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25 de Septiembre de 2024Un revelador estudio de Harvard señala que el parkinson tendría su origen en el desequilibrio de la microbiota intestinal
Un nuevo estudio de Harvard se suma a la evidencia de que enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer podrían tener su origen en el desequilibrio de la microbiota intestinal. El dato, es relevante sobre todo para la enfermedad del Parkinson porque por ella, el tracto gastrointestinal se ve afectado por estreñimiento, babeo, dificultad para tragar y retraso en el vaciado del estómago. El principal descubrimiento, radica en cómo el intestino deja escapar una bacteria que sería la encargada de provocar la neuro-inflamación que comienza a degenerar las neuronas hasta en algunos casos, llegar a la enfermedad.
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Un nuevo estudio sobre la enfermedad de Parkinson echa por tierra que su origen se da en el cerebro y podría comenzar en el intestino. El informe publicado por investigadores de la Universidad de Harvard muestra cómo el intestino y el cerebro podrían relacionarse para generar la enfermedad del Parkinson.
“Los problemas gastrointestinales son comunes en pacientes con trastornos neuro-degenerativos. Pasan hasta el punto de que se creía que una afección conocida como ‘colon institucional’, afectaba a quienes vivían en instituciones de salud mental”.
Para la enfermedad del Parkinson, en particular, el tracto gastrointestinal se ve afectado por estreñimiento, babeo, dificultad para tragar y retraso en el vaciado del estómago. “Estos síntomas suelen aparecer hasta dos décadas antes que los síntomas motores, como rigidez o temblor”, dice el estudio.
La investigación, midió a 9.350 pacientes de una edad promedio de 52 años, en su mayoría hombres blancos y que se habían sometido a endoscopia entre los 50 y los 64 años.
Los pacientes con más probabilidades de sufrir un daño en la mucosa -que se traduce en un sistema inmunológico debilitado que provoca una infección- tuvieron un 95% más de probabilidades de tener Parkinson.
Según cifras de la Universidad de Chile y registradas en 2021 por los estudios, en Chile se estima que alrededor de 30.000 personas viven con enfermedad de Parkinson. Un porcentaje pequeño en comparación con el total de la población nacional. “Pero el impacto de la enfermedad en la vida de los pacientes y familias es bastante significativo”, dice la profesora Pamela Urrutia del Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo (GERO) en la Universidad de Chile en la publicación.
La bacteria H pylori en la mira
La clave de los antecedentes para el Parkinson,partirían con la infección de la bacteria H pylori en el intestino. Los estudios epidemiológicos han informado una mayor prevalencia de infección por H pylori en pacientes con Parkinson en comparación con la población general. Esto implica una posible asociación. Antes, ya se ha probado el papel de la bacteria en dejar pasar patógenos malignos a través de la barrera intestinal.
El estudio publicado más recientemente -en septiembre de este año-, dice que “la infección por Helicobacter pylori (H Pylari) es conocida como un factor de riesgo para las úlceras del tracto gastrointestinal superior.
Ahora, ha surgido como un punto de interés en el estudio del Parkinson.
Primero, hay que entender la importancia de la relación entre el intestino y el cerebro
El intestino es conocido como “el segundo cerebro” a nivel científico. No solo hay una comparación importante entre ambos órganos que funcionan de la mano. También, hay un término para cuando esa colaboración deja de funcionar como corresponde. El término “estómago roto”, se refiere coloquialmente a las alteraciones en la función intestinal. Éstas pueden tener profundas implicaciones para el sistema nervioso central en el cerebro.
Un estudio publicado en marzo de 2024 en la revista Elseiver y realizados por universidades de la India, de Malasia y Sudáfrica, habla sobre la relación entre el “estómago roto” o “disbiosis” y enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer.
“Un ‘estómago roto´, generalmente denota afecciones como disbiosis, síndrome del intestino permeable o enfermedades gastrointestinales crónicas. Estas afecciones alteran la microbiota intestinal, que son los microorganismos que residen en el tracto digestivo. Es necesaria para mantener la función del SNC debido a la comunicación bidireccional a lo largo del eje intestino-cerebro“, dice la investigación.
La evidencia, muestra que las alteraciones en la composición de la microbiota intestinal, impactan significativamente en trastornos neurológicos como la ansiedad, la depresión y el autismo. Pero también en el Parkinson y el Alzheimer.
Esto producto de la disbiosis, que es la ruptura del equilibrio entre los miles de millones de microorganismos que conforman la micro-biota humana. Esta patología, puede afectar el sistema nervioso central (SNC) a través de neuro-inflamación. La microbiota influye en el sistema inmunológico al modular las quimiocinas y citocinas, proteínas inflamatorias que impactan en la salud neuronal.
La permeabilidad intestinal que permite escapar las proteínas que inflaman el cerebro
El papel de la microbiota intestinal en la producción de neuro-transmisores y compuestos neuro-activos, es fundamental para la estabilidad del sistema nervioso central.
“En la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, los cambios en la microbiota intestinal pueden conducir a un mal funcionamiento de la “permeabilidad intestinal”. Esto es la capacidad de las paredes intestinales de funcionar como una barrera selectiva. Permite el paso de nutrientes y bloquea el de sustancias que podrían ser dañinas“, continúan los especialistas.
Si las moléculas inflamatorias ingresan al torrente sanguíneo y llegan al cerebro, se exacerba la neuro-inflamación y la neuro-degeneración. “La neuro-inflamación crónica es un factor conocido en el desarrollo de enfermedades neuro-degenerativas como el Alzheimer y el Parkinson”, dice el estudio.
Por otro lado, el sistema inmunológico también desempeña un papel clave en las enfermedades neurológicas. La ya mencionada disbiosis, puede provocar una respuesta inmunitaria hiperactiva y la liberación de proteínas inflamatorias -citosinas-. Éstas, pueden influir en la función y el comportamiento cerebrales. De hecho, se ha comprobado que pueden provocar enfermedades como el trastorno del espectro autista y la esclerosis múltiple.
Así, la bacteria H pylori escaparía del intestino y comienza un trayecto hasta el sistema de neuro-transmisores. Esto daría inicio a la degeneración de las neuronas y finalmente, en Parkinson.
Finalmente, el estudio enfatiza en la importancia del consumo de probióticos. “Las intervenciones como los probióticos tienen como objetivo restablecer el equilibrio microbiano y reducir la inflamación. Esto destaca la importancia de mantener una microbiota intestinal saludable para la salud neurológica”, dice el estudio de Harvard.