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Opinión

2 de Noviembre de 2024

El ADN gobernante

Foto autor Gloria Hutt Por Gloria Hutt

Esta semana Gloria Hutt escribe sobre las secuelas que está dejando en caso Monsalve. "Enfrentamos un problema estructural del principal grupo gobernante, que determina su forma de ejercer el poder", asegura.

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Dada la dinámica que ha tomado el caso Monsalve, con nuevos antecedentes revelándose cada día, resulta riesgoso escribir suponiendo que ya se conocen todas las situaciones más relevantes. Sin embargo basta con lo que se ha hecho público para confirmar, más allá de los eventuales delitos, las debilidades de la propuesta política con que el gobierno llegó a La Moneda, y validar rasgos de identidad que definen a buena parte de la generación gobernante.

Vamos por partes. Primero, la inmadurez en la forma de ejercer los cargos de alta responsabilidad. Partiendo por el Presidente Boric, se observa la enorme dificultad para tomar conciencia del rol: lo que un Presidente haga o deje de hacer es, en sí mismo, un mensaje a la nación y refleja sus prioridades. Su actuar se debe a un mandato constitucional, no a sus preferencias personales. Al enterarse de un posible delito de violación por parte de un integrante clave de su gabinete, debió mandar el único mensaje posible: remover al ex Subsecretario, reflejando así que no hay lugar para delitos en su gobierno, ni siquiera para dar el beneficio de la duda (que en todo caso debió otorgarse a la víctima). No lo hizo, y por el contrario, tomó decisiones erradas, una tras otra durante la semana.

Segundo, el desprecio por la institucionalidad. Quedó claro que el objetivo de destrucción de las instituciones, bandera de la primera Convención Constituyente, no era sólo un discurso. Frente a la situación conocida, no recurrió por ejemplo a una reunión del Comité Político, para realizar un análisis informado sobre los impactos del caso y las medidas a adoptar en diversos planos, entre ellos, en el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género (que entró al Comité Político como parte de las definiciones iniciales del gobierno feminista). Tampoco, según hemos sabido, dispuso de las acciones básicas de protección a la eventual víctima. Ni convocó a su gabinete para abordar una crisis de dimensiones graves para el país. La prescindencia de los entes institucionales clave para el ejercicio del gobierno refleja la baja valoración que les asignan en sus procesos de decisión.

Lo anterior nos lleva a un tercer rasgo que se revela con frecuencia en el Presidente y especialmente en integrantes del Frente Amplio: la autosuficiencia. Posiblemente como producto de un análisis superficial de los problemas, la reacción irreflexiva y propia de un opinante más que de la principal autoridad del país, se acentúa cuando opta por mitigar la crisis apoyándose en sus supuestos atributos de credibilidad personal, afirmando repetidamente que no miente y que no sabía, en lugar de dar una respuesta coherente y conceptualmente elaborada a los requerimientos de la prensa y de la ciudadanía. Valida así la figura de un joven cuya inexperiencia haría excusables sus errores, lo que no es sostenible para el cargo que ocupa ni para un gobierno que está en el poder por más de dos años. Nuevamente aquí se confirma la escasa trascendencia que se asigna a todas sus actuaciones.

Vamos por el cuarto rasgo: la inconsecuencia. Más allá de las ironías sobre las volteretas del Presidente, los cambios de posición frente a temas de alto impacto nacional muestran escaso pudor para dar vuelcos en sus mensajes, sin consideración alguna al intelecto ciudadano. Desde la plataforma que les permitió llegar a La Moneda, apoyando con entusiasmo acciones violentas, la destrucción de instituciones, la refundación de Chile, los insultos a Carabineros y Fuerzas Armadas y el debilitamiento de la figura presidencial, han dado un salto a la moderación con irresponsable actitud de “borrón y cuenta nueva”, asumiendo que el dolor producido, el daño a personas y organizaciones y el deterioro del país que todo ello acarreó, se borran sólo por la nueva actitud, que además no pasa de declaraciones, sin contenidos concretos.

También la inconsecuencia se despliega de manera rotunda al contrastar el discurso que condenaba los privilegios y la nutrida contratación de parientes y cercanos políticos en el Estado,  al revelarse el caso Convenios que usurpa para fines aún desconocidos, los recursos destinados a los más pobres y en el tratamiento del caso Monsalve, en que no llamó la atención el uso de recursos públicos para fines personales.

Por último, el quinto rasgo distintivo de la generación gobernante, es la limitada capacidad de gestión. Aun creyendo en la rectitud de las intenciones que los mueven, sus resultados son precarios, el manejo de las situaciones es errático, y el paso del discurso a la materialización de las promesas es ineficaz, generalmente porque anteponen el filtro ideológico a la solución y porque parecen asumir que no entregar resultados no será responsabilidad de ellos (para eso basta con culpar a la oposición).

En resumen, enfrentamos un problema estructural del principal grupo gobernante, que determina su forma de ejercer el poder, su débil conciencia de los cargos, su escasa sintonía con la institucionalidad y su cuestionable sentido de responsabilidad. Todos, rasgos de identidad difíciles de modificar, aun en circunstancias tan complejas como las que estamos atravesando en Chile.

Nuestro desafío es preparar un camino de seriedad que devuelva la confianza ciudadana en la política, con sentido de realidad y sin arrogancia. Eso sólo se logrará con rigor en el ejercicio de los cargos,  transparencia permanente, y conocimientos para producir resultados concretos que favorezcan a las personas. Es muy simple: se trata de poner el interés de Chile en primer lugar.

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##ManuelMonsalve#gloria hutt

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