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Reportajes

23 de Abril de 2023

La decadencia de calle Pío Nono: una noche en medio de peleas a palos, guardias buscando pistolas y venta de drogas

Con dos homicidios en lo que va del año, el barrio Bellavista pasa por un momento de evidente declive. El tráfico de drogas, el desorden generalizado y el temor de los vecinos han vuelto del sector un lugar peligroso y oscuro para ir de fiesta. The Clinic se adentró una noche de viernes para saber cómo luce actualmente uno de los núcleos emblemáticos de la bohemia santiaguina.

Por Benjamín Puentes

Pío Nono es una calle diferente según la hora del día. Desde temprano se ven estudiantes universitarios, familias y extranjeros transitando por el icónico barrio Bellavista, que cuenta entre su riqueza patrimonial a La Chascona, el Parque Metropolitano y la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile.

Sin embargo, son las noches de fin de semana las que acentúan el atractivo del sector. Así lo demuestra el flujo interminable de personas que atraviesan el Río Mapocho y repletan el puente Pío Nono en dirección a los pubs y bares del barrio: son las 23.00 de un viernes, el metro cierra sus puertas y el carrete apenas comienza.

Nada más llegar a Bellavista con Pío Nono un potente olor a marihuana da la bienvenida. En las veredas hay una amplia oferta de queques, brownies y alfajores de cannabis, además de toda clase de pipas, papelillos y demás utensilios para fumar. 

La música se vuelve más fuerte con cada paso que se da a lo largo de la calle. Se entrecruzan rancheras, reggaeton y éxitos anglo de los 80. 

En la esquina de Pío Nono con Dardignac tiene lugar una violenta escena. Un hombre se enfrenta a un grupo de personas, justo afuera del Tito’s Bar, armado con dos palos que utiliza como si fueran estoques. La pelea escala cuando el sujeto se saca la polera para provocar aún más a sus agresores, luciendo su pecho ensangrentado por las heridas. Una mujer intenta inútilmente mediar en el conflicto, mientras se escuchan risotadas y algunos curiosos graban con sus teléfonos.

Se intuye que la clientela de Bellavista no es fácil de intimidar. Llama la atención que, a pesar del gran contingente de carabineros que resguarda Plaza Baquedano, a solo un par de metros del sector, ninguna patrulla se asoma para ver cómo va la noche.

Seguir avanzando por la calle, acercándose cada vez más al Parque Metropolitano, es una caminata que desafía los reflejos: hay que compartir la vereda con vendedores ambulantes, carros de fritanga  y promotores de los pubs que seducen a los transeúntes con promociones de tequila (tres shots por mil pesos). Además, hay que esquivar a los innumerables garzones que entran y salen de los locales cargando grandes jarras de cerveza. 

Son las 23.30 y el barrio vibra. A diferencia del resto del centro de Santiago, Pío Nono sobrevive a la caída de la noche. Solo en la vereda oeste –el lado de Recoleta– hay 13 locales con patentes de alcohol vigentes que mantienen a los clientes a tono.

La oferta gastronómica es diversa. Se ofrecen piscolas, chorrillanas, churros, mojitos y shawarmas. La mezcla aromática estimula el apetito. 

También hay música para todos los gustos. Suena la guitarra de Cerati, el tenor de Mark Hollis y la salsa de Rubén Blades. Sin embargo, el imperio del género urbano parece infranqueable: desde la mayoría de los locales se escucha el característico ritmo del reggaeton.

Al llegar al final de la calle, a los pies del San Cristóbal, un extranjero ofrece en voz baja, sin mirar a los ojos y como quien vende dulces, cocaína y marihuana:

–Falopita y fino amigo. A 5 y  a 10.

Pío Nono. Foto: The Clinic.

Homicidios y robos en Pío Nono

La poca seguridad del barrio no le es ajena a nadie. A pesar de la masiva concurrencia que hay los fines de semana, la delincuencia y los episodios violentos le han dado mala fama a calle Pío Nono. Lo más reciente, el asesinato a balazos de un carabinero de franco el pasado 13 de marzo. Este homicidio es el segundo del año ocurrido en la zona, según el Departamento de Análisis Criminal de Carabineros.

