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Opinión

18 de Agosto de 2024

Perfil del ministro Diego Pardow: Hágase la luz… Y la luz no se hizo (el karma de los gobiernos)

Foto autor Kike Mujica Por Kike Mujica

“A Pardow le ha tocado particularmente duro, porque se hizo cargo del aumento de las tarifas congeladas desde 2019. Ese es un fierro caliente”, me dicen en La Moneda y también desde la oposición", escribe Kike Mujica en su columna de hoy. Y anota: "Pardow sufrirá -al igual que todos los futuros ministros- los desquites de la naturaleza azotada. Pero también tendrá un espacio único, que como pocos, ha seguido una virtuosa continuidad, por más que quien este en el poder: estamos, parece ser, arriba y abajo del futuro petróleo".

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Hace un cuarto de siglo, un racionamiento eléctrico azotó al gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

La sequía -embalses sin agua cuando el 60% de la oferta provenía por esos años de la hidroelectricidad- hizo de las suyas con un agravante mayor de gestión: la Central Termoeléctrica Nehuenco, propiedad de Colbún, no solamente entró tarde a funcionar -mayo de 1999 y no en noviembre de 1998-, sino que un mes después de su debut, falló. Se apagó.

Oscuridad política.

Nunca se habló, en la historia patria, tanto sobre una turbina. El gobierno, sabiendo que tenía un portento de problema entre manos, trató de evitar el racionamiento, pero no pudo.

El colapso le pegó duro a Frei. No hay contrafactual, pero muchos argumentan que no sólo restó apoyo al gobierno saliente, sino que también influyó en la inesperada votación que logró en 1999, Joaquín Lavín, que por un voto por mesa perdió la presidencial frente a Ricardo Lagos Escobar.

Por ello no es raro que la luz -o la falta de luz- sea una eterna pesadilla para los gobiernos. Ni Piñera ni Boric se atrevieron a subir las tarifas. Y en la última rebelión de la naturaleza -esta vez no fue la sequía, sino los vientos- también se asomó el fantasma de la gestión -esta vez no fue la turbina, sino la falta de regulación-.

Pésima noticia para el oficialismo en un año electoral.

Pardow, “El Doc”

Diego Pardow llegó al ministerio de energía en septiembre del 2022, en reemplazo de Claudio Huepe. Era conocido por haber sido presidente ejecutivo de Espacio Público, un think tank de centroizquierda, que ha abastecido con varios de sus cuadros al gobierno de Boric.

Tiene 44 años. Egresó de derecho de la Universidad de Chile. Los Pardow Lorenzo son una familia marcada por el destierro: bisabuelos y abuelos llegaron de España en el famoso Winnipeg, huyendo de Franco. Y los padres del ministro -Gilberto y Beatriz-fueron exiliados por la dictadura y volvieron a Chile recién en 1989, cuando su hijo tenía 9 años.

Su militancia frentamplista -es de la cepa “autonomistas”, la misma del presidente, que derivó en Convergencia Social-, no fue impedimento para que fuese ayudante de Enrique Barros Bourie, un reconocido centroderechista y miembro del CEP -actor clave en la transición-, quien también fue su profesor guía y jefe: trabajó en su prestigioso bufete.

En California se tituló de Doctor en derecho de la Universidad de Berkeley. Ha sido profesor de la U. de Chile y de la UAI. Por su macizo curriculo academico, en el frenteamplismo le decían “El Doc”.

Fue coordinador programático de la campana de Boric y sonó fuerte como el primer ministro de Economía, pero finalmente se instaló en el segundo piso hasta que le llegó la hora: energía era su cartera en el primer cambio de gabinete.

“Quería Energía o Minería. Creo que lo sorprendió no estar en el primer gabinete. Y fue demasiado crítico de la gestión de su antecesor. Eso no fue muy bien visto, porque varios sabíamos que quería ese cargo”, me dicen desde el oficialismo.

Un ministerio cargado

La complejidad de esta época derriba esa diferencia que se estableció en el pasado entre ministerios sectoriales y los políticos, como si los primeros fueron para tecnócratas y los segundos para Maquiavelo.

Esto es muy visible precisamente en Energía. No se puede navegar entre el litio, las regulaciones, SQM, las energías verdes o las tarifas de la luz, si no se tiene una mirada sistémica e ilustrada de los devenires de la política ruda y dura.

Un exministro me explica las complejidades de la cartera: “Aborda demasiado temas. Técnicamente es complejo. Hay mucha regulación y es necesario, además, entender la lógica del negocio. Los gremios son muchos y el lobby es muy feroz”.

Otra condición sine qua non: comunicación eficiente, virtud propia de los animales políticos. “La energía es un tema muy sensible para la población. Y esto choca muchas veces con lo complicado que es el sector. Hay que saber explicar en simple lo complejo”, agrega un ex ministro.

A la luz de estos datos, ¿es buen ministro Pardow?

“Es muy inteligente, pero políticamente creo que le falta mucho”, me dice un personero oficialista. En Palacio no fue bien recibida su entrevista donde echó a correr la idea de una empresa estatal de distribución. “No era el momento de abrir el tema. Era el momento de seguir centrando la responsabilidad en las empresas privadas, a la par de apurar la reposición. ¿Para qué enredarse?”, dice una autoridad oficialista.

“A Pardow le ha tocado particularmente duro, porque se hizo cargo del aumento de las tarifas congeladas desde 2019. Ese es un fierro caliente”, me dicen en La Moneda y también desde la oposición.

“Cuando llegó sabía poco y nada del tema. Llegó más bien por ser muy cercano al presidente. Ha aprendido, pero creo que tiene mucha carga ideológica”, dice el diputado Frank Sauerbaum (RN), miembro de la comisión de energía.

Eso no coincide con lo que me cuentan desde el piñerismo: el entonces futuro mandatario, a la hora de hablar de energía, respondía “hablen con Pardow”.

“Y Pardow sabía del tema”, reconocen. Por eso la sorpresa de no haber sido ministro.

En la última crisis todos fueron desbordados. El ministro no es un animal comunicativo, me dicen desde el oficialismo.

“Está al debe en su performance comunicativa. Que sea muy inteligente no asegura que su mensaje llegue a la población. Debe mejorar mucho en ese aspecto. Parece frivolidad, pero no lo es: su voz no lo acompaña”, argumentan. No es Máximo Pacheco ni Juan Carlos Jobet, dos ministros con desplante, kilometraje y muy conscientes de la última milla de la política: la cuña.

“Cayó en la monserga propia del frenteamplismo: buscar culpables más que gestionar la crisis”, dicen en la oposición. Al final, los que gobiernan deben saber que la gente pide soluciones más que culpables.

Las empresas eléctricas asumieron que la posible caducidad de las concesiones fue un golpe comunicacional. Imposible, pero efectivo. “Sacó la pistola, bien, pero no tenía balas”, me dice un experto.

Energía hoy, lo que parecía improbable cuando nació este ministerio, es un lugar sexy. Pardow sufrirá -al igual que todos los futuros ministros- los desquites de la naturaleza azotada. Pero también tendrá un espacio único, que como pocos, ha seguido una virtuosa continuidad, por más que quién esté en el poder: estamos, parece ser, arriba y abajo del futuro petróleo.

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