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Universidad Alberto Hurtado: la trama del desbalance financiero de 7 millones de dólares y el escenario que enfrenta la planta académica

En lo que va del año la Universidad Alberto Hurtado despidió a 87 funcionarios, entre ellos directivos y académicos. Aquí, miembros de la institución que pertenece a la Compañía de Jesús, reconstruyen el camino que llevó a la casa de estudios a una deuda de $7.600 millones. También analizan los coletazos tras la política de austeridad anunciada por el rector entrante. Además, se revela la demanda del ex vicerector de finanzas quien denuncia que "yo no podía mostrar el estado real económico y financiero de la universidad". Desde la casa de estudios reconocen los problemas, pero ponen paños fríos adportas de un nuevo proceso de acreditación, asegurando que los recortes de gastos y un fondo de reserva destinado a emergencias subsanarán las deudas, sin la necesidad de endeudarse en un crédito.

Por Sebastián Palma y Camila Ossandón 27 de Julio de 2024
Imagen: Sandro Baeza/The Clinic
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Finalizando el verano, el día 27 de febrero del 2023 y poco antes del inicio de año académico, una cita extraordinaria tomó por sorpresa a los distintos estamentos de la Universidad Alberto Hurtado (UAH). El nuevo rector de la casa de estudios, Cristián del Campo Simonetti SJ, quien asumió formalmente en el cargo el 4 de marzo, convocó a una reunión. Antes, él había ocupado el cargo de presidente del directorio de la universidad.

Los académicos habían pasado sus vacaciones con calma. A fines de 2023, la institución comunicó números azules en los ingresos de la casa de estudio y, por lo mismo, se tomaron con relativa tranquilidad la convocatoria de Cristián del Campo Simonetti. Pensaron que sería una presentación previa de la entrante máxima autoridad de la universidad.

La calma que se palpaba en la reunión cambió de golpe cuando el nuevo rector comenzó su discurso. Su alocución iba más allá de una mera presentación y se centró en la necesidad de aclarar la complicada situación financiera por la que atraviesa la universidad.

“Fue como el discurso de Javier Millei: NO HAY PLATA”, cuenta a The Clinic uno de los asistentes a la reunión, la misma en la que comunicaron una política de mayor austeridad y la posibilidad concreta de eventuales recortes en el personal. Pero no se precisó la dimensión en números del desbalance financiero.

Dicha aclaración llegó meses después, el 23 de mayo de este año, cuando las clases ya habían comenzado. En dicha instancia el rector convocó a todos los estamentos de la universidad en el Aula Magna.

La Universidad Alberto Hurtado tiene 650 trabajadores. Su Aula Magna cuenta con 120 sillas y un sobre-nivel entablado para el escenario. Por eso, en la mañana del 23 de mayo del 2024 el lugar rebalsaba de funcionarios, administrativos y docentes de la universidad. No se trataba de un seminario, ni de una obra dramática. Todos querían escuchar lo que el rector Cristián del Campo Simonetti tenía para decir. 

Él, sacerdote jesuita, filósofo, teólogo e ingeniero comercial, llevaba un discurso escrito a puño y letra. En él, informaría sobre la deuda de 7.600 millones de pesos cuyas consecuencias empezaban a materializarse en 33 primeros despidos a la planta directiva y administrativa de la UAH. Éstos comenzaron días antes, el 17 de mayo, como parte de las medidas de austeridad.

Algunos académicos que fueron al Aula Magna gritaron a viva voz que no siguieran los despidos. Otros, intuyeron que su turno no les caería mientras siguieran en clases. Las desvinculaciones, pensaron, se darían una vez cerrados los semestres.

El fin de cuatro décadas de docencia

El augurio se cumplió. El 18 de julio, un día después de que se publicaran las notas finales de los alumnos y cerraran los semestres, despidieron a 55 docentes en la Universidad Alberto Hurtado. 17 de ellos pertenecían a la Facultad de Educación. Fernando Maureira (65) conocía perfectamente la oficina donde lo convocó la decana de esa facultad, Marisol Latorre, y el vicerector de integración de la universidad, Cristóbal Madero. Fue el lugar donde hace 38 años lo habían contratado.

“Son cosas que uno, que está en negación, nunca cree que le van a pasar. Pero pasó”, cuenta a días de su despido, mientras espera el finiquito que, según se les informó, llegará el 31 de julio.

Maureira había entrado como estudiante de investigación al Centro de Investigación de Educación de la Compañía de Jesús en 1986, en la calle Erasmo Escala con Almirante Barroso. Mismo lugar donde 22 años después se crearía la Facultad de Educación de la UAH. Toda su carrera profesional, hasta ahora, la vivió en ese edificio. Salvo por un periodo de tiempo donde fue a hacer un magister y doctorado en Gestión de la Educación a Bélgica.

