La red de meteorólogos aficionados que disputa los pronósticos a medios oficiales y la “farándula del tiempo”
Más allá de las mediciones que aportan organismos oficiales, en Chile existe una Red de Meteo-Aficionados que cuenta con 62 estaciones meteorológicas que reúnen datos desde todos los rincones del país. Aquí, la historia detrás de estos meteorólogos amateur, cuyos pronósticos compiten con los emitidos por profesionales en la TV, y que critican a otros aficionados en redes sociales, que proyectan precipitaciones con demasiada anticipación, cayendo en lo que llaman “la farándula del tiempo”.
Por Javier MiddletonCompartir
Alonso Neira (20) tiene una relación especial con la lluvia. A los cuatro años se quedaba pegado a la ventana de su casa, mirando el agua caer incesantemente. Era el asombro ante los chubascos, poco comunes en el clima habitual de La Florida. El ruido de las gotas, para él, era una sinfonía. Y cuando nadie lo vigilaba, se escabullía de la protección del techo. Todo para tener un momento a solas con las nubes, la humedad y el viento.
Alonso seguía de manera religiosa los pronósticos de la tele. El meteorólogo casi le parecía una figura divina: un oráculo capacitado para leer la impredecible atmósfera. Y observaba con admiración el programa de los caza tornados estadounidenses. Esos hombres y mujeres que llevan sus vidas al límite persiguiendo la tormenta.
En octavo básico dio el salto. Se compró un kit básico para realizar sus propias mediciones. Un termómetro, un pluviómetro, un barómetro. Ríe al recordar sus primeros -y precarios- equipos. “Ahora tengo de todo”, dice.
Alonso no sabe qué fue lo que lo enamoró del tiempo. Ni en su familia ni en el colegio tenía referentes que lo acercaran a la meteorología. Se sentía raro: pocos de su círculo, quizás nadie, entendían su pasión. Pero encontró su nicho. A otros que, cómo él, se perdían mirando el cielo.
Divagando en internet, descubrió algo que, según admite, terminó por cambiarle la vida: la Red Meteorológica Aficionada de Chile.
“Todo es Santiago”
Cuando Alonso ingresó a la Red Meteo-Aficionada en 2016, esta funcionaba solo como un grupo de WhatsApp. Era un conjunto de personas que registraba el tiempo en sus respectivas localidades, compartiendo datos con quien estuviese interesado.
El aterrizaje de Alonso, por entonces de 15 años, calzó con un proceso de reorganización. Junto a otros administradores de la Red, abrieron perfiles en Twitter, Facebook e Instagram. Armaron una página web. El logo, Alonso lo trabajó con su papá, diseñador gráfico de profesión. Sumaron a amantes de la atmósfera de Arica a Punta Arenas. Coordinaron a todos para centralizar los datos.
Hoy, 75 personas participan en la Red Meteo-Aficionada de Chile. Cuenta con 62 estaciones meteorológicas que entregan información en tiempo real de todo el país. Tienen convenios con el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) de la Universidad de Chile, el Centro de Humedales Los Cruces de Valdivia, y con la Universidad Austral, entre otros organismos.
A Alonso lo llaman estudiantes universitarios para pedirle acceso a sus datos. Incluso la PDI se contactó con él para conocer el detalle del tiempo, en medio de un incendio que afectó a Placilla, en la Región de Valparaíso.
La iniciativa en parte nació porque, como en otras áreas, “todo es Santiago, Santiago y Santiago”. Por eso, cuenta Alonso, en la Red apostaron por lo local. Por hacer mediciones en “ciudades como Linares, o Chillán, que no tenían estaciones oficiales”. Y así, cumplir el rol central de los aficionados: informar con precisión a sus vecinos.
Una distancia con los profesionales
Alonso Neira dice que probablemente Iván Torres, de TVN, es su meteorólogo favorito. Más que nada, porque fue el primero que siguió de niño. En TVN, además, mostraban cartas sinópticas a la hora de presentar el tiempo. No obstante, afirma que es una “relación entre el amor y el odio”, porque Torres ha levantado, en ocasiones, críticas hacia la meteorología amateur, acusándola de ser una práctica imprecisa, que difunde pronósticos exagerados.
