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Opinión

8 de Agosto de 2024
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Deja de ser tú: cómo convertirse en un Jedi

Foto autor Mirko Macari Por Mirko Macari

En su columna de crecimiento personal, Mirko Macari recomienda el libro de Joe Dispenza, "Deja de ser tú", el que "explica con peras y manzanas, citando siempre estudios y experimentos, qué es esa energía que lo conecta todo". En lo mismo, reflexiona que "debemos asumir de que nuestros pensamientos, palabras y emociones, son frecuencias vibratorias que, al salir de nosotros, interactúan con el campo. Y este nos la refleja de vuelta".

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Mi amiga Lupe me cuenta una mañana, tomándonos un conversado y cargado café acá en Pichilemu, que tiene en arriendo su tiny house y que le gustaría —no sabe cómo—, ofrecerla para experiencias de macrodosis con hongos.

Le pregunto, curioso, la razón y me cuenta que ella tuvo una vez un “viaje” con un alucinógeno que le cambió la vida:

—¡Te morís..! Después de eso decidí dejar la ciudad y venirme para acá. Estaba como en el centro de la Tierra, Mirko, y de verdad pude ver y sentir eso de que todo está conectado y que todos somos uno. Nunca más pude matar ni una mosca—, me narra, expresiva como es, gesticulando con sus ojos claros bien abiertos.

Probablemente por eso la Lupe siempre anda con proyectos para ayudar a otras personas y hacer comunidad. Yo no he tenido esa experiencia, pero sí he leído muchos testimonios de meditadores avanzados al respecto. Es más o menos también de lo que hablan varios autores para describir lo que en la física cuántica se conoce como Campo Unificado de Conciencia o Campo Cuántico, como lo denomina Joe Dispenza en su libro Deja de ser tú (Urano), texto publicado en 2012, que no para de ser un súperventas. Entre este y otros dos textos, el autor ya ha superado las 70 ediciones en España y Latinoamérica.

Joe Dispenza (New Jersey, 1963) explica con peras y manzanas, citando siempre estudios y experimentos, qué es esa energía que lo conecta todo. Y más relevante aún, cómo cada persona puede trabajar con ella en su propio beneficio moldeando desde ahí una nueva realidad para su vida. De profesión quiropráctico, con estudios de bioquímica y un doctorado en neurociencias, en este texto es explícito en su intento de sacudirse de cualquier misticismo poético. Desde ahí describe lo que en la práctica es una radical redefinición de lo que somos los seres humanos. Y jaquea el imaginario que nuestra cultura occidental —hija de la Ilustración, la física mecánica de Newton y la sociedad industrial— ha construido sobre nuestra especie.

Él sufrió muy joven un grave accidente. Practicando triatlón fue atropellado por una 4×4 y los doctores le dijeron que debía operarse la columna vertebral pero que de igual modo era muy alta la probabilidad de que quedase paralítico. En ese instante crucial su decisión fue no hacerse la cirugía e ideó un plan en base a autohipnosis, meditación y dieta para recuperarse. Su idea fuerza era que “el poder que creó al cuerpo, cura al cuerpo”. Ese súper poder es lo que llamaremos ‘la conciencia’.  Y es lo que justifica el epígrafe que complementa el título del libro: “La mente crea la realidad”.

Desde esta premisa entramos a un viaje tan mágico como intelectualmente sólido, que cuestiona todo el sistema de creencias convencional, y que podríamos dividir en dos partes, para efectos de ordenar la propuesta.

La primera se trata de entender qué es el campo cuántico. Aquí es donde mi cabeza, que siempre quiere comprender el cómo y el porqué de las cosas, se queda más rato (algo que seguro heredé de mi padre). 

Una manera sencilla de entenderlo es la que describe en la página 54. Nosotros estamos hechos de células (unidad básica de la vida), las células están hechas de moléculas, las moléculas de átomos, y los átomos de partículas subatómicas. ¿Y de qué se componen estas partículas? De energía. Así llegamos a la conclusión de que todo es energía, incluidos nosotros y nuestras actividades que la requieren: pensar, hablar, sentir, movernos, digerir, etc. Esa energía por cierto está en la base de todo lo que es el mundo material conocido, desde la más ínfima partícula hasta las galaxias y supernovas. 

Pero ojo. No se queda ahí. El titular en términos periodísticos sería que esa energía, además de constituirlo y unirlo todo, ¡es inteligente y tiene la capacidad de autoorganizarse!

La historia de la física cuántica —ese viaje alucinante al interior del universo sub atómico—, se desarrolla durante todo el siglo XX y está, en parte, magistralmente bien contada en la primera parte de Oppenheimer, la película ganadora del Oscar 2024.

De hecho hay una escena donde el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, inicia el primer flirteo con la mujer que luego sería su esposa, hablando de este campo de energía:

Me explicas la Mecánica Cuántica por favor, suena abrumadora—, le dice Kitty, coqueteándole.

En tono de galán, el reputado científico le responde:

Sí, lo es. Bueno, este vaso, este licor, incluso esta barra, nuestros cuerpos, TODO, es puro espacio vacío, grupos de ondas pequeñas de energía que se unen.

