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Entrevistas

1 de Abril de 2023

Catalina Saavedra: “Me gusta ser una actriz antidiva”

Catalina Saavedra Foto: Pablo Sanhueza

La intérprete de "La nana" y "Gatos viejos" está de vuelta en el cine en producciones internacionales recién estrenadas en EE.UU.: "Rotting in the sun", la nueva película de Sebastián Silva, y "Problemista", del director salvadoreño Julio Torres, protagonizada por Tilda Swinton y producida por Emma Stone y el premiado estudio A24. La actriz revela que no compartió set con ninguna de ellas, habla del nuevo salto en su carrera y critica los contenidos de la TV de hoy. En su agenda está también el reestreno de la obra "La gata sobre el tejado de zinc caliente", en el Teatro UC, donde comparte elenco con Willy Semler y cuya nueva temporada –revela– está en suspenso tras conocerse las denuncias contra el actor: “Yo siempre doy espacio a la duda antes de condenar a alguien”.

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Cerró el año pasado con dos rodajes al hilo y en el extranjero, uno en México y otro en Puerto Rico. Con apenas horas de diferencia entre el término de uno y el comienzo del otro, en ambas producciones le tocó internarse en otro país, adoptar acentos y dar vida a mujeres latinas –una salvadoreña y una mexicana– inmersas en autoficciones queer habladas en su mayoría en inglés. 

Catalina Saavedra (55) nunca aprendió a hablar inglés. Lo intentó varias veces, no lo consiguió y desde que tiró la toalla –cuenta, sin pudores ni aspavientos– ella misma se ha encargado de que su dificultad con el idioma no sea un misterio para nadie. Mucho menos un impedimento para sí misma ni para su carrera. Y lo hace con un estilo propio e hilarante.

El 13 de marzo recién pasado, la actriz chilena viajó a Austin, Texas, en Estados Unidos, para asistir al estreno de Problemista, la primera película como director del guionista salvadoreño Julio Torres. Desde su anuncio, el filme generó grandes expectativas, al tratarse no solo del debut cinematográfico del excéntrico libretista del programa Saturday Night Live, sino además por tener de productores a la actriz Emma Stone y al estudio A24, ganador de nueve premios Oscar este año, siete de ellos con Todo en todas partes al mismo tiempo

Mayor interés despertó el elenco, encabezado por el propio Torres, Tilda Swinton, Isabella Rossellini, el rapero RZA y, en Chile, en particular, la presencia de la destacada intérprete nacional y de películas como La nana y Gatos viejos. Un reparto improbable para una historia tanto o más improbable. 

Problemista nos introduce en la vida de Alejandro (Julio Torres), un joven salvadoreño profundamente insatisfecho, que vive en Nueva York y sueña con convertirse en fabricante de juguetes de Hasbro. Ha postulado sin éxito anteriormente y no quiere dejar de intentarlo, pero ahora tiene una bomba de tiempo en su mochila: su visa está por vencer. 

Para pagar el arriendo, Alejandro trabaja en un centro criogénico llamado Freeze Corp. Allí cuida el cuerpo congelado de Bobby Ascencio (RZA), un artista que duerme en frío desde hace algunos años, y estrecha una extraña relación con Elizabeth, su esposa, una exigente crítica de arte interpretada por Tilda Swinton. 

Alejandro encarna la realidad por la que atraviesan millones de inmigrantes indocumentados que intentan surgir y cumplir sueños en la tierra prometida de los EE.UU. Lo mantienen a flote las conversaciones y terapias telefónicas con su madre, Dolores, interpretada por Catalina Saavedra. Son las únicas escenas de la película habladas en castellano. 

Desde su presentación en el festival South by Southwest, a mediados de marzo, la película ha recibido toda clase de comentarios en la prensa especializada. El sitio Deadline asegura que “la película aborda el sistema de inmigración y el aislamiento de EE.UU., todo presentado en un dulce lazo surrealista”, mientras que Variety critica el “debut excesivamente chiflado y demasiado quijotesco del escritor y director Julio Torres”. Esta última reseña destaca escuetamente la sorpresiva presencia de “la protagonista de La nana”. 

Foto: Pablo Sanhueza.

Al término de la primera función, parte del elenco subió al escenario, junto al guionista y director de la película, para sostener un encuentro con el público y la prensa. Estaban –en este orden, tal y como se aprecia un registro en YouTube– Isabella Rossellini (quien narra la historia), RZA, Julio Torres, Catalina Saavedra y Tilda Swinton. La primera pregunta fue para la actriz chilena. 

