Opinión
8 de Septiembre de 2024Perfil de los hermanos Antonio y Álvaro Jalaff: Los lobos de Alonso de Córdova street
"Todos coinciden en que Álvaro era el cerebro y Antonio el simpático y entrador. Ambos ambiciosos, audaces y también, según muchos, arrogantes y pagados de sí mismos", escribe el columnista de The Clinic, Kike Mujica, en el perfil de este domingo.
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Un cercano de la familia Jalaff me aconseja ver El lobo de Wall Street para entender a los hermanos Álvaro (44) y Antonio (50).
Alvarito y Tono, para los amigos. Ayer muchos, hoy menos.
El tándem es “el” morbo de la élite criolla: ricos, nuevos ricos, traiciones, aviones privados, abogados famosos y harta plata.
La fiscalía identificó a los personajes involucrados en el Caso Audios -que, en rigor, debería llamarse Facturas Falsas-, uno de los escándalos del Siglo XXI: los Sauer, los abogados -Luis Hermosilla y Leonarda Villalobos- y los Jalaff.
El palo al gato
Los Jalaff son de origen sirio. El patriarca del clan, Sergio, era muy conocido en la colonia palestina. Ellos recuerdan sus vaivenes económicos –“una montana rusa”, dice un cercano-, pero en general tuvo un buen pasar. A los 17 años vendía guantes y luego fundó la empresa textil Pedro Jalaff: así se llamaba su papá.
Jalaff Escandar es la neurona del negocio de los strip center: Patio, creado en 2004, fue su buque insignia, un acierto. El primer centro comercial que abrieron se situaba en la esquina de Eliecer Parada con Tobalaba. Compraron 9 casas para construirlo. En esa época habitaban una oficina de 80 metros cuadrados en el edificio del Marriot.
De ahí no pararon. Patio, bajo el gobierno de los Jalaff, llegó a administrar activos por un valor de US$ 3 mil millones en Chile, Perú, México, Estados Unidos y España.
Bonanza y, sobre todo, el reconocimiento de la reticente clase empresarial, algo que nunca como clan tuvieron.
“Fue un ascenso impresionante. Y en muy poco tiempo”, reflexiona un cercano a los Jalaff.
Mal de altura
Eran días de éxito para la familia.
A poco andar, algunos agentes del mercado dicen que atisbaron el potencial riesgo del grupo.
¿Señales? Ínfulas desmedidas y, sobre todo, lujos y excentricidades. Entre verdad y a veces mito, se habla de la compra de aviones, viajes en vuelos privados entre Londres y Nueva York; palacetes en Santiago, Pucón y Zapallar; obras de arte; apuestas desorbitadas en casinos; autos millonarios; intenciones de compra del lujoso Hotel Mandarín Oriental de Santiago e incluso de un diario capitalino.
Un empresario cuenta que un amigo que vive en Londres le comentó que se asombró cuando en la exclusiva tienda Harrods, un vendedor les dijo que uno de sus mejores clientes eran chilenos.
¿Quiénes?- preguntó.
“Los señores Yalaff”, le respondió. Así, con Y.
Mal de altura, le dicen.
El mecanismo
Un derroche de proporciones cuyos resultados todavía es noticia en desarrollo. Todos apuestan que terminarán en Capitán Yáber.
Aún no hay fecha para su declaración. Antonio ya fue citado. Álvaro aún no.
¿Por qué?
“Hay una defensa que se presentó, que pidió la citación y se le da prioridad a la defensa que señala que va a colaborar con la investigación”, explicó el fiscal Juan Pablo Araya en una entrevista en El Mostrador.
“Pero sí lo vamos a citar a declarar (a Álvaro). Lo que está pendiente todavía es la fecha, pero lo vamos a citar a declarar como imputado”, agregó Felipe Sepúlveda, fiscal jefe de Las Condes.
La fiscalía investiga su participación en “el mecanismo”: la máquina de facturas ideológicamente falsas de los Sauer y los Jalaff.
Según CIPER Chile, “la fórmula funcionaba así: se generaba una factura falsa que se vendía a distintos factoring. El dinero recaudado iba para los Jalaff (Factop se quedaba con una comisión) y la factura presumiblemente acababa en fondos de inversión ad hoc donde se diluía entre otras inversiones. De ser efectivo este mecanismo, la cuenta la habrían terminado pagando los inversionistas de los fondos en los que caían estas facturas”.
