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Entrevistas

11 de Agosto de 2024

Isabel Allende: “Comparado con los Estados Unidos, este país dividido y violento, Chile es un oasis”

La autora viva más leída del mundo en lengua española acaba de presentar su más reciente trabajo, “Perla, la súper perrita”, que es oficialmente su primer trabajo literario infantil, aunque ella ya inventaba cuentos para niños cuando aún vivía en Chile y trabajaba en la Editorial Lord Cochrane. Allende ha sido traducida a 42 idiomas y ha vendido más de 77 millones de copias de sus obras. En esta entrevista afirma que, desde su perspectiva, el gobierno de Gabriel Boric “ha tenido graves tropiezos, en parte por inexperiencia y en parte por una oposición efectiva e inclemente”. También habla de su relación con la vejez, de la posibilidad de que a La Moneda ingrese la ultraderecha y de feminismo: “Nos falta mucho más por hacer: el objetivo final es reemplazar al patriarcado y estamos lejos de alcanzarlo”.

Por Jimena Villegas
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Isabel Angélica Allende Llona declara en la introducción de su nuevo libro que habla guau, el idioma de los perros, y que también conoce el miau, que -bien fácil intuirlo- es el idioma de los gatos. Ser así de políglota, porque además domina el castellano y el inglés, es lo que le permitió realizar la tarea de “traducir” y “transcribir” a Perla, para llevar sus aventuras al papel. Perla es el nombre de pila de la perrita que protagoniza su más reciente trabajo, un encantador texto de 48 páginas a todo color, ilustradas con acuarelas de la artista mexicana Sandy Rodríguez. 

El texto lleva por título “Perla, la súper perrita” (Penguin Kids) y -dedicado a personas de entre dos y cinco años- es oficialmente el primer libro infantil de Isabel Allende. Ella ha revelado que el personaje está inspirado en su propia mascota y agrega que “por supuesto” duerme con sus propios perros.

—En algunos casos las mascotas han reemplazado a los hijos. ¿Es un mal contemporáneo?

—Hay gente que exagera en el amor por las mascotas. Me horrorizan los cumpleaños para perros y gatos, las uñas pintadas, los cortes de pelo ridículos, los concursos de belleza canina o gatuna.

Isabel Allende no es novata en la conquista literaria de los niños. En sus comienzos, mucho antes de ser una autora superventas, ya escribía para ellos. Su nombre está atado al de la revista “Mampato”, de la que fue directora entre 1973 y 1974. Hoy, ella contextualiza: “Cuando trabajaba en la Editorial Lord Cochrane aparecieron en una bodega una serie de bellas ilustraciones sin texto. Tal vez era un proyecto que fue abortado y esos originales quedaron olvidados. A mí me tocó inventar la historia para las ilustraciones. Después escribí para niños porque tenía a mis hijos Paula y Nicolás chicos”.

La escritora está en Estados Unidos y desarrollará esta entrevista por mail. Su hijo y asistente, Nicolás Frías, será quien, al volver de un receso estival, haga de intermediario. La estadística indica que ella es la autora viva más leída del mundo en lengua española, que ha sido traducida a 42 idiomas y que ha vendido más de 77 millones de copias de sus obras. “Perla…”, que es solo el primero de tres álbumes ilustrados y ya tiene versión en inglés, fue lanzado en Chile en julio. 

—¿Este es un libro que usted hubiese querido leer? ¿Cómo fue su propia infancia?

—Al escribir cualquiera de mis libros, la primera pregunta que me hago es si a mí me gustaría leerlo. Cuando era chica me hubiera encantado conocer a un personaje como Perla. Mi infancia no fue nada feliz, fui una niña introvertida, solitaria y enojada, pero muy buena lectora, eso me ayudó mucho. Pasé la infancia y la juventud con la nariz metida en libros.  

—¿Identifica alguna diferencia en crear para público infantil frente a la creación para adultos o para jóvenes?

