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10 de Febrero de 2022

La macabra historia que inspiró al cortometraje “Bestia”: Ingrid Ölderock en 5 episodios

A la izquierda Ingrid Olderock, ex agente de la DINA. A la derecha, la protagonista del cortometraje chileno "Bestia" nominado al Oscar.

El libro “Ingrid Ölderock, la mujer de los perros” sirvió de guía para “Bestia”, el cortometraje chileno recién nominado a los Oscar. Su autora, la periodista Nancy Guzmán, en conversación con The Clinic ahonda en distintas aristas de la vida de la agente de la DINA, acusada de participar en diferentes episodios de tortura durante la dictadura.

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Bestia”, el cortometraje chileno que esta semana fue nominado como Mejor Cortometraje Animado en los Premios Oscar, narra de una manera ficcional la vida de una agente de la policía secreta durante la dictadura militar chilena, exponiendo la relación que tiene con su perro, las torturas en las que formaba parte, y sus diferentes frustraciones

A pesar del tinte de ficción con que cuenta el cortometraje, la protagonista y sus acciones están basadas en una persona real: Ingrid Felicitas Ölderock Bernhard, quien fue una mayor de Carabineros agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), responsable de violaciones a los Derechos Humanos y sindicada como “la mujer de los perros”: víctimas han relatado que la mujer utilizaba un perro pastor alemán adiestrado para cometer diferentes vejámenes sexuales en el centro de detención y tortura conocido como la “Venda Sexy”. 

Hugo Covarrubias, director de “Bestia”, dice a The Clinic que utilizó como fuente crucial el libro “Ingrid Ölderock, la mujer de los perros”, escrito por la periodista Nancy Guzmán y editado actualmente por Montacerdos Ediciones

Bestia logra candidatura a los Oscar a Mejor Cortometraje Animado
Bestia fue nominada a Mejor cortometraje Animado, transformándose en la segunda vez que una producción chilena aspira a la categoría en los Premios Oscar.

“Las entrevistas que Nancy Guzmán le hace a Ingrid Ölderock terminan por develar todas estas desviaciones mentales que tenía Ölderock, que caracterizan al personaje que nosotros desarrollamos en el corto -explica Covarrubias-. Yo lo que buscaba era hacer una ficción a partir de datos documentales, reales. El trabajo de investigación de Nancy fue muy importante, es la información más completa que existe sobre Ingrid Ölderock, entonces obviamente teníamos que echar mano a su libro, sobre todo a las entrevistas”. 

Nancy Guzmán llegó en 1996 a la casa de Ölderock. Le habían mencionado una dirección, y al llegar al lugar reconoció cuál era la casa cuando observó en un auto Datsun de color verde, una pegatina con un corazón que decía “Yo amo a mi perro”. 

Allí le comenzó un cosquilleo en las piernas, sudor en las manos y un nerviosismo latente, según cuenta la periodista a The Clinic. Al tocar la puerta vio a una mujer alta, maciza, rubicunda, de pelo corto “muy al estilo masculino”, con una voz ronca y un cigarrillo en la mano. 

El plan inicial era realizar una entrevista para la BBC, idea que se vio frustrada. Sin embargo, Guzmán logró concretar cuatro entrevistas con la ex agente de la DINA, ahondando en la vida de Ölderock y su participación en diferentes episodios de violaciones a los Derechos Humanos. 

Nancy Guzmán, periodista. Foto: Alejandro Olivares

Hoy Guzmán dice estar contenta con la nominación del cortometraje “Bestia”, aunque señala sentirse un poco molesta con los medios de comunicación, que “han omitido la base que genera una creación”. 

A continuación, la periodista reconstruye cinco momentos esenciales en la vida de Ingrid Ölderock, que ayudan a entender mejor la vida y los horrores detrás de la mujer retratada en “Bestia”

1. Una crianza “nazi” 

Un rasgo acompañó a Ingrid Ölderock a lo largo de sus 58 años de vida: el orden. Así se lo dio a entender en 1996 a Nancy Guzmán. En esa primera entrevista, Ölderock le mencionó que sus padres eran muy exigentes y estrictos con ella y sus hermanas durante la infancia. Las tres estudiaban en el Colegio Alemán, y tenían prohibido hablar español en la casa, porque sus padres las castigaban. 

