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Especial The Clinic

9 de Febrero de 2023

Myriam Hernández: “Hay canciones de reggaetón que tienen cero poesía ni respeto a las mujeres”

Felipe Figueroa

La baladista chilena más importante dice que El hombre que yo amo ya no la representa del todo. Que era otro momento histórico y que hoy pediría cambiar parte de la letra y está dispuesta a asumir como causa propia la defensa de mujeres, en especial frente al maltrato. A punto de cumplir tres décadas junto a su mánager y marido, Jorge Saint Jean, siente que juntos lo han hecho muy bien apostando por la balada romántica, a pesar del empuje de lo urbano, que a ella no le gusta por sus letras. Aquí, habla de fama, religión, amor y de su top 10 de canciones propias para el Día de los Enamorados.

Por Jimena Villegas

Sentada en un mullido y enorme sofá gris de cinco cuerpos, Myriam Raquel Hernández Navarro, de 55 años, se toma pausas, busca las mejores palabras, enfatiza, reflexiona, cuestiona y -por cierto, y como siempre- de vez en cuando se ríe. A Myriam Hernández le encanta reír y hacer reír. Es bien graciosa, aunque también se toma en serio sus circunstancias, el trabajo, la familia y el diseño que ha hecho de la propia vida.

Afuera, el calor inclemente del verano santiaguino azota cerros y asfalto. Adentro, en su casa, está lo suficientemente fresco y, si pones atención, se oye el rumor de un estanque que alimenta ese sonido gracias el motor de una piscina. Myriam Hernández, la baladista de América, durante décadas la cantante chilena más internacional, se ve impecable. Está impecable.

Ha hecho ya la sesión de fotos. Ha soportado el sol en la espalda, ha posado obedientemente. Es una profesional y se nota. Ahora, más tranquila, mientras toma sorbos de una infusión que le ha traído su marido y mánager, Jorge Saint-Jean, dice: “Es lindo darte cuenta de que lograste tu sueño”. ¿Cuál es ese sueño? “Cuando tenía cuatro años, quería cantar y convertirme en esa cantante que viajaba”.

Y sí, Myriam Hernández ha viajado mucho. Hace cuatro días llegó de Bolivia y si se revisa su agenda de pasado y de futuro en la lista están -entre otros- Ecuador, Argentina, Costa Rica, Canadá, Puerto Rico, El Salvador, Estados Unidos y Paraguay, además de todo Chile y -cita ella- España e Italia, lugares en los que aún se puede crecer.

Myriam Hernández viaja constantemente, dando conciertos para el público que todavía agradece las canciones de amor bien interpretadas. De su boca puede salir casi un rosario de esas canciones. Decenas de baladas que han sonado en radios y que ahora están en listas de Spotify. Temas de encuentro y desencuentro, un karaoke de romanticismo, que ha construido trabajando con algunos de los mejores compositores latinos, entre ellos Marco Antonio Solís y Manzanero.

Cuenta que pasó una década de sequía y que por eso no editaba nada. Nada le gustaba, ni lo propio. Hasta que llegó a sus manos una canción de Jacobo Calderón, hijo del ya fallecido Juan Carlos Calderón, artífice de algunos de los grandes éxitos de Luis Miguel. De esa colaboración salió Sinergia (2022), un trabajo de 12 canciones que partió antes de la pandemia y que para ella implica magia y plenitud. Dice que soñó con la casa de Calderón, que la vio calcada a como es la verdadera: “Por eso le puse sinergia. Todo se dio así. Sentí que había algo más allá”.

El año pasado Myriam Hernández lanzó su último disco, Sinergia. Foto: Felipe Figueroa

“Soy una de las pocas cantantes románticas que quedan de mi generación”

En noviembre de 2022, la Academia Latina de Grabación le entregó el Grammy a la Excelencia Musical. Myriam Hernández, sus padres, su marido y sus dos hijos viajaron a Las Vegas: “No lo esperaba, yo ya había hecho mi carrera. Además, era difícil pensarlo, porque hoy en día lo que acapara los primeros lugares es la música urbana”.

La academia la premió por su contribución creativa. Sea poco humilde, por favor. ¿Cuál es su contribución?

-Ser leal a mi forma de ser y de sentir. Haber llegado con canciones súper simples a mucho público. Esa primera generación ha ido traspasando mi música a las nuevas generaciones. Soy una de las pocas cantantes románticas que quedan de mi generación.

¿Está en crisis la balada romántica?