Sobre el día de la reunión en el Aula Magna, Maureira cuenta que: “Todos pensamos más o menos lo mismo. Además, se le preguntó al rector en ese momento si iban a seguir los despidos y respondió que ‘él no podía mentir, que todavía se estaba dimensionando’.  En una circular anterior, ya nos había dicho que ‘con su arribo, la rectoría se había encontrado con la terrible noticia de que había una deuda, que nunca estuvo en los planes de nadie’.”

 Un mes después, el profesor estaba listo para presentar en un seminario sobre la formación y gestión de líderes educativos, en la sede de Santiago de la PUCV. Bastó con un WhatsApp de la secretaria de la decana, para que Maureira tuviese que cambiar su presentación para la tarde. “Decían que era urgente, que tenía que ser antes del mediodía. Cuando me subí al vagón camino a la UAH, me empezaron a llegar mensajes de compañeras que decían que las estaban citando a todas en privado y con 15 minutos de diferencia entre cada reunión”, cuenta.

12 cursos sin profesores

El despido, se veía venir, al menos la situación en la universidad hacía poder proyectarlo. Fernando Maureira dice que había tenido que comenzar su semestre juntando a dos secciones de 25 alumnos cada una en una sola sala. Ante 50 estudiantes, tomó a dos ayudantes que duraron hasta abril. Para terminar bien el semestre, asegura que decidió pagarle de su propio bolsillo las cuatro cuotas que faltaban a uno de ellos, para que siguiera trabajando. 168 mil pesos, puesto que la universidad recortó las ayudantías en algunas secciones.

“Pero la baja más dolorosa de todas fue cuando comenzaron a disminuir las horas de apoyo de los tutores para las prácticas profesionales”, afirma Maureira, quien comenta que la mayoría de estos trabajos se hacen en colegios vulnerables, desde primer año.

“No solo abordan lo que tienen que aprender como profesores. Comienzan a enfrentar una realidad escolar compleja, con altos problemas de convivencia. Tiene que ver con la misión de la universidad”, continúa, y explica que parte de la misión de las tutorías obedece a enseñar estrategias que funcionen en esos entornos. También sirven, en muchos casos, como contención.

Catalina Ortiz (24), representante de los estudiantes de Educación Diferencial, asegura que su carrera tiene a 12 cursos sin profesores para este semestre. Eso significa que aún no está resuelto quién dictará más del 50% de las asignaturas. “Las compañeras de tercer año llegaron con todas sus asignaturas sin profesores al segundo semestre. Las de cuarto, quedaron sin coordinadora de prácticas y las de quinto, sin tutoras de tesis”, señala. “No negamos que exista una crisis financiera en la UAH, pero la solución no debe ser desmantelar la Facultad de Educación”, define.

Números azules o números rojos

Desde el Sindicato de Trabajadores, la presidenta Cristina Quezada llama “el régimen del miedo” a esta situación. “Nos tuvieron seis meses en incertidumbre, hasta que se empezaron a concretar los despidos que el rector anunció a los directivos el mismo día que asumió”, cuenta. 

En enero habían llegado a un acuerdo histórico tras una negociación colectiva. Ningún trabajador de la UAH —donde 500 son sindicalizados— ganaría menos de $800.000 pesos. “Habíamos terminado el año con números azules. Volvimos de vacaciones y desaparecieron 7.600 millones”, continúa Quezada. Después vino la ola que ya ha cobrado 87 puestos de trabajo.

A ese sentimiento de confusión se suman las alumnas. Florencia Barría (22) de cuarto año en Educación Diferencial, se pregunta: “¿Cuál fue el criterio para despedir a docentes que tenían alta productividad adentro de la carrera? No se puede entender, si el año pasado obtuvimos la acreditación por 6 años y una nueva malla curricular gracias a los docentes que despidieron. Hoy, no hay equipo directivo en Pedagogía en Biología, mientras que Educación en Inglés y Educación Diferencial perdió parte importante del suyo”.

Cristina Quezada asumió como presidenta del sindicato en junio de este año. También es coordinadora académica y profesora de Historia en la universidad. Menciona que el día de la asamblea en el Aula Magna, el rector culpó del desbalance financiero, primero, a la gratuidad. 

La gratuidad y la deuda

Fuentes de la universidad que estuvieron presentes ese día, constatan que el rector Cristián del Campo se refirió a que la crisis estaba siendo provocada por un fondo que el Estado les entrega a las universidades privadas y que éstas se reparten. En ese sistema, según dijo, entraron nuevas universidades que se han adscrito a la gratuidad, por lo que el fondo se está repartiendo entre más instituciones y hay menos plata.