—En una historia como Perla, para niños chiquitos, el texto es breve, lineal, simple, con un tema claro, pocos personajes y final feliz. La ventaja es que la ilustración cuenta lo que no sale en el texto. Para niños mayores hay más libertad para crear, pero también hay algunas limitaciones que no existen en un libro para adultos. De más está decir que prefiero escribir mis novelas habituales, largas, complicadas, muchos personajes, finales abiertos.

—Usted es madre de dos hijos chilenos nacidos en los años 60. ¿Cómo ve el cambio en las nuevas generaciones de niños?

—Los niños modernos andan con pañales y ya juegan con una tableta, van al kínder con un celular, están informados de todo y conectados al mundo, son mucho más listos que los de los años 60, pero tal vez son menos creativos. Mis hijos tenían que entretenerse solos, inventar sus juegos y a veces hacer sus propios juguetes.

—Hay influencers que se muestran muy críticos con la tendencia actual en que los niños se sienten ansiosos o son muy frágiles. Pero muy probablemente la responsabilidad es de los padres.

—Se supone que a los niños hay que evitarles cualquier trauma, están sobreprotegidos, eso crea inseguridad. Me refiero a niños en situación normal, no estamos hablando de la mayoría de los niños del mundo que viven en la incertidumbre, la pobreza y la violencia. Las redes sociales contribuyen a los problemas emocionales, especialmente en la pubertad y la adolescencia. Aquí, en la universidad, donde se supone que hay que despertar la mente de los jóvenes, el profesor tiene que advertirle a la clase si hay un tema que puede ser ligeramente perturbador. Por ejemplo, están estudiando Centroamérica y los alumnos tienen la opción de salirse de la clase si se menciona las atrocidades cometidas por los militares. 

—¿Cómo es la relación con sus propios nietos?

—Fue estupenda cuando eran chicos. Los veía casi a diario y les contaba cuentos inventados a su medida. Los llevé de vacaciones en safaris al África, en un bote en Turquía, a las Galápagos. Pero ahora tienen alrededor de 30 años, viven lejos y los veo poco. Así pasa en los Estados Unidos: es muy difícil mantener a la familia unida.

Isabel Allende

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Isabel Allende -ya es conocido- se fue de Chile tras el comienzo de la dictadura junto a sus dos hijos. Nunca más volvió. En el camino, se transformó en una celebridad literaria, cuyos libros y aventuras han llegado al cine, al teatro, a la televisión y a plataformas de streaming. Un trozo de su propia historia fue plasmado como miniserie.

Dirigida por Rodrigo Bazaes y llamada “Isabel”, fue protagonizada por Daniela Ramírez y está basada en “Paula”, su séptima novela, que es autobiográfica y surgió durante el proceso de fallecimiento de Paula, su hija mayor, a causa de una enfermedad rara llamada porfiria. Ese trabajo audiovisual se estrenó en plena pandemia, el 3 de junio de 2021, por Mega. Salió de Chile a través de Prime Video y Lifetime. También puede verse en CNTV Play.

Su inagotable imaginación ya brillaba a fines de los años 60 del siglo XX en la revista chilena Paula, que por entonces era la punta de lanza del movimiento feminista y donde ella colaboraba con reportajes, pero sobre todo con divertidas columnas, que marcaron a una generación de lectoras. Su gran salto, no obstante, fue en los 80, con la publicación de “La casa de los espíritus” (1982), su primera novela, que se transformó en un éxito y fue llevada a la pantalla grande once años después por un elenco de lujo, en el que figuran -entre otros- Jeremy Irons, Meryl Streep y Glenn Close. 

Desde entonces han salido de su cabeza casi una treintena de libros. Hoy, Isabel Allende vive en California y tiene nacionalidad estadounidense. Su página web isabelallende.com revela que está casada por tercera vez, que ha recibido 15 doctorados internacionales y más de 60 premios en más de 15 países y que es creadora de una Fundación que lleva su nombre y busca empoderar a mujeres y niñas internacionalmente.

