Elizabeth Subercaseaux: “Resulta casi divertido cuando hablan de que vamos a volver a una dictadura comunista”
A sus 77 años, la periodista y escritora acaba de publicar "La patria en sombras", una novela histórica sobre el Chile de entre 1973 y 2005. En conversación con The Clinic, Elizabeth Subercaseaux expresa estar aburrida de los estereotipos sobre la izquierda y la derecha que han perdurado en Chile desde la dictadura. Además, ahonda en el concepto de impunidad y (des)esperanza y hace una propuesta cultural a Boric. Asimismo, dice que si no se lee más allá de "las tabletitas", "vamos a terminar con las mismas neuronas del número de palabras que se admiten en Twitter, y eso es gravísimo".
Por Amanda Marton RamaciottiCompartir
Es probable que, entre los muchos libros que haya escrito a lo largo de su vida, este haya sido el que le resultó más fácil. Vivió, sufrió y reporteó -como periodista- ese período, conoció a los personajes principales en persona, lo que le permitió incluso poner en el papel su forma de hablar o pensar. Pero, por lo mismo, puede que esta nueva obra le haya resultado particularmente difícil de escribir. Porque todo lo que sale ahí es la prueba, dice Elizabeth Subercaseaux (1945), de que en Chile predomina la impunidad. Y eso es doloroso.
En “La patria en sombras” (Catalonia), la tercera entrega de una saga que incluye las novelas “La patria de cristal” (2017) y “La patria estremecida” (2019), publicadas por la misma editorial, Elizabeth Subercaseaux cuenta la historia de Chile entre 1973 y 2005. El protagonista es Javier, quien busca a su mujer desaparecida. Su historia se entrelaza con la de otros personajes -todos con sus nombres reales-: Pinochet, Jaime Guzmán, Manuel Contreras, Sergio Arellano Stark, Patricio Aylwin, Gabriel Valdés, Gladys Marín, Francisco Javier Cuadra y el exjuez Juan Guzmán Tapia.
¿Por qué escribir hoy sobre un periodo tan complejo de la historia de Chile? “Porque nunca se hizo justicia”, comenta, sin dudarlo, la autora. “El general Pinochet debió haber muerto en la cárcel. Ahí quedó una herida abierta, hubo más de 3.000 personas detenidas desaparecidas, muchas de las cuales nunca se supo hasta el día de hoy donde están sus cuerpos. Yo creo que la memoria es importantísima, no se puede escamotear la memoria, no se debe hacerlo si es que un país quiere seguir adelante con su historia y quiere cerrar las heridas que dejó su pasado. Creo que es muy importante que las generaciones jóvenes conozcan su historia, conozcan la verdad de lo que pasó, porque en las claves del pasado hay muchas respuestas del propio presente”, agrega, vía zoom, desde Pensilvania (EE.UU.).
Y es justamente sobre eso que ahondaremos en esta entrevista. El pasado y el presente se entrecruzan, porque todo lo que está contado en su novela histórica, dice Elizabeth Subercaseaux, da cuenta de lo que estuvo en la base del estallido social y del Chile en el que vivimos hoy.
-La novela claramente tiene un gran villano, y no podría ser otro sino Pinochet. ¿Su personaje se basa mucho en lo que usted vio cuando lo entrevistó junto a Raquel Correa?
-Sí. Él tardó 15 años en darnos esa entrevista, pero finalmente la dio. Y ese conocimiento de Pinochet me permitió varias cosas. Primero su habla, la manera como él hablaba, y desde luego su pensamiento que es conocido de todo Chile, porque consistió siempre en lo mismo, en negar todos los atropellos a los derechos humanos y en pronunciar siempre el mismo discurso, que ellos habían salvado a Chile de una dictadura marxista y que estábamos en guerra, y que la represión no era contra el país, sino que contra unos terroristas que estaban tratando de hacerse el poder, todo lo cual era naturalmente mentira.
No se puede escamotear la memoria
-¿Qué más aprendió entrevistándolo?