En Chile, es la Dirección Meteorológica, dependiente de la DGAC y la Fuerza Aérea, el organismo público oficial encargado del estudio y pronóstico del tiempo atmosférico. Esta sería la principal fuente de información para los meteorólogos profesionales.
Sin embargo, según Alonso, las estaciones oficiales “a veces no son tan confiables”. Relata una anécdota. En La Florida, dice que una estación de Aguas Andinas presentaba recurrentemente datos erróneos. Él lo contrastaba con las mediciones que hacía en su propia casa. Y en su particular cruzada, empezó a mandar cartas con reclamos. A fin de cuentas, esos datos fundamentaban los pronósticos oficiales, y una predicción mal hecha puede impactar los negocios y vida cotidiana de las personas. Finalmente, la estación fue dada de baja.
“Por eso digo que de repente nos vienen a criticar, pero no ven la paja en sus propios ojos”, opina Alonso. “Porque nos vienen a criticar, e igual tienen muchas deficiencias en su sistema”. Cree que, por lo mismo, a veces los meteorólogos “oficiales” pueden estar manejando menos datos que los aficionados.
Para Alonso, al sector meteorológico profesional chileno “le falta avanzar mucho”. “No son como el NOAA de EE.UU., o el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina, que tiene radares, y una red más completa. Nosotros, en términos de meteorología, estamos muy atrasados, en general. Por eso me da un poco de rabia que nos vengan a criticar, siendo que ellos también están en un momento complicado en el tema datos”, argumenta.
Él sueña con una alianza entre ambos sistemas. “La gente nos busca, a pesar de que no estemos a un nivel profesional”, dice, apuntando a los miles de seguidores que la Red, y sus perfiles asociados, tienen en redes sociales. Así, de paso, se acabaría esta competencia entre meteorólogos. Una especia de pugna entre aficionados y profesionales, que también se materializa al interior del mismo mundo amateur.
La “farándula del tiempo”
Rodrigo Mondaca (42) es Geógrafo de profesión y, al igual que Alonso, es uno de los administradores de la Red Meteo-Aficionada. Sus respectivas historias tienen varios puntos en común. Rodrigo se sintió tempranamente atraído al estudio atmosférico. A los 13 se compró su primer termómetro. En su familia tampoco tenía una figura influyente que lo acercara a la meteorología. Y en 2017 ingresó a la Red luego de instalar su propia estación meteorológica en su domicilio en Quilpué.
Hoy, Rodrigo vive en Limache. Eso transforma a su hija Amanda (13) en la encargada de mantener funcionando la estación de su padre en la casa de Quilpué. Ella heredó el gusto por el tiempo. A Rodrigo, que entrega sus pronósticos en redes sociales a través de su cuenta “Quilpué Meteo”, suelen llamarlo de radios locales para saber si el día estará soleado.
“El rol mío, si bien es de aficionado y sin fines de lucro, es informar. Lo que nosotros buscamos, en mi caso y también como Red Meteo, es ser complementarios a los sistemas meteorológicos nacionales. No es desacreditar a los organismos oficiales”, afirma, apuntando a esa idea de “descentralización”.
Agrega, como Alonso, que la meteorología profesional no tiene los recursos para hacer tantas mediciones locales. La mayor cantidad de las estaciones oficiales, explica Rodrigo, están concentradas en Santiago, las capitales regionales, y algunos aeropuertos.
En su análisis del presente de la meteorología chilena, Rodrigo acuña un concepto: “la farándula del tiempo”. Y lo aplica para hablar de otros meteo-aficionados que no son parte de la Red, y que asegura incluso desprestigian la labor que ellos realizan.
Alonso Neira apunta específicamente a dos perfiles, que en conjunto suman 59.000 seguidores en Twitter: MeteoSeba y Profesor Eduardo (The Weatherman).