–“Yo no hablo inglés, entonces no entendí nada de la película. No sé si es una película extremadamente tonta o… I don’t know, pero algo no estoy entendiendo”, respondió. La sala estalló en carcajadas y todos querían hacerle preguntas. 

Ese mismo día comenzaron a circular en redes sociales y medios locales las fotografías suyas posando distendidamente junto a Tilda Swinton y Emma Stone, en la previa del estreno de Problemista en EE.UU. Casi dos semanas después, de vuelta en Chile y tras zafar del Covid, Catalina Saavedra concede esta entrevista en un café esquina con vista al Parque Bustamante, en Santiago. 

–“Esas fotos las tomó mi hijo y aquí las publicaron sin permiso de nadie”, ironiza. 

A comienzos de 2022, la actriz recibió el llamado de una productora gringa (que “no era Emma Stone”, puntualiza), que la invitó a audicionar para la película debut de Julio Torres, con quien ya había trabajado un año antes en la serie Los Spookys, de HBO. Le pidieron hacer un autocasting, una audición virtual cuya instrucción era que leyera e interpretara sus textos frente al irrefutable ojo de la cámara de su teléfono. 

Catalina Saavedra no quiso y propuso hacerlo a su manera: “Nunca he hecho un autocasting y dudo que alguna vez haga uno”, asegura. 

“Ya el casting convencional me parece muy desagradable y mal hecho, en general, porque uno tiene que hablar y actuar contra nada. Es rarísimo. Sé que es un lenguaje universal, pero a mí siempre me ha incomodado. Cuando me llamó esta productora gringa, le dije que no, que no hacía eso y que me conflictuaba mucho el autocasting. En vez de eso, le propuse si podíamos tener una lectura del guión con alguien más vía Zoom y accedieron”.

“Leímos las escenas y tenía que hablar en salvadoreño, que es el país de origen y donde se encuentra físicamente el personaje. Yo había estado dos años antes en El Salvador y algo cachaba. Estuve tratando de recordar, buscaba videos en YouTube e imitaba mucho a Julio (Torres) mientras leíamos. Es un acento difícil, medio soso, centroamericano, sin duda, pero mucho menos cargado que el de los cubanos o cualquier otro”. 

Tiempo después, la producción la confirmó para el elenco y en diciembre pasado la actriz viajó a Puerto Rico para grabar sus escenas. El resto del equipo y los actores ya habían grabado en Nueva York, a casi 3 mil kilómetros de allí. 

No le tocó compartir el set con Tilda Swinton, cuenta Catalina Saavedra: “A ella y a Emma Stone las conocí recién el día en que se presentó la película y que tuvimos las ruedas de prensa. Además, la imposibilidad del idioma es muy fome, sobre todo en estos casos. Nunca aprendí a hablar inglés, no pude no más, y aquí me jugó mucho en contra, porque no pude interactuar como me hubiese gustado con ella. Menos mal fui con mi hijo (el director de cámara Jerónimo Armstrong) y él me traducía, Julito Torres también”.

–Dentro de lo que pudiste compartir con ellas, ¿qué impresión te causaron ambas?

–Compartí más con Tilda Swinton, en el estreno y la presentación. Ella es total, muy cálida, muy cándida. Me tiraba muchas flores por mi trabajo y lamentaba no haber tenido escenas conmigo. Me pareció como todas las personas que son buena onda, que es una forma universal de ser independiente de la fama, del éxito y del idioma. En la película, además, ella está fantástica, para premios, según lo que puedo percibir, porque en este personaje se sale de esa cosa tan etérea que uno ve en ella siempre. Aquí rompe con todo eso y es muy divertido. Tiene mucho humor. Eso, es en gran parte, gracias a Julio también. Es su mente y toda esta propuesta alocada la que debió haber sido tentadora para una actriz como ella. 

–¿Qué te atrajo a ti del proyecto? 

–Yo, la verdad, como dije el día de la presentación, no entendí mucho. Entendí mi parte, básicamente, porque me mandaron una traducción ahí no más. El texto estaba casi todo en inglés, salvo mi personaje, y fui la única que actuó en castellano, o en salvadoreño, en realidad. A mi personaje, que es un homenaje a la madre de Julio Torres, le toca apoyar a su hijo que está con problemas y aconsejarlo de buena manera, para que tire para arriba desde El Salvador. Esa fuerza que le entrega el personaje me pareció muy bonita, muy conmovedora dentro de toda la locura de los artistas congelados. 