Según la Fiscalía, el modus operandi colapsó cuando los Jalaff dejaron de emitir facturas y fueron los Sauer los que tomaron el relevo. Los primeros, según la investigación, le deben $4 mil millones a los segundos.
“Con los Jalaff también hay otra investigación de otros hechos, porque no solamente se financiaron con Factop, sino que hay otra empresa que también se está querellando contra ellos, que se llama Fintrust. Entonces, el esquema de relaciones es un poquitito más complejo si se mira toda la película desde afuera”, dijo el fiscal Ayala a El Mostrador.
“Una vez que explotó el caso, Álvaro se urgió y salió a pagar la plata de las facturas que andaban dando vuelta. Pensó que podía zafar de la justicia. Algunas ni siquiera sabía que los Sauer las habían emitido. Sobre esas facturas, las sociedades de Álvaro son acreedores en el proceso de quiebra de Factop”, me dice un cercano al ejecutivo.
Marcelo Medina, ejecutivo de confianza de los Jalaff por 19 años, decidió colaborar con la justicia. En su declaración, estimó la deuda de Alvaro Jalaff en $22 mil millones.
¿Cómo se armó todo esto?
¿Cómo fue el cruce de caminos de los hermanos Jalaff con los hoy cuatro detenidos?
“Conocieron a Lucho a través de su padre, Nurieldin Hermosilla, quien era abogado de Sergio papá. Son décadas de relación”, dice un amigo de la familia.
El 2008 Luis Hermosilla toma el relevo de su padre y se convierte en el principal abogado de los Jalaff.
Leonarda Villalobos se cruzó con los Jalaff porque trabajó por años con la familia Sauer.
Álvaro conoció a los Sauer mientras estudiaba Ingeniería Comercial en la Universidad del Desarrollo (UDD). “No fueron compañeros con los Sauer, pero los conoció por amigos comunes de entonces”, dice un cercano al ejecutivo.
La relación con los dueños de Factop la tenía principalmente Alvaro, no Antonio.
Dinero… e influencia
Los dos hermanos no tienen título profesional. Álvaro se fue de la UDD después de dos años. Se aburrió. Partieron trabajando con el padre y luego se concentraron en Patio.
Sergio, el otro hermano, trabajó en la financiera Global Soluciones, pero acumuló deudas cuantiosas. De hecho, la prensa consignó el remate de su casa en La Dehesa —1.500 metros cuadrados— por deudas por $1.200 millones que mantenía con el Banco Santander.
Consulté a cinco fuentes, conocedores de los derroteros de los hermanos, y todos coinciden en que Álvaro era el cerebro y Antonio el simpático y entrador. Ambos ambiciosos, audaces y también, según muchos, arrogantes y pagados de sí mismos.
Luis Hermosilla, en el ya famoso audio, habla de Álvaro: “Yo tengo mis dudas con Álvaro… El modo de reaccionar de Álvaro en las crisis es como la mona. Es el peor lado de Álvaro… O sea, Álvaro llora, se complica, se colapsa… se bloquea, pone la cara en blanco”.
Los whatsApp han develado también que Álvaro buscaba dinero, pero también influencia y redes políticas, motivado por Luis Hermosilla, quien se transformó en su mentor en el poder. Por eso el interés de estar cerca de Sebastián Piñera y Andrés Chadwick. “No le conocía esa faceta. Me sorprendió la ambición por encumbrarse en ese mundo”, dice un amigo.
En cambio a Antonio le interesaban poco y nada esas ligas: lo suyo era la plata.
Álvaro en el colegio, cuentan sus amigos, vendía paltas, pescados y mariscos. También fue vendedor de la Viña Tarapacá. Luego asumió como CEO de Patio. En 2007 estuvo detrás de la asociación con el Fondo de Inversión Kimco Realty. En 2010 logró que Capital Advisors ingresara a la propiedad de Patio Comercial. También negoció la compra, junto con LarraínVial, del fondo inmobiliario de Aurus.
Antonio fue director ejecutivo de Patio. Aparte, emprendió distintos negocios -gimnasios y restaurantes, por ejemplo-. También busco oportunidades en Estados Unidos. Le fue mal. En 2021 se encendieron las alarmas en Patio por el nivel de deuda que sufría en ese entonces: cerca de 32 millones de dólares.
En 2022 renunció a todos los cargos ejecutivos que desempeñaba en Patio, para no contaminar al grupo con su crisis económica.
Final
“Si quieres ser rico, nunca te rindas. La gente tiende a rendirse. Si tienes persistencia, adelantarás a la mayoría de la gente”.
Di Caprio. El lobo de Wall Street.