“Nosotros pareciera que somos amigos con ellos, pero son todo un tema para los aficionados”, confiesa Alonso. Pasa a contar el cahuín. “Acá, en Chile, los meteorólogos son bastante competitivos entre ellos”. Sostiene que cada uno tiene sus métodos de análisis y forma de hacer pronósticos, que pueden ser conservadores o más jugados. Eso, dice, provoca roces.
“Es lo mismo que nos pasa como aficionados: tenemos distintos métodos. Nosotros quizás podemos ser más estructurados o conservadores para dar un pronóstico, porque sabemos que la meteorología es una ciencia dinámica que cambia a cada rato. No se puede pronosticar a cierta cantidad de días con exactitud. La probabilidad se descontrola demasiado a futuro”, señala Alonso.
“Y eso es lo que pasa con MeteoSeba o el Profe Eduardo: tienen la mala costumbre de hacer pronósticos a muy largo plazo”. Dice que suelen hablar de precipitaciones a dos semanas en adelante, “y la incertidumbre es muy grande”. En la Red, pronostican máximo a cinco días.
“Al final, es como jugar al Loto. El tema es que si se cumple, quedas como rey. Y si no se cumple, pasa piola, porque como no es un organismo oficial… No vas a afectar a nadie”. Pone como antecedente que “si fuera la Dirección Meteorológica que se equivocara dando un pronóstico a largo plazo, los mineros o los agrónomos los harían pebre, porque afectaría la producción”.
Entonces, la molestia va por el lado de que “al final, ellos son aficionados, nosotros somos aficionados, y nos meten a todos en el mismo saco”. Asimismo, Alonso dice que la gente lee estos pronósticos ambiciosos, y lo comparte con sus conocidos. La información termina llegando a un meteorólogo profesional, y este desmiente. “Todo eso causa un caos, y esos dos personajes, afectan el trabajo de todos nosotros: a nuestro grupo, y a los profesionales”.
“Tienen una forma de hablar tan alarmista que obviamente llama más la atención a la gente”, agrega Alonso. Por la misma línea corre el argumento de Rodrigo Mondaca: comenta que MeteoSeba es “100% del lado farandulero del tiempo”, ya que “siempre habla de los ‘eventos más grandes de la humanidad’ o ‘de la historia’”.
Rodrigo hace otra distinción. “Nosotros en la Red la mayoría somos aficionados, pero además tenemos mediciones propias. Tenemos aportes. Estos otros se dedican a ver modelos y a informarlos (…). Esta gente no tiene observación propia. Lo único que hacen es leer estos modelos que están en internet”, sentencia.
Alonso cierra el tema con una aseveración potente: “Ellos lo hacen por la farándula. Hay farándula en la meteorología. Quizás para buscar seguidores, y llamar la atención. Lo veo más por ese lado que por informar a la gente con responsabilidad. Quizás me estoy equivocando, pero creo que no mucho, porque dan incertidumbre, y al final eso son dolores de cabeza para la gente”.
La mirada de un meteorólogo profesional
Los miembros de la Red de Meteo-Aficionados tienen poco tiempo para dedicarse al proyecto. Muchos trabajan en otras cosas, y viven a cientos de kilómetros de distancia entre unos y otros. Tampoco cuentan con fondos. Es más: anualmente hacen una “vaca”, donde recolectan alrededor de $200.000 para mantener a flote el sitio web.
Por lo mismo, Rodrigo Mondaca coincide con Alonso en que la meteorología profesional y la amateur podrían colaborar. No es algo inédito a nivel mundial. Pone el caso de España, donde la Dirección Meteorológica premia todos los años al mejor meteo-aficionado, compartiendo sus pronósticos.
“Como siempre en Chile, que somos más papistas que el papa, son súper cerrados para ciertas cosas”, opina Rodrigo, quien levanta una serie de preguntas al respecto. “¿Qué piensan los meteorólogos profesionales de la necesaria complementariedad de las distintas observaciones meteorológicas?”, es una de ellas.