-Hay un movimiento hoy en día, una tendencia muy fuerte hacia lo urbano. Está más difícil para la música romántica, pero yo sigo luchando, porque creo que el amor no es una moda. La gente se enamora antes, hoy y mañana. Los urbanos también se enamoran, aunque pareciera que lo viven de otra manera.

-De un modo más explícito y gráfico, ¿no?

-Yo oigo mucho reggaetón cuando hago ejercicio, porque es una música que anima; sobre todo si Pitbull me dice cada rato (y lo imita): mami, tú estás muy buena. Pero a veces me pongo a escuchar las letras y me desagradan. Hay canciones de reggaetón que tienen cero poesía ni respeto a las mujeres.

-Una de las canciones top del año pasado fue Pégate, del chileno Standly, que en una parte dice: “Si fuera por mí ahora le rompo la vagina”. ¿Qué le parece?

-No me gusta. ¡Qué feo! ¡Qué falta de erotismo! Lo encuentro chabacano.

-Hablando de mujeres y de hombres. Su primer gran hit es El hombre que yo amo. ¿La representaba esa letra?

-Cuando la escuché por primera vez, me pareció que era muy simple, me encantó. A mí las canciones me llegan primero por la música, y es la única explicación que tengo para que me gusten algunas en inglés o algo de Chopin. No reparé nunca en su letra, hasta hace unos diez años en un escenario. En la parte que dice “vuela siempre lejos, pero vuelve el nido” pensé: no, no, no, yo no soy así. Es duro decirlo, pero ‘El hombre que yo amo’ no me representa absolutamente. Lo confieso, aunque no faltará quien critique y diga: Ay, ahora dice que no la representa y es una canción a la que le debe todo.

-¿La elegiría hoy?

-Yo tenía como 21 años y para mí era una oda al amor. Ahora pediría que le cambiáramos esa parte, porque no va conmigo.

Foto: Felipe Figueroa

“Si en la iglesia me dicen que tengo que respetar a mi marido como lo más importante, sé que no es así”

Myriam Hernández y su marido asisten a una iglesia carismática. Ella cuenta que partieron acompañando a su hermana y a su marido, que son pastores. Se sintieron escuchados, acogidos, no discriminados. Nadie los apuntaba con el dedo. Había palabras para ellos como pareja. Cuenta que discute, que no compra todo, que no podría hacerlo: “No estoy de acuerdo con que se hable de los gays. Eso no va conmigo”.

Tiene claro que cualquiera podría decirle que no es una cristiana “de tomo y lomo” si piensa como piensa en este asunto, pero insiste: “Tengo miles de amigos gay. Aunque esté en la Biblia, no entiendo por qué los gays no pueden entrar en el reino de los cielos. Además, es obvio que en la época de Jesucristo también había gays. Tiene que haberlos habido”.

-¿Cuándo y por qué se volvió cristiana?

-Fue el 2015 o 2016. Siempre fui católica, que es lo que me enseñaron. Pero pasan los años y uno se vuelve más consciente. Encontraba que era un ir a repetir lo mismo todos los domingos. En una oportunidad se pusieron a hablar de mi matrimonio, de si Jorge y yo estábamos o no casados, si mis hijos iban o no a estar dentro. Me hizo mucho ruido.

También que hay gente que va a golpearse el pecho pero que, digamos las cosas como son, son súper chismosas. Y después todo lo que ocurrió con los abusos. Obviamente que hay personas de bien y correctas, pero se me vinieron abajo muchos sacerdotes.

-¿De qué más discute con sus pastores?

-Creo en Dios cien por ciento y trato de ser una mejor persona todos los días. Trato de leer la palabra, soy cristiana. Pero, si en la iglesia me dicen que tengo que respetar a mi marido como lo más importante, sé que no es así. Hay muchas cosas que no entiendo, como que en la Biblia se diga que amarás y respetarás al hombre como tu cabeza, porque él es la cabeza de la casa.

-Y más en su caso, porque estará de acuerdo en que la cabeza de la casa es usted, ¿verdad?

-No, no estoy de acuerdo con eso. Somos los dos, Jorge y yo. Pero, más que eso, yo creo que siempre hay una mujer que lucha para que el hogar salga delante.

-Perdón, pero voy a insistir. Más que cabeza usted es la proveedora de su casa.

-Somos los dos. Jorge también trabaja mucho, yo diría que es trabajólico, y hace otras cosas como asesorías. Probablemente hay un ingreso más fuerte, pero es porque en el arte es distinto.

