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Entrevista Canalla

29 de Abril de 2023

Patricia Rivadeneira: “Soy una belleza madura”

Foto: Mega

La actriz de pronto apareció formando parte de la campaña de publicidad de una multitienda. En las cercanías de sus sesenta años es hoy el nuevo rostro Paris. Aquí habla de su presente en el modelaje, de su rebeldía en el pasado, del cuerpo, de la mente, de la noche, del universo, de sus emprendimientos, de política, de Boric y de Chile.

Por

“Estoy feliz, estoy bien, estoy tranquila”, avisa Patricia Rivadeneira, actriz, hito del feminismo del siglo XX, emblema de la insurrección artística de los noventa, 58 años, un hijo historiador, casada sin liturgias desde el 2006 con Andrea, un italiano profundo.

Luce anteojos negros y pide un café: es la mixtura entre una parisina de paso por Providencia y una estrella de rock en fase moderada. Es una punk en zona de descanso, una rebelde senior, una artista que acaba de realizar un acto convencional: ella, la vecina, la residente del Barrio Las Lilas, acaba de cruzar una pierna y ahora mira fijamente la calle Pocuro. 

-¿Qué siente?- irrumpe la prensa.

-¿Cómo?

-¿Qué siente al ser un rostro?

-¿Rostro?- titubea.

-¿Qué siente al ser un rostro publicitario, el nuevo rostro de Paris, la tienda gigantesca?

-Ja- y ríe sin reírse.

Es, en la actualidad, un rostro publicitario y protagoniza una campaña de marketing. Figura en comerciales mirando magnéticamente la cámara. Es la promotora de la nueva madurez. La belleza con fisuras naturales, las sentadoras huellas del tiempo. Patricia, a casi cien días de los 59 años, retorna a un modelaje con convicciones.

-Así es- aporta con seriedad.

-¿Por qué la llamaron?

-Me imagino que me ven como una belleza madura. Soy una belleza madura…

-Lo es…

-Y estoy orgullosa.

-¿Acaso usted ha sido la reemplazante de Tonka Tomicic para esa marca?

-¿Qué?

-¿No era Tonka el rostro de Paris…?

Patricia Rivadeneira queda atónita. No está en sus planes disputar un cetro marketinesco con Tonka Tomicic. 

-¡No tenía idea, te juro!- revela, tensa.

-¿Cómo tomó esa actividad de modelo?

-Como un buen trabajo.

-¿Le gusta ser una belleza madura?

-¡Me encanta!

-¿Y es usted madura?

-Hay días en que sí. Cuando doy entrevistas soy madura.

-¿Está siendo madura en este momento?

-Lo intento…

-¿Y cuándo no está frente a un periodista es inmadura?

-No siempre… es que partamos por definir qué es la madurez…

El reportero la mira imperturbable, sumergido en un silencio profesional. Ella continúa.

-Bueno… creo que muchas veces la madurez se vincula con ser eficiente, con ser competitivo, concreto… y quizás… el universo es mucho menos maduro que eso… el universo es caos…

-¿A su juicio, el universo es inmaduro?

-Probablemente…

Y retoma:

-¿Y sabes lo que pasa? Esta publicidad también resulta interesante porque nos lleva a pensar en el cuerpo que madura, el cuerpo que envejece.

-¿Y qué se piensa en torno al cuerpo que envejece?

-El cuerpo que envejece no debe esconderse. El cuerpo que envejece no debe dar vergüenza. Esta es una forma de combatir los prejuicios.

Patricia Rivadeneira jamás ha escondido su cuerpo, jamás ha ocultado el paso del tiempo. No usa maquillaje. Y en su polera blanca brilla un mensaje orgulloso: Elegance and Arrogance. La polera es propiedad de su hijo, quien, según Patricia, tiene elegancia, pero aún le falta arrogancia. Entonces ella se vistió hoy con la prenda. Y, según parece, ese texto es una conclusión de sí misma.

-¿Usted es elegante?

-Sí.

-¿Usted es arrogante?

-También.

Es de signo Leo.

Ostenta carácter.

Le interesa, eso sí, un poco más la belleza interior que el lírico deterioro exterior. En momentos de ocio, Patricia estudia el cerebro humano y el universo. Se lanza de bruces a percepciones sensacionales, a indagar en la neurología.  

