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Entrevistas

26 de Marzo de 2023

Guillermo Calderón vuelve al caso Mateluna en su nueva obra: “El intento por anular los indultos es totalmente inmoral”

Foto: Gentileza GAM

El dramaturgo y guionista estrenó en México su película debut como director, "Maquíllame otra vez", una comedia producida por Fábula sobre el trauma de la pandemia, la enfermedad y la inestabilidad económica. “Dirigir películas era un salto natural para mí”, dice el autor, quien este año remontará "Villa" (2011) y este domingo 26 cerraba funciones en GAM de "Colina", su segunda obra basada en el caso de Jorge Mateluna. Aquí habla, por primera vez, de este texto, una reflexión sobre el encierro y la libertad que escribió en colaboración telefónica con el exfrentista desde la cárcel y que ha seguido reescribiéndose con su liberación y la polémica por los indultos: “La obra no se puede dejar de hacer precisamente porque la amenaza de que se anulen sigue ahí”, asegura.

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Iba a estrenarla originalmente a finales de julio de 2022. A último minuto, la producción anunció que se cancelaba no solo esa función sino toda la primera temporada de Colina, la nueva y esperada obra del dramaturgo y director teatral Guillermo Calderón (1971), que hasta este fin de semana se presentaba en el Centro Cultural GAM.

La razón que se dio a conocer en ese entonces fue que había una plaga de ratones en la sala Patricio Bunster de Matucana 100. En las redes sociales había más suspicacia: circulaban comentarios que cuestionaban esa versión y más aún el hecho de que uno de los autores más celebrados de la escena local no consiguiera otra sala disponible para exhibir su nuevo trabajo.

–No era el momento para estrenar esa obra- dice ahora Calderón al teléfono.

Colina forma parte de una trilogía de obras desarrollada por el también autor de Neva y destacados títulos del cine chileno como Neruda y Violeta se fue a los cielos, sobre la transformación política y social de Chile en las últimas décadas.

Las dos partes anteriores son Escuela (2013), donde se cuenta la historia de un grupo de militantes que recibe instrucción militar para resistir y derrocar a la dictadura de Pinochet en plenos años 80, y luego Mateluna (2017), montaje en que Guillermo Calderón llevó por primera vez al escenario el caso y asumió públicamente con su teatro la defensa de Jorge Mateluna, uno de los trece indultados por el Presidente Gabriel Boric, el 30 de diciembre pasado, junto a doce presos del estallido social.

Calderón lo conoció en 2012, mientras Mateluna trabajaba en un programa patrimonial del Consejo de la Cultura y el dramaturgo y guionista chileno escribía la historia de Escuela. El exintegrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez ya había estado preso durante 14 años, en los 90, y se convirtió en una de sus principales fuentes para la construcción de ese texto.

Solo meses después, el 18 de junio de 2013, Mateluna fue detenido a pocas cuadras de su casa por el robo de más de $60 millones desde un banco en Pudahuel y condenado a otros 16 años de cárcel.

”Era muy difícil decir o hacer cualquier cosa, porque existía desde antes de que saliera electo el Presidente Boric un compromiso de campaña en que él había dicho que iba a indultar a Jorge Mateluna”, dice Guillermo Calderón. “Entonces, nosotros veníamos trabajando la obra con Jorge, queríamos que él participara y estábamos en comunicación constante por teléfono mientras él estaba en la cárcel”, añade.

Luego, cuenta que Mateluna “escribía textos, los revisábamos y luego los leía y registrábamos con su propia voz. Hacerla en ese momento y con Jorge ahí podía malinterpretarse como una presión por quienes no están a favor del indulto y fuimos postergando el estreno”.

Afiche de la obra de Guillermo Calderón, “Colina”.

Colina debutó, finalmente, el 20 de enero de este año, en la misma sala de Matucana 100, en el marco del festival Teatro a Mil. La obra de Guillermo Calderón, irremediablemente, había cambiado y en cuestión de tiempo se volvió un texto aún más movedizo y atravesado por la coyuntura y la urgencia.

Con Mateluna ya libre, surgieron las primeras acciones para revertir los indultos y un grupo de senadores de Chile Vamos y del Movimiento Demócrata presentaron siete requerimientos para impugnarlos.

La obra de Guillermo Calderón no ha dejado de reescribirse desde entonces: sorteado el obstáculo del TC, la semana pasada se constituyó en la Cámara de Diputados una comisión investigadora por los indultos que comienza a sesionar en abril y que se encargará de indagar eventuales responsabilidades políticas.

