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2 de Octubre de 2024Psiquiatra que trata la depresión con hongos alucinógenos en Chile: “Queremos que sea un tratamiento accesible para quien lo necesite”
El tratamiento de la depresión con microdosis de hongos alucinógenos es una investigación que lleva más de 80 años a nivel mundial. En Chile, la investigación ha tomado especial relevancia desde hace varios años, cuando un grupo de médicos (no científicos) empezaron a acompañar en reducción de riesgos a pacientes que consumían este tipo de sustancias. Hoy, ya hay casos de acompañamiento terapéutico por beneficios de salud mental. Sobre los efectos y el estado del ensayo clínico en Chile para aliviar los efectos de la depresión a través de este método, habla Magdalena Sanfuentes, psiquiatra y psicoterapeuta que acompaña a sus pacientes en el tratamiento desde hace cuatro años.
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Magdalena Sanfuentes es médica formada en la Universidad Católica, psiquiatra y docente universitaria. Ha dedicado su carrera a la psicoterapia y al tratamiento psico-farmacológico de patologías como la depresión, la ansiedad y el trastornos obsesivo compulsivo. Pero desde el 2020, comenzó una carrera por acompañar a pacientes que llegaban a su consulta preguntando si los hongos alucinógenos servían como medicamento para tratar la depresión.
Los estudios al respecto llevan décadas. Algunos hongos alucinógenos, los psicodélicos o las “setas mágicas” contienen psilocibina. Es un compuesto capaz de generar estados alterados de consciencia y permiten percibir la realidad de forma diferente. Pero lo que pasa en el cerebro en realidad, es que la psilocibina activa los receptores de la serotonina en el cerebro, un neuro-transmisor relacionado con el estado de ánimo y las emociones.
En Chile, la psiquiatra es una de las pioneras en iniciar tratamientos de acompañamiento para pacientes que estén usando por su cuenta este tipo de sustancias en microdosis, para aliviar los síntomas y consecuencias de la depresión. La microdosis, se refiere a 50 a 100 mg, entre 1/10 y 1/20 de dosis psicodélica, según la especialista.
Pero en Chile aún no se han podido empezar a hacer ensayos clínicos. Por eso, Magdalena Sanfuentes aboga por un acompañamiento que garantices seguridad y terapia para que el tratamiento funcione. Cree que “lo importante es encontrar en el caso de cada paciente, qué es lo que más podría ayudarle a tratar su depresión”.
“La perspectiva de acompañar en un inicio se basó en la reduccion de riesgos. Dado que no existian vias de acceso legal para los tratamientos, aún sabiendo que existían beneficios potenciales del uso de hongos en contexto terapéutico, no se podía acompañar como tratamiento”, explica.
“No se deja de atender a alguien por consumir una sustancia ilícita pues para su salud sigue siendo mejor estar acompañado por profesionales de salud mental, que no estarlo. En Chile se respeta la autonomía de las personas y por esto no es delito el consumo. Un profesional de salud mental tampoco debiera hacer un juicio moral, sino tratar de comprender y actuar en beneficio”, dice Sanfuentes
—¿Cuándo empezaron este ensayo con microdosis para hacer un tratamiento en las personas con depresión?
—Yo empecé a acompañar tratamientos en el 2020, pero desde la reducción de riesgos que es una mirada que tiene que ver con las adicciones. Uno ahí no prescribe un tratamiento, sino que acompaña a alguien que ya lo está siendo por su propia elección. La idea es que el especialista no juzgue moralmente y permitir que la persona tenga la autonomía de decidir qué quiere consumir.
—¿Cómo avanzan los estudios de psilocibina en Chile si aún no hay legislación?
—En Chile distintos grupos de investigación están postulando a fondos nacionales, para poder iniciar la investigación acá, como está ocurriendo en más de 30 universidades e instituciones en Europa, Australia y América. Esperamos contar con apoyo del ministerio, del ISP y de las distintas instituciones e universidades que han manifestado interés en estos temas. Hay que avanzar en las regulaciones para una investigación que hasta el momento, es solo teóricos. Lo que sucedería, es que generaríamos un precedente para empezar a investigar en Chile lo que ya se está investigando afuera.
—¿Podría el consumo de microdosis de psilocibina ser un tratamiento único y específico para la depresión?
—La psilocibina, como todos los psicodélicos, no actúa como un fármaco. No es que haga el trabajo por sí sola. No es como ‘mira te tomas esto y te vas a mejorar’. La gente incluso puede salir de una sesión de macrodosis y tener más síntomas de los que tenía incluso antes de entrar. Por eso se requiere de un proceso de preparación e integración con terapia. En el caso de las microdosis, hay que tener un acompañamiento permanente para ver qué es lo que se va mostrando, porque los cambios, llegan de manera mucho más sutil. Es un concepto de tratamiento que siempre debió ser así con los fármacos anti-depresivos.