El sitio también la muestra al lado de otras celebridades del mundo, como los expresidentes de Estados Unidos, Barack Obama y Jimmy Carter; la expresidenta chilena, Michelle Bachelet; los actores Sophia Loren, Antonio Banderas y Susan Sarandon, o el Dalai Lama.

—Su álbum personal muestra fotografías en lugares de importancia mundial. ¿Soñó con llegar tan lejos?

—La vida se me ha dado a saltos y sorpresas, he tenido mucho éxito y también pérdidas y fracasos. Nunca imaginé que mi primera novela iba convertirse en un clásico ni que mi hija Paula iba a morir a los 29 años. 

—Si uno revisa su lista de publicaciones, usted es una máquina de crear. ¿Cuál es su secreto?

—Me encanta escribir. Esto no es un trabajo para mí, es una forma de vida. 

—¿Cuáles son sus lecturas habituales? 

—Tengo que leer mucho cuando estoy investigando para un libro, lo que ocurre casi todo el tiempo. Por placer leo novelas contemporáneas, casi todas en inglés. En mi librería favorita me seleccionan lo mejor que se publica aquí y desde España y Chile a veces me mandan libros en español. 

—Los humanos solemos identificarnos con etiquetas. Una de las suyas es la de filántropa. Imagino que refiere a su fundación, creada tras la muerte de Paula. ¿Cómo evalúa esta experiencia que comenzó con un dolor?

—A veces le digo a mi nuera Lori, que maneja la fundación, que nuestra ayuda es una gota de agua en un desierto de necesidad. Ella me responde que lo que hacemos no se mide en números, se mide caso a caso, vida a vida. En ese sentido, la experiencia de Lori y mía ha sido muy emocionante, porque hemos visto de primera mano el efecto que nuestra ayuda tiene en las vidas de las mujeres que atendemos.

—Su declaración dice: “Invertimos en el poder de las mujeres y las niñas para garantizar los derechos reproductivos, la independencia económica y la protección contra la violencia”. Es una propuesta profundamente femenina. ¿Está de acuerdo con eso?

—Claro que sí. Todo lo que yo hago en mi vida y en mi escritura está influenciado por mi profunda convicción de que lo que se invierte en mejorar la suerte de las mujeres repercute en la familia, en la sociedad y finalmente en el país. Las sociedades más atrasadas del mundo son las que tratan peor a las mujeres y las más avanzadas son aquellas donde las mujeres están en mejor situación. 

—Usted vive en un país donde la filantropía es parte de la cultura de personas con grandes fortunas o con compromiso social. ¿Le hace falta más filantropía a Chile?

—En los Estados Unidos una parte de la filantropía se deduce de impuestos, ese es un incentivo. Hoy ya no se mide el estatus social de las grandes fortunas por el tamaño de las mansiones o de las joyas, sino por la filantropía. No sé cómo es la situación en Chile.

Usted fue, en los años 70 del siglo XX, una voz que integró el equipo de Paula. ¿Cómo mira el feminismo contemporáneo?

—El feminismo es una revolución y como tal avanza a tientas, sin un plan ni un mapa. Se improvisa nomás. Se cometen errores. Se retrocede a veces. Pero las mujeres hemos obtenido mucho en los años de mi vida. Nos falta mucho más por hacer: el objetivo final es reemplazar al patriarcado y estamos lejos de alcanzarlo.

—Han pasado siete años desde la irrupción de “Me Too”, que expandió la defensa de las mujeres contra la agresión sexual. ¿Puede ser que el movimiento actual necesite ajustes para evitar cancelaciones antes de tiempo? 

—Todo movimiento social debe ser ajustado, porque es un proceso espontáneo sujeto a errores. A veces se llega a extremos que son necesarios para crear conciencia y forzar el cambio. 

—¿Cómo se hace para evitar errores que pueden costar carreras o acarrear injusticias? ¿O ese es un costo que hay que pagar?