Con la noticia en pleno desarrollo, la versión de Colina que hasta este domingo 26 se presentaba en el GAM tampoco podía ser similar a la anterior y probablemente la próxima tampoco lo sea. 

Protagonizada por Luis Cerda, Andrea Giadach, María Paz González, Camila González, Carlos Ugarte y Francisca Lewin, Colina comienza con un grupo de amigos sentados a la mesa y alrededor de galletas, trozos de queque, bebida naranja y un incómodo silencio.

Rápidamente entendemos que se trata de un postergado reencuentro que no da para celebraciones: cinco de ellos han ido a visitar a un sexto que permanece recluido en la cárcel Colina 1 con una larga condena por haber quemado una iglesia patrimonial.

La visita trae el mundo de la libertad a la cárcel, pero acaba siendo un ejercicio actoral y documental en el que cada uno examina su propia relación con la libertad y el encierro.

¿Cómo se ha ido ajustando la obra al correr de la coyuntura?

–Hemos tenido que readaptar rápidamente y reescribir la obra ajustándonos a la nueva realidad. En enero pasado, por ejemplo, estrenamos en un escenario muy difícil: con Jorge ya libre, estaba todo este esfuerzo político muy importante para anular su indulto y el de los demás y fue súper angustiante hacer la obra, porque no podía ser una especie de celebración.

Ya nos rondaba la amenaza de que incluso libre había gente que estaba tratando de revertirlo y luego eso produjo un enorme revuelo. En el proceso hemos visto cómo la derecha configuró toda esta gran operación política para frenar los indultos. No les resultó con el TC, no les resultó en la Contraloría y ahora lo van a intentar con esta comisión investigadora.

Van a citar a toda la gente involucrada, incluido el exPresidente Lagos, que también decidió meterse en esta discusión, y van a alargar lo más posible el tema con el interés claro de que se anulen los indultos. Entonces, la obra no se puede dejar de hacer ni reescribir, precisamente, porque la amenaza de que se anulen y de que Jorge y los demás vuelvan a la cárcel sigue ahí.

Al ver la obra uno queda con la sensación de que tanto adentro de la cárcel como afuera, y en libertad, está todo igual de podrido.

–Esa fue la sensación que quedó después del estallido. Hay un momento en que solo se empezó a tener relaciones carcelarias con la sociedad. Entonces, hay como una especie de paralelo que se puede tender entre este mundo contemporáneo con el de la cárcel. Por supuesto no son iguales, pero sí comparables.

Con el estallido, Mateluna tenía menos posibilidades en el horizonte, y se sumó la realidad de que llegaron un montón de personas a la cárcel, en su mayoría jóvenes, que habían sido detenidos durante el estallido y que estaban poniendo en crisis al sistema político y judicial al haber sido detenidos en circunstancias muy dudosas y en un contexto político muy específico y de protesta.

El caso de Jorge ya no fue un caso aislado, se conectó con el de los presos del estallido y todo eso confluyó en la obra. No teníamos que hablar ya solo de Jorge, sino de la cárcel en general, de la justicia y también de una especie de resignación de que Jorge no iba a poder salir de la cárcel.

¿En qué crees que se convirtió el caso de Jorge Mateluna? ¿Qué simboliza entre todos los demás indultos?

–Hay varias cosas presentes. En primer lugar, existe una aceptación totalmente irracional y politizada de castigar y detener a las personas que lucharon activamente contra la dictadura en la última parte y los primeros dos años de la democracia. Lo importante parece ser juzgar políticamente al FPMR y a sus miembros, por eso reiteran todo el tiempo que fue un exfrentista, lo importante es estigmatizarlo y establecer que la persona que es exfrentista no merece un trato de clemencia.

Mateluna fue detenido esos años, cuando se creía que la justicia operaba imparcialmente, y condenado a cadena perpetua. Después de 14 años y de una larga huelga de hambre, se le indulta, y no porque se hubiera considerado que él era inocente, sino porque existía en el mundo político un entendimiento de que todas esas cadenas perpetuas y detenciones no correspondían con un sistema político que permitiera justificar condenas tan largas.

Mateluna fue torturado y condenado con testimonios totalmente cuestionables. Esa es la realidad de las condenas de esa época. Ahora se dice livianamente que él fue indultado dos veces, pero habría que investigar bajo qué condiciones deliberadamente permitidas por el sistema judicial de la época eso sucedió. Hay una conveniente amnesia política ahí, esa es una lección que queda.