Su familia había llegado a Chile tiempo antes de la Segunda Guerra Mundial. “Sus padres llegaron a una colonia que estaba en Talagante. Fue un grupo de alemanes traídos antes de la guerra por el gobierno chileno, en esta lógica bastante fascista del gobierno de traer alemanes para mejorar la raza”, dice Guzmán. 

“Para mis abuelos fue terrible llegar a este país. A ellos les habían dicho que este era un país civilizado y les habían prometido miles de cosas, pero cuando llegaron, no les dieron na’, había puros indios a pata pela‘ y medio tontos, flojos y pobres. Eso fue terrible; mis abuelos se deprimieron, a ellos no les gustaba na’ de esto. Nunca les gustó Chile”, dijo Ölderock en la primera entrevista con Guzmán. 

”Yo soy nazi desde pequeña, desde que aprendí que el mejor período que vivió Alemania fue cuando estuvieron los nazis en el poder, cuando había trabajo y tranquilidad y no había ladrones ni sinvergüenzas. Pero que quede claro: no comparto el exterminio de los judíos. Tampoco estoy de acuerdo con los de la Colonia Dignidad”, agregó. 

A sus padres tampoco le gustaban los ingleses. Cuando Guzmán le preguntó si había tenido un novio alguna vez en su vida, Ölderock le dijo que sí, que había tenido un noviazgo con un inglés “que era todo un caballero, y mis padres me prohibieron verlo y lo corrieron de la casa”. 

2. La alumna ejemplar en Carabineros

“Ella había amado desde su juventud lo militar”, dice Nancy Guzmán. La periodista cuenta que Ölderock soñaba con entrar a una escuela militar o de uniformados en un país donde todavía las mujeres no se integraban a ese tipo de instituciones. 

“Ella le había escrito una carta al general Queirolo, que era el director de Carabineros de esa época, y le sugirió y le contó por qué debían integrarse mujeres al cuerpo de Carabineros. De hecho fue una de las fundadoras, en la primera camada de mujeres que entra a Carabineros, y ellos se lo reconocen cuando hacen una semblanza del aniversario de los 50 años”, añade la periodista. 

Ingrid Ölderock

“A él le gustó muchísimo mi propuesta y comenzó a funcionar la Escuela Femenina con más de 100 postulantes, entre las que estaba yo. Fui una pionera. También tuve las mejores califcaciones de la escuela, porque yo me dedicaba a estudiar y a trabajar, no como las otras. ¡Es que los chilenos hacen todo al lote!”, le dijo Ölderock a Guzmán mientras fumaba un cigarrillo en el living de su casa en 1996. 

“Ahí ella siente por primera vez la emoción de usar armas. Siente la emoción de poder hacer paracaidismo. Ella era una comando. Esta no era una carabinero de las que se paran en las esquinas a revisar los pases de conducir. Ella era un comando, una mujer que había sido la mejor en paracaidismo, la mejor en tiro, la mejor en artes marciales, la mejor en equitación y la mejor en adiestramiento de perros”, especifica Nancy Guzmán. 

“Por eso luego del golpe de Estado, cuando Pinochet selecciona a (Mamo) Contreras para que se haga cargo de la DINA, Contreras decide formar el destacamento femenino de la DINA y la llama a ella, para que ella sea quien se encargue de seleccionar y formar a las mujeres que van a trabajar en la DINA”, añade. 

3. La mujer de los perros

Según cuenta Guzmán, la base de operaciones de Ölderock era Villa Grimaldi. Iba sólo a la calle Irán número 3037, denominada después como “Venda Sexy”, para realizar torturas específicas, como la violación de detenidos a cargo de un perro pastor alemán que seguía sus órdenes, nombrado “Volodia”. 

Casa “Venda Sexy”. Foto: www.villagrimaldi.cl

Según consta en la biografía escrita por Guzmán, la existencia del perro Volodia producía terror en todos los detenidos. Beatriz, una mujer que estuvo detenida en la Venda Sexy, narró su experiencia en el libro:

“Una llegaba a ese lugar y lo primero que le decían las compañeras era ‘te pueden llevar al subterráneo y ahí hay un perro’. Yo no recuerdo ahora, pero en mis declaraciones de hace años digo que a una compañera que está desaparecida la violó un perro, pero ya no me acuerdo del nombre, pero sí me acuerdo que una de ellas llegó destrozada porque el perro la había violado. Eso yo lo denuncié el año 1975”. 

Las torturas con el perro, dice la periodista, se realizaban sólo en el subterráneo, aunque las violaciones ocurrían en todos lados. Varios detenidos escuchaban ladridos desde su lugar de cautiverio o desde el baño, causándoles angustias indescriptibles y una enorme ansiedad. 