—Creo que no basta una acusación para condenar a alguien, hay que investigar los cargos. La ley presume que la persona es inocente, hay que probar culpabilidad. Aun así, se cometen injusticias, pero históricamente son las mujeres quienes han sufrido agresión sexual durante siglos. El movimiento “MeToo” cumplió una función necesaria. 

—Hay personas que afirman que no es posible: ¿se puede separar al autor de la obra?

—Veamos el caso de Pablo Neruda. ¿Se puede eliminar la obra del poeta más célebre de Chile y uno de los más importantes del mundo porque en lo personal era un hombre fallado? Creo que hay que separar al autor de la obra. Es necesario conocer al personaje con todos sus defectos, pero eso no le resta valor a su creación. Si vamos a cancelar a Neruda, no quedaría títere con cabeza, porque todos tenemos tejado de vidrio: escritores, científicos, inventores, políticos, hombres de negocios, etcétera, etcétera. 

—La expresión “Me Too” surgió en 2006, pero tomó alcance global en 2017 a causa de las acusaciones contra el productor Harvey Weinstein y gracias a las redes sociales. ¿Cómo evalúa usted el papel de esas redes hoy?

—Es una moneda de dos caras. Las redes cumplen una función esencial en la difusión de noticias y del conocimiento. Hoy se puede movilizar a una multitud con un teléfono celular o averiguar en diez segundos la distancia entre la Tierra y Marte; nunca la humanidad había tenido tanto acceso instantáneo a la información y a la conexión. Pero sin duda existe también el peligro de desinformación, de manipular a la opinión pública, de hundir a una persona con agresión anónima, de exponer al peligro a los más vulnerables. Las redes son tan poderosas, que pueden cambiar a un país. En los Estados Unidos han sido fundamentales en el culto a Trump.

—Hoy existe un intenso debate en Estados Unidos en torno un eventual regreso de Trump a la Casa Blanca, ¿cómo lo evalúa usted?

—En este momento, después del intento de asesinato, es casi seguro que Trump va a ganar la elección. Yo voto por los demócratas y me aterra lo que otro gobierno de Trump puede significar para la democracia de este país. 

—¿Ve usted posibilidades en la vicepresidenta Kamala Harris, luego de que Joe Biden diera un paso al costado?

—Kamala puede ganar. El contraste con Trump es notable: una fiscal joven contra un viejo criminal convicto. Hay mucha energía entre la gente joven y las mujeres. Todos contra Trump debe ser la consigna.

—¿Ve posible la llegada de la ultraderecha al gobierno de Chile? Si así fuera, ¿le parece que eso represente un peligro o un cambio muy radical?

—Me parece posible que la ultraderecha gane en la próxima elección y en ese caso habría cambios radicales, pero no serían durables. Chile es un país de centro. El péndulo va de un lado a otro, pero la tendencia no es ultraderecha ni ultraizquierda, como lo prueba el desastre que ha sido imaginar una nueva Constitución. 

—Lleva casi 50 años viviendo fuera de Chile. ¿Cómo se ve el país desde lejos?

—Lo veo mucho mejor de lo que se ve desde adentro. Comparado con los Estados Unidos, este país dividido y violento, Chile es un oasis.

—Da la impresión de que, envueltos entre montañas, los chilenos podemos ser muy auto flagelantes. 

—Somos pesimistas y nos quejamos demasiado, todo nos parece mal, especialmente el gobierno. Sin embargo, en las encuestas, la inmensa mayoría de los chilenos se confiesa feliz. No entiendo esa contradicción.

—¿Le han quitado interés por lo que pasa en el país estas casi cinco décadas de “ausencia”?

—No se me ha quitado el interés, pero me siento muy lejos.

—Hoy La Moneda está a cargo de una generación sub40, la generación milenial. ¿Cómo ha visto usted la presidencia de Gabriel Boric y la gestión de su generación?