-También hubo muchas conversaciones off the record con él en donde nosotros le preguntábamos por cosas personales, por ejemplo, ese amor que tuvo en Ecuador con Piedad Noe. Fue algo que él mismo no nos contó, pero corroboró la historia que conocíamos y cuando nosotros lo confrontamos con esa historia, Pinochet se puso a llorar. Eso fue bastante impactante porque uno dice “pero cómo si este señor tiene una piedra en el corazón”. Y claro, obviamente no tenía una piedra en el corazón, porque a esa mujer aparentemente la amó mucho y se conmovió. Él también nos hablaba mucho de los problemas que tenía con “los señoritos de la derecha”, porque curiosamente él hablaba con mucho desprecio de los señoritos de la derecha -salvo Jaime Guzmán, a quien lo admiraba profundamente. Pero yo no sé a quienes se refería cuando él decía “los señoritos de la derecha o los caballeritos de la derecha”.
-El libro no es solo crítico con él. El libro parte con una carta de Javier -quien buscaba a su pareja desaparecida- fechada en 2005 en la que dice que “la Concertación ha defendido a Pinochet”. Me llama la atención porque en los últimos años se ha dicho mucho que esa colectividad hizo lo que pudo dadas las circunstancias…
-Bueno, yo creo el primer gobierno de la Concertación (de Patricio Aylwin) hizo justicia en la medida de lo posible y además dijo que iba a hacer justicia en la medida de lo posible. Pero en ese momento eso se entendía, se comprendía, era muy explicable, porque los militares estaban encima de este primer gobierno, hubo muchos movimientos, palabras, declaraciones, amenazantes contra la democracia. Y además había un pacto que es muy doloroso, incluso de recordarlo, de no tocar a Pinochet. Entonces yo encuentro válido ese argumento para el primer gobierno, pero no lo encuentro válido para los gobiernos que siguieron porque el mundo cambió, Estados Unidos ya no habría nunca apoyado un golpe militar y los propios militares, que por lo demás los estaban empezando a enjuiciar, no iban a dar un golpe.
-Pero el temor estaba latente.
-Mira, en el tiempo de la dictadura me tocó entrevistar a muchos generales, de hecho, nosotras con Malú Sierra y Raquel Correa, escribimos un libro que se llamaba “Los generales del régimen”, que son entrevistas a 40 generales y yo te puedo garantizar que la gran mayoría de esos generales que nosotros entrevistamos, eran todos golpistas, todos pinochetistas, todo lo que tú quieras, pero no estaban de ninguna manera dispuestos a dar otro golpe cuando volvió la democracia y yo creo que ni ahora ni nunca más existe ese peligro. Yo creo que cuando hablan de la medida de lo posible sentando al general Pinochet en el Senado como senador vitalicio, defendiéndolo en Londres como lo defendieron, hicieron lo que tendría que haber sido imposible, ahí instalaron la máxima impunidad y yo creo que eso está también detrás del estallido social.
Él hablaba con mucho desprecio de los señoritos de la derecha
-¿Por qué?
-Porque cuando no hay justicia, y en este caso que no la hubo, porque cuando se corrompe la justicia -que en este caso se corrompió, porque a parte del Juez Guzmán, ningún juez quiso enjuiciar a Pinochet– se corrompe todo en un país. Si no metiste preso al dictador, tú no vas a meter preso a un cura pedófilo, tampoco vas a actuar contra empresarios que abusan de su poder, no vas a actuar contra ninguna de estas instituciones que se fueron corrompiendo, porque instalaste la máxima impunidad al no enjuiciar a la primera persona, al máximo responsable de lo que fueron en Chile esos 17 años.
-En esa línea: en la actualidad es muy difícil ver golpes de Estado. Por lo general se habla de cómo se corrompe la democracia desde adentro, cómo se forman regímenes híbridos, etc. Pero, aun así, no podemos negar que en Chile se violaron los derechos humanos durante el estallido social, y los derechos humanos son base de una democracia. ¿Cómo ve esa situación?
