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Entrevistas

16 de Diciembre de 2021

Cristián Valdivieso: “Hemos tenido una campaña muy sucia, llena de mentiras y de instalación de dudas”

Para este experto en opinión pública y director de la encuestadora Criteria Research, los grandes ganadores de este año electoral son el relato del rechazo y el de los 30 años. Ambos habían estado arrinconados y en esta segunda vuelta, dice, se han revelado más profundos de los que muchos creían. Aquí su análisis.

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A horas de la elección presidencial del próximo domingo 19 de diciembre, ronda el vértigo y la incertidumbre. Usted dirá: “Pero eso es lo que sucede siempre”. Pero, no. Todo indica que se trata de una disyuntiva mayor y en la que los candidatos Gabriel Boric y José Antonio Kast podrían ganar –o perder- por un margen muy estrecho. 

Cristián Valdivieso, fundador y director de Criteria Research, mira la contingencia desde los datos. Es experto en temas de opinión pública y en auscultar los miedos, anhelos y expectativas de la ciudadanía. 

Entender qué pasó desde el estallido social hasta ahora será un ejercicio para el día después de la elección que cobrará especial relevancia para entender el ciclo que se abre y el que se cierra. ¿Por qué cayeron los candidatos que parecían favoritos? ¿Por qué surgieron Kast y Boric? ¿Hubo cambios en el estado de ánimo del país? ¿Cayó la esperanza y surgió el miedo? ¿Imperó el hastío? ¿Se optó más por el presente que por el futuro? 

Reina la incertidumbre. ¿Quién va ganando en la disputa por imponer su relato, su visión? O sea, ¿quién está dibujando la cancha donde se juega esta elección? 

-Más allá de quién triunfe, uno de los ganadores de esta última milla de la elección es el relato del Rechazo. Ese relato, que era hijo de un estallido silencioso, había estado absolutamente oprimido, arrinconado producto de lo aplastador que había sido el Apruebo. Hoy día, en lo que encarna José Antonio Kast y en la votación que obtenga,  esa voz va a haber encontrado un espacio. Claramente, ese discurso hoy está arropado en una adhesión ciudadana mucho mayor. 

-¿Por qué? ¿Qué pasó?

-Pasó que el clivaje de esta elección terminó siendo el juicio respecto del estallido social y lo que éste había generado. ¿Había sido virtuoso porque había movido la aguja para empujar los cambios? ¿O había sido una cuestión viciosa cargada de vandalismo? O sea, apareció la idea de que el correlato del estallido había dejado un país peor del que teníamos antes. Desde esa perspectiva, el juicio del estallido quedó dividido. Y hoy, quienes rechazaron quedan mejor parados.

“Más allá de quién triunfe, uno de los ganadores de esta última milla de la elección es el relato del Rechazo. Ese relato, que era hijo de un estallido silencioso, había estado absolutamente oprimido, arrinconado producto de lo aplastador que había sido el Apruebo”.

-¿Eso significa que la derecha recupera posiciones con Kast?

-Claro. El relato restaurador, el relato contra el estallido, recupera posiciones y tiene una voz. Incluso, aparece la posibilidad de que el plebiscito de salida de la nueva Constitución sea bastante más peleado de lo que todos se imaginaban originalmente. Pero además, hay otro relato ganador de este año electoral: los 30 años. O sea, a pesar de haber estado ninguneado, despreciado, escupido y  maltratado, el relato de la transición volvió a tener un rol y una relevancia más importante. 

-Pero los principales actores quedaron fuera de la competencia… 

-Es que no se trata de los actores, sino de que vuelve a tener espacio la gradualidad, el generar cambios que sean producto de grandes acuerdos. O sea, avanzar generando transformaciones que tengan sentido con la subjetividad de la sociedad. Ese es otro de los relatos ganadores de esta vuelta. Es bien sorprendente ver cómo esos dos relatos, que estaban guardados en el cajón, hoy vuelven a tener importancia. 

Si el Rechazo se reubica, los 30 años se valoran, los candidatos de los extremos se moderan, ¿serán creíbles estos cambios en el discurso? 

