El actor y bailarín protagonizó algunas de las películas más icónicas de los '80 y '90s, pero también tuvo que atravesar serios problemas de adicción y salud mental.
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De aspecto rudo y con un esbelto físico, Patrick Swayze dejó una huella permanente en la historia del baile gracias a la película de drama romántico “Dirty Dancing” (1987) con Jennifer Grey. Más tarde se convirtió en uno de los principales actores de los años 80 y 90, protagonizando clásicos como “Ghost” (1990) y “Point Break” (1990). Pero su talento le fue arrebatado al mundo cuando sucumbió al cáncer de páncreas y falleció el 14 de septiembre de 2009, a los 57 años.
Nacido el 18 de agosto de 1952 en Houston (Texas), Swayze se crió en el estudio de danza de su madre, Patsy Swayze, fallecida en 2013. A los tres años, el joven Swayze ya tomaba clases de ballet. Sin embargo, con los años también comenzó a participar en deportes como béisbol y fútbol americano. Antes de dedicarse a la actuación, e incluso antes de intentar convertirse en estrella del ballet, Patrick Swayze quería ser jugador de fútbol americano. Pero sus sueños se vieron frustrados cuando sufrió una grave lesión en la pierna izquierda en su último año de secundaria. El incidente le llevó a transferir su energía a la gimnasia y a utilizar la danza como método terapéutico para fortalecer su cuerpo.
Al poco tiempo, reimaginó su futuro, fijándose la nueva meta de ser bailarín profesional de ballet. Sin embargo, ese sueño también iba a terminar pronto gracias a la dolorosa lesión que sufrió el actor en la pierna. “Dejar el ballet creó un vacío en mí que pasé años intentando llenar”, dijo en una ocasión a The U.S. Sun. Sintiéndose vacío y necesitado de un nuevo camino, Swayze decidió mudarse a Los Ángeles para explorar la actuación. Empezó a hacer teatro, pero pronto debutó en el cine en la película de 1979 “Skatetown U.S.A.”.
Sin embargo, a los 31 años, fue su papel en “The Outsiders”, de Francis Ford Coppola, el que dio a Swayze una considerable notoriedad en Hollywood. La película también lanzó al estrellato a Tom Cruise y Rob Lowe. Su irrupción en “Dirty Dancing” aprovechó a la perfección los puntos fuertes de Swayze: baile y masculinidad. Y con “Ghost” consolidó su estatus de rompecorazones (que no le gustaba).
Pero no todo fueron rosas para Swayze que, a diferencia de muchos actores de su generación, no temía mostrarse vulnerable y compartir detalles sobre su dolor, traumas e inseguridades en las entrevistas. También se sinceró valientemente en sus memorias, “The Time of My Life”, coescritas por su esposa y publicadas dos semanas después de su muerte.
Patrick Swayze fue una celebridad que luchó contra la adicción al alcohol, un problema constante durante gran parte de su vida adulta. El actor ha dicho que no era un gran bebedor hasta que su padre Jesse murió de un ataque al corazón en 1982 a los 57 años, curiosamente la misma edad que tenía Swayze cuando falleció. Su malestar general con la fama contribuyó también a su dependencia del alcohol. “Tratando de lidiar con la fama, me volví estúpido y bebí demasiado”, explicó a People en 2007. “Intentar encontrar lo que es ser un ser humano de verdad y lo que es vivir a través de la fama fue duro. Pero me siento afortunado de haber salido del otro lado”.
A principios de 2008, se le diagnosticó un cáncer de páncreas en estado 4. La noticia se hizo pública en marzo, y murió sólo 20 meses después. “Mis problemas de indigestión se hicieron gigantescos y constantes. Y entonces empecé a pensar: estoy adelgazando. Bajé unos 9 kilos en un abrir y cerrar de ojos”, explicó a ABC News en enero de 2009. La enfermedad acabó haciendo metástasis en el hígado de Swayze, que murió en su rancho en septiembre de 2009.