-Lo que pasa es que cualquier democracia, como se ha dicho tantas veces, cualesquiera sean sus carencias y sus debilidades, siempre va a ser mejor que una dictadura. Así que yo creo que en Chile que gran parte de los atropellos a los derechos humanos que se cometieron, que cometieron los Carabineros durante el estallido social, se debe justamente a lo que estamos hablando, a que institución también se corrompió. Y por eso es que se habla de reformarla, de refundarla, de arreglarla, de hacer algo, porque la sociedad chilena le ha perdido el respeto a la institución de Carabineros, y cuando eso pasa es un país es muy grave, porque ¿quién se va a hacer cargo de la seguridad pública de manera correcta?
-Con respecto a eso: a raíz de lo sucedido en el estallido, hay consignas que plantean comparaciones entre Piñera y Pinochet, o que en Chile no hay democracia. ¿Cree que es trivializar el valor de la democracia o lo que fue la dictadura?
-Yo creo que eso es producto de la pasión del momento, son los efectos que produce esta especie de olla a presión que estalló después de 30 años de contención, pero yo no estoy de acuerdo con ninguna de esas aseveraciones. Yo no creo de ninguna manera que Piñera se pueda comparar con Pinochet, tampoco creo de ninguna manera que no haya ninguna democracia en Chile, desde luego hay bastante democracia ya que se pudo hacer ese estallido social, y después de eso se llegó a un amplio acuerdo para cambiar la Constitución. Entonces estamos viviendo el proceso más democrático que yo he visto en toda mi vida. Distinto, muy distinto, es decir, es hacer ver, hacer notar, cuáles fueron los fallos de esa democracia…
-O “las sombras” como dice en su libro.
-Claro, cuáles fueron las sombras, cuáles fueron los fallos que arrojaron esa sombra, que ha estado latente en el país. Entonces, volviendo a lo que tú dices ¿por qué hablar de la dictadura ahora? Es imposible no hablar de una dictadura que se está colando por todos los rincones de la vida social, todos los días desde hace 30 años. Así que la gente que dice que es manido volver al pasado, que demos vuelta la hoja… ¿Qué hoja vamos a dar vuelta si todavía no se hace justicia con respecto a lo que pasó? Y una manera de empezar a hacer justicia es ponerlo sobre el tapete, debatirlo, confrontarlo, hablar de lo que nos pasó.
Si no metiste preso al dictador, tú no vas a meter preso a un cura pedófilo, tampoco vas a actuar contra empresarios que abusan de su poder, no vas a actuar contra ninguna de estas instituciones que se fueron corrompiendo
-Durante la campaña del año pasado se escucharon muchas referencias a ese período. Hubo quienes dijeron que temían a Boric por “los comunistas”, y quienes recordaron que José Antonio Kast defendía la dictadura de Pinochet.
-Mira, en Chile no existe ningún temor de una dictadura marxista, porque nunca hubo en Chile el peligro de una dictadura marxista, esa es otra de las falacias que instaló la dictadura militar de la derecha. Esta es una especie de estrategia de campaña de la derecha que yo personalmente creo que es muy equivocada, porque no hace nido en la sociedad chilena ya. Resulta casi divertido cuando hablan de que vamos a volver a una dictadura comunista, nadie cree eso.
-¿Y cómo cree que podamos explicar el auge de la extrema derecha con José Antonio Kast?
-Eso es muy fácil de explicar. Tú tienes que pensar que después de 17 años de dictadura se hizo un plebiscito para preguntarle al pueblo chileno si quería seguir o no con el dictador y un 43% dijo que sí. Entonces, en Chile hay una masa muy derechista. Yo creo que hoy un 50%, 45% de ese país es de centro derecha, y eso está ahí latente. Pero por otro lado también hay que hacerle aquí una crítica a la izquierda, porque Kast interpretó muy bien a la gente que vio con bastante preocupación que la izquierda minimizaba el tema de la violencia.
-¿En qué sentido?
