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Opinión

8 de Mayo de 2023

Columna de Javiera Arce-Riffo | Elecciones: ¿Un error en la estrategia?

"Natalia Piergentili plantea que fue un error estratégico lo de las dos listas, pero lo cierto es que no, más bien fue un error político. No hubo un proyecto con una mirada a largo plazo, ni tampoco hubo consciencia sobre lo que estaba en juego en estas elecciones", escribe Javiera Arce-Riffo.

Por Javiera Arce-Riffo

El resultado de las elecciones para en nuevo Consejo Constitucional no nos dejó indiferentes. En un escenario de voto obligatorio, con una importante cifra de votos nulos y blancos (más de dos millones) el Partido Republicano alcanzó la mayoría y se impuso con un 35,4% de los votos, obteniendo 23 escaños lo que implica el poder de veto, e incluso la posibilidad de actuar sin hacer mayores acuerdos con otras fuerzas políticas.

Chile Vamos (hoy Chile Seguro) en cambio, recibió el impacto directo del crecimiento de Republicanos, obteniendo solo el 21% de las preferencias, muy por debajo de las proyecciones que los daban como ganadores. En cambio, en la vereda de enfrente, la lista oficialista consiguió un 28,5% de las preferencias, y una representación de 16 escaños distribuidas en todo el país. Con una gran votación para el Partido Comunista de Chile (8%), seguido por el Partido Socialista con un 5,96% y Convergencia Social con un 5,72%. Esta lista, superó con creces el 8,95% de la lista de la centro izquierda que decidió ir separada del oficialismo por razones estratégicas, y no pudo obtener ningún escaño.

Luego del triunfo del rechazo se hicieron diagnósticos, desde mi perspectiva, errados respecto de la realidad política y social chilena particularmente por las élites políticas.

En primer lugar, que la gente anhelara continuar con el proceso constituyente. Luego de tres años de elecciones y de un evidente desgaste del sistema político, que ya no entrega respuestas, la gente se cansó. Pero en el insistir de cambiar el enfoque desde un proceso abierto, con aparentes “líderes sociales” y representantes “verdaderos del pueblo” a otro controlado y cautelado por las élites, no le hizo el mayor sentido a la gente. Por otro lado, luego de los excesos en comportamiento de los miembros de la Convención Constitucional, comportamiento que no dista mucho de la actual Cámara de Diputados y Diputadas, nos llevaría a buscar opciones no sólo moderadas sino también de centro.

Es por eso que con “fuerza” y “convicción” desde las élites, se van a instalar nuevas y “necesarias” alternativas como los Amarillos por Chile y Demócratas. Iniciativas que salen del tronco de la Democracia Cristiana (DC). Ambos partidos, no alcanzaron a presentar candidaturas para el proceso constitucional, pero se dedicaron a apoyar en algunas regiones a candidatos como Jaime Ravinet y Juan Sutil. A lo que se suma la insistencia del Partido Por la Democracia (PPD) por correr en una lista separada del oficialismo e incluir en su pacto al Partido Radical y a la DC. Todo esto, basado en una especie de identidad concertacionista que valora el camino de las reformas, pero desde el énfasis en la gradualidad, y también buscando una reivindicación histórica de los 30 años, tan mancillados por el Frente Amplio durante la campaña presidencial. Dicha actitud, ya sabemos que envejeció muy mal ya que los “sucios” treinta años, tuvieron que venir a rescatar la gestión del presidente Gabriel Boric.

¿Dónde está el proyecto político de país? En ninguna parte. Las campañas estuvieron basadas en el cortoplacismo, en que la agenda de seguridad se tomó todos los programas de televisión, así como las mismas propuestas de las y los candidatos al Consejo Constitucional, pero recién anoche, se pudo constatar en parte el proyecto político de quienes obtuvieron la mayoría de los votos, y es básicamente dejar todo como está, o retomar el proyecto ideológico de Jaime Guzmán y los monetaristas ortodoxos que dieron origen al gremialismo chileno en dictadura. Por otro lado, todo lo que huela a feminismo o agendas de redistribución, es tildado de “ideológico” y se desacredita con fuerza, incluso por la izquierda.