—Cuando Boric fue elegido sentí el mismo entusiasmo que cuando Obama fue elegido en los Estados Unidos: esperanza de cambio, sangre joven, ideas nuevas, un equipo renovador, energía, visión progresista, inclusión, diversidad. Su gobierno ha tenido graves tropiezos, en parte por inexperiencia y en parte por una oposición efectiva e inclemente. 

—¿Estaban preparados para el desafío? 

—Creo que no estaban preparados. La experiencia cuenta mucho, no basta la pasión de la juventud.

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A los 82 años, Isabel Allende afirma que ya no tiene la energía de antes. Cuenta que antes su método de trabajo la llevaba a la oficina con un horario fijo: “Podía escribir fácilmente unas ocho horas al día. Ahora tengo un estudio en la casa. Entro y salgo a cada rato, creo que paso la mayor parte del día escribiendo, pero ya no me impongo un número determinado de horas”. 

Pese a esta declaración de prudencia, lo cierto es que su red social Instagram la muestra muy activa, promoviendo su propia obra y también causas, como las del Día de la Igualdad Salarial. El 8 de enero pasado, como siempre ese día, que para ella es un día sagrado en el inicio de aventuras literarias, se posteó partiendo un nuevo trabajo. La acompañaban un té, un diccionario de sinónimos antiguo, imágenes, apuntes y velas. El ambiente era plácido, blanco y luminoso. Su declaración decía que comenzaba “rodeada por los espíritus” de su adorada Paula y sus añorados padres.

—Uno de sus temas actuales es el del envejecimiento, ¿cómo ha sido envejecer para usted?

—Muy fácil, porque soy sana y tengo amor, comunidad, propósito y recursos para vivir sin angustia. A los 82 años me siento tan productiva como siempre, mi mente todavía no se ha deteriorado, pero el cuerpo es el de una vieja bajita.  

—Chile es un país que tendrá, en el año 2050, al menos el 30% de la población con 65 o más años. Pero hoy aquí el 50% de los jubilados obtiene $203.883 o menos de jubilación. ¿Le parece que extender la vida laboral pueda ser una solución?

—Es una solución a medias. No es posible que la jubilación promedio no alcance ni para comer. Es un crimen contra personas que han trabajado toda su vida, que han aportado su esfuerzo a la sociedad y al país. Comparemos eso con lo que gasta un empresario en una comida para cuatro en un buen restaurante.

—Uno de los factores para combatir el envejecimiento poblacional es la inmigración, que aporta con personas jóvenes y con niños. ¿Se puede combatir la xenofobia con este argumento? 

—Ese argumento se repite a cada rato, pero quienes sienten odio al extranjero, especialmente al inmigrante, no escuchan, no se informan, están aperrados en sus ideas. Desgraciadamente los prejuicios no se vencen con argumentos racionales, especialmente cuando son alimentados por una incesante retórica negativa. 

—Se dice que usted trata de evitar lo más posible la vida pública, que no le gusta sociabilizar. ¿Es cierto? 

—No me siento cómoda en grupos grandes, pero me encanta cenar con cuatro o seis amigos (máximo). Es raro… No me importa nada hablar ante un público de cientos de personas, porque estoy separada por el escenario. Pero si tengo que mezclarme con ese mismo público en el foyer del teatro, me asusto. 

—Da la impresión de que usted le ha sacado el jugo a la vida. ¿Algo que le falte por hacer?

—Es cierto que he vivido intensamente. El tío Ramón, mi querido padrastro, me dio un mantra que me ha servido siempre: acuérdate que los demás tienen más miedo que tú. Eso me ha permitido correr riesgos. Si uno quiere una vida segura, no puede tener una vida interesante. No me falta nada por hacer, todo lo que viene ahora es yapa. En mi última etapa, he encontrado amor, paz y felicidad. 

—¿Por qué recomendaría usted leer a Isabel Allende?

—No soy tan presumida. ¿Cómo voy a recomendarme a mí misma?

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