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12 de Agosto de 2024

La ciencia de “dar vuelta la página”: darle espacio al cerebro para enfocarse en reparar un conflicto

Superar un conflicto no depende de la capacidad inmediata de olvidar algo que haya dolido. Tres especialistas de la psiquis y la neuro-ciencia, explican a The Clinic lo que hay detrás del proceso de "dar vuelta la página" y por qué hay personas que pueden tardar más en hacerlo. "Ocurre principalmente porque hay una especie de desbalance entre la habilidad de usar el cerebro para explorar decisiones, con la necesidad de resolver una situación emocional" y de manera inmediata, dice Pedro Maldonado, profesor del departamento de Neurociencia de la Universidad de Chile.

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Que te echen del trabajo, que no te contesten una llamada, que te dejen plantado. Todas situaciones que pueden generar una sensación de enojo o agotamiento. Sin embargo, de alguna manera hay personas que pueden superar el rencor frente a situaciones que le han dado rabia y seguir adelante. El “perdono pero nunca olvido” no existe para ellas. Pasan 10 minutos y pareciese como que esa persona está lista y dispuesta para dar vuelta la página.

También hay gente que tarda horas o días en superar el enojo. Hay rencores que, incluso, duran para siempre. ¿De qué depende? De un proceso cerebral complejo y que se fabrica desde que la persona nace, con genes y un sistema neurológico determinado, hasta que van pasando situaciones emocionales que permiten aprender -o no- cómo superar es emoción incómoda.

Dar vuelta la página significa ‘resolver un conflicto o alguna incertidumbre. Que hay algo no resuelto y que una vez resuelto, uno lo puede dejar atrás y preocuparse de otras cosas. Pero mientras no está resuelto, eso está dando vueltas en el cerebro, genera incertidumbre, ansiedad y estrés”, explica Pedro Maldonado, profesor del departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Héctor Millar (43) considera que es un hombre que sabe dar vuelta la página rápido la mayoría de las veces. Pero son las situaciones que le generan culpa las que más le cuesta superar. “Son esas situaciones morales que uno sobre piensa. Pienso que pude haber hecho algo vergonzoso en una noche de carrete, que algo que que dije pudo haber parecido tonto o derechamente desubicado. En este tipo de situaciones, el “dar vuelta la página” me cuesta fácil un día entero o dos“, relata.

Se trata de las situaciones que provocan emociones difíciles de sobrellevar -la verguenza es una de ellas- y que pueden permanecer estoicas en la mente. “No dar vuelta la página, implica un desgaste cognitivo importante”, continúa el neuro-científico Pedro Maldonado. “Ocurre principalmente porque hay una especie de desbalance entre la habilidad de usar el cerebro para explorar decisiones, con la necesidad de resolver una situación emocional”.

El especialista asegura que el acto de dar vuelta la página es uno que involucra un aprendizaje que se puede dar cuando las emociones se aplacan. De ahí viene la famosa frase de “pensar las cosas en frío” para tomar una decisión, dejar que pase un rato y calmar las aguas. “Las emociones, son una experiencia subjetiva que genera el cerebro cuando tenemos algo que responder de inmediato. Cuando hay ira o miedo, el cerebro favorece una respuesta rápida y menos pensada”, dice. Algo que no ayudaría a sentirse capaz de avanzar.

El sueño, el mejor aliado del cerebro

“Para dar vuelta la página, uno tiene que resolver el conflicto. Eso significa típicamente, tomar una decisión, cerrar algo o haber aprendido algo”, continúa Pedro Maldonado. Según el especialista, hay distintas maneras de cerrar un conflicto. Uno de ellos y quizás el más fundamental, es el proceso del sueño.

“Se sabe que la manera en la que la consolidación del aprendizaje ocurre, es que el cerebro durante el sueño —estar dormido—, repite aquellas cosas que le ha tocado vivir recientemente. Entonces, al repetirlo, se tiende a consolidar el aprendizaje”.

Según el último informe del Termómetro de Salud Mental ACHS-UC 2024, el dormir de los chilenos ha mejorado. Alcanzó la taza más baja de insomnio moderado o severo desde el final de la pandemia con un 8,4%. En el acto de dormir, ocurren diversos procesos neurológicos que ayudan a resolver los conflictos vividos durante el día. Primero, va la etapa antes de los sueños oníricos, o sea, antes de la etapa REM.

Como el cerebro no está ocupado haciendo nada con el ambiente, tiene la posibilidad de explorar, simular o emular distintas alternativas de conducta con respecto a lo que le ha tocado vivir. Entonces aparecen ideas, de manera que cuando uno está despierto, le puede dar un cierre al problema y avanzar”, cuenta Pedro Maldonado.

La exploración máxima que realiza el cerebro para generar esas ideas que ayudarán a dar vuelta la página, llega en el momento de soñar. “Típicamente los sueños tienen que ver con nuestra experiencia pasada. Tiene que ver con lo que hemos vivido. Es posible que durante esa exploración, el cerebro considere escenarios con gran detalle e imaginación, que puedan ser satisfactorios para la resolución de conflictos”, agrega el psiquiatra.

El movimiento neuronal para revisar detalladamente lo que se ha vivido durante el día, no puede suceder si es que se evade pensar en el conflicto. Hay personas que tras una discusión o un conflicto que les genera emociones incómodas, prefieren desaparecer. Abstraerse. Incluso, hacer como si nada hubiese pasado. Según Mariel Labra, psicóloga de Psiquislab de la Universidad de Chile y Magíster en Psicologia Clínica., “es humano el tratar de evadir, pero eso no servirá a largo plazo”.

