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6 de Septiembre de 2022

“Mil Palabras”: Paulina Phillips y su cruzada por la alfabetización de personas mayores

Paulina Phillips

Preocupada por las problemáticas que se producen cuando no se sabe leer ni escribir, Paulina Phillips, ha desarrollado un extenuante trabajo para que personas sin escolaridad completa terminen su educación básica: “me impacta que en la sociedad de hoy en día todavía exista gente analfabeta”.

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No se olvida. Corría el año 2005 y Paulina Phillips se tuvo que trasladar desde Santiago a la localidad de Santa Fe, Región del Bío Bío. Allí, trabajando para el programa del Mineduc, “Contigo Aprendo”, conoció a Juanita, mujer de 80 años quien se convirtió en la primera persona adulta mayor a la que le enseñó a leer.

“Después de que uno vive el proceso de alfabetización de una persona, y se da cuenta cómo le cambia la vida, cómo le brillan los ojos al poder escribir su nombre, algo que es tan simple para uno, tan común, tan cotidiano, para una persona analfabeta es un logro”, explica Phillips a The Clinic.

Por ese entonces, Paulina encontró su vocación gracias al plan ministerial -que rige desde 2003-, en un grupo de 15 de personas, aunque no fue sencillo. Mientras vivía aquella primera experiencia, sus estudiantes comenzaron a abandonar el programa por diversos motivos. Fue cuando entendió las dificultades adicionales que presentan las iniciativas sociales destinadas a que adultos terminen su educación escolar. Deserción. Principalmente por problemas de tiempo y frustración, e incluso porque las inclemencias del invierno complican el desplazamiento en sectores rurales.

No todo es negativo. La otra cara de la moneda muestra cómo encontró la satisfacción de llevar adelante esta labor. Sus recuerdos, de aquella lejana experiencia que transcurrió hace 17 años, se mantienen frescos. Cuenta que la principal razón que tuvo Juanita para aprender a leer, fue ayudar a su nieto con las tareas del colegio, lo que la llevó a persistir a pesar de que sus compañeros de clase se iban perdiendo poco a poco.

“Ella terminó muy motivada, quería que le pasara más cosas para estudiar. Finalmente, cuando dimos el examen, lo aprobó. Hicimos una gran comilona para celebrar, de esas de campo: tres platos de comida. Había que comer como fuera. Y el nieto estaba muy feliz, súper orgulloso, la abrazaba, le daba besos. La señora Juanita después me escribió una carta de agradecimiento. Eso fue hermoso”, relata.

Cedida por Paulina Phillips

“Después de que uno vive el proceso de alfabetización de una persona, y se da cuenta cómo le cambia la vida, cómo le brillan los ojos al poder escribir su nombre, algo que es tan simple para uno, tan común, tan cotidiano, para una persona analfabeta es un logro”.

Cedida por Paulina Phillips

Fundación Mil Palabras

Paulina Phillips, de 43 años, estudió literatura lingüística en la Universidad de Chile, desde donde egresó en 2001 para complementar su carrera con la pedagogía. Se hizo profesora en la Universidad Gabriela Mistral, y recién titulada comenzó a trabajar con menores, tanto en escuelas públicas, como subvencionadas y privadas.

“En el camino me di cuenta de que mi mejor conexión estaba con los adultos, ahí era donde yo de verdad lograba aprendizajes significativos. Me gustó trabajar en los colegios, pero son etapas distintas, son procesos distintos”, comenta. En el camino -dice-, porque después de su paso en 2005 por el programa Contigo Aprendo, volvió a trabajar con estudiantes menores.

Entre 2013 y 2014 ejerció como docente en el colegio Epullay Montessori de la comuna de Peñalolén. Pero entre 2015 y 2017 -para la municipalidad de la misma comuna- fue coordinadora de nivelación de estudios, en el Centro Yunus. Paralelamente, entre 2015 y 2018, volvió a lo que actualmente se conoce como “Plan de Alfabetización Contigo Aprendo”.

Trabajando así -y preocupada por cifras que le indicaban que, por esos años, las personas que no sabían leer ni escribir en el país bordeaban las 600.000-, fue cuando sus convicciones comenzaron a tomar forma definitivamente. En 2017 creó la Fundación Mil Palabras, organización sin fines de lucro que tiene el propósito de alfabetizar a personas desde los 18 años. No obstante, no se reduce únicamente a eso.

“Después de que pasan el proceso de alfabetización, quedan un poco en el aire. Nosotros tomamos esta gente y seguimos con la nivelación de estudios de enseñanza básica”, explica. De igual modo, agrega que la fundación complementa otros saberes, como las matemáticas, y que el objetivo es que las personas sigan estudiando y completen -al menos- octavo básico.

En un comienzo, la fundación operó en Santiago, pero Paulina actualmente se encuentra viviendo en Pucón, Región de La Araucanía, donde ha ejercido una labor que le ha permitido alfabetizar alrededor de 40 personas, y colaborar para que 50, aproximadamente, completen sus estudios de enseñanza básica. Este logro le significó el reconocimiento, en noviembre de 2020, de estar dentro de las 100 mujeres líderes de La Araucanía.

“Fue un reconocimiento súper bonito, me sorprendió, porque en el fondo yo hago esta pega -y digo: “esta pega”-, uno lo toma como: “es lo que hago”. A veces uno no le ve la relevancia, no valora tanto el aporte como cuando te lo recalcan de otros lados”, reflexiona Phillips.