-Es que más allá de cuánta impostura se les puede atribuir, de lo que no hay dudas es que lo que venga hacia delante va a pasar necesariamente por grandes acuerdos. Se va a tener que conversar, negociar, transar. Y si después del estallido se había instalado la consigna de avanzar sin transar, se instala de nuevo la idea de que hay que transar en alguna medida. Y eso es inevitable, gane Kast o gane Boric. 

-¿Qué pasó? ¿Cambió el ánimo social? ¿Se instaló el miedo? ¿Llegó el hastío?

-Este proceso no se remonta a los dos últimos años que han transcurrido desde el estallido social y desde el acuerdo del 15 de noviembre del 2019. Claro, había muchas expectativas de cambio y se ofreció una nueva Constitución para poder salir de eso. El proceso constituyente ha cumplido con darle espacio simbólico a esa minoría silenciada, a esa diversidad que no se  veía, a esos grupos marginados. Los puso en escena y fue muy relevante, porque aportó -durante un tiempo- en una dimensión muy importante: la desigualdad simbólica…

“Y si después del estallido se había instalado la consigna de avanzar sin transar, se instala de nuevo la idea de que hay que transar en alguna medida. Y eso es inevitable, gane Kast o gane Boric”.

-¿Pero no fue suficiente?

-Es que el problema es que ese acuerdo no vino aparejado de ningún acuerdo concreto sobre la agenda social de las personas. Me refiero a la dimensión material de la vida: las pensiones, la salud, la seguridad, el orden público, las deudas, los sueldos, el costo de la vida. Esa agenda quedó a merced del tiempo, de la paciencia de las personas y de una nueva Constitución que va a demorar bastante en dar sus frutos. Por lo tanto, la gente se cansó y un porcentaje de personas dejó de pensar que lo mejor estaba por venir. Empezó a pensar más en el presente que en el futuro.

-¿Eso explicaría el surgimiento de José Antonio Kast? ¿Desde allí se empina?

-Claro. Lo que hace Kast es volver a traer Chile al presente. Un presente que él dibuja como dramático, inundado de violencia, de narcotráfico, de drogas, de una inmigración descontrolada, de un costo de la vida que está desatado. Eso tiene un pie de realidad y por eso se tensionan dos valores: el valor de vivir un presente razonable. La idea de que antes estábamos mal, pero estábamos mejor versus el apostar a los cambios, a los transformaciones y  al futuro. Hay una tensión entre el presente y el futuro. 

-De algún modo, ¿Kast retiró la esperanza del cambio social? 

-Exacto. Saca la esperanza en el futuro y devuelve una cierta expectativa para recuperar el presente. Entonces, el gran pecado de ese acuerdo del 15 de noviembre no fue el acuerdo en sí mismo, sino que la clase política no tuvo la capacidad de concordar un acuerdo en paralelo que permitiera lidiar con las angustias concretas y cotidianas. 

-¿La agenda social quedó congelada?

-Sólo se hicieron cargo de aquella agenda más simbólica, pero se olvidó la dimensión material de la vida de las personas. Agrégale la pandemia y la conmemoración de los dos años del estallido social con vandalismo y con la izquierda que empieza a distinguir entre violencia legítima y violencia no legítima. Eso  generó un escenario espectacular para que el presente se nos devolviera como una cachetada. Y a José Antonio Kast, que había estado renegando de la virtuosidad del estallido, de pronto lo tocó una varita mágica e hizo de esto su pasada.

“A José Antonio Kast, que había estado renegando de la virtuosidad del estallido, de pronto lo tocó una varita mágica e hizo de esto su pasada”.

Enamoramientos fugaces

¿Y qué está representando Gabriel Boric hoy? Muchos descreen de su giro al centro. 

-Ambos candidatos representan el fracaso del centro político en un sentido amplio. Boric y Kast están fuera del arco tradicional de la política. De alguna manera, hay un entierro fúnebre del ciclo Piñera-Bachelet-Bachelet-Piñera. Diez años sin cambiar las pensiones, en disputas intestinas entre oposición y gobierno… Diez años donde se acabó la capacidad de llegar a acuerdos, de poner la agenda de las personas  por delante.