–Julio Torres no es un contador de historias convencionales… 

–Él me parece una persona súper creativa y hace tiempo que le está yendo bien en EE.UU. Su trabajo se ha vuelto cada vez más visible y ya no solo por ser salvadoreño, inmigrante ni de las disidencias sexuales. Al tipo lo respetan por su trabajo como guionista y por eso el proyecto convocó a gente extraordinaria como Tilda Swinton o Emma Stone, y también a A24, una productora que ha dado súper buenos resultados en términos y que no siendo tan gigantesca ni hollywoodense está marcando y ganando premios con historias y producciones más arriesgadas. La coreana (Todo en todas partes al mismo tiempo), por ejemplo, tampoco la entendí. Soy demasiado Capricornio como para entender una película como esa.

Reencuentro y comedia despiadada

Antes de partir al rodaje de Problemista en Puerto Rico, Catalina Saavedra pasó un mes en México, filmando en el DF para la nueva película del director chileno Sebastián Silva. 

El director de Nasty baby es un gran amigo de la actriz y una suerte de colaborador estable a lo largo de los años. Su último trabajo juntos fue en Gatos viejos (2010), el entrañable filme con Bélgica Castro y Alejandro Sieveking, y ahora el cineasta y la intérprete acaban de volver a juntarse con el guionista Pedro Peirano en Rotting in the sun, una despiadada comedia estrenada hace dos semanas en el festival de Sundance, en EE.UU. 

Fue precisamente en ese mismo certamen donde La Nana triunfó en 2009: Silva obtuvo el Gran Premio del Jurado y un premio especial para la actriz Catalina Saavedra.

Rotting in the sun es una autoficción protagonizada por una versión burlona y trasnochada del propio Silva, un artista deprimido que subsiste en Ciudad de México a punta de ketamina y popper, contemplando obsesivamente el suicidio. Sus padres lo envían a una playa nudista para que se distraiga, pero se encuentra accidentalmente con un influencer estadounidense que descuadra sus planes y los bordes de esta historia. 

Emma Stone y Catalina Saavedra.

–“A Sebastián Silva le compro todo. También me costó entender esta película, pero al mismo tiempo tiene algo zafado que me gustó y me atrajo mucho”, dice Catalina Saavedra. 

El nuevo filme de Sebastián Silva fue producido por el estudio del actor Robert Pattinson y por Spacemaker Productions. “Oscuramente divertida, refrescantemente audaz en su descripción del sexo y con interpretaciones perfectas, esta historia casi policiaca salvajemente poco convencional se suma al impredecible y ecléctico cuerpo de trabajo de Silva”, dice una reseña de The Hollywood Reporter. 

“El director de Nasty Baby está a la altura de sus viejos trucos, interpretando una versión potencialmente suicida de sí mismo en esta comedia negra ambientada en la Ciudad de México con un giro mortal”, le sigue el comentario de Variety.

En la película, la actriz chilena encarna a Vero, la mujer que hace el aseo en el mismo edificio donde vive el personaje de Silva y quien adquiere un inesperado protagonismo con el correr de la historia. 

“Mi personaje es una señora mexicana que tiene su marido, su familia, su casa, sus problemas domésticos, y le toca enfrentarse con la locura de esta persona deprimida, que es Sebastián. El mundo de él es totalmente distinto al de ella”, cuenta. 

–La crítica ha dicho “salvaje” sobre esta nueva película. 

–Yo no la he visto, pero debe serlo. Tiene mucho sexo gay explícito y un humor negrísimo. Creo que él (Silva) siempre está provocando un poco más allá, sobre todo en el tema de las disidencias. Lo que me gusta es que su punto de vista no paternaliza. Según mi opinión, todos los personajes de la película son unos imbéciles y eso me provocó mucha gracia. A veces las disidencias se están volviendo tan intocables y hay que ir con todo con ellos, pero en sus filas también hay gente que anda puro hueveando y que debería irse para la casa, como en todos los grupos de personas y movimientos que se vician. Esa crítica está en la película y me pareció genial y muy atrevida de su parte.  

–En 2010, a un año del fenómeno de La Nana, fuiste invitada de jurado al Festival de Cine de Moscú y en una entrevista dijiste que no te interesaba internacionalizar tu carrera. Ahora estás pasando por un buen momento internacional. ¿Cambió tu postura al respecto?