-La gente está preocupadísima desde hace mucho tiempo en Chile, desde incluso antes del estallido social, por este tema de la delincuencia desatada, del narcotráfico que ha ido entrando de a poco a Chile y las autoridades haciendo prácticamente la vista gorda con este problema… Estos fueron los temas que tomó don José Antonio Kast. y mucha gente se sintió interpretada por eso, aunque no estuviera de acuerdo con toda su agenda conservadora, con que se sintiera tan cercano a Pinochet. }En este momento, a los chilenos -a la señora Juanita, como decía Ricardo Lagos- no están para nada preocupados de si el habla es más inclusivo o no, y lamento decirlo. La señora Juanita está preocupada de que le quemen el supermercado de la esquina, de que no vaya a venir el narcotráfico y se instale ahí, usando las peluquerías de su barrio donde ella se iba a hacer la permanente como punto de reparto de crack y de cocaína. De eso está preocupada la señora Juanita, y por supuesto de su salud, de sus pensiones y de tener un salario digno.
-En el momento en que estamos realizando esta conversación, acaba de salir una encuesta que por primera vez muestra un alza importante del Rechazo a la propuesta de Nueva Constitución. ¿Cree que eso está asociado a lo que me mencionaba recién?
-Creo que hay un cambio cultural en Chile del cual la Convención está dando cuenta, eso es lo primero. Lo segundo es que la Convención para eso está, para hacer cambios profundos, y esos se van a reflejar en una medida muy importante en el proyecto que ellos presenten. Ellos quieren hacer una Constitución distinta. Ahora, el problema sería que quisieran hacer una Constitución contra otra Constitución. Yo creo que eso no va a pasar y no creo que esté pasando. Yo creo que lo que está pasando es que hay sectores, que ahora se llaman “Amarillos” y sectores de la derecha, a quienes estos cambios no les gusta. Yo creo que es más eso que la Convención esté fracasando, que esté actuando mal.
Estamos viviendo el proceso más democrático que yo he visto en toda mi vida.
-¿Qué espera usted de esa propuesta de Nueva Constitución?
-Creo que va a terminar pasando que el proyecto que presente la Convención será el de una Constitución democrática, duradera, pero sobretodo que pueda ser aprobada por el mismo porcentaje del Apruebo. Pero yo no estoy para nada de acuerdo con esas palabras que dijo el Presidente Gabriel Boric, de que “es mejor cualquier Constitución que una hecha por cuatro militares encerrados en una pieza”. No es mejor cualquier Constitución. Yo creo que Chile no quiere una cualquier Constitución, lo que quiere es una buena Constitución. Sean cuales sean los cambios que estén implícitos en ella, porque además todo el país quiere estos cambios, la inmensa mayoría del país quiere estos cambios, hay un reconocimiento generalísimo en Chile con respecto a las necesidades de estos cambios.
-¿Usted cree que el Apruebo va a ganar? ¿O no se atrevería a estimarlo..?
– Yo creo que hay que tener un poco de paciencia aquí. Yo creo que está bien, por otro lado, que surjan críticas a normas que están en proceso de ser aprobadas. Eso está muy bien porque eso morigera un poco la discusión. Y la misma Convención se hace eco de eso. En la Convención no hay ningún espíritu de decir “nosotros tenemos toda la verdad en la mano, a nosotros no nos critique”. Yo creo que la Convención está abierta a aceptar las críticas, a revisar las normas que resulten maximalistas, las que no se puedan aplicar, las que no den gobernabilidad, porque ellos son los más interesados que esto se apruebe por más de un 70%. Ellos son absolutamente los más interesados. Entonces, eso hay que tenerlo en cuenta, yo creo que lo que la Convención no quiere es que se tergiverse, es que se mienta, es que se hagan campañas del terror porque eso es lo que nadie queremos que pase eso.
-¿Cree que se está haciendo campaña del terror en contra de la propuesta de Nueva Constitución?
-Fíjate que no. Yo creo que son muy exageradas las voces que ponen cualquier critica que tenga la derecha o la centro derecha o incluso el Partido Socialista en ese canasto de la campaña del terror. Yo creo que la gente tiene pleno derecho a decir “mira a mí me preocupa esta norma porque la encuentro maximalista, me preocupa este tipo de Congreso, etc.”. Ojalá que se haga eso. Eso no es campaña del terror, ¡por favor! Si esto es una conversación que no es a puerta cerrada, esta es una conversación con todo el país y eso es lo bonito que tiene. Entonces yo creo que las personas que están tan obsesionadas con que la derecha esto y la izquierda esto otro, más vale que se vayan dando cuenta de que estamos en un proceso súper importante, muy democrático, donde a mi juicio ha habido una transparencia que yo no he visto nunca en Chile.