-Entonces, la gente no está votando por la izquierda ni por la derecha?

-No. La gente está votando por dos narrativas. Una con más sintonía con valores históricamente de izquierda y la otra con valores más de derecha. Pero no tenemos a la ciudadanía alineada en torno a la ultraizquierda ni a la ultraderecha. Probablemente, por lo que vemos hoy, esto estaba mucho más propicio para un liderazgo socialdemócrata ya sea de izquierda o de derecha. Lo que es claro es que la sociedad está buscando acuerdos, capacidad para llegar a ciertos consensos que permitan una mejor condición de vida. 

Pero hay algo de paradoja. La ciudadanía está por los acuerdos y, a la vez, pareciera estar harta de los acuerdos…

-No es que la ciudadanía esté buscando acuerdos en la cocina. Lo que está buscando es un rumbo y alguien en quién confiar. Y como desconfiamos de todo, se buscan liderazgos impolutos, moralmente irreprochable. En ese podría confiar. Pero como no existe la perfección, vamos enamorándonos y desenamorándonos de uno y otro liderazgo.

“De alguna manera, hay un entierro fúnebre del ciclo Piñera-Bachelet-Bachelet-Piñera. Diez años sin cambiar las pensiones, en disputas intestinas entre oposición y gobierno… Diez años donde se acabó la capacidad de llegar a acuerdos, de poner la agenda de las personas  por delante”.

O sea, ¿estamos en una trampa? 

-Estamos en una trampa grande. Un grupo de la sociedad se enamoró de lo que creían que era Sebastián Sichel. Antes, se habían enamorado de lo que creían que era Pamela Jiles, Daniel Jadue, pero se desenamoraron con la misma rapidez. Probablemente, eso es lo que vamos a mirar con el tiempo: cómo la ciudadanía desorientada, descreída, desconfiada, empezó a buscar por rumbos y líderes por cualquier lado. 

¿Y qué peligros se abren? Pensando que el que gane va a tener que gobernar cuatro años con amor y desamor…

-El riesgo es tremendo, evidentemente. Porque el que salga elegido, será con un 13 o 14 por ciento del padrón electoral, que fue su votación dura de primera vuelta. Todo el resto va a ser una votación prestada.

Historias de vida

-¿Dónde se juega la elección? 

-Hay varias manera de mirarlo. Una es en qué sectores se juega la elección y la otra es desde los candidatos. A estas altura, la elección no se está jugando en más comunismo o más fascismo. No. Aquí la elección se está jugando con mucha fuerza en la historia de vida de los candidatos. 

-¿Eso explica la dimensión moral que se instaló?

-Absolutamente. Estamos enfrascados en la búsqueda de un líder que no tenga ninguna mácula de maldad. De hecho, eso es lo que ha hecho José Antonio Kast. Su bala de plata en el último debate era tener a un Gabriel Boric acosado por el acoso. Pero eso se aclaró y Boric llegó al debate muy empoderado y consciente del libreto de Kast.

“La elección no se está jugando en más comunismo o más fascismo. No. Aquí la elección se está jugando con mucha fuerza en la historia de vida de los candidatos”.

-Pero ahí apareció lo del test de drogas que no es claro si fue un gol o un autogol. ¿Cómo lo ves?

-Fue una apuesta que te habla de que el libreto de Kast es muy predecible: buscarle una “yaya” a Boric para hacerle un daño moral. Como era obvio que volvería sobre el tema de las drogas, Boric venía preparado con su test.  Por su parte, Boric tenía que dejar instalado que Kast hace de la mentira su campaña política y de su apoyo a Pinochet. Entonces, de nuevo, ambos dejan una duda respecto de la historia de vida del otro.

-¿Cualquier tropezón puede matar al otro? ¿Así de frágil está siendo el momento?

-Sí, pero tiene que ser un tropezón verosímil y relativamente verificable. Hemos tenido una campaña muy sucia, llena de mentiras, de instalación de dudas, de inquietudes, de sacar hasta la vida de la abuelita. 

-Más que las propuestas, ¿ese es el telón de fondo de esta elección?