The Clinic trasladó estas interrogantes a Gianfranco Marcone, el meteorólogo y presentador del tiempo en Tele 13.
“¡Sé de la existencia de esas páginas y me parece genial!”, comienza Marcone. “Creo que toda la contribución a la observación que pueda haber en nuestro país es muy bienvenida, ya que por años tuvimos una muy baja información real, en tiempo real”, añade.
En ese sentido, cree que una eventual colaboración entre los sistemas oficiales y amateur “es posible y me parece algo muy necesario. Entre más lugares en Chile tengamos una observación meteorológica real, mejor aún, porque nos permite más conocer nuestro país y nuestro entreno”.
Ahora bien, para que esto ocurra, Marcone dice que “habría que ver si todas estas estaciones, tanto oficiales como aficionadas, están bajo las mismas normas para que los datos puedan ser homogéneos”. Asegura desconocer por qué ambos bandos no se han acercado hasta el momento. Se aventura señalando sentir que “en Chile somos muy reactivos y pocos preventivos, y falta además voluntad”.
Justamente, el homogeneizar los datos puede ser un problema. Según cuenta Alonso, las estaciones meteorológicas básicas cuestan entre $80.000 y $200.000. En cambio, las profesionales, que cumplen los estándares de la Organización Mundial de Meteorología (WMO) parten en $1.000.000. Aunque la mayoría de las estaciones de la Red no califican en esta última categoría, Alonso es de la idea de que si lograsen sostener una reunión con los organismos oficiales chilenos, podrían recibir apoyo y consejos útiles para mejorar su funcionamiento.
Volviendo a Marcone, admite que no sabía que algunos meteo-aficionados se sienten mirados en menos por los profesionales. Su reflexión es la siguiente: “Siento que debe ser porque los meteorólogos aficionados no están capacitados para pronosticar, lo que es muy distinto a que tengan una estación en su casa o lugar de trabajo, y que si está instalada en base a las normas de la WMO, no le veo el problema. Al contrario, ¡Es un tremendo aporte! Pero una cosa es medir en tiempo real y otra distinta es pronosticar. Si bien muchos lo hacen, eso es algo que se aprende en la universidad o institución donde se haya estudiado, y se haya acreditado ese aprendizaje”.
Pocos lugares para estudiar
Actualmente, Alonso Neira se encuentra cursando su tercer año en la carrera de Geografía, en la Universidad Católica de Valparaíso. Siempre quiso ser meteorólogo, pero que no lo hizo porque en Chile es “muy difícil”. Dice que acá sólo puede estudiarse en la Dirección Meteorológica, parte de la Fuerza Aérea, o en la Armada. Por razones políticas, optó por no entrar a esas instituciones.
La alternativa la ofrece la Universidad de Valparaíso, la única casa de estudios que tiene la carrera profesional de meteorología. Pero Alonso asegura que los cupos son pocos, y que es complejo entrar.
Entonces, se decantó por la Geografía, debido a la amplitud de campo laboral. Uno de sus ramos favoritos es el de climatología. “Muchos de los aficionados que están en la Red son geógrafos. Por lo mismo también decidí estudiar geografía. Quizás más adelante pueda hacer algo relacionado con meteorología”, proyecta.
A modo de cierre, The Clinic le pide a Alonso que se la juegue con un pronóstico. Se pone en modo científico. Habla del barlovento, el efecto Foehn. Y con templanza, augura que en la costa sureña debiese llover esta semana; martes, miércoles. “Con un 90% de probabilidad”. En Santiago, en cambio, “el sistema frontal viene muy paralelo a la Cordillera de la Costa”, lo que hace un efecto de “frenar las precipitaciones”. Entrega una cifra de probabilidad de lluvia, pero pide que no se publique. “Digamos que hay una probabilidad”.
Porque ante la incertidumbre, es mejor resguardarse. No quemar de una su credibilidad, y caer en lo que tanto evita: la “farándula del tiempo”.