Es imposible no hablar de una dictadura que se está colando por todos los rincones de la vida social, todos los días desde hace 30 años.
Esperanza y desesperanza en Chile
-Me gustaría volver a una escena de su libro. Me llamó mucho la atención que en comparación con otros libros que están inspirados en el Plebiscito del 88, por ejemplo “Los días del arcoíris” de Antonio Skármeta, usted lo trató con más desesperanza que con esperanza. Eso se ve muy reflejado en el mensaje que da Gladys Marín, diciendo que “no quiero que me entreguen unos huesitos, quiero que me digan quién lo mató, dónde y cómo”. ¿Por qué usted opta por ese foco?
-Porque muchos chilenos vimos, y desde luego Gladys Marín vio, que el resultado del plebiscito fue bastante apretado para lo que debió haber sido -a mi juicio-, después de lo que habíamos visto esos 17 años. Entonces, este temor a que se hicieran pactos que no permitieran cerrar esa herida, que no le permitieran a la Gladys Marín saber nunca donde estaban los restos de Jorge, estaba latente en Chile. Y tenían toda la razón de tener ese temor, porque eso fue lo que terminó pasando. Pero creo que ni en sus peores pesadillas Gladys Marín hubiera imaginado que íbamos a ver nosotros a Pinochet entrando al Senado como senador vitalicio. Entonces, en ese sentido, claro, el plebiscito yo -y te lo digo sinceramente- nunca lo viví como una fiesta de alegría. Yo siempre tuve, y creo que a Gladys Marín le pasó lo mismo, los ojos puestos en lo que iba a pasar después, no en ese día de fiesta.
-Yo no viví el plebiscito del 88, pero sí recuerdo que tras la marcha del millón del 25 de octubre del 2019 y posteriormente cuando se aprobó el plebiscito por una Nueva Constitución, muchos hicieron paralelismos con la fiesta que se vivió tras el plebiscito del No. ¿Cree que son válidos esos paralelismos?
-No, yo no creo que sean válidos. Y es cierto que la noche del plebiscito cuando ganó el No, se produjo una fiesta, yo misma salí a bailar a las calles de Santiago, porque estaba terminando esa dictadura. Ahora, la fiesta del estallido social es una fiesta con niveles de conciencia muy altos en el sentido de que no estaba terminando nada, sino que estaba definitivamente empezando otro país. Entonces son fiestas con sentidos muy distintos.
-Otra celebración importante y reciente fue la que se dio tras la victoria de Gabriel Boric. Y, al contrario de lo que hablábamos de la desesperanza, se ha hecho énfasis en la esperanza de este nuevo gobierno ¿Qué opina usted de esto?
-Yo no me atrevo a decir nada del nuevo gobierno de Gabriel Boric porque lleva dos, tres semanas. El único temor que yo puedo tener sobre el nuevo gobierno de Gabriel Boric es que las expectativas son demasiado altas. Y yo creo que este va a ser un gobierno que tendrá que enfrentar problemas súper graves. Los seguidores de Gabriel Boric han sacralizado a este candidato primero y a este Presidente después y yo creo que más bien, habría que ayudar a que el Gobierno pueda solucionar, atravesar bien por todos los problemas gravísimos con los que se va a presentar. Desde luego el problema de la Araucanía, ahí hay una guerra, el problema de las migraciones, ni hablar nada de la agenda social que tiene que instalar este gobierno y encontrar el presupuesto para instalarla. Las promesas son muchas, las expectativas son muy altas y el momento es extremadamente complejo, así que yo realmente espero que lo hagan lo mejor posible, pero también en la medida de posible.
Yo no estoy para nada de acuerdo con esas palabras que dijo el Presidente Gabriel Boric, de que “es mejor cualquier Constitución que una hecha por cuatro militares encerrados en una pieza”. No es mejor cualquier Constitución. Yo creo que Chile no quiere una cualquier Constitución, lo que quiere es una buena Constitución.