De acuerdo con las cifras entregadas por la institución, durante todo 2022 hubo seis asesinatos y un total de 21 homicidios entre el 2019 y este año. Además, la policía contabiliza 81 casos de hurto y 10 detenidos por drogas en lo que va de 2023.

El mayor de Carabineros Cristián Vásquez, de la sexta comisaría de Recoleta, explica a The Clinic que los delitos más habituales que se registran en el sector, según la concentración de ilícitos reportados entre 2021, 2022 y este año, corresponden a “robo por sorpresa, robo con intimidación, robo con violencia, hurto, robo de accesorio de vehículo, lesiones y robo en lugar no habitado”. 

“La población flotante que confluye en este punto es de aproximadamente 20.000 personas cada fin de semana, por lo que se incrementan las posibilidades de que se generen acciones delictivas”, agrega el mayor de Carabineros y remarca que “la evolución que se puede apreciar es que estos ilícitos son perpetrados cada vez con mayor violencia, además de establecer que la venta de droga es más recurrente en el sector”.

Para dar más seguridad al barrio, en julio de 2022 la Municipalidad de Providencia lanzó, en conjunto con Carabineros y locatarios, el Plan Bellavista Segura. Entre el paquete de medidas que incluye el plan está el aumento de las fiscalizaciones, la restricción en la entrega de patentes, la instalación de cámaras de seguridad y trabajo coordinado con las policías.

A menos de un año de la implementación de las medidas, el presidente de la Asociación Gremial de Barrio Bellavista, Álvaro Jadue, hace un balance del plan: ‘‘Si bien queda mucho por hacer, se ha avanzado bastante en materia de seguridad en nuestro barrio. Se han instalado más de 40 cámaras en sectores estratégicos conectados a la central 1414, se han erradicado los estacionadores ilegales y de forma paralela se ha trabajado mucho en temas de luminaria, fachadas y temas de infraestructura en general’’.

Además, el dirigente adelantó próximas medidas de seguridad para el sector: “Siempre las medidas se hacen insuficientes y por ello estamos permanentemente trabajando con las autoridades para llegar a nuevos acuerdos. Próximamente se instalará un retén móvil de Carabineros en Pío Nono que estamos seguros será muy positivo para lograr una mejor sensación de seguridad y poder actuar a tiempo y de forma efectiva cuando así se requiera”.

La vida nocturna en los antros

A lo largo de Pío Nono hay dos locales que no pasan desapercibidos. Se trata de Harvard y Liga Urbana, los dos pubs que parecen ser los favoritos por la clientela, ambos ubicados en la vereda de Recoleta en Pío Nono. Además de las llamativas luces de neón, destaca una masa de personas haciendo fila para entrar. 

Pareciera que la esencia de Bellavista está contenida en estos antros bulliciosos.

Para entrar a Harvard hay que mostrar el carnet de identidad y someterse a una extensiva revisión que busca no meter armas y botellas al local. En el primer piso está la barra y la pista de baile, por lo que pedir un trago se vuelve una tarea complicada por el ruido y los borrachos erráticos que van y vienen con baldes de cerveza Corona. 

Los precios no son muy amigables: seis mil pesos por una Heineken de litro que la atmósfera del local entibia en minutos.

La terraza está envuelta en una espesa nube de humo. A pesar de la poca ventilación, en las mesas los clientes fuman marihuana y cigarros. La música suena tan fuerte que conversar es imposible. Aún así, se ven muchas parejas y grupos de amigos riendo y gritándose unos a otros.

La clientela es diversa: universitarios, trabajadores y adultos que ya bordean los 50 años. A medida que avanza la noche y se vacían las botellas de cerveza –el favoritismo por esta bebida es innegable, pese a la amplia coctelería que el local ofrece–, los clientes se levantan de sus asientos y bailan al ritmo de una playlist que combina Amar Azul, Don Omar y mezclas electrónicas imposibles de identificar. Los cambios abruptos de canción obligan a quienes bailan a adaptar rápidamente sus movimientos mientras un fotógrafo captura sus rostros eufóricos.

Salir del local es un alivio para los tímpanos. Afuera del lugar, un vendedor ambulante con un carro de feria vende latas de Escudo a mil pesos.