-Me encanta estudiar la mente- declara, y, para enfatizar su sinceridad, se baja los anteojos y  muestra dos ojos azules al desnudo. Ha hecho, en plena vía pública, un striptease ocular. Un topless de córnea. La intimidad sicológica es absoluta.

-¿Qué ha descubierto al estudiar la mente?

-Tantas cosas…- y da un sorbo dramatúrgico a la taza.  

-¿Cómo qué…?

-Me interesa desarticular mi pensamiento y ver algunas ideas…

-¿Qué busca?

-Entender el software que hay dentro… 

El reportero admite que la conversación se eleva. Patricia, además, actualmente se interesa en el alma. Incluso señala, con una sonrisa desafiante, que dentro del alma está el amor, dentro del alma está la virtud amorosa. Afirma textual:

-…y es allí donde podemos decir Sí a la vida…

-¿Usted dice Sí a la vida?- preguntamos, a tientas.

-A veces.

-¿Y a veces dice No a la vida?

-A veces me despierto y soy mi peor enemiga. 

A veces despierta más vieja, a veces despierta sin plata, estresada, desilusionada del país. A veces despierta callada, con ojeras, preocupada por su emprendimiento Escenix.cl, la plataforma que promociona la cartelera teatral. Una idea estimulante, pero que a ella, una artista con un acotado empuje comercial, le produce preocupaciones.

-Uf- se lamenta y lanza un quejido económico. Admite contratiempos en el área de las finanzas de su emprendimiento. Una hilera de dificultades. “Y yo soy más bien una artista”, justifica otra vez, resumiendo su incursión emprendedora. 

-…pero así somos…a veces decimos Sí a la vida…y a veces no tanto…- concluye con realismo.

-En definitiva… ¿Está más madura?

-Bueno, oficialmente soy más vieja.

-¿Intenta frenar la vejez?

-Noo… me parece maravillosa…- y ríe con asombrosa plenitud, con los ojos achinados, totalmente al descubierto.

Patricia Rivadeneira ha hecho 19 películas y 19 teleseries. Foto: Mega

La rebelde

Patricia Rivadeneira tiene un currículum altamente democrático: diecinueve películas y diecinueve teleseries. Un empate laboral entre la pasión y el sustento.

Eso sí, aquellos que no conocen su biografía deben enterarse que estamos aquí frente a un mito sicodélico. Por su cuerpo fluyó la rebelión. Fue una gloriosa performancer: fue la musa de Vicente Ruiz, el rey de la instalación noventera que difundía contenido ideológico matizado por el posmodernismo. El 27 de febrero de 1992 fue crucificada en una cruz teatral untada con la bandera nacional, desnuda, como un Jesucristo en veta femenina, y la nación se impactó. Se vistió y se desvistió en tantos escenarios. Combatió la dictadura con metáforas y los pechos al aire. 

-Sí- enfatiza con convicción- usé mi cuerpo…

-¿Se pudo expresar con el cuerpo?

-¡Siempre utilicé mi cuerpo y la seducción para poder vincularme en este mundo machista!… Cualquier mujer lo hacía… o si no quedabas fuera de la fiesta… 

-¿Lo hacía con rabia?

-No. Con arte.

-¿Qué tipo de impacto generaban sus intervenciones artísticas en los noventa?

-Uf…- y sonríe, sin asombro- para mí era un trabajo.   

Los fotógrafos se acumulaban a su paso. Una pechuga suya fue portada. Fue inmortalizada en trance, los ojos mirando a Dios, sangre artificial cayendo por las costillas. En otra oportunidad, bajo un titular en que Pinochet declaraba que había que revisar el triunfo del NO, ella, este ícono significativo, aparecía con un bikini anunciando la temporada de piscinas. Era ese Chile contradictorio, el país infantil en vías de adultez democrática.

-… Estaba en esos años esa actitud Cleopatra, de sensualidad y libertad sexual…la provocación…

-¿Usted fue reventada?

-Fui bien rebelde- responde secamente.

-¿Qué significa ser rebelde?

-Alguien que ejercita la crítica. Que pone en jaque los poderes fácticos, la creencia de lo establecido.

Y de pronto, murmurando para sí misma, acota:

-… Tuve harta noche…

-¿Cómo era la noche?