–No, la reafirmo, más bien. Nunca he tenido esa aspiración ni ese objetivo. Si aparecen proyectos interesantes en el extranjero que pueda hacer y que me sean cómodos, los voy a hacer obviamente, pero está, de nuevo, la imposibilidad del idioma. Muchos dicen que es tan fácil, pero no lo es para mí (ríe). Ni Estados Unidos ni Europa están entre mis objetivos. Yo pienso como Lucrecia Martel en ese sentido: las historias no hay que ir a buscarlas afuera porque las historias que tienes que contar son las que están en tu calle, en tu barrio, en tu ciudad, en tu país. Prefiero mil veces eso, ser una actriz de mi país, que soñar con ser alguien afuera. 

–¿Cómo ha sido tu reencuentro con las alfombras rojas y las luces de los eventos y estrenos?

–Afortunadamente, no he estado en alfombras rojas. Es lo bueno que tienen festivales como Sundance, Gotham o South by Southwest, que si bien son premiaciones importantes, son muy informales y eso es lo que más me gusta. Uno va vestido como quiere y a nadie le importa. Me apesta la fastuosidad de Hollywood. 

En 2010, la actriz fue a la ceremonia de los Globos de Oro la noche en que La nana no se quedó con la estatuilla a la Mejor Película Extranjera. Ahora recuerda: “Jugué a lo que había que jugar, me puse vestido, me pinté y todo. Ese día pensé: yo no soy de aquí, no pertenezco, esto es de los gringos”. 

“El show del glamour hollywoodense es una tradición histórica de ellos, les encanta, y yo no me hallé ahí. Ni menos cuando en la ceremonia pidieron hacer un minuto de silencio por el terremoto en Haití. Yo dije: ¿Me están hueveando? No me cuadraba y me parecía hipócrita tanta fastuosidad, tanto vestido, zapatos y joyas caras versus ese momento de silencio por los que siempre han estado entre los más pobres. No les compré y sigo sin comprarles esa parte del show. Y no quiero estar ahí nunca”, agrega Catalina Saavedra. 

–Rehuyes de esos divismos… 

–Todo el rato, no me gustan: me cargan. A mí me gusta más ser una actriz antidiva. Tiene que ver con mi visión hiperrealista o mi signo Capricornio, que me exige darme cuenta de cuál es la realidad que vivo, del lugar donde vivo y de la gente que me rodea. Lo del divismo, que se ve en mucha gente en este negocio, me parece más un juego que otra cosa. Y yo nunca he sido así. Siempre me acuerdo de cuando Bélgica (Castro) me decía: ‘Tú no te preocupes de la fama, tú cuida tu prestigio’. Lo encontré genial y me hace tanto sentido. 

Entre el cine y el teatro

Egresada de la escuela Teatro Imagen del director y Premio Nacional Gustavo Meza, Catalina Saavedra cruzó un extenso y anecdótico camino de variados oficios antes de convertirse en actriz. Escribió chistes para Condorito, trabajó en una distribuidora de cine, en la televisión alemana, en la desaparecida revista cultural Facetas e hizo clases de teatro. De a poco empezó a meterse como extra en pequeñas producciones y cortometrajes, y así llegó a Canal 13, donde se sumó al área dramática y actuó en teleseries como Amor a domicilio y Adrenalina. Su último trabajo en televisión fue en Matriarcas (TVN), en 2015. 

Desertó rápidamente de la televisión y volcó su trabajo fundamentalmente al cine (en filmes como Joven y alocada y Ema), luego a las series (con exitosos títulos locales como Bala loca y Ecos del desierto) y también al teatro, donde le ha tocado interpretar roles complejos y clásicos de la dramaturgia chilena, como la Viuda de Apablaza, de Germán Luco Cruchaga. Hoy, la actriz lleva su carrera a su pinta. En esto no titubea: “No volvería  a la televisión”, dice. 

“En el teatro y el cine me ha tocado trabajar más mi perfil de actriz intensa y dramática, que me gusta mucho, pero echo de menos hacer humor. Yo partí haciendo humor en la tele, personajes divertidos que con el tiempo nunca más se me dieron tanto”. 

Foto: Pablo Sanhueza.

