actuamos ahora, la recuperación para las mujeres serás mucho más lenta.

– ¿Qué se debe hacer para paliar esa situación?

-En primer lugar, se requiere un nuevo pacto fiscal que promueva la igualdad de género: es necesario aumentar los niveles de recaudación de forma progresiva y movilizar recursos públicos adicionales para hacer frente a las necesidades crecientes de financiamiento. Para recuperar el empleo de las mujeres es necesario impulsar la reactivación productiva de sectores gravemente afectados como el comercio, el turismo y los servicios, y con un alto impacto en el empleo de las mujeres.

¿Desde las inversiones es posible hacer algo?

-Se deben impulsar inversiones en sectores dinamizadores de la economía con medidas para aumentar la participación de las mujeres, por ejemplo, en el ecosistema digital, en las energías renovables, entre otros. Para ello hay que tener en cuenta las barreras de ingreso, incluida la sobrecarga de trabajo no remunerado. En este sentido, es importante garantizar el acceso de las mujeres al conjunto de servicios y productos financieros de calidad, contemplar estrategias de protección y de reconversión laboral para las mujeres afectadas por la pérdida de empleo o la creación de nuevos puestos de trabajo resultado de nuevas demandas y prevenir la precarización de las formas de empleo emergentes.

Se requiere un nuevo pacto fiscal que promueva la igualdad de género

-¿Qué otras áreas son clave?

-Un área clave para no dejar a ninguna mujer atrás es la inclusión digital para potenciar las habilidades y revertir las barreras socioeconómicas, mejorando las oportunidades económicas de las mujeres. Por otra parte, para abordar la situación de las trabajadoras con empleos precarizados, las trabajadoras informales, las trabajadoras domésticas, las mujeres sin ingresos propios, las mujeres que viven en hogares en situación de pobreza y que tienen personas dependientes a cargo se debe expandir la cobertura de los instrumentos de protección social.

-El tema de los cuidados fue muy hablado durante la pandemia…

-Sí. Frente a la profundización de la crisis de los cuidados producto de la pandemia, y retomando los aportes de la economía feminista y de los movimientos de mujeres y feministas de la región, así como desde los pueblos indígenas y afrolatinoamericanos, la CEPAL sostiene que es necesario transitar hacia una sociedad del cuidadoen la que se cuide al planeta, a las personas, a quienes cuidan y también se considere el intercuidado y el autocuidado; avanzando en el corto plazo en estrategias que prioricen a la economía del cuidado como un sector dinamizador para una recuperación transformadora con igualdad. En la 61ª Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, realizada en septiembre de 2021, organizada por CEPAL en coordinación con ONU Mujeres y bajo la presidencia de Chile, los Gobiernos acordaron “Impulsar planes de recuperación con acciones afirmativas que promuevan sistemas integrales de cuidado, el trabajo decente y la plena y efectiva participación de las mujeres en sectores estratégicos de la economía para una recuperación transformadora con igualdad de género orientada a la sostenibilidad de la vida y para transitar hacia la sociedad del cuidado”. 

Un área clave para no dejar a ninguna mujer atrás es la inclusión digital para potenciar las habilidades y revertir las barreras socioeconómicas, mejorando las oportunidades económicas de las mujeres

-Si no se hacen esas medidas que comenta, ¿cuáles serían las consecuencias?

-Si no se hace, lo que veremos es una continuidad en la profundización de la desigualdad de género. La pandemia hizo más visibles las consecuencias de la división sexual del trabajo y la vigencia de los patrones culturales patriarcales que ubican a las mujeres y niñas como principales responsables de las tareas domésticas y de cuidados en un contexto en el que estas tareas se han multiplicado. Para una recuperación transformadora, con igualdad y sostenibilidad, es preciso poner un freno a los efectos retardatarios en la consecución de derechos que ha dejado la pandemia y al mismo tiempo avanzar hacia la construcción de sociedades más justas. Para ello las políticas públicas deben contar con perspectiva de género y abordar aquellas situaciones que limitan la autonomía económica, la autonomía física y la autonomía en la toma de decisiones de las mujeres y niñas. La evidencia muestra la necesidad de sostener las políticas fiscales expansivas e impulsar un nuevo pacto fiscal con igualdad de género, que garantice recursos suficientes para fortalecer el presupuesto destinado a los Mecanismos para el Adelanto de las Mujeres, a las políticas orientadas a contener el impacto de la crisis en la vida de las mujeres y al impulso de sectores dinamizadores como la economía del cuidado.

-Eso en términos de esfuerzos nacionales… ¿Y regionales?

-Los esfuerzos nacionales deben ser complementados con una movilización de recursos a nivel internacional. Fortalecer la cooperación regional y global es clave para evitar la carrera a la baja en material fiscal y garantizar un entorno macroeconómico internacional propicio para la igualdad de género.  Son tiempos difíciles, pero si hay algo que ha caracterizado la construcción de la Agenda Regional de Género ha sido el coraje, la fuerza, la capacidad y la creatividad de las mujeres de América Latina y el Caribe y sus organizaciones.

La evidencia muestra la necesidad de sostener las políticas fiscales expansivas e impulsar un nuevo pacto fiscal con igualdad de género

-Finalmente, ¿de qué forma todo lo anterior nos afecta como sociedad?

-Desde la CEPAL hemos evidenciado la sobrerrepresentación de las mujeres en el desempleo, la informalidad, la pobreza, el trabajo doméstico y de cuidados; y desde luego, en la primera línea de respuesta desde el sector de la salud. La CEPAL plantea un cambio social, cultural y económico, basado en alianzas en los países y en un mundo interconectado para impulsar acciones y políticas para proteger los avances en la garantía de derechos de las mujeres alcanzados en la última década, evitar retrocesos y promover una recuperación transformadora con igualdad de género. Esta debe basarse en los principios feministas de la redistribución del poder, de los recursos y del tiempo. Debe contribuir a transformar no solo las economías sino las sociedades en su conjunto, poniendo el cuidado de las personas y la sostenibilidad de la vida en el centro. Esta crisis es una oportunidad para afirmar el compromiso y la voluntad de toda la sociedad para hacer realidad una distribución equitativa del poder, los recursos y el tiempo entre mujeres y hombres, y transitar a un nuevo estilo de desarrollo basado en la igualdad y la sostenibilidad.  El horizonte debe ser avanzar hacia la construcción de estilos de desarrollo justos e igualitarios. Como hemos dicho, la recuperación de América Latina y el Caribe pospandemia ha de ser feminista.

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