Desde la Subsecretaría de Educación Superior comparten a The Clinic la evaluación de la salud financiera de las instituciones de Educación Superior en un informe 2023. El estudio evidenció que en general, las instituciones tienen buena salud financiera. Y que ésta ha mejorado significativamente desde la aplicación de la política de Gratuidad (…) Lo anterior no impide reconocer que hay instituciones puntuales, que por múltiples razones, internas y externas, hoy enfrentan problemas financieros”.

Si en 2012 el 24,4% de la matrícula estudiaba en alguna institución con un perfil de riesgo financiero, en 2022 esa proporción se redujo al 3,5%, según el estudio. “El rector mencionó que la gratuidad tenía que ver con el déficit”, dice Cristina Quezada. “Pero las universidades entraron a la gratuidad sabiendo las reglas del juego. La crisis financiera se debe a una mala gestión de rectoría”, asegura la presidenta del sindicato.

Sobre el problema financiero de la universidad, su vicerrector académico, Eduardo Abarzúa, indica que existen una serie de variables que explican el desbalance: “Uno, fueron las proyecciones de los ingresos por gratuidad. El segundo es el tema de los ingresos por proyecto, es decir, en qué momento se contabiliza el gasto por proyecto. Después, leer con mejor nitidez el efecto de gasto permanente, especialmente honorarios y planta en el presupuesto total de la universidad. Cuarto, revisar algunos contratos de servicios y tecnológicos”.

Para el representante de la universidad, esos factores “hacen un conjunto de variables que cambian el perfil de ingresos y de gastos, y que permiten informar en el último balance un resultado de $7.600 millones en negativo, los que reflejan en parte la situación del 2023”.

Lo expuesto por Abarzúa, sumado a un contexto económico de estrechez y una baja de matriculados en la universidad (cerca de 700), generaron una tormenta perfecta.

“En ese contexto parecía insuficiente la manera como se hacía la contabilización, la gestión, la información de los proyectos. Y por lo mismo, el rector el 27 de febrero se reúne con la comunidad y le dice que los ‘resultados no son positivos'”, indica.

El rol del exrector Eduardo Silva SJ

Eduardo Silva SJ. fue rector desde 2016 hasta el regreso de vacaciones de verano de este año. Bajo su mandato, se instruyó el acondicionamiento de un edificio de 5.000 m2 arrendado en Los Leones. Ahí se inauguró en 2022 el Campus B de la UAH, dispuesto para alumnos de postgrado. Al año siguiente, se agregó una nueva carrera a la oferta de la universidad: Ingeniería Civil.

Consultado sobre si estas explosivas políticas de crecimiento incidieron en la deuda, Eduardo Abarzúa indica: “Yo creo que la pasión o el sueño con el proyecto llevó a tal vez ir más rápido. Obviar variables de gestión, que uno debería ir mirando. Que son financieras. Fuimos optimistas”, expresa.

Esa idea la repiten varias de las fuentes consultadas para este artículo. Mucho de los gastos que hoy explicarían el deficit financiero de la universidad fueron por la proyección de que la Universidad Alberto Hurtado dejara de ser una “universidad boutique”.

Consultado por The Clinic, el exrector Eduardo Silva SJ descartó referirse al desbalance financiero de la universidad. Pero sí aseguró que “se generaron los proyectos de facultad de Ingeniería y del Campus B (…) y otras cosas que son parte del normal gobierno y normal crecimiento de la universidad, como parte de la planificación estratégica de la UAH al 2030”.

Campus B Universidad Alberto Hurtado (UAH) en Los Leones.

El ingeniero comercial Felipe Bravo fue vicerrector de administración y finanzas de la UAH desde el 5 de octubre de 2020. En octubre de 2023 pidió licencia médica por una enfermedad asociada al estrés laboral. El 14 de marzo de este año recibió una carta de término de contrato mientras, denuncia, su licencia seguía activa.

Bravo, mediante la representación de la abogada Elizabeth Rodríguez Sierra, inició una demanda laboral contra la UAH. En ella solicita una indemnización por $205.140.276 pesos por remuneraciones adeudadas, años de servicio y vacaciones proporcionales. En la denuncia, a la que tuvo acceso The Clinic, se lee que antes de su despido Bravo advirtió sobre el desbalance financiero que la institución presentaba desde diciembre del 2020.