Alejandra, estudiante de Medicina Veterinaria en la Universidad de Chile el año 1974, fue detenida el 11 de diciembre de ese mismo año, y su relato quedó plasmado en el texto de Guzmán: 

“A mí me tenían totalmente desnuda y ella (Ingrid Ölderock) decía, ‘ya va a venir Volodia’, y me insistía en que debía decir cuál era la relación que tenía con Fernando Peña (Solari). De repente sentí una cosa terrible, algo peludo, sudoroso, que olfateaba, que estaba excitado. Es horroroso, es algo que jamás se puede olvidar. Nunca he podido superar la humillación de ese momento y me cuesta mucho narrar lo que viví. A veces prefiero olvidar. Ingrid Olderock dirigía al perro, le daba órdenes para que se subiera arriba de (…). A la única mujer que recuerdo en la Venda Sexy es a la Ölderock”. 

Según cuenta la periodista, ésta era una práctica habitual dentro de ese centro de detención y tortura, y era algo que también hizo el régimen nazi dentro de campos de concentración como Auschwitz. “La única que podía hacer ese trabajo aquí en Chile -asegura- era Ölderock, porque no había nadie más que contara con el conocimiento”. 

“Es cierta (la historia del perro Volodia), a mí me tocó ser violada así, con ese animal, por eso te lo puedo decir. Es una de las historias más terribles y dolorosas que yo sólo he podido enfrentar hace muy pocos años. Por mucho tiempo no pude sacarlo, me daba una vergüenza terrible”, dijo en 2013 Alejandra Holzapfel a The Clinic, quien estuvo detenida en Villa Grimaldi, Venda Sexy, Tres Álamos y Cuatro Álamos.  

Habían otros aspectos que delataron la presencia de Ölderock en la Venda Sexy: su voz ronca y su sombra voluminosa. “Quienes vieron vulnerada su sexualidad por el perro, veían a través de la venda la sombra de un cuerpo voluminoso. Era una voz entre masculina y femenina, y ella tenía esa voz. Una voz ronca, cortante”, dice Guzmán. 

“Fue uno de los centros más brutales en el sentido de la ejecución del plan que tenía la dictadura. Llevar a la gente allí para destruirlos psíquicamente de manera completa. Todo era vejamen. Hombres, mujeres y niños. (…) Era una brutalidad sistemática. Ahí se sacaban uñas, se rompían dedos, se azotaba gente, se violaban hombres, mujeres, ancianos y niños. Hay gente que me dice que era más terrible escuchar los gritos que ser torturado. Era una tortura adicional escuchar los gritos, porque eran tan terribles que hasta el día de hoy no les permiten dormir”, agrega la periodista. 

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Cortometraje “Bestia”.

4. Una bala en la cabeza

La mañana del miércoles 15 de julio de 1981, Ingrid Ölderock salió de su casa ubicada en Coventry 349 a las 7.30 de la mañana como de costumbre. Llevaba un arma de servicio en su cartera, y dentro de la casa guardaba dos más: una en el velador y otra en el horno

Mientras caminaba, cuenta la periodista en el libro, Ölderock sintió algo raro en el ambiente, y mientras pensaba no prestó atención a los dos miembros del Movimiento Izquierda Revolucionario (MIR) que escondían sus rostros tras sus gruesas parkas, esperando el momento para actuar.  

Raúl Castro y Carlos Bruit habían recibido la orden de eliminar a Ölderock desde los cargos superiores de la agrupación. El primer tiro lo dio Raúl. “Esto es para ti”, le dijo a Ölderock. El segundo disparo lo dio Carlos. Puso la pistola a medio metro de distancia, y disparó apuntándole a la cabeza. Ninguno de los dos disparos cumplió el objetivo de asesinarla. El tiro en la cabeza, que era para asegurar la misión, sólo le alojó una bala en la cabeza que la agente de la DINA llevó por el resto de su vida. 

“Intentaron matarla y era tan fuerte que sobrevivió, pese a los dos balazos. Uno en el estómago y otro en la cabeza. Fue capaz de pararse, ir a su casa chorreando de sangre, y cuando llegó a la casa se dio cuenta que no tenía las llaves porque le habían sacado la cartera y una carpeta con un papagayo que ella quería mucho”, dice Nancy Guzmán. 