Antes de que se promulgara el indulto a Mateluna, cuando decidiste cancelar junto a tu compañía el estreno de Colina el año pasado, ¿él les pidió o sugirió que era mejor no estrenarla?

–Nosotros estábamos en contacto con él, queríamos juntarnos, verlo. Hablamos por teléfono y él sabía que la obra se iba a estrenar, pero después de que lo liberaron sentimos la libertad de decisión para hacer lo que quisiéramos. Él ya estaba libre y ya no teníamos que ser cuidadosos con lo que dijéramos y con nuestra posición, por ejemplo, sobre su inocencia.

La obra está basada en la afirmación y el convencimiento absoluto de que Jorge Mateluna es inocente y luego se produjo esta cosa extraña de que el Presidente Boric dice que lo indultó porque él mismo cree que es inocente y eso generó todo un revuelo político. Se empezó a decir que era una intervención y que no era la forma de justificar un indulto.

Luego salió la declaración de la defensa de Jorge diciendo que el indulto se hace precisamente porque de parte de Jorge Mateluna hay un reconocimiento de culpabilidad y la sentencia es correcta. Él es culpable y por lo tanto se puede indultar. Eso cambió completamente la versión oficial o la justificación para el indulto, y nosotros quedamos en una situación difícil, porque aún afirmamos su inocencia y tuvimos que decidir si nos íbamos a alinear con la defensa o no.

Ahí se produjo una especie de crisis política y el cuestionamiento de qué debíamos hacer. Y lo que hicimos, sin la aprobación de Jorge, fue seguir adelante defendiendo su inocencia.

Guillermo Calderón.

Campaña política y teatro político

Cuando estrenaste Mateluna se dijo que tu teatro se había vuelto “efectista”, “panfletario” y carente de sentido estético. Por tu parte, decías que esa obra buscaba “intervenir políticamente”. ¿Cómo analizas la progresión de tu trabajo y cuánto de esa motivación persiste en esta nueva fase?

–Con Mateluna lo que hicimos fue sumarnos a la campaña política de la liberación de Jorge, entonces la obra era funcional y un elemento más en apoyo a esa campaña. El grupo siempre estuvo muy consciente de que la obra estaba subordinada a esas reglas.

A mí, en lo personal, también me interesaba mucho hacer este tipo de teatro, porque por lo general el teatro político que se hace está desvinculado de lo que ocurre afuera en términos prácticos. El teatro es una especie de separación formal y simbólica del mundo real, en este caso no. Aquí, la obra se insertaba en el contexto de una campaña para liberar a una persona. Fue interesante, porque sí hubo que tomar decisiones estéticas y éticas también. Y nos gustó.

-¿Cómo definirías esa experiencia?

-Fue muy interesante y distinta a todo lo que veníamos haciendo. Además cumplió su objetivo: se creó un movimiento de círculos académicos, jurídicos, culturales, políticos y de todo tipo, y se logró despertar la atención de mucha gente, entre otros, de la expresidenta Bachelet, quien decidió indultar a Jorge y su ministro de Justicia (Jaime Campos) se negó a firmar el decreto y el cierre de la cárcel de Punto Peuco el último día de mandato, y del entonces diputado Boric.

La obra fue un éxito en la medida en que pudo llegar a instalar el tema del indulto que en ese entonces no se logró por problemas políticos básicamente. Lo que hizo Campos fue una acción política y una decisión jurídica también. Colina, de alguna forma se mueve en la misma angustia y frustración de los procesos anteriores.

-La obra se estrena mientras aún el Caso Mateluna no termina de cerrarse.

-El tema sigue abierto en la medida en que Jorge está libre y de que exista la comisión investigadora, que va a hacer todo lo posible por crear una crisis política al gobierno y amenazar permanentemente a los indultados. Significa que van a tener acoso policial y que cualquiera de los indultados puede ir caminando a las 2 de la tarde en la esquina de su casa y lo podrían detener y meterle un celular en el bolsillo para devolverlo a la cárcel.

Es tal la fuerza de la credibilidad que han tenido para poner pruebas y tan fuerte la calidad de testigos de fe que tienen que ahora Jorge y los demás van a vivir en permanente amenaza de que los pueden volver a involucrar y culpar en cualquier crimen o delito.

¿Cómo analizas los intentos por frenar los indultos, a qué obedecen?

–La intención de anular los indultos es totalmente inmoral. Lo que busca esa gente es que los presos pasen y sufran un poquito más en la cárcel y cumpliendo en parte sus condenas, ya sea uno, cinco o diez años más, como en el caso de Jorge. Es un acto inmoral y de crueldad con ellos y sus familias del que no se habla.