Justo al lado de Harvard está la Liga Urbana. Aún más llamativo y estridente que su vecino, el local está resguardado por guardias vestidos de comando. Al cruzar la entrada, un guardia encapuchado y equipado para la guerra verifica los carnet de identidad y a continuación su compañero revisa exhaustivamente mochilas y cuerpos buscando armas. Hay dos detectores de metales en la puerta.

La Liga Urbana es bastante más grande que Harvard y el ruido de las cientos de personas que hay dentro obliga a levantar la voz. Los precios son similares a los de al lado: casi siete mil pesos por una Heineken de litro.

Sobre la pista de baile hay una masa de personas bailando lo más nuevo de Bad Bunny con algunos lapsus de reggaeton añejo de principios de siglo. Cruzar la muchedumbre es toda una experiencia sensorial: una multitud de jóvenes apretujados, sudados, intentando no derramar sus vasos, se mueve al ritmo de una música excesivamente fuerte, mientras unas luces verdes atraviesan la agobiante atmósfera llena de transpiración.

En mitad de la pista, y pese a los intimidantes guardias-comando que recorren el local, un par de jóvenes vierten jarabe para la tos en un vaso con piscola.

Una peculiar imagen llama la atención. Un hombre disfrazado de cura, armado con una pistola de agua, dispara tequila en la boca de la gente. Es Semana de Pecadores en la Liga Urbana, a propósito de Semana Santa. 

El cura es Fabián Norton. Atraído por la bohemia de South Beach, viajó a Miami para trabajar en hoteles y pubs desde donde se trajo el carisma de los animadores gringos y su apego a los espectáculos. Anima las noches del barrio desde 2020. Estudió periodismo en la UNIACC, pero se salió para seguir su vocación artística. Su rol en Liga Urbana es vital. En esta ocasión, aprovecha el aniversario de la crucifixión de Jesucristo para vestirse de cura y bendecir a los clientes.

Yo soy súper creyente y todo, pero siento que es entretenido y a la vez un poco atrevido“, indica Norton. A las 12 de la noche carga sus armas y se interna en la pista para darle dinamismo a la velada: “Lo que hago yo primero es observar el público que hay, regalar este tequila que me pasan e ir un poco tomando el pulso al ambiente”.

Respecto al barrio, el animador da cuenta de sus dos facetas: ‘‘En el día Bellavista es una cosa, durante la noche, es totalmente diferente’’.

Son casi las tres de la madrugada y la calle no descansa. El bullado clima de inseguridad en Santiago no le quita algarabía al barrio. La música sigue siendo estridente, a pesar de la hora.

Pío Nono es una calle viva. Los clientes siguen entrando a los locales, los vendedores ambulantes se triplicaron y el carrete parece no tener término: es fin de mes y las billeteras están abultadas. Pasa un solitario joven en bicicleta ofreciendo a viva voz pastillas de éxtasis –pilas, según el argot callejero– para seguir alargando artificialmente la velada

Pío Nono. Foto: The Clinic.

‘‘Fábrica de curaos’’

Este ambiente no es fácil para los vecinos del barrio. ‘‘Vivir acá es la raja hasta las nueve de la noche’’, menciona Pablo, de 50 años. Vive desde siempre en calle Dardignac, en el lado de Recoleta. Se fuma un cigarro sentado en la entrada de su casa y baja la voz cada vez que alguien pasa por la vereda.

Según él, el crimen y el tráfico se adueñaron del sector, lo que obliga a los vecinos a encerrarse cuando cae la noche. 

Respecto a Liga Urbana y Harvard, Pablo los llama “fábricas de curaos”. Los vecinos sufren el estruendo que sale de los locales, sobre todo si no tienen dinero para poner aislantes acústicos. Los días más críticos, a su juicio, son los domingos y lunes, en los cuales la presencia policial baja considerablemente. Durante las noches el barrio no tiene ley:

–Si los pacos vienen los agarran pal’ webeo, no intimidan a nadie–.

Otra vecina, Paloma Álvarez, coordinadora de la Junta de Vecinos n°13 de Providencia, cree que el sector pasa por un momento crítico: “Si la situación no cambia de aquí a unos años más, el barrio va a desaparecer”. 