El tener una bala en la cabeza le sirvió de excusa para varias ocasiones. Guzmán comenta que Ölderock utilizaba esa bala a su favor de vez en cuando, diciendo que no recordaba ciertas cosas producto de la “amnesia” que le había generado. 

“Finalmente la habían declarado loca (en un juicio) porque ella jugaba mucho a eso, con el asunto de tener una bala en la cabeza. Pero esa bala era simplemente su excusa. Ella tenía capacidad de razonamiento, tenía clara la diferencia entre el bien y el mal, por lo tanto no estaba inhabilitada. Tenía recuerdos claros de su presente y su mediano pasado e infancia”, dice la periodista. 

“Conmigo lo usaba a cada rato. Cuando le preguntaba algo que no quería responder, me decía ‘es que como tengo una bala en la cabeza, no sé, se me olvidó, tengo amnesia, sufrí de amnesia, se me olvidó hablar castellano’. Recurría a excusas que yo después le pregunté a médicos o psiquiatras y neurólogos si era cierto que una persona que hubiese tenido una bala le hubiese dado amnesia, y me decían que no, que la amnesia no correspondía a la excusa que ella daba”, añade Guzmán. 

5. La muerte en soledad

La poca familia que Ölderock tenía en Chile se fue alejando de ella con el paso de los años. Sus dos hermanas no iban a visitarla en el último periodo de su vida, y ella le comentó ese dolor a Nancy Guzmán. 

“Cuando la entrevisto, me dice ‘yo no sé por qué mi hermana, que podría vivir conmigo, no quiere ni verme, y cuando trato de buscarla ella se escapa’. Y claro, se escapa porque ella había mandado a su otra hermana a la DINA”, dice Guzmán. 

Años antes, la periodista había encontrado un recurso de amparo interpuesto por Juan Bernhard Zillner, tío de las hermanas, ante la Corte de Apelaciones de Santiago el 26 de agosto de 1975. El recurso era en favor de Karin Ölderock Bernhard contra la Interpol. 

El texto indicaba lo siguiente: “Hago presente a esta Iltma. Corte que mi sobrina arribó a Chile desde Alemania Federal, donde reside desempeñando su profesión, el domingo 20 de Julio, a solucionar una partición de herencia, por la muerte de sus padres, por lo que estimo que debe haber habido una mala información sobre ella que ha motivado una injusta detención, siendo mi deseo únicamente saber en qué situación se encuentra y si está a no detenida y en qué lugar”.

Cuando Guzmán le preguntó a Ölderock en 1996 por la situación de su hermana, aludiendo al recurso de amparo, dice que la agente de la DINA se quebró por primera vez frente a ella. 

“Le digo, y ella se toma la cara. Fue la única vez que la vi quebrarse, de vergüenza. Se puso roja y se tapó la cara con esas dos manos gigantes. Y me dice ‘usted me mató, usted me mató‘. Yo le digo que me explique, y ella me da toda una explicación, miente, dice que su hermana había venido enviada por el Partido Socialista y que había llegado a la casa y le andaba revisando las cosas, que ella nunca le pidió a Contreras que la torturara ni la violara, porque ‘el loco de Contreras’ la había mandado a tortura y la habían violado, y luego la pusieron en el aeropuerto y la mandaron de vuelta a Alemania”, comenta Guzmán. 

Según la periodista, Ölderock logró quedarse con la herencia familiar. Incluso, la casa donde se desarrollaron las entrevistas pertenecía a los padres de la agente. Sin embargo, la situación la llevó a “morir en la absoluta soledad”. 

“Cuando muere ya la justicia estaba actuando, no con la celeridad que debía pero estaba actuando. Contreras estaba preso, todo su mundo se había venido abajo. Cuando yo voy a verla ella se queja de que hay muchachas que siendo muy jóvenes ella las preparó y las formó, y que la habían abandonado. Después del atentado la abandonan, ya no van a verla, no la visitan como antes, que le llevaban regalitos y tomaban tecito. Ya en esa época, cuando yo la entrevisto, ella está sola. Trata de acercarse a Contreras, pero no la quieren mucho porque ya no es la persona que fue”, concluye Nancy Guzmán. 

Al momento de su muerte, en 2001, Ölderock tenía 58 años. Al respecto, la biografía consigna lo siguiente: “El parte médico decía que había sufrido una hemorragia digestiva aguda y que la autopsia determinaría con mayor precisión las causas de su muerte”. Murió en completa impunidad.

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