Y agrega: “Cuando me liberé de ganar dinero a través de las teleseries y las cosas que hice en ese periodo, le encontré más sentido a tener la capacidad de elegir qué hacer y en qué proyectos embarcarme, independiente de la plata o de la fama que me puedan traer, y esto en cualquier formato”.

–¿Qué mirada tienes hoy de la televisión?

–La peor, yo creo. No puedo creer que la televisión chilena haya sido mejor en dictadura, en términos de contenido, que ahora. No entiendo cómo ha involucionado tanto. La programación es deplorable en relación a mi infancia y a la tele que consumí en dictadura. Por suerte ahora existen las redes, internet y las plataformas. Muchos jóvenes no ven ni nunca han visto tele abierta, y bien por ellos, pero sí hay mucha que aún la ve. En los hospitales tienen prendida la tele todo el día y mucha gente en sus casas también, sobre todo adultos mayores, que no tienen la habilidad para navegar y descubrir que hay otras plataformas y contenidos. Sólo consumen televisión, y es lo último que recomendaría ver. Acá hace falta creer que la cultura –ya sea en la tele, en el teatro, la literatura o el cine– sí alimenta la vida de las personas, que no es solo un pasatiempo cool. Se valora poco la cultura como transmisor de conocimiento y de vidas y experiencias humanas. Yo creo que no voy a alcanzar a ver lo que quisiera culturalmente para un país como el nuestro, y es súper triste. 

–¿Y cómo ves esto mismo en relación y desde tu lugar en el teatro? 

Es igual, la diferencia es que en el teatro se lucha contra la miseria, por que nadie va. Es un mundo y un público muy pequeño. Siempre somos los mismos. A mí me pasa a veces que el taxista o la señora que va caminando a la verdulería y se topan conmigo en la calle, me dicen esta misma frase: oiga, hace tiempo que usted no hace nada. ¿Cómo nada?, les digo. Ah, es que no está en la tele, me dicen. O sea, no estás en la tele y no existes para cierto tipo de gente. A mí no me interesa el público masivo tampoco, pero sí me encantaría que mi trabajo llegue algún día a ese taxista o esa señora que va a la verdulería, y que sepan que pueden verse unas pelis buenas en OndaMedia, unas buenas series en la tele abierta a la hora del queso, que es cuando las dan, o ir a ver una obra de teatro. La cultura no merece menos que ser considerada como necesidad básica. 

La actriz tiene varios proyectos en carpeta: ya grabó People in the dragon, la primera película dirigida por el dramaturgo y productor Pablo Greene (Mis hermanos sueñan despiertos), y por estos días se estrena Run over, ópera prima de la dupla de directores teatrales Gopal y Visnú Ibarra, donde comparte la pantalla con Daniela Vega y Hugo Medina, entre otros. 

Este año Catalina Saavedra volverá también a las tablas de la mano de su compañía Teatro La Provincia con Los sueños de Lena, texto de la dramaturga de Concepción Leyla Selman, que será dirigido por Rodrigo Pérez. Más próximo en su agenda es el reestreno La gata sobre el tejado de zinc caliente, versión del clásico de Tennessee Williams dirigida por Álvaro Viguera. Allí comparte el escenario junto a Antonia Santa María, Guilherme Sepúlveda, Elisa Zulueta, Ricardo Fernández y Willy Semler. 

Estrenado en 2022, el montaje de La Santa y el Teatro Municipal de Las Condes estaba a punto de anunciar una nueva temporada en el Teatro UC para el mes de mayo. Sin embargo, y tras conocerse las denuncias por agresión sexual en contra de Semler, tanto desde la producción como del mismo teatro señalan que aún no hay definiciones al respecto. El actor ya había visto los efectos de la cancelación luego de que el Teatro Zoco depusiera anticipadamente la segunda temporada de la obra Lluvia constante, que el actor también protagonizaba. 

“Yo tengo una duda y un conflicto gigante con las funas públicas, en las que alguien dice algo peligroso o nefasto de otra persona, en relación a hechos que no sabemos si ocurrieron o cómo ocurrieron, pero lo cierto es que se instaura una marca a fuego que, independiente de si es verdad o mentira, hace mucho daño”, comenta Catalina Saavedra. 

“Yo siempre doy espacio a la duda antes de condenar a alguien. Da pena por ambos lados siempre y es lamentable, también en este caso, porque no solamente le afecta a una persona sino también a una familia y a un equipo de trabajo. Es el efecto dominó que tiene la cancelación y que a veces siento que arrasa con todo, sin importarle mucho nada”.

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