Myriam Hernández y Jorge Saint-Jean, que tienen casi 10 años de diferencia, están a punto de cumplir tres décadas juntos. Pasaron los primeros meses saliendo a escondidas, porque él no se había separado: “Decía que iba a hacerlo, pero nunca llegaba con el papel para que yo pudiera presentárselo a mis papás”.

Ella quería algo oficial, que él pidiera permiso, hacer lo correcto, tener certezas. Relata que tuvo que obligarlo y que para eso terminó la relación. Al hacerlo se dio cuenta de que estaba enamorada. De esa experiencia habla la que es una de sus mejores y más populares canciones: Herida.

-¿Qué es el amor para usted?

-Es lo que me mueve. Es ser leal, honesto, procurar estar para otro y hacerlo feliz. Estoy hablando no solamente del amor de pareja, sino también a una amiga, a un amigo o a un hijo. Es dar gracias a la vida y a Dios por darme este día para preocuparme de mí por ti.

-Usted y su amor llevan casi 30 años juntos, ¿qué es lo mejor que han hecho como pareja? No diga que sus hijos…

-Crear. Crear un ambiente de hermanos con los hijos nuestros y los de él, Paula y Javier. Ellos eran muy chiquitos cuando empecé con Jorge. Cuando íbamos a buscarlos, me imaginaba qué sentiría yo si viviera algo parecido con mi papá. Por eso traté siempre de ser muy empática. Nosotros creamos una familia. Ellos no son medio hermanos de mis hijos, son su hermano y su hermana. Jorge y yo también creamos una súper buena dupla profesional y artística, y creo que lo hicimos muy bien.

-¿Qué ha sido lo más difícil al construir esa dupla?

-Aprender a separar el trabajo de lo personal. Muchas veces en la mesa se mezclaron, y había que decir que no porque estábamos almorzando. Nosotros trabajamos juntos, pero no revueltos. Si nos vamos de gira, él se preocupa de lo suyo y a veces no lo veo hasta la noche. Tener eso consciente por tantos años ha sido difícil, pero se aprende y al final se hace fácil, cuando ya sabes cuál es el camino correcto.

Foto: Felipe Figueroa

“Estoy en contra de las operaciones. A mí nadie me cree que no me he operado nada”

La carrera de Myriam Hernández partió siendo ella una adolescente y en televisión. Primero pasó por TVN y en 1982 entró al Ranking Juvenil de Sábados gigantes, donde compartió con una serie de jóvenes llenos de sueños, igual que ella. De ese grupo, es quien -con diferencia- llegó más lejos en la música.

Para eso hizo un camino de esfuerzo y disciplina personal, que incluye clases de canto todas las semanas, no fumar, evitar comidas irritantes, nebulizar las cuerdas vocales cada día, hacer ejercicio físico y de diafragma, huir de los cambios de temperatura: “Cuando tengo un concierto, y muy por el contrario de lo que la gente piensa, nunca me voy de carrete. Hay que cuidarse y ser responsable. Por afuera puede verse como una vida de bien glamorosa, pero no lo es”.

Por diez años ella y su familia se instalaron en Miami, buscando proyección y más comodidad en su carrera. Dice que volvieron para darles a sus hijos un contexto cercano y familiar. En paralelo, durante estos años, ha seguido explorando en la TV, en estelares y en programas de talento musical. Condujo también, junto a Antonio Vodanovic y Ricardo Montaner, el Festival de Viña del Mar.

-¿Cómo ve a sus compañeros de generación hoy?

-Tengo mucho cariño por ellos. Veo siempre a la Sole Guerrero y a la Andrea Labarca. Ellas siguen haciendo música.

-¿Qué le dice Luis Jara?

-Fue un muy amigo mío, pero hoy ya no somos tan amigos. Sí tenemos una relación de whatsApp. Es un gran cantante.

-Hoy existe una tendencia. Artistas como Miguel Bosé o Alberto Plaza toman roles políticos. ¿Aciertan? ¿Se equivocan? ¿Les corresponde?

-Creo que siempre corresponde tomar un rol político. Si tú eres una persona que está dedicada a las comunicaciones, hablando o cantando, corresponde. No significa que tomes un rol para siempre y puede que a veces te juegue malas pasadas.

En mi caso, por ejemplo, nunca me interesó mucho la política, evitaba esos temas. Pero hubo un momento, cuando estudié periodismo, en que le hice una entrevista a Joaquín Lavín y me pareció que era súper honesto, le creí. Acepté después cuando me invitó a subirme a un escenario. Jorge no estaba muy de acuerdo, porque prefería no mezclar, pero yo pensé: ¿por qué no puedo dar mi opinión? Yo creo en este hombre.