-De hecho, acaba de salir una encuesta que muestra que Boric tiene aproximadamente 50% de aprobación, la que sería la más baja en las tres primeras de gobierno en comparación con otros mandatarios. Pareciera que tiene relación con lo que dice usted, sobre las expectativas que se tienen del nuevo gobierno, y los errores que este ha cometido en las primeras semanas -como cualquier gobierno en sus primeras semanas…
-Claro, yo creo que lo último que dijiste es muy importante, porque todos los gobiernos cometen errores. Hay un periodo de ajuste, cuesta tomar posesión del poder, no es algo que tú lleves así en ti, y además está el hecho de que es toda gente más joven, mucho más joven, que ha tenido poca experiencia de gobierno. Entonces yo creo que van a tener que ir haciendo un poco camino al andar también, po. Y a mí no me gusta calificar de errores lo que hace un gobierno en su primera semana de instalación porque es muy fuerte esa palabra para cosas que iban a pasar de todas maneras. Ahora, lo que espero, como estamos en una democracia, es que esas cosas sean debatidas, aparezcan, y eso le va a permitir al propio gobierno ir enmendando en el futuro posibles errores.
-Ya que usted lo comenta, me llama la atención lo que se dice acerca de la juventud. Hay quienes digan “Boric era un niño cuando Chile venía saliendo de la dictadura, ¿Cómo va a poder referirse a esos procesos?”, pero me parece que eso es minimizar la capacidad de los jóvenes de analizar y reconocer nuestro pasado, independientemente si lo vivimos en carne propia o no… ¿Qué opina usted?
-Primero que nada, creo que Boric no es tan joven. Yo creo que nosotros estamos muy viejos que es distinto (se ríe). Yo no sé por qué se espantan tanto de que un hombre de 36 años sea Presidente cuando ellos mismos pusieron la exigencia de 35 años en una Constitución. Yo a los 36 años había escrito varios libros, tenía tres niños, tenía una carrera muy avanzada, trabajaba haciendo Periodismo. En Chile ha habido diputados que tenían 24 años cuando fueron elegidos, Salvador Allende tenía 25 cuando fundó el Partido Socialista. Yo por supuesto que encuentro joven a mi nieto, pero no por eso mi nieto va a ser un niñito incapaz de pensar. Lo que pasa es que no han tenido experiencia en gobernar, y un poco también ha tenido, si fue diputado, por amor al cielo. Aquí se requería un cambio generacional, o sea, no puede ser que yo siga viendo a Andrés Allamand, que yo lo entrevistaba hace 40 años, en la política. Es ridículo, está bueno ya que se vayan a sus casas a pescar. Lo cual no significa no tener opiniones sobre lo que ocurre en el país.
-Respecto de tener opiniones: usted me dijo, antes de esta entrevista, que escribió una carta a Boric. ¿De qué se trata esta?
-Yo le pedí al Presidente Boric que ya que él es un lector, ya que él ha hablado tanto de la necesidad de promover la cultura, ya que a él le gusta tanto la poesía, ya que lo primero que hizo en su primer viaje al extranjero fue sacarse una fotografía hojeando un libro en una librería en Palermo, en Buenos Aires… Por qué no revive alguna versión siglo XXI de la editorial Quimantú, que fue la mejor herencia cultural de la Unidad Popular y de Salvador Allende, y por qué no le quita el IVA a los libros. Por qué no hace, de una vez por todas, lo que se debió haber hecho en Chile hace mucho tiempo que es poner al libro, a la educación y a la cultura en el lugar de preponderancia que debe tener en un país que se dice progresista, y que está tratando de salir del subdesarrollo. El subdesarrollo cultural es la madre de todos los subdesarrollos. Eso le digo yo en la carta, le pido. Pero (se ríe) si ni la va a leer, así que…
-Puede que lea lo que usted dice en esta entrevista… Pero ya que hablamos de libros y de cultura: ¿Qué esperaría usted que aportara el nuevo gobierno en esta materia?