El control de la billetera de la Universidad Alberto Hurtado

“A dos meses de mi llegada, emití un informe al Rector -Eduado Silva SJ- demostrándole que la Universidad presentaba, a mi juicio, un déficit estructural de 1.000 millones de pesos anualmente (…) El resultado de esto fue nulo. El Rector, el Consejo de Rectoría, el Consejo Académico y el Directorio hicieron caso omiso a estas recomendaciones”, dice la demanda.

Después de tres años, Bravo relata que “llegado el mes de agosto -de 2023- (…) advertimos al Rector la necesidad de tomar créditos de capital de trabajo, para poder operar la Universidad durante los meses de septiembre, octubre y noviembre. Dichos créditos sumaban alrededor de 6.000 millones de pesos (…) El Rector incluso me instruyó a que no comunique esta información, de ninguna forma al Directorio. Especialmente en la reunión mensual de los meses de septiembre y octubre”.

El relato, concluye con una declaración lapidaria. “La instrucción fue directa, señalando que yo no podía mostrar el estado real económico y financiero de la Universidad. Indicaron que “nosotros tenemos que mostrar un resultado positivo. Hay que recordar que la universidad tiene un desempeño financiero que es bastante ajustado”.

Elizabeth Rodríguez, abogada de Bravo, postula su tesis respecto al dinero. “El rector instruyó que no se mostraran todos los antecedentes en el estado de resultados de la universidad. Esta corporación está directamente vinculada con la Congregación Jesuita. Por lo tanto, cada vez que hay problemas económicos, son ellos los que generan aportes”.

Luego esboza una pregunta clave para entender de dónde viene el dinero: ¿Cuánto le está pidiendo la UAH a la Iglesia Católica para sobrevivir?

Consultado sobre la demanda presentada por Bravo, desde la Universidad Alberto Hurtado indican: “No nos vamos a referir a lo que es parte de un juicio laboral que presentó el exvicerrector de administración y finanzas. Solo podemos decir que esa vicerrectoría es, por estatutos, la responsable del funcionamiento y control financiero de la universidad”.

Consultado si las eventuales desatenciones de la antigua administración a los resultados financieros presentados por Bravo, agregaron que “el desbalance financiero de la universidad tuvo que ver con un desacople de ingresos y egresos permanentes. Y con un sistema de planificación, información y control de gestión insuficiente para la creciente complejidad institucional. Esto ha sido precisamente un eje central de las decisiones implementadas por la nueva rectoría”.

A su vez, consultados si la salida del Rector Eduardo Silva tuvo que ver con el panorama financiero de la institución, agregaron que “el exrector dejó su cargo al haber expirado el plazo de su segundo período”.

La acreditación que viene

Actualmente, la Universidad Alberto Hurtado lleva casi 5 años acreditada en el nivel Avanzado, un buen escenario para cualquier casa de estudios. El próximo proceso de acreditación para la universidad empieza en diciembre de este año. Desde la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) aseguran que “es obligatoria a partir del 2023 para las instituciones. En caso contrario, quedan fuera del sistema de educación superior”.

La salud financiera de las instituciones de educación superior es un ítem importante para determinar los años de acreditación. Bajar en la cantidad de años constituiría un grave problema financiero para cualquier universidad.

Desde la CNA indican que si una institución baja de 5 a 4 años en su acreditación, el nivel de ingreso que se destina a cada alumno con gratuidad es menor. Agregan que si una institución llega solo a los 3 años de acreditación, los montos por gratuidad no se asignan, lo que para una universidad como la Alberto Hurtado sería devastador, puesto que la mayor parte de su alumnado es beneficiario de la gratuidad.

Para Eduardo Abarzúa, la posibilidad de que un desbalance financiero se traduzca en una disminución de los años de acreditación es muy baja. Según el vicerector, la política de austeridad y la utilización de un fondo de reserva reflejarían números balancedos en sus reportes financieros.

“El abordar recursos propios tiene que ver justamente con hacer el esfuerzo de este año. Ese déficit, absorberlo entero, pero que no se vuelva a reproducir. Usar el fondo de reserva”, explica Abarzúa.

En la universidad explican que el dinero faltante saldrá del fondo de reserva con el cuentan en caso de emergencias, por lo que aseguran que “no pediremos un crédito a un banco, no vamos a endeudarnos, por lo tanto el dinero está, y saldrá de ahí”. Y añaden que esperan recuperar ese dinero ocupado a mediano plazo, mediante la política de austeridad que están llevando a cabo.

Sobre la posibilidad de quiebra en la casa de estudios, el vicerrector Abarzúa expresa: “No hay posibilidad de quiebra, en eso la universidad no va a retroceder. Seguimos siendo una universidad completa, docente, investigativa, de excelencia y calidad y, además, en un área donde hay poca contribución, que son las ciencias sociales y las humanidades”, añade.

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