Además, se escudan en el respeto a la ley, a que el poder judicial es distinto e independiente del ejecutivo, y sobre todo en el discurso de la guerra contra el crimen. Se forma una gran justificación para que la sociedad se convierta en algo cada vez más violento y que da soluciones absolutamente inadecuadas e ineficientes en contra del crimen.

Ellos intentan justificar un sistema carcelario que no solo no funciona sino que es totalmente inhumano, como lo fue la pena de muerte. La gente cada vez se da más cuenta de eso. Una batalla electoral, a eso se reduce: quieren destruir el gobierno y ganar las próxima elecciones. Es bien desesperanzador, porque finalmente están usando las vidas de personas jóvenes e inocentes para dar batallas políticas y se les usa inhumanamente como peones que están deshumanizados para sacar dividendos políticos. Por eso digo que es inmoral.

Algunos proponen derogar la potestad del Presidente de la República para indultar, apuntando entre otras cosas a que es una atribución monárquica. ¿Cómo lo ves tú?

–Es verdad que el sistema es monárquico, pero el sistema judicial además es ridículo. Después de haberlo visto de cerca y de haber leído el fallo de condena a Jorge Mateluna, es francamente ridículo. El nivel de cómo se comportan jueces y fiscales, de cómo aceptan pruebas manipuladas y falsas es insólito.

Hay muchos casos en la prensa de condenas que se revierten pero son muchísimos más los casos en que la gente fue a la cárcel porque no tenían una buena defensa o porque se han presentado pruebas falsas o porque tienen antecedentes distintos por haber crecido en situaciones y contextos totalmente precarios donde han sido expuestos a situaciones criminales. Es un sistema diseñado para castigar a la gente pobre, para fallar, y se equivoca permanentemente.

La mayoría de la gente que está presa debería ser indultada hoy día mismo. Yo haría lo que han hecho otros presidentes, que es indultar masivamente. Quizás no debería ser responsabilidad del presidente sino una ley permanente de gran amnistía cada tres meses. El sistema carcelario es totalmente inhumano y debiese ser anulado. Las cárceles solo se mantienen por un interés político construido para sostener la amenaza contra la violencia.

En Colina hay un momento donde vemos al personaje que está preso en la playa, en libertad. ¿Cómo está viviendo Jorge Mateluna su libertad actualmente bajo esa misma amenaza?

–Yo creo que Jorge ha tomado la actitud sana de no seguir lo que pasa en los medios de comunicación para disfrutar de su libertad con tranquilidad. Y creo que ahora recién está empezando recién a sentirse más liberado. Lo del TC era una amenaza muy dolorosa y muy impresionante. Honestamente, creo que él debe sentirse mucho más libre desde que el TC se pronunció y que va a empezar a sentir lo que es vivir un poco más en paz, aunque ahora lo ronde la amenaza de que va a haber una comisión investigadora que va a seguir acusándolo y utilizándolo como peón para destruir al gobierno.

En el estreno de la primera cinta de Guillermo Calderón como director.

Guillermo Calderón, el director debutante

Con un pie en el teatro y el otro en el mundo del cine, en la última década Guillermo Calderón ha ido engrosando un exquisito portafolio como guionista con otros grandes títulos como El club y Ema, ambas frutos de su alianza creativa con el director Pablo Larraín.

“El guionista es una especie de psicoanalista del director”, comentaba el dramaturgo en una entrevista en 2019, en un café en Providencia, cuando ya lo rondaba con fuerza la idea de tomar la cámara y de dirigir sus propias películas. Cuatro años después desbloqueó ese desafío: tras la primera función de Colina en Santiago, en enero pasado, Guillermo Calderón viajó a México para el debut de Maquíllame otra vez, la primera producción de la productora Fábula en ese país.

La voz en off de una de sus protagonistas nos cuenta la historia de dos amigas de infancia y maquillistas que intentan sortear las dificultades económicas en Ciudad de México a costa de pequeños y sacrificados trabajos. Una historia sobre la amistad, el amor, los cuerpos diferentes y una reflexión sobre el trauma de la pandemia, la enfermedad y la inestabilidad económica.

Calderón pasó algunos meses en Ciudad de México entre la preproducción y el rodaje de la película. Todo se hizo en plena pandemia, cuenta, bajo mascarillas y con un elenco y un equipo técnico 100% mexicano. Resaltan la participación de la influencer, actriz y activista trans Eliza Sonrisas, además de las actrices Paulina Gaitán y Regina Blandón.

