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Foto: AgenciaUno

Libros

21 de Junio de 2024

Una selección en 100 palabras: cuentos sobre pueblos originarios, merkén, Antofagasta y ceremonias

Todos los viernes The Clinic presenta una selección de cuentos que han participado en el evento literario Santiago en 100 palabras. En esta ocasión, la temática de inspiración es sobre los pueblos originarios.

Por Santiago en 100 Palabras
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Como ya es habitual los días viernes, The Clinic y Santiago en 100 palabras presentan una selección de los mejores cuentos que han participado del evento literario. Hoy, con seis relatos inspirados en los pueblos originarios.

El Santiago con olor a Merkén sureño

El merkén, a diferencia de sus homólogos en el mundo, es el único condimento que extrae los sabores y aromas de la gente que vive en esta tierra. Que seca ropa en braseros, cocina, duerme y vive en su entorno; cobija a sus animales en el mismo lugar cuando nieva o llueve y que, sobre ese mismo brasero, coloca tarritos con eucaliptus para el resfrío o la tetera choquera silbante en invierno, trayendo reminiscencias indígenas imposibles de castrar. Existe un Santiago de cuello y corbata y otro que sobrevive al calor de un brasero con sabor y olor a merkén.

Lady Retamales Molina, 51 años, Concón. 

Antofagasta en 100 Palabras

***

Siempre adelante

Vivimos en un lugar (que más adelante se llamará Antofagasta), al borde del mar (que más adelante llamarán Pacífico). Disponemos de una playa solitaria, de arenas blancas, rodeada de acantilados, frente a una gran roca con un hoyo en el medio (que más adelante llamarán La Portada) por donde hemos llegado nosotros (que más adelante nos llamarán Changos). Nos alimentamos de un montón de pescados y mariscos (que más adelante no sé cómo se llamarán porque no existirán). Somos felices sobrevivientes de todo esto y ustedes nos llamarán (porque les gustará el cuento).

Sergio Espinosa Ruiz, 58 años, San Pedro de Atacama.

Magallanes en 100 Palabras

***

Recuerdos

En el extremo austral del continente, Aneki junto a su hermano mayor, Amek, disfrutan del silencio que los rodea. Aneki y Amek pertenecen a una familia selknam y están perfectamente preparados para una ceremonia. Visten sus máscaras confeccionadas con madera y pintadas de la misma forma que sus cuerpos. Es sábado, y al parecer ha llegado un barco con personas de otros continentes. El silencio ya no los acompaña y Amek ha sido alejado de su hermano y llevado con un turista… En la tienda de souvenirs venden las figuritas de selknam a siete dólares.

Maritza González Stipetich, 29 años, Punta Arenas.

La llegada

Los selknam, tranquilos. Mientras dormían, ellos llegaron.

Samantha Vilches Huinao, 14 años, Punta Arenas.

***

Lola K

Lola K sueña con una noche oscura, más oscura que ninguna. Los hombres del grupo se levantan del círculo, llevándose sus armas y sus ruidos. Sabe, como buena selknam, lo que aquello significa. Otra vez, y otra y otra, caerá el guijarro tras surcar el aire. Habrán de aprender la lección demasiado tarde esos otros, los victimarios. En su sueño, el sol ya no amanece. Tiene vergüenza de abrir los ojos.

Laura Soto Gallardo, 13 años, Porvenir.

***

El chancho colorado

Zigzagueas calle Bories, absorto en tu culpa, y con la vista nublada por el ostentoso alcohol que compró tu insana ambición. El viento ruge, pero tu piel no siente, embobada en el rubor del whisky importado ¿Escuchas los gritos en el viento? Son los llantos del aonikenk, del selknam, del fueguino, que recuerdan tu cara empapada en sangre y humeante en pólvora. Te acompaña siempre ese hedor etílico que vomitan tus poros. Sé que ves sus caras acechándote sin tregua. Dispara a las sombras, MacLennan, pues jamás se irán de tu lado… sin importar cuántos vasos empines.

Víctor Ruiz Mancilla, 26 años, Torres del Paine. 

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