-Totalmente. Más allá de que uno quiera apostar a la transformación y el otro a volver a recuperar lo que había, más allá de apelar a la esperanza más que al miedo, lo que subyace en todo esto son las historias personales de cada candidato. Si yo logro decir que un candidato es consumidor de cocaína, gano la elección. Si logro decir que otro candidato golpeó a su mujer o ha tenido actitudes machistas, puedo ganar la elección. Ahí se está jugando.

-La temática de la mujer es clave en esta elección, ¿no?

-Mucho. De hecho, si las mujeres terminan botando masivamente por Boric y arrancando del discurso de Kast, evidentemente eso ayuda a un triunfo de Boric. Y lo otro clave es el tema generacional. Si se movilizan los jóvenes menores de 35, serán factor clave para la opción de Boric. Y los mayores de 55 podrían favorecer a Kast. Lo que es claro es que hay una tensión que tiene que ver con aquellas dimensiones simbólicas de la sociedad. 

-¿Qué tipo de tensión?

-Hay sectores que han ido avanzando más lentamente de lo que quisieran, y hay otros que han resentido los cambios. Por ejemplo, entre hombres y mujeres. Hablando en términos gruesos, los hombres han resentido mucho más los avances de las mujeres de lo que son capaces de decir. El lenguaje políticamente correcto hoy día apela a la paridad, pero los hombres han resentido que las mujeres empiecen a ganar más y a tener más espacios. Cada espacio de poder que ganan las mujeres es a costa de alguien. Hay un tema ahí. De hecho, hay más hombres que mujeres votando por Kast. Y entre los hombres, la votación de Kast es mayor que la de Boric.

“Si se movilizan los jóvenes menores de 35, serán factor clave para la opción de Boric. Y los mayores de 55 podrían favorecer a Kast. Lo que es claro es que hay una tensión que tiene que ver con aquellas dimensiones simbólicas de la sociedad”.

Lo que pierden…

Ganen o pierdan, igual Kast y Boric van a ganar porque quedarán instalados como los nuevos referentes de la derecha y de la izquierda desplazando a los viejos cuadros políticos, ¿no?

-En términos de sus narrativas pueden quedar instalados con fuerza, pero la pregunta es por cuánto tiempo. Vivimos tiempos volátiles y esos relatos no son sólidos. Así como Chile no se derechizó cuando ganó Piñera tampoco se izquierdizó cuando ganó Bachelet. Tampoco el país se izquierdizó con el estallido social. Las narrativas que llegan en el último momento de la elección pueden ser salvavidas que se pinchan rápidamente. 

-¿Qué escenario crees que se abre para Kast si pierde la elección?

-Si Kast pierde la elección, va a haber perdido por un problema estratégico. Los tiempos de la transformación y la esperanza están mucho más por el lado de Gabriel Boric, pero los tiempos cortos del presente estaban favoreciendo a Kast. Si pierde es porque no logró aprovechar la oportunidad. 

-¿Perdería sólo por un tema de no saber aprovechar los tiempos más que por las diferencias con su contendor?

-Boric ha hecho una buena campaña, pero creo que en lo grueso, si Kast pierde la elección será porque hizo un muy mal diseño de su segunda vuelta y porque no supo controlar a su grupo respecto de los avances que ha tenido la sociedad.

– ¿Y si pierde Boric?

-Si pierde Boric, habrá sido la gran derrota del estallido social y de lo que era el gran sentido común: que Chile requería un nuevo proceso constituyente y hacer cambios profundos. Si pierde, será una derrota importante no sólo para la izquierda, sino que para el Frente Amplio en su ímpetu por haber querido conquistar el poder por fuera de los partidos tradicionales. La apuesta del Frente Amplio y de esa izquierda, podría terminar siendo una apuesta de todo o nada. Ellos no imaginaron un contexto donde pudieran estar en una posición de debilidad,  menos frente a alguien que representara el Rechazo. Es decir, si pierde Boric también se abre la posibilidad de termine fracasando el proceso constituyente. Por lo tanto, el cobro o la mochila sería muy grande.

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