A dos meses de su estreno, el filme acumula críticas dispares: “Una comedia de un tipo distinto a lo que estamos acostumbrados”, “Le falta más de un retoque”, “Guillermo Calderón logra una historia divertida, aún cuando tiene sus pequeños errores, intenta mostrar una Ciudad de México lejana del glamour, donde sobrevive la clase trabajadora con sus sueños”.

El encargo lo tomó por sorpresa, recuerda el autor al teléfono: “Me pidieron que escribiera y dirigiera esta película, y yo acepté. Tenía muchas ganas de hacerlo, apareció la oportunidad y obviamente la tomé. Fue súper entretenido y de alguna manera algo muy natural. Yo había trabajado harto en cine desde la escritura y el guión, y dirigir películas era el siguiente paso, un salto natural para mí y que esperaba dar”.

El filme aún no tiene fecha de estreno en Chile.

¿Cómo fue la experiencia de dirigir ahora en el set?

–Fue entretenido e interesante comprobar que es distinto pasar del escenario al cine, aun cuando ya tenía la experiencia de dirigir tanto tiempo teatro. Se sintió extraño pero tampoco tan ajeno. Además tuve un equipo súper bueno que me acompañó y guió mucho. Ha sido una transición interesante y cada vez parece que trabajo mucho más en cine que en teatro.

La película tiene algo esencialmente comercial, pero la crítica ha resaltado que no se trata de cualquier comedia y que aborda de una manera muy interesante la pandemia y los problemas económicos…

–Bueno, es una película pandémica. Se generó en la pandemia y también producida con todo el equipo y el elenco usando mascarillas, en esa dinámica, y pensada justamente para llevar a la gente a las salas de cine después de que volvió a abrir todo. Entonces, es una película que necesariamente habla del trauma de la pandemia y del trauma también de la inestabilidad económica. Es una comedia al 100% a pesar de que está construida sobre un drama.

¿Tienes más proyectos para dirigir?

–Sí, estoy en conversaciones. Mi idea es seguir dirigiendo. Esta película fue una súper buena experiencia para mí, muy rica, y sí, estoy desarrollando un par de proyectos, adaptaciones y otras cosas inéditas. Lo más práctico es desarrollar varios proyectos a la vez para ver cuál despega primero. Estoy justo en medio de ese proceso.

La obra “Villa”, de 2011, será repuesta próximamente en el Teatro UC.

Guillermo Calderón volverá esta temporada a escena con el reestreno de su aplaudida obra Villa (2011), en un ciclo de memoria política a 50 años del Golpe de Estado de 1973 coproducido por Fundación Teatro A Mil y el Teatro UC. Allí suba a las tablas a tres mujeres a discutir sobre el futuro y la remodelación de Villa Grimaldi, principal centro de tortura y exterminio de la dictadura de Pinochet. El ciclo incluye otros títulos, como Lo crudo, lo cocido, lo podrido de Marco Antonio de la Parra, obra censurada por la dictadura en 1978 en el mismo teatro.

“Nos invitaron a reponer Villa y obras que hagan alusión a estos 50 años. Villa discute precisamente cómo repensar los lugares de memoria y esa discusión está muy en el aire”, dice Guillermo Calderón.

A mediados de abril, en tanto, regresará al GAM con la obra Constante, una comedia policíaca que escribió a dos manos junto al dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón, a partir del Príncipe Constante de Pedro Calderón de la Barca y uno de los clásicos indiscutidos de la dramaturgia española.

Su nombre aparecerá también en los créditos de uno de los estrenos más esperados del año, como autor de la película El Conde, de Pablo Larraín, protagonizada por un Pinochet vampiro de 250 años. No puede ahondar en este último proyecto.

“No es más que una coincidencia natural que esta película coincida con los 50 años del Golpe. Con Pablo (Larraín) no recuerdo haberlo situado en ese lugar. Siempre estamos tan marcados por el golpe y siempre se está recordando de una forma u otra, que gran parte del arte toma como punto de partida este trauma. El Conde también lo hace, aunque quizás no tan directamente”, dice Calderón.

¿Qué mirada tienes de la conmemoración por los 50 años del Golpe?

–Creo que ya fueron conmemorados. El estallido social fue la verdadera conmemoración de los 50 años del Golpe. En 2019 se reevaluó todo y se repitió el Golpe, de alguna forma. El fantasma reapareció, ya se recordó y todo lo que viene de ahora en adelante es distinto.

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