Martín Arrau, el jefe de campaña del Partido Republicano, en el programa Tolerancia Cero, esclarece el su plan de trabajo. Resulta curioso por parte de un grupo político que basó su estrategia en no participar en el Acuerdo por Chile, estar en contra de todo tipo de pacto para continuar con el proceso de cambio constitucional. Que tampoco se han sumado al trabajo pre-legislativo de la agenda del gobierno para poder negociar los términos de los proyectos de ley, en un sistema presidencialista, en que estos ejercicios políticos son necesarios. Se opusieron al proyecto que reducía la jornada de trabajo a 40 horas, y además se opusieron a la Ley Nain-Retamal por encontrarla demasiado “suave” dadas las “terribles” condiciones de seguridad del país. Ni hablar de temas como la paridad o algún tipo de agenda que implique la expansión de los derechos de las mujeres y grupos desaventajados por las “políticas identitarias”, y que además llevó como candidato, ahora electo como miembro del Consejo Constitucional a Aldo Sanhueza, quien fue denunciado por abuso sexual, situación que no impidió que obtuviera más de cien mil votos.

Natalia Piergentili plantea que fue un error estratégico lo de las dos listas, pero lo cierto es que no, más bien fue un error político. No hubo un proyecto con una mirada a largo plazo, ni tampoco hubo consciencia sobre lo que estaba en juego en estas elecciones. Probablemente, si se hubiese tomado con responsabilidad, se podría haber generado un pacto político-programático y gubernamental, no solo electoral. Para ilustrar lo que viene, es probable que pasemos de la constitución de Pinochet, modificada por el presidente Ricardo Lagos a la de José Antonio Kast, hecha en democracia y validada en un referéndum.

Esta Constitución nueva puede implicar un retroceso en toda la agenda de género que logramos consolidar con la gestión de la expresidenta Michelle Bachelet, cuya prioridad, en su segundo gobierno, fuimos las mujeres. Sus avances en materia de institucionalidad son evidentes, Ministerio de la Mujer, Ley de Cuotas, reforma a los partidos con medidas afirmativas, y una serie de otros programas orientados a mejorar las condiciones de vida de las mujeres, a pesar de tener una oposición interna dentro de su propia coalición.

Los consensos sobre mínimos civilizatorios del clamor popular del estallido social se observan acallados en este escenario. Aunque pareciera olvidado o reducido a la violencia, el estallido social entregó luces de un malestar social contra la democracia y el sistema político al no tomar decisiones que beneficiaran sus condiciones materiales y que esto se exprese en mejoras en su calidad de vida. Por el contrario, terminamos con las élites políticas polarizadas, y cada una buscando réditos a corto plazo (la reelección), ganar uno que otro puntito en la Cadem cada semana, y con un déficit además del funcionamiento del Estado, que tampoco responde a las urgencias como la educación, que en este momento se ha transformado en una catástrofe después de la pandemia. El Estado Social y Democrático de Derecho presente en los bordes constitucionales está por vaciarse de contenido, así como las posibilidades de establecer un sistema de gobierno con contrapesos y más equilibrado. Muchísimo más lejos se encuentra la consolidación de la democracia paritaria. En este contexto ni hablar la urgencia de las medidas medioambientales que no tienen nada de identitarias porque afectan directamente la supervivencia de un país tan expuesto como Chile a las catástrofes naturales.

En nada de esto pensó la centro izquierda. En una remota posibilidad de poder defender en parte las nuevas agendas que se entrecruzan con las clásicas de la redistribución. Chile es uno de los países más desiguales de América Latina, que se quedó atascado en el camino al desarrollo como una promesa que nunca llegó, así como la mejora en la calidad de vida de la población ¿Por qué gana republicanos? Steven Levitsky escribe el año 2018 (Democratic Survival and Weakness) que en América Latina la ciudadanía está votando por todo lo que sea contrario al poder establecido (establishment). En este caso, ya se probó con la Concertación mucho tiempo, luego se cambió por Sebastián Piñera, dos veces, y tampoco funcionó, entonces se probó con el Frente Amplio y tampoco funcionó, por lo que se avanza a las novedades. El Partido Republicano parece novedoso a la ciudadanía, por eso le fue bien. Sin embargo, Martín Arrau lo dejó en claro en su entrevista, que, si la nueva propuesta se rechaza el Congreso Nacional debiese hacerse cargo de estos temas otra vez. Deshaciéndose de cualquier responsabilidad en caso de tensionar o que el proceso vuelva a fracasar.

Se vienen tiempos complejos para el país y para la democracia. El funcionamiento del proceso constituyente con esta composición del Consejo Constitucional es todo un misterio que se va a ir resolviendo durante los próximos seis meses que se aproximan.

* Javiera Arce-Riffo. Red de Politólogas– Académica UCN- PhD Student, Institute of the Americas, University College London

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