Según ella, la situación de Bellavista se debe a la poca coordinación de las policías, la entrega de patentes de alcohol a lo que ella llama ‘‘malos locatarios’’ y a la presencia de bandas narcotraficantes.

Varios secretarios y presidentes de juntas de vecinos de Providencia han sido amedrentados por locatarios, porque en el mesón del departamento de rentas de la municipalidad le dicen al locatario que por culpa de los vecinos no obtuvieron la patente de alcohol–, menciona Héctor Quintana (61), encargado de seguridad de la junta de vecinos. 

Respecto a la implementación del Plan Bellavista Segura, Quintana denuncia que “el plan no cambió nada, solamente benefició al Patio Bellavista”. Para el dirigente vecinal, la estrategia no vela por el barrio en su conjunto: “El único lugar donde hay cámaras es en la zona comercial y en una determinada manzana de la zona comercial. Si hubiese sido un plan que hubiese funcionado, no hubiésemos tenido los 26 robos que tuvimos en agosto del año pasado”.

Pío Nono. Foto: The Clinic.

Las gestiones de la Junta de Vecinos número 13 para resguardar la tranquilidad del sector le han costado caro a Héctor. En enero fue víctima de un ataque en su propia casa: “Fueron primero algunas amenazas, y  después golpes. No puedo hablar mucho, porque la Fiscalía lo está investigando. Puedo decir que fue un atentado, fue dentro de mi casa y fue grave, pero bueno, obviamente, es por lo que estamos haciendo dentro de Bellavista, pero no sabemos de qué lado viene. Entonces, obviamente, está en Fiscalía por lo que hemos denunciado como vecinos respecto al microtráfico, al comercio ambulante, etcétera”.

Por otro lado, el vecino reclama que no todas las cámaras instaladas recientemente están operativas: “Han colocado unas columnas con cámaras en calle Constitución con Dardignac, Antonio López y Pío Nono. Dichas columnas tienen cámaras 360 grados y cámaras de forma fija. Se levantaron el 20 de enero y aún no están conectadas, y ya estamos entrando en mayo, porque aún no conectan los cables para que las columnas tengan electricidad”.

La Municipalidad de Providencia, al mando de la alcaldesa Evelyn Matthei (UDI), no se refirió a las denuncias de los vecinos para este reportaje.

La calle Pío Nono corresponde en su vereda oeste a Recoleta y en su vereda este a Providencia. Para Héctor no existe un trabajo coordinado entre municipios. Respecto a la gestión del alcalde Daniel Jadue (PC), afirma que ‘‘el alcalde no tiene un sistema de seguridad muy eficiente, tampoco él tiene una seguridad ciudadana que funcione. Entonces, le carga todo el trabajo a carabineros y carabineros obviamente no tiene la capacidad necesaria’’.  

El alcalde Daniel Jadue, al ser consultado por The Clinic, afirma que ‘‘las municipalidades no tenemos atribuciones para perseguir el delito. La responsabilidad de la seguridad es de las policías y el Ministerio del Interior. Nosotros, desde la municipalidad, trabajamos en acciones preventivas’’. 

Además, Daniel Jadue menciona que las prioridades del municipio van en otra dirección: “El trabajo municipal en esta materia está enfocado en la seguridad humana, es decir, promovemos las actividades culturales en el espacio público, promovemos el deporte, por ejemplo, con las nuevas instalaciones del Espacio Deportivo Bellavista”.

En este contexto, los vecinos aseguran que hay total permisividad con el microtráfico: “El tráfico ejerce libremente, tú puedes ir a la plaza Camilo Mori a las doce de la noche o una de la mañana y consigues desde tussi hasta marihuana“, denuncia Héctor.

En las madrugadas de Pío Nono no hay ley. La mala fama del barrio es coherente con las imágenes que entrega una noche de viernes en Bellavista, que a pesar de sus escenas turbias y explosiones de violencia, sigue atrayendo una importante clientela leal al reggaeton estridente y al carrete descontrolado.

Es muy tarde y los más avezados clientes –los últimos que van quedando de una noche habitual en el sector– caminan torpemente en dirección a las últimas alternativas de transporte que van quedando en la capital nocturna.

Pío Nono. Foto: The Clinic.

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