-Yo esperaría que tengan la voluntad política para darle a la cultura la preponderancia que tiene. Yo esperaría que le hincaran fuertemente el diente a esto, que está en su programa de una educación gratuita para todos los chilenos que no se la pueden pagar y de calidad. Ahí hay todo ese tema que tiene que ver con el profesorado, con las políticas de educación, etc., pero también creo que debería haber una política que promueva la cultura en regiones. En ese sentido, yo he tenido noticias de que el Partido Comunista presentó o habló mucho de la idea de una editorial con fondos estatales asentada en las regiones, porque ¿cómo vas a llevar la cultura a los rincones apartados de Chile que no tienen la posibilidad de acceder a una fuente importantísima de la lectura, de la cultura como es el libro? El libro juega un papel muy importante.
Yo creo que las personas que están tan obsesionadas con que la derecha esto y la izquierda esto otro, más vale que se vayan dando cuenta de que estamos en un proceso súper importante, muy democrático, donde a mi juicio ha habido una transparencia que yo no he visto nunca en Chile.
-Eso debe ir de la mano con el hábito de la lectura…
-Sí, hay que crear el hábito de la lectura en los colegios, porque nosotros estamos perdiendo ahora una generación por las tabletitas. Nosotros no podemos seguir permitiendo que el educador sea Twitter o Instagram porque aquí hay un elemento que es muy nocivo para la cultura y que son estas redes sociales, pero que por otro lado cumplen función muy importante en los mayores grados de democracia, etc., pero hay que ver en su totalidad cuál es el daño que producen, porque ahora los chiquillos pasan leyendo todo el día, pero leen puras porquerías. Y además pasan pegados a estas redes donde hay una inmediatez total, una falta de reflexión total, especialmente en Twitter. Yo al Twitter lo encuentro muy nefasto.
-¿Por cuál motivo?
-Es realmente muy nefasto por… Digamos que es como que se estuvieran enanizando los cerebros, se estuvieran poniendo del mismo porte que esas frases que admiten en Twitter, ese número de palabras. Vamos a terminar con las mismas neuronas del número de palabras que se admiten en Twitter, y eso es gravísimo, no me digas tú que no.
-Encuentro interesante lo que dice, porque Twitter también es un espacio de mucho odio, de mucho blanco y negro. Y eso es algo que usted aborda en su nuevo libro, especialmente hacia el final. Ahí hay personajes más grises en su posición política y cómo ven a los demás. ¿Cree que derribar esos estereotipos que tenemos sobre ciertas visiones políticas nos ayudaría como sociedad? Incluso en espacios como las redes sociales…
-Yo creo que no sólo puede ayudarnos como sociedad, Amanda, sino que es indispensable que rompamos con esos estereotipos. Yo creo que es natural que se haya instalado algunos estereotipos porque la derecha ha hecho cosas muy terribles en Chile en los últimos años, pero por supuesto que es una caricatura, y a mí personalmente no me gusta cuando otra vez está esta cantinela de que la derecha tiene toda la culpa o de que la izquierda nos va a llevar a algo… Es siempre el mismo discurso.
-Ya debe estar cansada de escucharlo después de todos esos años.
-Yo estoy cansada, porque yo vivo en esos dos mundos y conozco bastante bien los dos mundos. El mundo de la izquierda, que es el mundo de mis propias ideas, y el mundo de la derecha, que es un mundo donde están prácticamente todos mis afectos. Entonces, yo he conocido dentro de mi propia familia, de mis propias amigas y amigos de la derecha, a gente tan estupenda como en la izquierda. Entonces es una majadería seguir dividiendo al mundo entre los buenos que son de un lado, los malos que son del otro. Es una verdadera majadería y denota a mi juicio poca inteligencia y desde luego no sirve para nada.
-Y finalmente, ¿podemos esperar una continuación de esta serie de libros? Entiendo que es la tercera entrega de lo que podría ser una trilogía, pero termina en el momento perfecto para entrar en todo lo que fue el estallido social…
-Claro, de todas maneras. Es decir, si yo estoy con buena salud y si no pierdo la cabeza (se ríe), porque yo ya tengo 77 años, ya he escrito demasiados libros a mi juicio y ya me voy cansando de investigar y de todo. Pero sí, claro que sí. En el futuro, eso sí, porque yo primero tengo que esperar a ver cómo va a venir la nueva patria, porque eso es lo que se está gestando en Chile en este momento, la nueva patria.
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