Pero sin enfrentar la situación, no se activará la revisión cerebral de lo que ha pasado. Esa revisión, nuevamente, tiene que ver con la arquitectura del sueño. Rosemarie Fritsch, psiquiatra especialista en sueño y el tratamiento del trauma complejo, y profesora en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, describe el proceso de revisión:

“Cuando uno sueña y tiene actividad onírica REM, eso nos permite ir pelando los recuerdos -como sacarle la cáscara a una fruta, por ejemplo-. Si yo me paro en la mitad de la calle, se me acerca un auto y me golpea, ese recuerdo va acompañado de un tono emocional. Miedo, rabia, o lo que sea. Soñar, nos permitirá guardar ese recuerdo sin el tono emocional. Al quitarle la emoción, el cajón de los recuerdos va a permitir que la próxima vez que nos enfrentemos a una situación incómoda, podamos cambiar la conducta. De no ser así, me enfrentaría de nuevo a la calle, saldría el recuerdo con la emoción que sentí ese día y saldría arrancando para no volver a cruzar la calle nunca más. Eso significaría no aprender, “no dar vuelta la página”, dice.

Es una analogía que se puede aplicar a todas las situaciones. Ahora lo que varía, es la cantidad de tiempo en que alguien puede tardar en hacer ese proceso de revisión en el cerebro.

Dar vuelta la página en unos minutos, en unos días o nunca

Hay rencores o dolores que pueden durar para siempre. Se van convirtiendo en una parte de la identidad del ser humano. A Héctor Millar le pasó con la muerte de su padre. Cuenta que cambio su forma de vivir y que es algo que no podrá olvidar. Pero en situaciones adversas más inmediatas y de corto plazo, asegura que le “resulta fácil dar vuelta la página, sobre todo con conflictos que pueda llegar a tener con personas que me relacione constantemente. Colegas de trabajo, por ejemplo”.

Millar trabaja como fotógrafo en instituciones públicas, donde día a día debe resolver conflictos rápidamente para entregar su trabajo. “Creo soy así -de dar vuelta rápido la página- porque he aprendido a priorizar con los años. Sobretodo, el hecho de yo estar bien. Eso no quita que una situación incómoda no me preocupe, pero creo que todo se puede llegar a solucionar“, cuenta.

La terapia, según dice, le ha ayudado a tener herramientas para enfrentar los problemas en corto plazo. “No es deseable querer olvidarse de lo que pasó, o borrar el problema de la vida. No es posible tampoco”, dice la psicóloga Mariel Labra. Lo que hay que trabajar en personas que no pueden dar vuelta la página en mucho tiempo, es la capacidad de adaptarse a los cambios”.

Esa capacidad está asociada a la plasticidad cerebral, que significa la “reorganización cerebral que nos permite adaptarnos a un ambiente que va cambiando constantemente”, según Labra. Según los especialistas, estas funciones ejecutivas del cerebro dependen de los genes, pero también, de la práctica.

La posibilidad de “practicar” superar el conflicto en menos tiempo

Los genes también determinan la capacidad de dar vuelta la página. Cuando se dice que alguien es “duro” o “inflexible”, está en lo correcto al describir así, ciertas características que vienen desde la biología del cuerpo. “No es de extrañarse que cuando uno mira cualquier característica de la psiquis humana, encuentra una gran diversidad”, explica Pedro Maldonado. Nuestros cerebros son distintos, por lo que hay personas que tienen mayor ventaja frente a otros en cambiar estos estados mentales“.

“A pesar de que la flexibilidad cognitiva, es una función ejecutiva cerebral que todos tenemos, hay personas que son de un pensamiento más rígido y que tienen un sufrimiento excesivo frente a los problemas”, dice la psicóloga Mariel Labra. Se refiere a personas cuyo enojo puede durar días frente a situaciones que no es capaz de superar.

Según todos los especialistas consultados para este reportaje, no se trata de olvidar. Tampoco del perdón. Se trata de la adaptación. Y eso, si se puede modificar con la “practica”.

“Si alguien practica correr probablemente va a poder correr bien e incluso mejor que otro que tenga piernas más largas”, dice Pedro Maldonado. Por ejemplo, la psicoterapia es uno de los procesos que permite fortalecer las herramientas de aprendizaje. “Cuando enfrento el problema en vez de evadirlo -en una terapia por ejemplo-. logro pensar en cinco soluciones posibles en vez de solo en una, estoy fomentando mi plasticidad cerebral”, agrega la psicóloga Mariela Labra.

Un 80,5% de las personas indicaron que el tratamiento había sido eficaz o que había hecho que mejorara su situación respecto del problema específico que les llevó a consultar, según el Termómetro de Salud Mental 2024. Coincide también con menor prevalencia a la ansiedad, la depresión y el insomnio.

Hay más formas de practicar la superación de las emociones negativas en los conflictos. No solo la terapia ayuda a fortalecer la plasticidad del cerebro a través del acompañamiento. “También hay acciones como enfrentarse a situaciones novedosas. No evitarlas por miedo, sino que permitirse adaptar a los cambios con el tiempo necesario que cada uno siente que necesita”, recomienda Labra.

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