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Opinión

11 de Septiembre de 2022

El amor (y el sexo) en los tiempos del Covid

El amor y el sexo, juntos o por separado, nos acompañarán siempre. Son intrínsecos a nuestra especie. Y siempre habrá situaciones que modificarán nuestras conductas, nuestros patrones de reproducción, nuestros riesgos.

Andrea Von Hoveling
Andrea Von Hoveling
Por

Si estás leyendo esto es porque te llamó la atención el título. Te recordó ese libro de Gabriel García Márquez que leíste en el colegio: El amor en los tiempos del cólera. Esa historia donde Florentino Ariza, al enamorarse, sufría los mismos síntomas del cólera y abusaba de las cuarentenas para dedicarse sin pausa a las artes amatorias. 

No veo muchos paralelos entre la historia del libro y el amor en los tiempos del Covid. Florentino relataba dolor abdominal, vómitos y un intenso malestar general que, creo, pueden ser la máxima expresión de las famosas “mariposas en el estómago” descritas al enamorarse. Dudo, en cambio, que alguien confunda los síntomas del Covid con un flechazo de cupido: tos seca, dolores musculares, pérdida de olfato y de gusto que podrían dejar a medias la experiencia amorosa que, sin duda, involucra los 5 sentidos. Además, a diferencia de la época del cólera, nuestras cuarentenas no duraron 40 días, sino que han sido indefinidas, intranquilizadoras y a veces francamente eternas… más bien parecen haber servido para separar a los amantes y saturar a los convivientes.

Pero más allá de los paralelos entre ambas emergencias sanitarias, es indudable que la pandemia cambió nuestra manera de amar y de hacer el amor, fornicar, tener relaciones sexuales; dígale Ud. como más le acomode.

No veo muchos paralelos entre la historia del libro y el amor en los tiempos.

Y ahora, en concreto, ¿qué ha ocurrido? Diversos fenómenos. Algunos estudiados, otros percibidos pero no objetivados, y muchos que están por verse.

Recuerdo frases dichas a inicios del 2020… “nadie va a tener sexo: los solteros por las cuarentenas y los casados por el aburrimiento”, “no va a haber embarazos adolescentes, porque están todos en sus casas”… Craso error. Si algo nos demuestra la historia es que el amor y el sexo son intransables, incansables, imperecederos y omnipresentes. Ejemplos hay muchos: aumento de natalidad después de terremotos y guerras, personas que (siendo heterosexuales) han tenido experiencias homosexuales al encontrarse en situaciones en que no hay miembros de otro género, sexo oculto pese a intensa vigilancia… El impulso de encontrarnos a través del contacto sexual, al parecer, siempre nos acompaña, y no hay situación de stress suficientemente intenso como para suprimirlo.

Como era de esperar, el sexo no menguó ni se postergó. El hecho de poder salir con tiempo restringido cambió nuestras costumbres. En ciertas familias se permitió el sexo puertas adentro de sus hijos/as adolescentes, certificando PCR al día (y espero que con la exigencia de tener preservativos a mano!). Las aplicaciones de citas aumentaron su uso de manera notable. Y, recordemos, el tiempo era acotado, así que el muy chileno dicho “dos cucharadas y a la papa” nunca fue mejor aplicado. Valga destacar que más de alguien reconoció estar feliz con la simplificación del tema. Y seguramente más de alguien se sonrojó bajo su mascarilla al oír el relato de estos nuevos, fugaces y explícitos encuentros. 

Si algo nos demuestra la historia es que el amor y el sexo son intransables, incansables, imperecederos y omnipresentes.

Prevenir los embarazos se transformó en una odisea, porque conseguir anticonceptivos en el consultorio o ir a comprarlos a veces era simplemente imposible. Contrario a las primeras advertencias, no ha habido un aumento de la natalidad o un “baby boom” versión 2.0 (recordemos que el original se refiere al aumento de la natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial). Es imposible saber si esto se debe a un mayor uso de métodos anticonceptivos (no lo veo probable), a menor frecuencia de actividad sexual (tampoco parece plausible) o a mayor tasa de interrupciones de embarazo que no se registran en ninguna parte… 

El amor y el sexo, juntos o por separado, nos acompañarán siempre. Son intrínsecos a nuestra especie. Y siempre habrá situaciones que modificarán nuestras conductas, nuestros patrones de reproducción, nuestros riesgos. Espero que, como humanidad, no perdamos la curiosidad para analizar nuestros comportamientos y tomemos también las precauciones para que no haya consecuencias lamentables. Y ahí están entremezcladas las responsabilidades personales y las responsabilidades institucionales. 

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