—Claro, se entiende que no es como tomarse un paracetamol y arreglar el dolor…¿Cuál es el sentido de acompañar sí o sí el tratamiento con hongos con la terapia?
—En el caso del tratamiento con microdosis de hongos, es más relevante que nunca que estén acompañados de terapia. Porque los datos que hacen en salud mental es la flexibilidad y poder re-direccionar las memorias traumáticas, por ejemplo. Eso no pasa por un químico, pasa por un proceso terapéutico y la combinación con la sustancia. No va solo como un efecto farmacológico puro.
Cada vez más cerca de los ensayos con hongos en Chile
En febrero de 2023, la Administración de Productos Terapéuticos (TGA) de Australia reconoció algunas sustancias psicodélicas específicas y la psilocibina de los hongos alucinógenos o mágicos como tratamiento para la depresión y el estrés postraumático. “En Australia ya se puede prescribir el tratamiento, pero igual está súper restringido”, explica la psiquiatra Magdalena Sanfuentes.
Mientras que en Chile, por el momento, se está avanzando en las conversaciones para que la legislación actual garantice más seguridad y acceso al tratamiento con este tipo de sustancias. Ya hay leyes que amparan el auto-cultivo de sustancias como el cannabis y la microdosis de hongos. En base a los beneficios documentados en investigaciones de otros países, las personas han podido recientemente acceder a estos tratamientos. Pero aún falta avanzar en garantías de seguridad. También, en fondos para hacer los ensayos clínicos.
—¿De qué se trata el acompañamiento que se hace hoy en Chile?
—Somos varios médicos psiquiatras o médicos generales que estamos acompañando a pacientes con síntomas de depresión en este tratamiento con microdosis de hongos para, por ejemplo, mejorar el estado de ánimo. Pero no son ensayos clínicos todavía.
El acercamiento hoy tiene que ver con la reducción de riesgos y el uso compasivo. Esto tiene que ver con asumir que son personas que han probado muchos tratamientos y no han resultado. Si a esto se puede acceder de manera legal en Chile a través de las organizaciones de pacientes, entonces lo trabajamos con el acompañamiento terapéutico adecuado para que eso salga bien.
—¿Hay algo que esté frenando el avance de los primeros ensayos clínicos?
—Desde los ’90, el crecimiento de la ciencia ha sido exponencial. Durante los últimos cinco años han salido cada vez más estudios sobre el potencial terapéutico que tienen los tratamientos con psilocibina. La mayoría de los estudios son con psilocibina sintética, que es un compuesto que está dentro de los hongos, pero no es el único. Es el más activo probablemente. Entonces, el ISP dice que se tiene que hacer con psilocibina sintética y hay que importarla. Para eso hay que tener muchos fondos.
—¿El marco legal ha sido también un disuasor para empezar la investigación clínica?
—En Chile está suficientemente regulado. Tenemos la oportunidad de trabajar en base a un decreto de la Ley 20.000 —que es la que castiga el tráfico de drogas y todo lo que atente a la salud pública—, que respeta el hecho de que en las organizaciones de pacientes no hay una entrega descontrolada de la sustancia.
—¿Qué permite la ley al respaldar el uso de los hongos alucinógenos para la medicina?
—La Ley 20.000 entiende que el uso de las sustancias es medida. También que se le entrega a una persona determinada y que cumple los requisitos para ser parte de la asociación. Esos requisitos, incluyen ciertas condiciones civiles pero también certificado de antecedentes. Y también la receta médica. O sea, que sea parte de un tratamiento acompañado por un médico.
Hay varios fallos donde la ley ha respaldado que existan agrupaciones con fines de salud y salud mental. Uno de los ejemplos más comunes son los tratamientos con cannabis. Esto es porque la Ley 20.500 permite asociarse y hacer un cultivo colectivo privado para un uso de carácter medicinal.
Inicialmente el acompañamiento era en reducción de riesgo, pero luego surgieron asociaciones de pacientes por ley 20.500, que se agrupan con el fin de tener acceso a este tratamiento realizando un auto-cultivo colectivo privado de estos hongos para un uso de carácter medicinal, con la intención de mejorar su calidad de vida. Son prescripciones intransferibles, solo para uso próximo en el tiempo de cada persona que pertenece a la agrupación. Esto, como parte de un debido tratamiento médico, está contemplado en la ley 20.000, con decretos y jurisprudencia que lo respaldan .
—¿Cómo se ve en cuanto a plazos la posibilidad de empezar los ensayos clínicos o a agrandar los espacios para probar el uso de microdosis de hongos en salud mental?
—Lo que viene ahora es poder acceder a los fondos para hacer la investigación en Chile. Eso permitirá ampliar la regulación a un modelo con más conductos regulares para que el tratamiento ocurra. La idea es que garantice mayor resguardo de acceso legal. Queremos que sea un tratamiento accesible para quien lo necesite. Además, que hayan profesionales formados en esta área y que eso garantice la seguridad del tratamiento.