-Pero eso tuvo costos en su carrera después. Se la encasilla.

-No tuvo costos en ese momento. Ese mismo año fui Viña y no hubo ningún problema. En el tiempo se fue acomodando una visión, pero yo me siento de una línea neutral, quiero lo mejor para mi país. En consecuencia, puede haber cosas de izquierda que me gusten y de derecha que me gusten.

-Es decir que no se arrepiente de haber hecho ese gesto.

-No, porque lo hice por convicción y he demostrado que la convicción es lo que me mueve. Por eso participé en un acto de apoyo a Michelle Bachelet (en el acto “Canta América Canta” en 2006). Cuando me preguntaron si iría, dije que por supuesto. Pensé: ella es una mujer que puede hacerlo muy bien y yo estoy por mi país.

Puede que suene a utopía, iluso para mucha gente, pero para mí tiene sentido. Fui sabiendo a lo que me iba a exponer. Hoy me quedo con lo que Michelle Bachelet me dijo después: mujeres como tú son la que se necesita.

-Usted tiene casi medio millón de seguidores en Instagram, es una influencer. ¿Qué causa tomaría?

-Todo lo que tenga que ver con la mujer. Hace poco dije por televisión que yo había vivido violencia en un pololeo. Lo conté ahora no porque esté de moda, sino porque hoy el tema puede abrirse. Me atreví a decirlo porque siento que hay muchas mujeres a las que les podría servir de experiencia.

– Precisamente en ese cambio de mirada, ¿es necesario seguir alimentando la idea de estar siempre delgada y estupenda?

-A mí siempre me ha gustado verme bien. Hoy es feo hablar del cuerpo, y yo ya tengo de ciertos años, ¿no? Uno pasa por periodos en los que sube de peso, pero la gente que te vio con mini y flaquita no te perdona. Da rabia, porque uno no puede decir que tiene un problema o si está pasando por un momento difícil.

También tienes estar al día en verte bien. Yo estoy en contra de las operaciones. A mí nadie me cree que no me he operado nada, excepto de las pechugas. Todo lo demás puede ser natural, y lo es hasta aquí y hasta donde yo pueda.

-Pero da la impresión de que usted podría ser más libre…

-Creo que hoy las mujeres sí nos damos más permiso. Pero hay un doble discurso.

-Hace poco colaboró con otra chilena, Mon Laferte. ¿Qué le dejó esa experiencia?

-Fue precioso, muy emocionante. Ambas cantando una canción de la otra. A través de la música nos unimos dos mujeres que la gente puede ver como muy distintas, de otra generación, pero que en el fondo tal vez pensamos y sentimos muchas cosas muy parecidas.

TOP TEN DE MYRIAM HERNÁNDEZ

El top 10 de Myriam Hernández en Spotify parte con El hombre que yo amo, por lejos su canción más popular, con 83 millones de reproducciones. Invitada a definir brevemente cada canción, ella dice:

“El hombre que yo amo”: “Una oda a un hombre perfecto que no existe”

“Huele a peligro”: “Algo que todos hemos vivido alguna vez por alguien que te gusta demasiado”.

“Herida”: “La canción que le escribí a Jorge. Me di cuenta de que estaba enamorada y herida, porque tenía que dejarlo ir hasta que no volviera con algo concreto”.

“Eres”: “Una canción muy blanca, muy romántica, muy tierna”.

“Dónde estará mi primavera”: “Marco Antonio Solís. Una canción que me fascinaba y que por eso quise grabar”.

“Te pareces tanto a él”: “La elegí porque me parecía muy comercial, pero no me gustaba tanto. Yo sabía que era buena”.

“Tonto”: “Una canción que le escribieron a mi papá. Yo escuché en la cocina que de repente mi mamá le dice: Tonto, sí te quiero. Le dije a Gogo (Múñoz) y empezamos a escribirla los dos”.

“Sigue sin mí: “Una canción de Marco Antonio que me encantaba y quise invitarlo a una colaboración”.

“He vuelto por ti”: “La canción que hicieron mis hijos. La melodía la crearon ellos en Perú y yo hice la letra en Argentina”.

“La fuerza del amor”: “Ay, me encanta. Un himno al amor que esperaba tener. Se lo pedí a Estéfano del dúo Donato y Estéfano”.

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