Y ella se pone a recordar.

La noches ochenteras y noventeras de Patricia Rivadeneira contenían experimentos, toques de queda, piteadas, LSD, alojamientos en cualquier parte, escaparse de la CNI, lecturas de Timothy Leary, bares, pintores, Matucana 19, sexo, terror a dormirse, el vínculo a los Pinochet Boys, amores, protestas, combos. 

-Y libertad- sintetiza ella.

-¿Y, entonces, cómo define sus noches de esa época?

-La noche, finalmente, era el lugar donde podíamos encontrarnos. Y la rebelión era sólo un intento por comprender el mundo. Por tratar de responder las preguntas que nos hacíamos.

-¿Qué cosas se preguntaban?

-Nos preguntábamos por la naturaleza de la vida. Y por la naturaleza de la muerte.

Y, nostálgica, se queda con el café en su mano. Con un pie en el presente y el otro todavía rebeldemente pisando el año 1992.  

La tranquila

Patricia Rivadeneira se cruza otra vez de piernas, se le estira un poco el pantalón y entonces se le filtra un fragmento de la tibia. Hay allí un hueso Rivadeneira expuesto a la sociedad, un hueso histórico que hace cuarenta años sostuvo la vanguardia chilena. Un hueso soberano que fue originado en la elite.

-Mis apellidos- dice en un momento- son Rivadeneira Ruiz-Tagle…

-¿Con guion?

–Con guion- remarca.

La actriz, al parecer, es una oveja negra, una rebelde en cuyo árbol genealógico se hallan los fundadores de la patria y un solvente guion entre los Ruiz y los Tagle. 

-¿Usted es cuica?

-Soy cuica- admite riendo. Una cuica enfocada en el arte, una ex provocadora aferrada a la paz interior. No practica el catolicismo, pero, aclara, “rezo el Ángel de la Guarda”. Y, provocando, declara: “Supongo que voy a morir pidiendo la presencia de un cura”. 

Todo lo resume con frases gigantescas:

-Hoy estoy tranquila…

-¿Y feliz?

-Eso es un estado momentáneo.

-¿Ya no es rebelde?

-No creo.

-¿Qué hace en las noches?

-Veo películas. Converso.

La oveja negra ya no se asiste a fiestas. Sus reventones se gestan en el intelecto. Tiene conversaciones interesantes con Andrea Orsini, su marido. O con su hijo Adriano. Ve películas. Busca estímulos artísticos. Pasa seis meses en Roma, el resto en Chile. Hace dos semanas tuvo su último momento cannábico. Y está plagada de proyectos, de obras, de cultura.

-Una obra que lleva los pensamientos de Humberto Maturana al escenario y que se llama A los pies del árbol– dice.

-Un documental inspirado en Vicente Ruiz en los años 80s- dice.

-Una película llamada Las muertes– dice.

Y su emprendimiento: escenix.cl.

Y persiste en la búsqueda permanente de proyectos culturales. En la pelea cultural por rasguñar un fondo concursable.  

-¿Y le gusta Chile?

-Sí, me gusta. Tiene cosas bonitas.

-¿Qué cosas?

-Los paisajes, ponte tú.

-¿Y la política en Chile?

-Estoy confusa en ese tema, como todo el mundo. Lo que pasa en Chile es bastante esquizofrénico. Creo que somos una especie que no ha madurado, la esquizofrenia vive en nosotros.

-¿Le cae bien Boric?

-Me cae bien, fíjate. Lo conozco. Me parece que su gran virtud es que es curioso.

Fue Agregada Cultural en Italia, pero ya no le interesan los cargos políticos. Sólo le interesa gestionar cultura. “No quiero trabajar catorce horas al día”, reclama. “Estoy en mis empresas”, aclara. 

Y dice que ama un montón.

Y dice que la aman un montón.

Y de pronto, el rostro de publicidad, la rebelde senior, la artista que expuso su anatomía en esa época en que toda la población se mantenía moralmente vestida, destina a las mujeres su último slogan:

-Tu cuerpo es magnífico.

Da los últimos sorbos a su taza de café. Se pone de pie. Se tapa otra vez los ojos. Y ahí la parisina de Paris se va caminando maduramente hacia su casa.

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