Cedida por Paulina Phillips

“Después de que pasan el proceso de alfabetización, quedan un poco en el aire. Nosotros tomamos esta gente y seguimos con la nivelación de estudios de enseñanza básica”.

En terreno

Llevar un proyecto educativo no es sencillo. Así lo aprendió Paulina Phillips mientras estaba en Contigo Aprendo. Allí, según explica, se capacitan monitores, pero el problema más grande no reside necesariamente en el éxito de preparar bien a los profesores. La verdadera dificultad se manifiesta en encontrar a las personas analfabetas.

“En darle esa responsabilidad a los monitores, hay un vacío”, dice Phillips. “Para llegar a los analfabetos no es como que llegue alguien y les diga “ya, les voy a hacer un curso”, porque hay un tema de que les da mucha vergüenza. Se sienten incapaces, porque son adultos que ya vivieron toda su vida así. Te dicen “¿Para qué? a esta altura de la vida no voy a poder” o “¿Para qué voy a hacer ese esfuerzo? si ya me las arreglé, ya estoy viejo”, agrega.

Sus años de experiencia realizando esta labor, le han permitido generar métodos para encontrar y convencer a las personas que requieran de la fundación.

“En todas las instituciones que trabajan en terreno, como INDAP, como las DIDECO, como las DAEM en las escuelas, siempre hay un porcentaje de apoderados que no han completado sus estudios. Entonces, todas estas instituciones saben más o menos dónde están. Las Juntas de Vecinos siempre tienen un catastro. Hacemos puerta a puerta y vamos con alguien que ya los conozca”, explica Paulina, sobre la importancia de la colaboración entre instituciones.

La otra parte del trabajo, tiene que ver con la motivación. Es importante acercarles los contenidos a los adultos con su día a día. Revisar la cuenta de la luz, enseñarles a pedir créditos, darles a entender que sus conocimientos personales son relevantes y pueden ser expresados a través de la escritura, son algunas de las estrategias.

“Nosotros seguimos la línea metodológica de Paulo Freire, que básicamente inspira su pedagogía en base al diálogo, en validar a las personas a través de este, en hacerlos sentir importantes, contenidos, y a partir de esa base uno puede llegar a algún aprendizaje”, comenta Paulina.

Phillips, recalca la importancia de la socialización, en involucrarse con sus estudiantes y que interactuen entre ellos. Por eso, la fundación ofrece como proyecto un taller de mosaico, para que las mismas personas que participan puedan desarrollar aptitudes derivadas del ensayo y error, autonomía, perseverancia, contención, vinculación y solidaridad.

“Este taller es abierto a toda la comunidad, la idea es que participe la gente que está en los cursos de nivelación de estudios. Se enseña la técnica del mosaico, se diseña un mural entre todos los participantes -que principalmente retrate la identidad del territorio donde están insertos-, todos juntos creamos este mural y se instala en la sede o donde ellos quieran”, explica.

“En todas las instituciones que trabajan en terreno, como INDAP, como las DIDECO, como las DAEM en las escuelas, siempre hay un porcentaje de apoderados que no han completado sus estudios. Entonces, todas estas instituciones saben más o menos dónde están. Las Juntas de Vecinos siempre tienen un catastro. Hacemos puerta a puerta y vamos con alguien que ya los conozca”.

Cedida por Paulina

Persistencia

Las motivaciones que tiene Paulina Phillips recaen en unas profundas ansias de ayudar a otros. Si hila más profundo, el objetivo más ambicioso de la Fundación Mil Palabras es la erradicación de la pobreza a través de la educación. Como profesora, ha visto de cerca la falta de oportunidades y dificultades que las personas analfabetas tienen.

Los engañan, los estafan, los hacen firmar documentos y después se enteran que con eso, por ejemplo, cedieron las casas o les robaron, hay muchos casos de eso. En los contratos también. Firman cosas y no las leen, no entienden, muchas veces son engañados. A ellos les cuesta mucho decir que no saben escribir y leer”, explica.

Paulina también se ha dado cuenta de otras problemáticas: “siempre tienen trabajos precarios, por la falta de herramientas. Tienen consecuencias en la salud, porque no entienden las instrucciones. También la prevención, tienen más tasas de embarazo, problemas en el cuidado de los hijos”, asegura.

Es por esto que Paulina se dedica con energía a su labor, aunque debe batallar con el financiamiento para poder lograrlo, no siempre con éxito. “Hay mucha gente que se ofrece a trabajar de manera voluntaria en la fundación. Eso se agradece. Pero si no tenemos los recursos para hacer la gestión, para instalar los cursos, para hacerles la capacitación… no tenemos la capacidad de sostenerlos”, lamenta.

Paulina, ha desarrollado por años un silencioso, pero importante trabajo para ayudar a personas analfabetas en el país, desde ahí que no concibe el descuido de esta situación: “no deja de impactarme que, como sociedad, no nos hayamos hecho cargo y no haya un programa y una política pública efectiva”, dice. A pesar de todo, Phillips es persistente con sus intenciones, tanto como la señora Juanita, quien perseveró para ayudar a su nieto, aprendiendo a leer.

“No deja de impactarme que, como sociedad, no nos hayamos hecho cargo y no haya un programa y una política pública efectiva”.

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