—¿Qué las une?—, le pregunta ella.

Fuerzas de atracción tan fuertes que nos convencen que la materia es sólida para evitar que mi cuerpo pase a través del tuyo—, le dice él, tomando su mano y entrelazándola con la suya.

Y lo asevera porque eso que llamamos materia sólida, en rigor no lo es. Pero a nuestros limitados sentidos, les parece que sí.

Otro de los fundadores de la física cuántica, Max Planck (1848-1947), ganador del Premio Nobel y cuyo nombre lleva la red de institutos de investigación más prestigiosa de Alemania, señalaba: “Como hombre que ha dedicado su vida entera a lo más claro y superior de la ciencia, al estudio de la materia, yo puedo decirles como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: No existe la materia como tal.

Toda la materia se origina y existe sólo por la virtud de una fuerza la cual trae la partícula de un átomo a vibración y mantiene la más corta distancia del sistema solar del átomo junta. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia. Creo que la conciencia es fundamental. Creo que todo asunto deriva de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos como existente, es dictado por la conciencia”.

Dispenza es, probablemente junto a Deepak Chopra y Gregg Braden, de los más grandes divulgadores de esta perspectiva del crecimiento y la transformación personal basada en la física cuántica y la comprensión de la consciencia.

De hecho este último, en su libro “La Matriz Divina” (Sirio, 2020), nos recuerda que este concepto de la energía que lo unía todo estaba ya en viejas tradiciones orientales, como la védica, donde se la conocía como la “Red de Joyas de Indra”, o en la China milenaria donde se la denomina el “Tao”. También en la Grecia clásica donde se hablaba del “Éter” como ‘el aire que respiran los dioses’, o también el “Quinto Elemento” entre los alquimistas. Y en las culturas aborígenes de América del Norte cuyos chamanes conectaban con el “Gran Espíritu”. 

Quizá la más popular de todas en nuestros días es conocida mundialmente a través de la saga de Star Wars como “La Fuerza”, esa energía invisible y omnipresente desde la cual los maestros Jedi obtenían su poder. No por nada el creador de La Guerra de las Galaxias, George Lucas, se inspiró en El héroe de las mil caras, el libro que resume el gran trabajo del experto en mitos y religiones comparadas, Joseph Campbell, donde recoge elementos comunes de todas las tradiciones espirituales de la humanidad, y uno de estos es dicho campo de energía: una plasticina invisible desde la que se arma este juego que llamamos ‘la realidad’.

Ya que estamos hechos de este poder, y que sepámoslo o no, estamos creando nuestra existencia a diario a través de su uso inconsciente ¿por qué no aplicarlo para algo tan positivo como transformar nuestras propias vidas de acuerdo a nuestro propósito y voluntad?

Esa es la propuesta de Dispenza en la segunda y más extensa parte del libro, donde el autor nos va proponiendo múltiples prácticas, meditaciones, experiencias, que solo requieren la voluntad y disciplina que cualquier cambio significativo exigen.

Lo fundamental de todas estas podría resumirse así: debemos asumir de que nuestros pensamientos, palabras y emociones son frecuencias vibratorias qué al salir de nosotros, interactúan con el campo. Y este nos las refleja de vuelta en distintos aspectos a través de lo que denominamos “nuestra vida”.

A eso algunos, como dice Carl Jung, lo llaman destino. Pero no hay tal. Por cierto, esto ocurre la mayor de las veces de manera inconsciente. Entonces, dentro de este universo de infinitas posibilidades, tenemos la opción de elegir la vida que queremos.  ¿Y cómo se hace? Alineando mente, corazón y habla en la frecuencia de eso que “ya existe” como posibilidad dentro del campo cuántico, para traerlo al plano de la materia. Y es que no atraemos lo que queremos, sino lo que somos.  

Más que un texto, por su volumen, cantidad de información y datos apabullantes, este es un verdadero manual de consulta de esos que hay que tener siempre para leer y releer en el cajón del velador. Un trabajo ‘morrocotudo’, como diría Sergio ‘Sapito’ Livingstone.

Todos los cientos de horas que he consumido viendo en YouTube videos de manifestación consciente, transformación de creencias limitantes, reprogramación del subconsciente y creación de realidad, están muy bien resumidas y explicadas en este libro, que no por nada se transformó en un texto fundamental dentro de mi taller de Lecturas para el Alma.

Y es que cuando me formé como coach, la propuesta central tenía que ver con que para ir por aquello que anhelamos, no basta el hacer, que es donde se concentra toda nuestra cultura occidental. Es sobre todo necesario un movimiento desde el ser (por eso se llama coaching ontológico).

Para obtener lo que profundamente deseamos y expandir nuestra alma sin límites, debemos ser otra persona. Y desprogramar toda una vida a partir de creencias estrechas e impuestas sobre lo que somos y podemos. Esa exigencia es tan audaz como poderosa a la vez. Y la resume muy bien el título de este libro: Deja de ser tú.

*Por Mirko Macari Squella, coach ontológico y speaker. Experiodista. Mail: [email protected]

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